Planta Superior - Terraza

Lamido por un viento calmoso pero frío, este lugar pensado para climas menos lluviosos y húmedos está en mal estado. Las baldosas de adobe están resquebrajadas y hay restos vegetales de los árboles cercanos por todas partes.

A través del descanso de las escaleras, lograste llegar a la terraza. Fue difícil abrir la puerta, pues el viento era muy fuerte y la tormenta no daba tregua aún. ¿Cómo era que estaba lloviendo tanto antes de Navidad y no nevaba? Lo cierto era que la lluvia no parecía tener la paciencia de responder a tus preguntas, mas sí pudiste notar la amplitud de esta terraza. De seguro habría visto mejores épocas. Bajaste las pequeñas escaleras que te dirigían a esta y tendrías que tener cuidado, pues había tantos rastros vegetales que podrías caer con facilidad, además de la lluvia que apenas y te dejaba ver. ¿Investigarías más allí?

Matthew estaba increíblemente frustrado, pero sabía que debía controlarse. No podía dejar ver lo desesperado que estaba, o los demás cuervos se lo comerían. Lo sabía bien, detrás de esas caras inocentes, todos estaban esperando poder llevarse las reliquias más caras que guardaba esa mansión. No había solidaridad; a nadie le importaba la muerte de Seamus. ¿Fantasmas? Helena no era más que una estafadora. Era más probable que alguien se ocultara en la mansión. Por dicha razón, el detective se había dirigido hacia la terraza, palpando su revolver enfundado.

Al llegar a la puerta, gruñó, molesto. Acabó empujando con fuerza la puerta, maldiciendo por lo bajo de nuevo. Hacía frío, y no quería mojarse, pero las cosas que buscaba podían estar en cualquier parte. Eso y quien presuntamente había hecho lo de la maceta, si es que no se había escabullido a alguna otra habitación, o por la misma terraza. Con una mano en su frente, como si eso pudiera evitar que se mojara, Matthew bajó las escaleras con cuidado, llevando su otra mano al revolver. No estaría ahí por mucho. Principalmente porque se estaba empapando. Sin embargo, decidió moverse lo suficiente para ver si había algo de interés entre tanta porquería, y mirar con cuidado desde la orilla de la terraza si había rastros de algo "sospechoso".

Si no fuera por lo inclemente del clima, sería más fácil poder revisar la terraza a cabalidad, pero al menos alcanzaste a mover una que otra rama. La baldosa estaba en mal estado y era lógico pensar que hubiera una que otra rota y que esto llevara a posibles accidentes. Por lo mismo procediste con cuidado. Fue entonces que, entre las baldosas que no se habían roto, viste una especie de trazos de un color negro que aún no parecían haberse deteriorado. Era un dibujo de gran tamaño, así que te encontraste sumergiéndote más en la terraza para descubrirlo. Retiraste ramas y piedras hasta dar con aquello que el descuidado follaje ocultaba:

Parecía una especie de árbol extraño. No sabías lo que era, pero tal vez investigar más en la casa te diera la respuesta.

Tal vez por la impresión del encuentro, te descuidaste un poco y te tropezaste con algo al caminar hacia atrás. Caíste sobre las baldosas y sentiste que algunas esquirlas cortaron tu piel.

No sabía muy bien qué lo arrastraba a mirar en la Terraza... pero allí estaba, como un idiota. ¿Qué esperaba encontrar allí? ¿Un tesoro abandonado? ¿Un ladrón? Mientras apartaba las ramas e intentaba caminar con cuidado, a cada tanto volvía a poner su mano en la revolver, listo para sacarla. Sin ver rastros de alguien que pudiera haber pasado por ahí, Matthew se inquietó un poco. ¿Estaría en otro lugar? Era imposible. No importa, trató de convencerse, apartando la mano de su revolver y dando unos pasos hacia atrás, pasando su mirada por toda la terraza, intentando encontrar algo. Fue entonces que vio aquel dibujo al que se acercó, apartando los obstáculos a su paso con una mirada curiosa. Al ver lo que eso era, Matthew sintió un escalofrío que le recorrió la espalda.

—¿Qué es esto...? —instintivamente, dio unos pasos hacia atrás, tropezándose con algo. La humedad del suelo fue suficiente para hacer el resto.

Dando un grito que se ahogó entre el sonido de la lluvia, el hombre sintió un fuerte golpe, así como piel de su espalda y sus brazos desgarrarse. Maldijo en voz alta, y apretó los dientes. No eran cortes profundos, pero su sangre no tardó en fusionarse con la lluvia que corría por el descuidado y resbaloso suelo. Volvió a maldecir su torpeza, levantándose un poco tembloroso, mirando de nuevo donde se encontraba aquel extraño dibujo. Pasó las manos por sus brazos y vio los pequeños rastros de sangre. En medio del dolor y el sobresalto algo vino a él. Apretando los dientes, volvió por donde había entrado a la terraza.

El ardor de tus heridas solo aumentaba con la lluvia que caía, pues solo entonces te diste cuenta que estabas empapado. O al menos fuiste realmente consciente de ello. El clima continuaba inclemente y no parecía diezmar aún, así que decidiste volver al interior. Abriste la puerta con algo de dificultad por el viento y, en el descanso de las escaleras, llegaste de nuevo al pasillo distribuidor.