El quinto grupo conformado y que había decidido moverse hacia la celda no había sido otro que el conformado por Kyo Tetsuya y por Seishin Muryou. Sea lo que fuera que ellos iban a hablar en privado en aquella celda iba a ser un secreto entre aquellos dos, al igual que iban a estar ajenos a lo que pasara por aquí.
Motivo: ¿Conexión?
Tirada: 1d20
Dificultad: 20+
Resultado: 2(+1)=3 (Fracaso) [2]
Ya podéis postear <3
—Seishin, ahora que estamos solos. Dime, ¿Qué haces exactamente?
Kyo fue directo una vez entraron en la celda. Estaba apoyado en la pared del cubículo, mirando a su compañero directamente a sus ojos dispares.
—Puede ser que hoy.—Su tono de voz se notó más serio que de constumbre— Mueras si no me convences de que no eres un habitante del infierno.
El hombre se acuesta en el suelo sin preocuparse por las palabras de su compañero -Chico, he estado en la cárcel- se acomoda con sus manos tras su cabeza -Una de verdad, no como este encierro- su voz no muestra ningún temor -Y he vivido en la calle desde que tengo memoria, perdona si no me impresionas- la media sonrisa característica se muestra en su rostro -Me volví un Demon Hunter para pagar mis pecados del pasado, si eso no puede convencerte, nada de lo que diga lo hará- sin más cierra su ojo bueno.
—Sisisis, tranquilo, esperaba que todos los que estuviesen aquí hayan pasado por algo extremo para llegar a ser Demon Hunter.—Mira por donde entrar al cubículo, con una expectación importante que se reflejaba en su voz y mueca.— Pero es que yo, Kyo Tetsuya, literalmente puedo acabar con alguien aquí.
Desde su pantalón, como si fuese una dimensión de bolsillo, saca una motosierra que ruje con intensidad.
—¡Tengo esta preciosidad antes de llegar a este lugar, Seishin Muryou! ¡Y está buscando sangre demoníaca! —Sus gritos reverberaban en la habitación, que en conjunto con el sonido del motor de la motosierra no dejaban ni un momento silencioso.—Pero...—Los jadeos, tanto del peliverde como los de su herramienta cesaron un momento.— No tengo puta idea de quién puede ser un demonio, y esta preciosidad, por algún motivo sólo aparece en mi pantalón cuando la noche llega... Dime, ¿Con quién lo debería usar? ¿Y por qué no debe ser contigo? Digo, no es que creo que seas un demonio o algo parecido pero, u know, nunca se sabe.
Sin abrir su ojo ni mostrar alteración alguna dice -Sospecho de varios, pero no puedo asegurar definitivamente que alguno de ellos pueda ser un demonio- detiene sus palabras por unos segundos antes de continuar -Pero sin duda hay una chica de la que no me fio ni un poco, desde que llegamos no ha dicho mucho, no tenemos ni un apodo por el cual llamarle- su voz calmada continuó hablando -Es muy extraño que un Demon Hunter, aun el más novato, aun bajo esta situación tan precaria, solo reaccione con llanto- deja salir un suspiro -Sin duda acusar sin pruebas no es algo que desee hacer, de los demás solo se lo que he visto, pero aun sus palabras sólo podrían ser una debilidad en su carácter o en su lógica-.
Vuelve a sonreír con su media sonrisa -Confiare en ti, aun cuando no puedo asegurar si es lo correcto- señala su cabeza con uno de sus dedos -Igual que la noche pasada, protegeré a Kaede de cualquier control mental y rezare porque descubra a otro demonio en la mañana-.
—¡Bien, tú le proteges la mente y yo el cuerpo! ¡Wohoo! ... Uhm, si alguien me controla la mente votaré por la sin nombre.
-Ahora, si me disculpas- dice extendiéndose cómodamente en el suelo -Me dormiré-.
Con el miedo a la soledad oprimiendo sus corazones, las parejas finalmente se acomodaron en sus improvisados lugares de descanso. El subsuelo, con sus paredes de concreto y el aire pesado, se llenó de una calma tensa. Uno a uno, los supervivientes cerraron los ojos, esperando que el descanso les trajera alivio, aunque fuera temporal.
El sueño llegó lentamente, mientras el murmullo de respiraciones entrecortadas y el ocasional susurro de inquietud resonaban en la oscuridad. Cada uno de ellos, ahora acurrucado junto a otro, intentaba encontrar consuelo en esa cercanía forzada. Era un alivio pequeño, pero suficiente para mitigar el terror de la noche.
Los demonios y los agentes, tan diferentes y desconfiados entre sí, compartían un objetivo común: sobrevivir hasta el amanecer. Se aferraron a la esperanza de que, al despertar, algo pudiera haber cambiado, que la oscuridad de la noche no trajera más pérdidas, que la pesadilla que vivían no empeorara.
Con sus cuerpos exhaustos, pero aún tensos, todos cayeron lentamente en el sueño, aunque las sombras seguían acechando en los rincones más oscuros de las celdas. En la quietud del subsuelo, solo quedaba la incertidumbre de lo que el nuevo día les depararía.