El fin de las votaciones llegó tras un ambiente cargado de tensión. Todos los presentes habían emitido sus votos, algunos con más seguridad que otros, y al final del proceso, el nombre más mencionado fue el de Shinohara Kido.
Kido, al escuchar su propio nombre, se mantuvo en silencio durante un momento, observando con calma la situación a su alrededor. No parecía sorprendido, pero una sombra de preocupación cruzó su rostro mientras sus compañeros lo miraban con una mezcla de alivio y pesar. Sabía lo que venía después, y aunque no había mostrado signos claros de culpabilidad, el peso de la sospecha lo había marcado.
Kobeni, por su parte, estaba visiblemente alterada, sus manos temblando mientras observaba el resultado. Aunque había pasado por este proceso ya antes, nunca lograba acostumbrarse al horror que implicaba la decisión de quién sería entregado a Denji.
-E-esto... esto es lo que... -susurró, más para sí misma que para los demás, tratando de convencerse de que todo esto era parte de su trabajo, aunque el miedo en su mirada lo contradecía- lo que Makima ordenó...
El destino de Kido estaba sellado.
Shinohara Kido caminaba en silencio, flanqueado por dos agentes que lo escoltaban hacia el exterior. El aire era pesado con una quietud inquietante, como si el mundo mismo supiera lo que estaba a punto de ocurrir. Cada paso resonaba en el pasillo de concreto, un eco que parecía acompañar el latido irregular de los presentes, tensos y nerviosos.
Cuando llegaron a la puerta de salida, el sonido familiar pero aterrador de una motosierra arrancó de repente, rompiendo el silencio con su rugido violento. Todos reconocían ese sonido: Denji, en su forma de Chainsaw Man, estaba listo.
Kido no dijo una palabra. Su rostro, aunque estoico, mostraba una sombra de resignación mientras lo empujaban suavemente hacia la puerta. El cielo gris sobre ellos parecía aplastar el ambiente, opresivo y ominoso.
Fuera, el aire estaba cargado de tensión. El rugido de la motosierra crecía en intensidad, cada revuelta del motor resonando en los corazones de quienes esperaban dentro, nerviosos, ansiosos. Nadie quería estar en su lugar, nadie quería mirar, pero todos sabían lo que estaba por suceder.
De repente, el sonido se intensificó, y lo último que se escuchó fue un grito breve y ahogado antes de que el rugido se transformara en un estallido breve. Kido había sido devorado. El terror palpable dejó a todos en silencio absoluto, y en un instante, la existencia de Shinohara Kido fue borrada del mundo, como si nunca hubiera existido.