El tercer grupo conformado y que había decidido moverse hacia la celda no había sido otro que el conformado por Natsuji Fujimori y por Kido Sakuya. Sea lo que fuera que ellos iban a hablar en privado en aquella celda iba a ser un secreto entre aquellos dos, al igual que iban a estar ajenos a lo que pasara por aquí.
Motivo: ¿Conexión?
Tirada: 1d20
Dificultad: 20+
Resultado: 4(+1)=5 (Fracaso) [4]
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Desde la misma posición que adopté sentada en el suelo, veo entrar a Kido a la celda, y sonrío levemente.
—Me alegra que no te hayas echado atrás. Mi carácter a veces asusta a la gente —comento, con un poco de alegría filtrándose en mi voz. —Aunque, dada la situación en la que nos encontramos, supongo que todos estamos obligados a ser valientes, por más miedo que tengamos.
Cabizbaja, dejo caer mis hombros, sintiéndome de pronto cansada.
—Ven, siéntate aquí a mi lado, si quieres, claro —doy unos leves golpecitos con mi mano en el lugar justo a mi lado, invitándolo a sentarse. —Ya que tenemos que estar aquí, al menos intentemos estar lo más cómodos posible.
Kido sonríe ante el comentario de Natsuki. Se sienta al lado suyo.
Descuida, tener un caracter fuerte no hace que seas un peligro. Al menos en mi opinión... Es verdad que todos estarémos aterrados y tenemos que sacar el valor de algún lado para seguir adelante.
Kido suspira mientras piensa como quitar tensión a la situación.
De todos modos, la cosa no parece ir tan mal... De los dos que han muerto, una era un demonio con el *pum!* ese... Comenta intentando gesticular el rayo de luz que convocó Nami.
Con el miedo a la soledad oprimiendo sus corazones, las parejas finalmente se acomodaron en sus improvisados lugares de descanso. El subsuelo, con sus paredes de concreto y el aire pesado, se llenó de una calma tensa. Uno a uno, los supervivientes cerraron los ojos, esperando que el descanso les trajera alivio, aunque fuera temporal.
El sueño llegó lentamente, mientras el murmullo de respiraciones entrecortadas y el ocasional susurro de inquietud resonaban en la oscuridad. Cada uno de ellos, ahora acurrucado junto a otro, intentaba encontrar consuelo en esa cercanía forzada. Era un alivio pequeño, pero suficiente para mitigar el terror de la noche.
Los demonios y los agentes, tan diferentes y desconfiados entre sí, compartían un objetivo común: sobrevivir hasta el amanecer. Se aferraron a la esperanza de que, al despertar, algo pudiera haber cambiado, que la oscuridad de la noche no trajera más pérdidas, que la pesadilla que vivían no empeorara.
Con sus cuerpos exhaustos, pero aún tensos, todos cayeron lentamente en el sueño, aunque las sombras seguían acechando en los rincones más oscuros de las celdas. En la quietud del subsuelo, solo quedaba la incertidumbre de lo que el nuevo día les depararía.
El grupo conformado y que había decidido moverse hacia la celda no había sido otro que el conformado por Natsuji Fujimori y por Kido Sakuya. Sea lo que fuera que ellos iban a hablar en privado en aquella celda iba a ser un secreto entre aquellos dos, al igual que iban a estar ajenos a lo que pasara por aquí.
Motivo: ¿Conexión?
Tirada: 1d20
Dificultad: 20+
Resultado: 11(+2)=13 (Fracaso) [11]
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Kido se sienta y mira a Natsuki.
¿Cómo crees que pinta todo esto? Ahora mismo estamos a oscuras y no sé señalar quien podría ser un demonio...
Kido se rasca la nuca con visible preocupación.
Mirando a Kido, decido confiar un poco en él.
—Si te soy sincera, ese tal Arita… o como se llame; no me gusta nada su actitud, es demasiado prepotente, como si fuera superior a nosotros —negando ligeramente con la cabeza, expreso ante mi compañero de celda lo que hasta ahora era mi pensamiento más preocupante. —No entiendo el motivo de su comportamiento, y que vaya tan de buena persona… uf, desde luego que más de una mentira habrá soltado.
Fijando mis ojos en los suyos, decido confiar por completo en él.
—¿Y tú? ¿Tienes a algún potencial sospechoso?
Kido se queda pensativo.
Es cierto que no está quedando bien señalando a gente... Acaba de poner a Yuriko en el foco principal. Si Yuriko no mentía y puede hablar con los muertos, seguramente los demonios intenten silenciarla. Si Yuriko no miente, no puede saber lo que Arita y Nami hablaron, y se le pilla. Sea inocente o no, la condena. Eso no da buena imagen a ese tipo. Además se escuda mucho de no haberle hecho nada a una inocente confirmada... No puedo decir que sospeche completamente de él... Pero es verdad que lleva mucho la batuta a pesar de que no tengamos razones para fiarnos 100%.
Kido pausa un momento y comenta pensativo, mirando al suelo. Mi sospechoso...
Levanta la cabeza para mirar fijamente a Natsuki, haciendo el mismo gesto de confianza que ella.
Sería Claude. Ha sido muy discreto y tampoco es que haya dicho mucho de valor más allá de observaciones que hayamos hecho los demás. Pero nosotros tampoco hemos sido gente que se la haya jugado tanto como Nami, por ejemplo. Así que solo puedo decir que es una sospecha, pero no estoy seguro.
Con el miedo a la soledad oprimiendo sus corazones, las parejas finalmente se acomodaron en sus improvisados lugares de descanso. El subsuelo, con sus paredes de concreto y el aire pesado, se llenó de una calma tensa. Uno a uno, los supervivientes cerraron los ojos, esperando que el descanso les trajera alivio, aunque fuera temporal.
El sueño llegó lentamente, mientras el murmullo de respiraciones entrecortadas y el ocasional susurro de inquietud resonaban en la oscuridad. Cada uno de ellos, ahora acurrucado junto a otro, intentaba encontrar consuelo en esa cercanía forzada. Era un alivio pequeño, pero suficiente para mitigar el terror de la noche.
Los demonios y los agentes, tan diferentes y desconfiados entre sí, compartían un objetivo común: sobrevivir hasta el amanecer. Se aferraron a la esperanza de que, al despertar, algo pudiera haber cambiado, que la oscuridad de la noche no trajera más pérdidas, que la pesadilla que vivían no empeorara.
Con sus cuerpos exhaustos, pero aún tensos, todos cayeron lentamente en el sueño, aunque las sombras seguían acechando en los rincones más oscuros de las celdas. En la quietud del subsuelo, solo quedaba la incertidumbre de lo que el nuevo día les depararía.