Partida Rol por web

Esta escena dará comienzo en cuanto Yoru entre en la habitación. Mientras tanto vosotras dos podéis postear, pero entonces no le marquéis a él.

Yoru y Quenya subieron las escaleras hasta el piso superior y se dirigieron al dormitorio del elfo. Por el camino tontearon, con manos toqueteantos, gruñidos y ronroneos seductores, y algún que otro mordisquito juguetón. Cuando llegaron a la puerta del dormitorio, Yoru se permitió el lujo de pasarle las manos por las caderas, atrayendo a la semidragona hacia si mismo, tentador, mientras ella le observaba con esa mira felina, entre juguetona y amenazante. Aquella dicotomía quizás era lo mas excitante de su mirada, junto con su piel verdosa y sus voluptuosas formas...

- Eres consciente de que puedo adoptar cualquier aspecto, ¿verdad? -comentó Yoru, juguetón, con una media sonrisa, mientras llevaba sus labios cerca del oído de Quenya, dejando que su cálido aliento envolviera a la mujer de sensaciones- ...Y se que sabrás disfrutar de algo así, más adelante... Pero ahora tengo una pequeña sorpresita que darte. Espero que no me odies por lo que tengo planeado...

Entonces Yoru, se despegó lentamente y llamó a la puerta con un par de golpecitos. Dentro se oyeron pasos débiles en dirección a la puerta.

- Soy Yoru. -anunció, cuando fué evidente que al otro lado había alguien- Abre...

Y la puerta se abrió, revelando la figura de Alesse, que aun con la armadura enfundada, les esperaba plantada en la puerta.

- Pasa, querida, por favor... -le dijo a Quenya, y a pesar de su tono galante, había cierta inquietud- Tenemos cosas de que hablar. Los tres...

Y sus últimas palabras denotaban cierta inquietud, así como el movimiento de cabeza que hizo sobre su hombro, comprobando si había alguein más en el pasillo.

A Yoru siempre le habían caído gordos los mirones...

Alese se sorprendió del rubor de la semidragona ¿Podía ruborizarse alguien de color verde? La situación, por un instante, le molestó pero nada se trasmitió al exterior de su mente.

- Está bien, ya estamos los tres ¿Qué querías Yoru? -a pesar de la frialdad de sus palabras, el tono era el de siempre.
 

Estaba disfrutando con Yoru por las escaleras. Si por mi hubiera sido, le habría tumbado allí y le habría enseñado qué era disfrutar de verdad.

Pero parecía que Yoru tenía alguna idea en mente.

Bien, veamos dónde me lleva pensé deseosa de conocer sus intenciones.

Lo que no me esperaba en absoluto era llegar a la habitación de Alese. En absoluto.

Todo mi cuerpo se enfrió a la velocidad de la luz. Era experta en hacer sentir a los demás mis cambios de humor, así que sabía que Yoru lo noto, pues aflojó un poco sus manos.

Me alejé de él y me puse al lado de Alese, con los brazos cruzados y mirando expectante a Yoru.

No negaría que Alese era una mujer atractiva, pero esa noche no me apetecía estar con los dos. Si hubiera sido Don Urik, todavía...

Así que esperé que no fueran esas sus intenciones, porque si no, creo que entre las dos le mataríamos.

¿Esto a qué viene?

Yoru notó la frialdad gélida de Quenya y la suspicacia de Alesse. No le extrañaba, pero no pudo evitar mostrar una amplia sonrisa en su rostro. Ambas pedían explicaciones y había llegado el momento de darlas.

- La situación es la siguiente, queridas mías... -mi tono era alto y obseceno, ambas podían captarlo perfectamente, así como cualquiera que pudiera estar escuchando al otro lado de una puerta, por ejemplo- Vamos a pasar un buen rato los tres juntos, mis pichoncitos... jejeje...

Di un pequeño paseo por el dormitorio. Primero me acerqué hasta la ventana, asomando el rostro al exterior con una sonrisa enorme, de oreja a oreja, como si una divinidad me hubiera concedido 3 deseos. Me desabroché la camisa de forma ostentosa y Lluego corrí las cortinas de sopetón mientras me reía. Entonces, de repente, mi actitud cambió. Una expresión seria y preocupada apareció en mi semblante, y volví a abrocharme la camisa. Mientras hacía esto, acerqué a mis dos compañeras, muy cerca, y me dispuse a hablar, pero esta vez en un tono mucho más bajo y secreto.

- Disculpad esta charada... Temo que muchos ojos vigilan esta noche... -susurró con tono apesadumbrado y preocupado- Vereis... llevo todo el día con una extraña sensación. Ya sabemos que algo amenaza este pueblo, algo que mueve los hilos de los no muertos que avanzan por la villa. Como sabreis, los no muertos no se alzan así como así. Hace falta algo o alguien poderoso para entroncar su conexion con el plano de las sombras. Y para ese tipo de gente, no existe mayor enemigo que los que son capaces de cortar esa conexión... -hizo una pausa, y al instante retomó la palabra- Alesse, hoy has demostrado no en pocas ocasiones que eres más que capaz de cortar ese tipo de conexiones. Y los ojos de mi nuca no paran de decirme que vas a ser, antes o después, la diana de algo. Algo peligroso. Sumamente peligroso... Y creo que actuará esta noche... -volvió a hacer una pausa ominosa- La charada que he ejecutado es una finta. Una finta para despistar o averiguar si mis sensaciones están justificadas. Todo el mundo ha visto como subías sola a los dormitorios. Después, todo el mundo ha visto como Quenya y yo subíamos a los dormitorios. Si alguien trama algo, y tenía ojos en la taberna, entonces esperará encontrarte a solas en tus aposentos... Pues bien, eso es lo que les vamos a dar, pero bajo nuestras condiciones... Jugaremos en nuestro terreno... -susojos entonces se centraron en la semidragona- Quenya... lamento mucho esto. -su rostro era la pura imagen de la sinceridad, totalmente limpia del caracter bufonesco del día- No he tenido oportunidad de avisaros con tantos testigos, de ahí mi secretismo. Me hubiera encantado pasar la noche a tu lado y cumplir aquello que ambos hubieramos esperado... Pero prometí a Alesse que la protegería, igual que me prometí que haría lo mismo por ti. Las dos sois... diferentes... Lo he sabido desde el momento de conoceros... Y creo que esta noche es una noche para hacer eso... -entonces Yoru empezó a cambiar de forma, adoptando el aspecto de una Alesse en camisón, con la expresión fría y las mejillas pálidas características de ella- ...Ahora, mientras vosotras os quedais aquí, yo marcharé al dormitorio de Alesse. Yo no necesito descansar demasiado pues el día no me ha exigido grandes esfuerzos. Pero si a vosotras. Si hay un peligro acechando en mitad de la noche, vendrá a por mi, mientras vosotras descansais, protegiéndoos mutuamente, y yo podré dar buena cuenta del él. Tengo métodos para sorprender la mal. Si estoy equivocado... bueno, entonces supongo que habré hecho el tonto preocupándome por ti... -señaló a Alesse- ...y habré causado en tí... -señaló a Quenya- ...una pésima impresión... Sea como sea, os pido disculpas por el cambalache... Pero os aprecio demasiado para no preocuparme por ambas... Aunque eso me cueste la mejor noche de mi vida... -añadó esto último mirando a Quenya con una sonrisa significativa.

Yoru se quedó un instante en pié frente a ellas, esperando sus reacciones.

- Seguramente Quenya me abofeteará. O algo peor... -pensó- ...y no volverá a dignarse dirigirme ni siquiera una mirada de desprecio. Y seguramente Alesse empezará a considerarme un retorcido; quizás un liante no muy de fiar. Y seguramente me merecería ambos tratos...

Pero Yoru tenía una cosa clara. Protegería a sus seres queridos. Tal como había intentado hacer en su niñez, Incluso aun mejor. Y con la misma entrega y sacrificio.

Costara lo que costara.

- Bueno... -dijo al cabo de un momento Alese- No seré yo quien desconfíe de tus presentimientos, pero naturalmente no voy a dejar que corras riesgos por mí. Yo dormiré en mi habitación, y si alguno de los dos quiere quedarse aquí, le haré sitio. Y os aseguro que mataré a aquel que me toque esta noche, sea hombre, mujer, conocido o desconocido. No es que no me fíe de ti, pero en el pasado otros han querido meterse en mi cama diciendo que era para protegerme. Si quieres quedarte usa la cama, yo puedo dormir en el suelo.

Ante las primeras palabras de Yoru, algo en mi interior se despertó. Algo asesino, para ser más exactos. 

Mientras se desabrochaba los botones de su camisa, un pequeño hilo de humo iba saliendo de mi boca. Sabía dónde podía causar más daño, sabía que si apuntaba a la entrepierna se le quitarían esas ganas...

Pero tan pronto llegó la ira homicida como se fue. Se fue al ver la expresión tan serie que adoptó Yoru.

Escuché todas sus palabras sin hacer ningún comentario. Era muy "bonito" que se preocupara por mí.

Vayamos a socorrer a las damiselas en apuros pensé con desdén

Yoru, somos mujeres, pero no tontas ni débiles. Mira, si quieres que duerma en la habitación de Alese y eso te deja tranquilo, lo haré. Pero no me subestimes, no tengo nada que temer a nadie

- No me malinterpreteis... -dijo Yoru serio al escuchar sus réplicas- Os he visto en acción y os tengo el mayor de los respetos. Se que sabeis cuidar de vosotras mismas. En ciertas ocasiones incluso mejor que yo... Pero vosotras no podeis hacer lo que yo, igual que pasa al revés. Lo que pretendo es que vosotras os quedeis aqui para yo poder hacerme pasar por Alesse y tenderle una trampa a quien quiera que pueda mover pieza esta noche. Tentarle a revelar sus cartas... Alesse, lo que te pido no es que me dejes entrar en tu cama para protegerte. Y Quenya... mírame a los ojos... -centró su mirada en la de la semidragona unos instantes- ... y dime si esto que propongo es lo que realmente me hubiera apetecido que pasara esta noche... No había mentira cuando en mis ojos viste aquello que te gustó y que hizo que subieras conmigo... -Yoru hizo una nueva pausa para que meditaran su plan una vez más antes de desecharlo- Mirad... -volvió a adoptar su verdadero aspecto, y abrió los brazos con sinceridad, con las palmas abiertas hacia arriba- ...no quiero obligaros a nada que vuestras conciencias os impidan aceptar y no me haré pasar por ti sin tu permiso, Alesse... Pero sí. Me preocupo sinceramente por vosotras. Por ambas. Sois para mi algo más que una compañía agradable o alivio para mi entrepierna... Así que... -Yoru se encogió de hombros- ¿que decidís...?

- Si te haces pasar por mí, y alguien me ataca, te atacará a ti. A pesar de que me siento honrada del gesto, es algo que no puedo aceptar. Si murieses en mi lugar no habría sitio para mí en el plano de Pelor una vez haya terminado mi vida en este plano. Dormiré en mi habitación, aunque tendré cuidado. Si quieres quedarte porque así te lo pide tu conciencia, serás bienvenido.

Aquí sobro sentencié con un bostezo.

Yoru, ha sido todo un detalle que quieras protegernos, pero me voy a dormir. La chica no quiere ni necesita protector esta noche. Y yo tampoco.

Qué descanséis

- Bueno, parece que ninguna de las dos requiere mis atenciones... -dijo Yoru levemente desmotivado, pero antes de que su rostro pudiera revelar más, este se transformó en una máscara de porcelana, blanca, lisa e inexpresiva- Nos os ofenderé, quedándome a guardaros, dado que ya os habeis pronunciado al respecto. Tanto tu como Quenya. -el rostro se dirigió un instante hacia la semidragona- Me mantendré en mi dormitorio, Alesse, para no turbar tu sueño con mi presencia... -la máscara hizo una profunda reverencia a ambas- Lamento este incidente, queridas. No volverá a suceder nada similar... -acompañó a ambas a la puerta y le devolvió a Alesse su llave, intercambiándola por la suya- Pero sabed que estaré despierto toda la noche y acudiré si me necesitarais... Buenas noches, queridas...

Y tras decir esto, Yoru vió como las dos mujeres se alejaban y cerró la puerta. Después apagó la única vela encendida y se sentó en posición de meditación sobre la cama, quedándose en la oscuridad de su dormitorio sumido en sus propios y oscuros pensamientos...

Si te quedas despierto, hazme una tirada de Avistar "Solo al director"

Escuchar por la noche unos extraños sonidos y te asomas por la ventana.

La causa de esta interrupción de vuestro sueño se debe a tres murciélagos aterradores con un cuerpo tan grande como el de un caballo y unas alas coriáceas que, desplegadas, son mayores que las de un dragón. Un pelaje hirsuto cubre la mayoría de su cuerpo, dejando ver aquí y allá placas de armadura ósea.

Las criaturas sobrevolaron varias veces la taberna, dieron unas vueltas y segundos después se marcharon sin molestar más en toda la noche.

Cuando comienza a salir la luz del alba ves por la ventana a un hombre de melena oscura y barba. Da la impresión de que se está ocultando de alguien. Pero la realidad es que su camuflaje es bastante mediocre y puedes ver lo que parece ser un guerrero de aspecto siniestro, con piel pálida, ojos rojos hechiceros, manos terminadas en garras y un tono feroz en sus rasgos. Parece estar observando a Thokk y a Envy que decidieron descansar fuera. De pronto ves que el semiogro sale de su tienda. Cuando vuelves a mirar hacia el hombre, éste ya había desaparecido.