Partida Rol por web

-Yo puedo luchar en el frente contra los licantropos... no me pueden hacer mas loba de lo que soy- Digo sonriendo. -Asi que Thokk, tu me cubres mi espalda grandulon- Le digo en broma, aunque dado el cariz de la futura lucha con bastante de cierto.

Con la mension de los objetos encontrandos, ella termino por recordar algo que habia encontrado en la visita al castillo. -Eh, chicos, se me habia olvidado con el ajetreo de los ultimos dos dias...- Dijo llamando la atencion. Y acercandose a la mesa de Alese, donde parecia casi ser el centro ya que todos la miraban. -El otro dia cuando entramos al castillo a buscar a quienes se habian separado, en una habitacion encontre una situacion rara, habia una estatuilla de un cuervo, y el cadaver de un hombre cerca, como si hubiera intentado alcanzar la estatuilla, esta estaba encantada con magia protectora, con lo cual no me arriesgue a tocarla, pero el hombre, que parecia un caballero portaba esto- Dijo metiendo su mano por el cuello de su ropa hasta su bolsa, en donde al comenzar a sacar su brazo se vio que como por arte de magia salia un mango de un arma para terminar en una maza de armas, la cual al sostener ella le provoco una mueca de desagrado, que solo pudo quitar cuando la solto sobre la mesa.

-Esa cosa es...- Y luego de un escalofrio siguio. -Mala, tiene magia maligna, sacrilegia-

-No supe que hacer en el momento con ella, pero no crei que fuera bueno dejarle un arma extra al enemigo-

Tomé las cosas que me estaba dando Alese mientras la escuchaba. Hizo unas comprobaciones básicas para determinar qué eran esos objetos.

Me parece un buen plan. Pero ya hemos matado a dos brujas. Hay que enterrarlas, lo dijo Madame Eva, si mal no recuerdo. A esta última también habrá que cargársela. Hablaba con ligereza de la muerte, pero eran ellos o nosotros. Y me quería demasiado como para dejarme matar.

Hoy la bruja, mañana los licántropos y el espíritu que cuida la espada, y pasado... Tendremos que ir al castillo a por lo que nos queda.

En ese momento, la joven Envy sacó lo que parecía una maza, pero intuía el poder maligno que lo acompañaba.

Deja la maza sobre la mesa, voy a examinarla

Escucho con atención las palabras de los que parecen ser integrantes de un hrupo bien unido. Nunca he sido muy de trabajar en compañía de otros, pero tampoco lo rehuyo si es necesario, he pertenecido a batidas de caza contra muertos vivientes, incluso colaborado con una orden paladinesca hace seis años, de modo que creo poder ayudar en esta causa.

— En tal caso, si vuestro objetivo es ese, contad con mi ayuda, siempre y cuando vuestro líder— digo sin saber bien quién es—, acepta mi colaboración, claro está— ma mantengo un par de segundos en silencio, el problema sigue siendo que no sé de lo que están hablando y por qué quieren matar brujas y licántropos—. Pero antes pediría que me explicárais de qué va todo esto, no me gustaría atravesar de un flechazo a un licántropo o a una bruja sin saber el motivo de dicha muerte.

Igor había permanecido por la noche de guardia en la sala de la taberna con Ocaso a su lado, así que cuando la gente empezó a bajar y sabiendo la lentitud con la que se decían las cosas en aquél grupo se acomodó para dormir un rato, al menos hasta que le avisaran con lo que tuvieran pensado para aquél día.

Dejé de mirar los objetos.

No consigo averiguar su magia, Alese dije, seriamente frustrada. Este tipo de cosas se me daban bien. ¿Sería algún tipo de efecto secundario del hechizo de la bruja?

Guárdalas, volveré a intentarlo más tarde. Respecto a esto... cogí el medallón y lo levanté, dejando que girara lentamente. Es un amuleto de la salud. Su propio nombre indica qué hace, ¿no? sonreí, devolviéndoselo también a Alese.

- Bueno, debemos ponernos en marcha-. Tras acabar su desayuno el caballero del cuervo se puso en pie, recogió sus cosas y se dirigió hacia la puerta. Al llegar se giró para ver si sus compañeros le seguían.

- Consigamos el objeto de las brujas- dijo abriendo la puerta y saliendo al exterior.

Mientras los demás terminaban de tomar el desayuno y decidir si harían caso a Alese sobre el siguiente paso a dar, la sacerdotisa parecía estar... experimentando. Tenía en sus manos un fino pañuelo, y sobre él hacía pases con las manos mientras recitaba una plegaria.

En un momento dado fue como si el mismísimo sol, tan ausente en aquellas tierras, hubiese decidido presentarse en aquella taberna y todos tuvieron los ojos y protegerlos con los brazos, para evitar aquel tremendo resplandor, cuando la luz decayó, vieron como Alese se había guardado el pañuelo en una bolsita de cuero cerrada un botón de fácil apertura. La sacerdotisa levantó la vista y se encontró que todo el mundo, aventureros y parroquianos, la estaba mirando.

- Lo siento, es la primera vez que consigo hacer este conjuro, y es más poderoso de lo que recordaba. Al generarlo sobre un pañuelo será cómodo de usar, lo podemos poner en la cabeza, en la guarda de una espada, o atarlo a la muñeca. No conviene dejarlo visible mientras caminamos, se nos vería desde muy lejos, pero si alguien nos lanza un conjuro de oscuridad o nos atacan muertos vivientes y yo no puedo hacerles frente, puede ser muy útil. Iré haciendo uno cada mañana. La luz dura ocho días. Y no es solo luz... es brillo de los planos celestiales. Si alguien necesita alejarse de mi por cualquier razón justificada, que me lo pida, yo tengo otros modos de defenderme de los muertos vivientes, pero a los demás puede seros útil si os emboscan. 

- Thokk, creo que tú deberías llevar el colgante de Madame Eva, aumentará los daños que puedes recibir, y la duración de tu furia cuando combatas. Si no, cualquiera de los que os ponéis en primera línea, ya sabéis que yo rara vez entro a combatir en el cuerpo a cuerpo, ahí no soy útil... 

Thokk estaba desayunando cuando una inmensa luz llenó la posada.Tuvo que taparse los ojos a causa de la luz era demasiado brillante, como mirar al sol. Cuando notó que la luz se había ido, se quitó la mano de la cara con cuidado y siguió comiendo con tranquilidad. 

Yo creo que deberías de llevarlo tu. Si yo caigo o me hieren tu podrás volver a levantarme pero ¿Quien va a levantarte si tú caes? - dijo el semiogro. - Yo solo soy una masa de músculos prescindible, tu eres la importante. - añadió mientras cogía el último pedazo de carne que había en el plato, se lo metía en la boca y masticaba ruidosamente hueso incluido. 

- Me esconderé detrás de ti, y si caigo me levantarás tú, también sabes curar, que lo he visto. Yo me protejo tras los fuertes, y con un conjuro de Santuario, el colgante debe llevarlo quien recibe los golpes. Y dado que tú además lo aprovechas para tu furia... creo que eres el más indicado ¡Y no me discutas!

Pero... - balbuceó el semigigante intentando ganar tiempo para pensar. - pero... - volvió a decir sin éxito. - Está bien, pero creo seguro a alguien le viene mejor que a mi. - dijo mientras se colocaba el colgante dando a entender que creía que la mujer se equivocaba. - Si alguien cree que le hace más falta que me lo pida. - dijo mirando a los demás miembros del grupo. 

Teníamos que matar... - comenzó ha decir antes de callarse abruptamente -  Hablar, teníamos que hablar con unas brujas. ¿Nos ponemos en marcha? - corrigió mirando a Alese con la cabeza un poco inclinada a la derecha. 

Una luz potente parecía brotar de las manos de Alese. Cerré los ojos mientras me intentaba cubrir la cara con las manos, pero no era necesario. Esa luz, aunque poderosa, no me estaba dañando las retinas.

Vaya, ya tardabas en ver la luz de tu Dios, Alese. No se si hay que darte la enhorabuena dije con total sinceridad, mientras me levantaba del taburete.

Sea como sea, vamos, tenemos otra bruja que matar No me corté. Sabía que tendríamos que matar a la última bruja como a las otras dos