Partida Rol por web

Ha sabiendas de que el puñetero conejo es un puto bocazas, me irrito de sobremanera. De todas maneras estaba en una casa aledaña, así que igual podría ser una ayuda. Unas palabra que podría llamar la atención, y al escuchar la voz chillona de Magim, salió a la carga, con la espada por delante a modo de "pincho" y con toda la mala idea que pudiera arrastrar por los actos del tipo y toda la mala leche que a uno se le pone cuando los "subordinados y compañeros" no hace "ni puñetero caso". - Joder, menos mal que le dije que calladito.

Al salir se encuentra un ogro disfrazado de bonito. Esto tiene que ser bueno, así le entorpecerá el combate. Y con esa idea, carga a inutilizar la mano del ramillete de flores antes de que se arme. Rongar atacó como sabía. Primero las partes peligrosas, y luego inutilizar. Así que es mano era un objetivo prioritario, y luego veríamos. Todos los animales tienen el cuello como punto débil. Además, no hay bicho que viva sin cabeza o con el cuello ... "jodido".

Así actuó.

La puerta se abrió de golpe, esperando que apareciera aquella dulce niña, pero algo de entre las sombras de dentro de la casa salió como una lanza hacia mi. Me pilló desprevenido, solté el ramillete de flores y su arma las cortó en dos en el aire. Me había librado por poco. Mi cuerpo comenzó a temblar, mientras intentaba comprender que estaba sucediendo.

- ¿...que pasa?

Miré hacia los lados y vi al pequeño que me había atacado, dispuesto nuevamente a atacarme. Me señalé a mi mismo mientras me reía.

- ¡...entiendo! Así que quieres pelea... .... pues bien... ¡...Cambio!

Y mi cuerpo explotó en una nube gris espesa, y de entre ella, volví a aparecer. Esta vez mi forma era humana, con un cabello largo y rubio, y unas ropas lujosas de color azul, con joyas colgando de mi cuello. En mi mano sostengo un elegante bastón de madera finamente tallado, y en la otra un sombrero negro.

Rongar había visto muchas cosas en los bosques mientras cazaba, y lo que más asco le daba era que con lo que peleaba le escupiese. En ocasiones esos escupitajos le habían causado ronchones y siempre evitó que le entrase en los ojos. Por eso siempre vestía de cuero, incluso con mucha calor (aunque allí no lo hacía mucho, de donde venía) y el casco lo había usado par amuchas cosas, por ejemplo contra eso.

Mientras se tiraba un pedo, cosa que imaginaba que era por miedo, le atacó otra vez, para encontrarse con algo mucho más pequeño. Si te tiras un pedo por miedo y ahora eres más pequeño que antes, te zurro. Todo eso le envalentonó, y no sabía el muchacho que ese humo era por un cambio en hechizo, sino pensaba que era a causa del pavor del enemigo. Mientras se trasformaba, cosa que Rongar pensaba que era un momento de debilidad, le sacudió otra vez.

- ¿Que te parece así, pequeño? 

La frase no llegué a terminarla, cuando otro ataque me vino del pequeño, que esquivé con rapidez, mientras seguía con mi charla.

- ¿O prefieres un guerrero más joven?

Le dije para estar en igualdad de condiciones. Sus ataques eran rápidos y poderosos, pero mi fluidez esquivando no tenía rival. Era imposible que me alcanzara, o al menos eso pensaba yo, hasta que algo me llamó la atención. Una puerta de una casa se abrió, y no dudé en mirar hacia allí.

Vi la transformación de aquel ogro en hombre. Un hombre magnífico, de apariencia simpático y para nada peligroso. Abrí la puerta de la casa para admirarlo mejor. Aquella presencia me tenía como ensimismado. Era evidente que el Ogro había sido derrotado gracias a aquel hombre y Rongar. 

Salí fuera de la casa y desde el exterior, llame su atención para darle las gracias.

- ¡Ejem, ejem,...!

Una vez captada su atención, me presenté como es debido.

- ...Me llamo Magim, tengo 16 años... 

Baje mi cabeza en forma de saludo y la volví a levantar, alzando el cuello.

- ... Mucho gusto. ¡Que valiente ha sido! ¡Señor viajero!

Rongar no podía cejar. No podía rendirse y tenía que buscar formas.

Los animales tienden a repetir las tácticas, reacciones o costumbre que les han salido bien, y así repetirlas como rutina y forma de hacer las cosas. Rongar buscó en el tipo eso mismo. Siempre se había enfrentado a animales y así trataba todas las peleas. Buscaba formas que el tipo usaba para evitar sus ataques. Si siempre daba el mismo tipo de paso, si siempre se movía hacia la derecha, si .... y con eso se centró.

Preparó el ataque como siempre, pero a sabiendas que tendría que luego modificarlos para lanzar un verdadero ataque al lugar donde se desplazaría y donde esperaba que allí se encontrase para que cuerpo y arma chocaran. Y llegó el momento. El "conejito" tenía el don de la Inoportunidad. Eso el muchacho ya lo sabía; pero no siempre tendría porque ser malo, y en este momento consiguió llamar la atención. Hacer que se despistase, y ese era el momento que el joven superviviente necesitaba.

Esperaba que fuera suficiente y puso todo su empeño en el combate.

- ¡Oooh!

Mi atención se centró en el conejo gigante que había salido.

- ¿Cuanto pesas? - Le pregunté a lo lejos.

Mi cabeza comenzó a pensar en los buenos guisos que podría hacer con ese conejo. Y toda la idea con la cuál había llegado allí, ¿a quién me llevaría? ¿a la niña tan mona o éste conejo crecidito...? ¿O me llevo a los dos...? ¡Eso! ¡Buena idea!

Y fui sacado de mis pensamientos tan bruscamente que no me dio tiempo a reaccionar. El arma de aquel chico me dio casi de lleno en mi hombro, rajando mi brazo izquierdo con una herida muy profunda.

Mientras que aquel brujo salía de su asombro por los menús que podría disfrutar de su amigo el conejito inoportuno, y tomaba consciencia de su propia humanidad, mientras miraba a la herida del hombro, un tajo circular se re-encaminó justo al muslo de la pierna del otro lado del hombro herido. Además, por su fuera poco, con el hombro cargó, con la intención de tirarlo al suelo de espaldas.

- ¿Eh?

Fui lo único que fue capaz de decir mi boca. MI asombro, junto con el dolor de mi herida en el hombro, me había dejado aturdido. 

¿Que significa esto? ¡Un chico que me hiere!

Me preparé para el siguiente ataque del chico, abriendo mis piernas y poniendo mis brazos en situación agresiva. 

- No es posible.

Pero el nuevo ataque del chico me hirió en el muslo. Aquella herida me dolió en lo más hondo de mi pierna. Pero gracias al dolor, pude esquivar el empujón que me podía derribar tan fácil como lo fácil que le estaba resultando herirme.

Algo empezó a mosquearle a Rongar. - Está resultando demasiado fácil.

Amagó otro ataque con la antigua espada del orco, de manera que si quería evitar el golpe diagonal que viró para después de descender, subir otra vez, y solo tenía una opción lógica, que era retroceder, así que por ello, embistió una segunda vez con intención de tirarlo de espalda. Si no lo hacía, tal vez otro tajo decoraría su bonita piel.

Ahora estaba preparado para esquivar el ataque, pero su espada, volvió a dañar, esta vez su mejilla, mientras retrocedía con pasos firmes. 

- ¡Nooo!

Sujeté mis mejillas con mis manos cuando la sangre comenzó a brotar y el dolor se me hacía insoportable.

- ¡Me has dañado donde más me horroriza!

Mi cabreo iba en aumento.

- ¡Tú...! ¡Tú no eres un niño normal! ¡Ahora verás! ¡Has intentado matarme, al gran brujo Nolo! ¡Cambio!

Y volvió a aparecer la nube de polvo alrededor de mi cuerpo. Cuando desapareció, mi forma era la de un Toro enorme.

- ¡Ahora conocerás mi furia!

Aquella nueva transformación me despertó de mi valentía.

- ¡Hala!

Y corrí por mi vida otra vez dentro de la casa donde estaría seguro.

- No puede ser, he perdido la cabeza.

El turo era un animal muy poderoso, pero tenía sus puntos flacos. Ahora era un animal, y así lo trataría, como un animal. Se metió corriendo en la casa y se quitó del medio del posible tránsito del animal. Mientras corría llamó a la gente. - Todos, salid todos, salid. Con voz en grito.

Ya estaba inventando un nuevo plan, y ese le dolería mucho en su apreciado rostro.

Veo como el chico corre ha esconderse a una casa mientras pide ayuda. Era evidente que esta vez la suerte estaba conmigo.

- ¿Así que quieres esconderte de mi? ¡Ju, ju, ju...! ¡No pierdas el tiempo y tráeme la chica que he pedido! ¡Entonces te perdonaré la vida! ¡Grrr...! - gruño mientras mueve mi pata delantera, arrastrando la tierra del suelo, levantando una pequeña capa de polvo sobre mis patas. 

- ¿...intentas burlarte de mi?

ok