Tras la ejecución de Mlu, Cirem y Uriel corrieron a resguardarse del asesino Rongar, gracias a la magia utilizada por Uriel, que genero varias figuras idénticas, tanto a él como a su compañero. Cuando Rongar volvió la mirada a la decapitada Mlu, todos los Uriel y Cirem habían desaparecido de su vista.
Hcih había corrido detrás de Nolo y por lo tanto, tampoco estaban ya a la vista.
En el escenario del crimen, sólo se encontraban en este momento, Rongar y su conejo gigante Magim.
Veamos como ha quedado todo y si entendí correctamente vuestras acciones.
Asiento con la cabeza rápidamente. Aquella situación me había sobrepasado y estaba asustado.
- Entendí mal la orden...
Quise argumental, aunque en mi voz se notaba el miedo al combate.
Miro hacia los lados para disimular y veo que todos han desaparecido.
- Deberíamos de ir ya a por la chica y Nolo, han desaparecido por el camino.
- Si, tienes razón. Concedió: - Pero espera.
Y rebuscó entre las cosas de la sentenciada, a ver si localizaba algo interesante. Aún recordaba como le había comido el coco con la armadura esa, y seguro que habría alguna cosa que ella portaba, y fuera referente a ello. Tras hacerse con todo lo importante montó en Magim para iniciar la persecución, tanto del preso semi-voluntario como la guerra valiente, más cobarde que había conocido.
¿Encuentro algo?
Rebuscando en Mlu, Rongar encontró dos piezas de la armadura, que por el color, tacto y forma, era sin duda pertenecientes a la leyenda que le había contado. Unos brazaletes y un Peto. También, en sus bolsos de cuero colgados de su cintura, encontró tres pergaminos perfectamente enrollados. Y una brújula.
Rongar le cerró los ojos con la mano.
Era la primera vez que tenía en mente un remordimiento. Que se había pasado. La justicia en ocasiones era cruel. No quería fuera así, pero lo era, ya que si a unos se le aplicaba y a otros no, ya no era justicia, era favoritismo.
Un tono de tristeza invadía su alma, pero temía que esta se transformase en furia por la estupidez de Nolo.
Pues más tratos para la colección.
No sabía si Rongar se sentía culpable por lo que había realizado. Pero tampoco quería meterse donde no le llamaban. Lo hecho, hecho está, y por lo tanto no hay que mirar atrás. Si no adelante. Me moví nervioso hacia los lados, para ver si se decidía a montarme, para salir corriendo en busca de Nolo.
- Vamos Magim. Ordenó con su tono amigable tras montarle. Le encantaban los saltitos eso que hacía hacia los lados. Era ... su símbolo y forma de ser. - Y no padezcas por la batalla. Si hubieras movido, igual, con la pelea, hubiera muerto otro de los que nos acompañamos. Pensemos en que gracias a eso, les hemos salvado la vida. Siempre había sido pragmático. - Vamos a buscar a esos dos, antes de que les suceda algo.
Después de varios cientos de metros corriendo por el camino, llegamos a lo que parece ser una ciudad destruida, a los pies de la Montaña Apyr. Una montaña completamente envuelta en llamas. La calor es insoportable. Y pronto el peso de Rongar sobre mi espalda es demasiado pesado para mi. Me paro.
- No puedo más, me falta el aire y tengo mucha calor.
Miro hacia los lados, de una forma más lenta de lo normal.
- El Rey Muy debe de estar cerca. Allí veo el castillo, encima de la Montaña de fuego.
Temía haber dejado que le sucediera algo a Nolo, pero era su decisión, así que si le pasaba algo, sería culpa suya, se lo echaría en cara, y si le parecía oportuno, le castigaría por ello.
Desmontó de Magim, y le acarició en el cogote y entre las orejas. - Tranquilo compañero, tranquilo. Respira. Esperó mientras su compañero de correrías inventaba alguna o recuperaba el aliento. Así podía mirar en busca de movimiento o peligros.
Respiro profundamente. La calor me estaba matando. Tener el fuego tan lejos, pero a la vez notar su calor tan cerca, me estaba matando.
- ¡Ay, ay, ay! Oye, Rongar... ¿podremos llegar allí? - Le indico con un gesto de mi cabeza al castillo. - ¡Que incendio...!
- Si, no preocupes. Respondió con una confianza total en si mismo. Sabía que podían hacerlo, pero aún no tenía claro como. Por eso miraba.
Sabía, que en los incendios, el calor va hacia arriba, y un poco hacia abajo también. Pero arriba te quemabas, abajo sobrevivías. Por eso había sido metido en el fondo. En el lecho de un rio, cuando ocurrió la "Gran Desgracia" y quedó solo.
E intentó tranquilizar a Magim: - Sólo hay que encontrar como. Había visto a muchos animales olfatear a sus presas, o incluso olfatear el aire, para detectar enemigos. ... si sólo pudiéramos encontrar las huellas de la chica o de Nolo ... o incluso olerlos. Esperaba que el conejito dijera que podía ... por lo menos intentarlo.
- Claro. - La idea era buena, tenía un gran olfato y eso podría ayudarnos. Así que agaché mi cabeza y lentamente comencé a olfatear la tierra seca, junto a los restos de las casas que antiguamente formaban un pueblo.
De repente, algo voló hacia nosotros. Levanté la mirada justo a tiempo para ver un hacha, que a mis ojos pareció gigante, rozando nuestras cabezas y clavarse con tal fuerza en u na de las paredes cercanas, que rajó lo que quedaba de la casa y la derrumbó.
Miré hacia donde había venido el hacha voladora y descubrí a un hombre enorme viniendo hacia nosotros.
- ¡¡Aaaay!!
Me acerco a mi hacha y la recupero.
- ¡Eh, vosotros! - Le digo al conejo gigante y al joven que le acompaña. - ¿Qué hacéis por aquí? ¿No habréis venido con la intención de robar mis tesoros? ¿Eh? ¿Es eso?
Miro al conejo gigante detenidamente.
- ¡Tu, criajo! Ese conejo gigante, ¿quién te lo ha dado?
Con lo que Rongar apreciaba la humildad y la panda de soberbios que se estaba encontrando. El "chaval" no se amilanaría porque lo llamaran criajo. Se puse la espada al hombro y mantenía el palo lanza en la otra, usándolo a modo de bastón de caminante.
- Pues le voy a hacer un resumen. Sonaba tan prepotente que le escupió las palabras. - Tenemos que buscar a un Rey en este lugar, vengo buscando a una chica acorazada... Se acercó al arma estacada en la pared. ...que pelea como una fiera y se amilana como un ciervo y a un chico que con aires de grandeza demuestra su estupidez. Golpeó con su vara el hacha. - Vengo a buscar una información por un encargo y no tengo idea de quién es el que se ha dignado a lanzarnos un arma tan salvaje como esta...y seguro que me dejo algo. Tras escudriñar brevemente el arma que les habían lanzado miró a su amigo de solayo: - Y nadie me ha dado a Magim. Es libre y va con migo por voluntad propia, y porque se lo aconsejó un anciano.
Por favor amigo. Incitó al "conejito". - Explícale nuestra misión a este señor. Agarró el arma para arrancarla de allí y hacérsela regresar al tipo. - No tienes tesoro alguno aquí que nos interese. Le dijo tras darle su arma. Entendía que defendía su territorio, así que ese "ataque" disuasorio, le parecía de lo más normal.
Muy digno, levanto la cabeza y la comienzo a mover deliberadamente para dar más razón a mis palabras.
- El anciano, al que se refiere mi amigo, es el Troll Liebre. Y no le pertenecía, soy un conejo libre y no sirvo a nadie. Yo mismo he decidido acompañar a este joven, porque se que necesita mi ayuda. Sin mi, no sería nadie. - Miro de arriba a abajo al enorme guerrero. - Vaya... ¿Eres tu Muy? Pareces fuerte...
Oír el nombre de Troll Liebre me pone muy contento. Aprieto los puños de alegría y me dan ganas de dar un salto.
- ¿El Troll Liebre? ¡El Maestro! ¿Tú sabes donde vive Troll Liebre? ¡Que suerte la mía! Ya es el segundo grupo que me encuentro en estos días y que conoce al Maestro. Jajaja
- ¿Segundo? Preguntó desconfiado por el comentario, pero esperando a que recuperase el proyectil improvisado.
Joer, se me ha olvidado otra vez la misión que teníamos aquí.
Y eso que he resta revisando posts y no lo encuentro.