Partida Rol por web

El día amaneció temprano. Era increíble lo duro que fue el día de ayer para dos de los protagonistas, Rongar y Magim. Pero no tanto para Nolo, que disfrutó de la creciente popularidad que fue cogiendo con la gente del populacho. Se las apañó bien para ocultar su verdadera identidad. Y las mujeres rescatadas de sus garras, no osaron decir media palabra ni acusarlo de nada. Ellas eran casi tan culpables como él. Por lo que ese "amigable" razonamiento era patente, aunque nadie lo había dialogado.

A pesar de la temprana hora, cuando Rongar, Magim y Nolo salían de la casa que habían ocupado durante estos días, la gente del pueblo estaba despierta, animando y vitoreando a los tres valientes. Incluso aplaudían y daban las gracias por devolver la tranquilidad a sus casas. 

Rongar se despidió con sonrisas y con saludos de mano. Quería decir algo así como: - Y ojo con las amistades que frecuentáis. Pero era demasiado arriesgado. Podría alguien mal interpretarlo o incluso intuir algo. O puede que fuera a ofensa para Nolo. No quería arriesgarse. 

Se echó el hatillo al hombro, envainados envainada y cuchillo, y con la lanza de punta endurecida al fuego, a modo de bastón de camino. Empezaba a tener demasiadas cosas. El pesó no era algo a lo que estaba acostumbrado. O por lo menos no tanto. Si, estaba fuerte, pero, aunque pudiera, le hacía sentir incómodo, y a la más mínima oportunidad de descanso, no dudaba en soltar todo lo que pudiera y aligerarse. 

-Vamos, el rey nos espera.

Esperaba que para Nolo, hubiera sido suficiente el descanso y recuperación. Le tocaba andar, y bastante. Además, no tenía intención alguna de dejarle montar en Magim, y esperaba que él tampoco fuera a dejarse. Yo no era su jinete. Era un invitado a viajar con él, sobre su lomo. Pero no su jinete.

Justo cuando los tres aventureros estaban abandonando el hogar que habían tenido en los últimos años, me acerco a Rongar para hacerle una ofenda en gratitud por la ayuda prestada a la aldea.

- Toma esto por toda la paz que has logrado para nuestro pueblo.

Y le entrego un peto, perteneciente a una Coraza. 

- Esto te protegerá en futuras aventuras. 

Abandonamos el pueblo con nuestro regalo. Aunque más que nuestro regalo, era el regalo de Rongar. Ahora yo tendría que cargar con más peso. No sabía cuanto podría pesar esa pieza de armadura, pero estaba seguro que sería pesada. Me resigné soplando por el lado derecho de mis labios entre abiertos. 

- Según mis calculos. Sólo nos faltan dos semanas para llegar a la Montaña Apyr. A este paso, viendo que Nolo se ha recuperado bastante bien, nos reuniremos con el Rey Muy antes de lo que pensaba. 

Me froto la cabeza con mi mano derecha. Ahora que habíamos abandonado la aldea, ¿podría decirse que soy libre?

- Estoy pensado... ¿Porqué tengo que ir con vosotros? No quiero ir. No me gusta viajar.

Cuando le dieron la armadura, la cogió como extrañado. Enseguida se acordó de aquella mujer que le acosó durante un tiempo. - ¿Esta no será una pieza de la armadura que buscaba la tipa aquella? Se preocupó. Eso indicaba que aquel incordio de mujer aparecería otra vez.

Como Nolo andaba, Rongar no montó a Magim. Y a cierta distancia hablaron.

- Pues por un lado, para alejarte del pueblito, que es mejor que no regreses en unos años. Muchos años. Por otro lado, ya que no estás en tu "mejor estado", cuidarte un poco, y si acaso, hasta que encontremos alguna localidad en la que puedas vivir y buscarte la vida allí. Lo miró muy serio. Tan serio que parecía enfadado. - Yo tampoco quiero que vengas. Tenemos que cuidar de ti, y además, procurar que no te metas en ningún problema, nos ralentizas y tenemos prisa. Sin apartar la mirada le preguntó él: - ¿Y dónde quieres ir?

Sonrío mientras miro hacia Nolo.

- ¡Su poder de transformación es fantástico! ¡Puede sernos útil en el viaje!

Comento casi gritando de entusiasmo. Me había fascinado la capacidad de aquél humano en transformarse en la cosa que quiera. Eso sería estupendo para usarlo en nuestro favor. Nos podría sacar de más de un aprieto. 

Vuelvo la mirada hacia el camino que estamos atravesando.

- Que calor hace. Creo que esta noche no dormiré bajo el abrigo de un árbol.

Era evidente que mientras más al sur viajaban, peor lo pasaría. Mi pelaje es duro y espeso, y por lo tanto me abriga mucho para las temperaturas cálidas del sur.

- ¿Eh?

Tanto lo que me había comentado Rongar como Magim, me pilló por sorpresa. Era evidente que no era bueno merodear por aquí cerca, y que si los acompañaba, les sería de utilidad. A parte de los cuidados de Rongar, que era evidente que aún necesitaba. Aunque bastante bien había mejorado en los días que habían estado descansando en la aldea. Ahora me arrepiento de no descansar más aquellos días.

- Bu... - Sonreí tras el cumplido de Magim. - Bueno. De vez en cuando va bien viajar un poco...

Mientras andaban, le hizo gracia el comentario de Magim. - El conejito tenía razón.

- Tranquilo, solo será hasta que podamos encontrar un lugar que veamos que sea adecuado para que vivas en él. Y hablando de todo un poco: ¿Puedes trasformate en algo que ande más ... que una persona a pie? Lo digo por acelerar el paso.

Miró al chico: ¿Me puedes contar en qué cosas te puedes transformar y como va eso?

Levanté la ceja extrañado por la pregunta de Rongar.

- Transformar, me puedo transformar en lo que desee. Pero no adquiero sus capacidades. Por ejemplo, cuando me convertí en un toro enorme, no gané su fuerza, resistencia y demás. Seguí siendo yo. Por lo que si me transformo en un animal rápido, no podría correr más de lo que puedo yo. Además, las transformaciones sólo duran un tiempo. Después tengo que descansar un rato antes de volver a hacerlo.

- Entiendo, entiendo. Contestó pensativo. Realmente estaba desilusionado. Esperaba que pudiera transformarse en toro otra vez, y correr junto a ellos.

- Caminemos pues.

Nolo se ha unido a Magim y Rongar en el camino hacia el Monte Apyr. Pero... ¿Será un buen compañero...?