Samuel fue directo a buscar a Ap. Desde la noche anterior habían quedado muchas cosas pendientes y quería aclararlas antes de que fuese tarde.
Se acercó al hombre y le susurró: Bueno, entonces ¿te interesa acompañarme en mi búsqueda o nos decimos adios?
No se mucho de tu busqueda pero si hay ganancia al final del camino , tu ruta puede ser la mia .Pero quiero dejar dos cosas claras:no me embarco en misiones suicidas y solo mato en combate. respondo extendiendo la mano para cerrar el trato.¿De acuerdo?
Samuel mira a los ojos al joven y le estrecha la mano con fuerza. Con honor. Así será, lo juro por mi honor.
Ya tenía a un compañero de lucha. Quizás la mediana que había visto quería unirse. Desde luego era un personaje peculiar, pero podría ayudarle.
Hizo unas indicaciones a Ap para que le siguiese fuera de la taberna. Espero a que éste le siguiese.
Vinie desayunó fuerte esa mañana, como si no hubiera comido en mucho tiempo, como en muchas otras ocasiones. Mientras desayunaba, notó como una fría mirada le contemplaba con un evidente enfado, eran los ojos que tenían el mismo dueño que la mochila que la mañana anterior había intentado usurpar, Gârret Khan.
Dos hombres, que la noche anterior no habían dado mucho de que hablar (Samuel y Ap Raistebel) se habían marchado de buena mañana, precedidos por la patrulla de Rantanos, y de Algytor, de quien no sabías nada desde la mañana anterior. Así pues, nada se sabía de Malinali, quien aparentemente había pasado la noche fuera.
El caldo que se había servido no era gran cosa, era muy dudoso que eso fuera algo más que agua caliente que alguna vez, hace mucho tiempo, había rozado levemente un hueso pelado de pollo. Por otra parte, se sirvió panceta, huevos, un surtido de verduras y otras fruslerías, así como algunos bollos recién echos, que olían y sabían realmente bien. La posada se había echo inusitadamente silenciosa, solamente quedaban allí Gârret y Vinie, en compañía de la furcia que había encontrado Maliniali entre los matojos, la mujer salchichón.
En el país del que vengo, a los ladrones se les corta limpiamente la mano, sin embargo siempre he detestado esta tradición, en mi opinión no se debería castigar a nadie por robar. - Gârret se acercó a Vinie lentamente dejando que los gestos faciales de Vinie revelaran sus intenciones. - debe castigarse sin embargo un caso de imprudencia, no por el propio acto de robar, sino por dejarse ser visto... pero tú solo buscabas ratas ¿no?.
Voy a ser sincero contigo - dijo tanto para Vinie como para la ramera - mi destino está lejos de Tonfalia, y mi camino no se cruza con ella, por lo que no podré acompañar a esta dama a su hogar... ayer sin embargo tu estabas deseoso de ser su guardián, por lo que te brindo a ti el honor de llevarla a su hogar.
Adios, que tengáis buen viaje desconocido.
Pues en el país del que vengo, si nace un niño tonto su madre lo despeña para que de mayor no diga estupideces. Anécdotas aparte, lo repito: todo se trató de un terrible malentendido.
A Vinie no le quedaba otra que soportar los aires de superioridad de Garret, lo cual no significaba que en esos momentos no estuviese ansioso de saltar la mesa, agarrar ese cuello de pollo y apretar fuerte.
Miró a la prostituta. Ella había apostado todo por el idiota, y había perdido. Se pegó al que creía más fuerte y descubrió que en realidad era un cretino. Le estaba bien empleado. No tanto como Garret, pero Luna también le había ofendido. Vinie quería ver como la chica se agitaba como un pescado en el fondo de la barca.
No soy segundo plato, cariño-le susurró-. Me gustaría saber cómo piensas volver a Tonfalia ahora.
Y bajo su pañuelo rojo, recién colocado tras el desayuno, sonrió.
Yo puedo caminar de vuelta a Tonfalia desprotegida, pero a nuestra llegada tú no tendrás donde hospedarte ni tendrás recompensa alguna por protegerme... -Luna se mostraba descontenta con la actitud de Gârret, pero ya había desistido de su actitud. - Pero si tu decides no escoltarme, me quedaré aquí hasta que pase alguien que lleve a Tonfalia, y pronto son las ferias en Tonfalia, no tardará en venir alguien... no pareces alguien que desperdicie un negocio tan fácil y bien remunerado.
¿Bien remunerado? Mmmpf...
Vinie dudó. ¿Cuánto dinero puede ofrecer esta chica? ¿Cuánto pueden ofrecer los señores de Tonfalia a alguien simplemente por avisar de algo que de todas formas ha de llegar?
Para cuando lleguen esas ferias, los gnolls ya pueden haber conquistado la ciudad. ¿En serio quieres correr ese riesgo, guapa?
En estos momentos, Vinie se debatía entre partirle la cara de un guantazo a esta harpía o trabajar gratis a cambio de una hipotética recompensa que quizás nunca llegaría. El guantazo ganaba cada vez más puntos. Pero de momento le seguiría el juego.
No. Hay demasiadas vidas en juego para que te quedes esperando aquí, cruzada de brazos. Me necesitas. Oh, sí. Qué gran noticia. Voy a disfrutar cada día de este viaje custodiándote... de arriba a abajo, tú ya me entiendes. Acepto el trato. Nos vamos a Tonfalia.
Tienes razón... - por un momento incluso pensaste que te estaba dando realmente la razón, pero era demasiado fácil - Para que demonios querría ir yo a una ciudad que puede estar a punto de ser invadida por los gnolls, no tengo allí a más ser querido que los clientes del burdel.
Se levantó de la mesa y echó a correr tras de Gárret, para que éste le brindara escolta donde fuese, tomando el camino hacia Alwin, pero antes de salir de la taberna se dio la vuelta para acabar su discurso - Que te den, perdedor... -Y echó a correr tras de el mago de guerra. -Espera tú, quieras o no, voy contigo...
De todas las guarras traicioneras que he conocido, esta es sin duda la que mejor huele...
Con su plan para esta noche truncado, Vinie retomó su viejo propósito: ir a Cuatrocaminos para consolar a todas las casadas que ven cómo sus maridos parten a la guerra contra Nightshade. Con un poco de suerte, el ejército de los cornudos mataría a Garreth y a Luna, pero eso ya sería algo que Vinie no iba a presenciar aunque sucediese.
Se levantó de la mesa y fue a pagar su desayuno. Valoró, como hacía en todas las posadas del camino, la posibilidad de matar al posadero para ahorrarse unas monedas. No lo hizo. Nunca lo hace. Para cubrir grandes distancias, las posadas juegan un papel primordial para el estilo de vida de Vinie. Algún día robaría a algún mago una alfombra voladora, y podría viajar rápido y cómodo sin la necesidad de mantener a los parásitos de la hostelería, pero ese día no es este.
Viejo...-dijo despectivamente a Totoror-¿Puedes venderme provisiones para el viaje? Y cóbrame la porquería esa que me has servido.
Pago un desayuno y provisiones para tres días.
Tengo unas raciones de viaje que trajo un mercader tiempo atrás, cuestan cuatro monedas de plata cada una, y te dan sustento para todo el día, aunque yo no comería eso toda la vida, y... bueno, el desayuno es una moneda de plata, así que en total me debes 13 monedas de plata. - El mediano no tenía ningún tono especial al hablar, estaba acostumbrado a que le menospreciaran y le hablaran de forma despectiva, pero mientras le pagaran, a él le importaban tres cojones lo que dijeran.
Tenga un buen viaje.
¡Trece monedas de plata! Para que luego sea a mí al que tilden de ladrón...
Seguro que esas raciones se las va sisando a los clientes despistados que paran a hospedarse en este establecimiento. Menudos son los medianos para ese tipo de cosas.
Está bien... está bien...
Pagó con dos piezas de oro, y luego contó las siete monedas de plata de la vuelta. No porque desconfiase de que el viejo menguado tuviese narices a estafarle. Lo hizo solo para molestar, para hacer notar su descontento delante de Totoror. Pero nada, ni se inmutaba. Ya debe de tener las venas secas por dentro porque no tiene sangre ninguna.
Con todo listo, se despidió entre farfullos y quejas para poner rumbo a Cuatrocaminos.