Partida Rol por web

Garret quedó sorprendido, aquella muchacha le había hecho algo? todo le había parecido un sueño. Aquel espadachín era sin duda peligroso y experto en sus armas, tal vez podría aprender mucho de el mientras practicaba sus habilidades arcanas. Si lo unico que debía hacer es mantener un nivel civilizado en sus acciones al menos cuando leonardo estuviera cerca no sería un precio tan duro a pagar. Este hombre era un mercenario más o menos así que su posición no cambiaria mucho y al menos el le protegería de los malditos garras rojas. Garret envainó y sonrió. - Acepto tus condiciones, me uniré a ti y mantendré una vida más acorde a tus espectativas. A cambio sólo quiero que me mantengas con tigo y pueda aprender de un experto con la espada.

Buena elección muchacho, porque no se si te das cuenta que estamos en una encerrona. Hacia el este está el campamento de los Garras Rojas, y desde el oeste vienen los que saquearon la ciudad... nos quedan dos caminos, campo a través hacia el norte, o campo a través hacia el sur. Podemos ir hacia el norte y luego hacia el este, hacia la ciudad de Alwin, donde de momento hay paz, y es un buen lugar para empezar a ganar fama...- Leonardo comenzó a caminar hacia el norte a través del bosque, justo cuando las pisadas metálicas de los Garras Rojas que venían de saquear Tonfalia empezaban a escucharse por la calzada real.

Garret siguió a leonardo, ya podía escuchar los pasos de hombres equipados con armaduras y que tanto ruido hacían. Suponiendo que aquel avanzado guerrero tenía razón y la mejor explicación era que serían los garrar rojas, decidió despedirse de ellos sin palabra alguna. Sin poder esperar acercó su mano rápido a ver si Vinie tenía algo interesante en su cuerpo, ya no lo necesitaría pues estaba muerto. Eso le compensaría a cambio de los malos momentos que le había hecho pasar, así como aquel intento de robo que por suerte le frustró con su sencillo conjuro de alarma. Tras recoger las cosas interesantes  y valiosas salió rápido tras leonardo sin mirar atrás al muerto. Después de esto los garrar rojas le considerarían un traidor? si suponía que sí asi que debía largarse y unirse a algún grupo poderoso que pagara decentemente para estar lo más lejos del gigante.

Ammaranza siguió a Riev al interior del monasterio, observando con curiosidad como se preparaban para la guerra que el muchacho acababa de anunciar.

Si, unos amigos que me ayudaron en Nightshade me dejaron una nota indicándome que se marchaban a Alwin, ojalá los hubiera acompañado entonces suspiró cansada mientras se arrebujaba en su capa, pues hacía más frío aquí que en el bosque pero bueno, lamentarse no sirve de nada y por lo menos estamos vivas para contarlo miró al chico y le dedicó una sonrisa algo cómplice.

Al final tenías razón en lo que me contaste, sobre los Hijos del Hielo y los Garras Rojas, y parece evidente que la guerra entre ellos ha estallado.

Había estado antes en aquel sitio, pero lo recordaba diferente, en su primera visita le había parecido un lugar frío, incluso un poco siniestro, y ahora le resultaba bastante acogedor, y es que la perspectiva era muy importante a la hora de realizar cualquier tipo de apreciación.

Gracias por ayudarnos Riev, no os creáremos ninguna molestia, mañana partiremos hacia Alwin, y no olvidaré que nos ayudaste.

Volvía a estar en deuda con él, y clavo su mirada castaña en los ojos de aquel hombre con aspecto de muchacho, confiaba en él y la fortuna ya le había permitido devolverle el favor una vez, esperaba que le diera una segunda oportunidad.

Equipo mágico

Cuero tachonado +1

Amuleto de armadura natural +1

Bolsa de contención tipo I (capacidad 250 libras)

Espada corta de hoja ancha +1

Poción pasar sin dejar rastro x2

Poción esconderse de los animales x2

Poción esconderse de los muertos vivientes x2

Equipo común

Espero a que postee Eralissa y acabamos esta partida.

Había partido hacia aquellas tierras buscando algo. Esperaba poder aprender de aquellos caballeros de los que tanto había leído, pero finalmente había encontrado intrigas y traiciones a las que no estaba acostumbrada. Afortunadamente, había encontrado algo con lo que no contaba, y que finalmente había sido imprescindible para que todavía estuviera con vida. Ammaranza era una amiga. Jamás había tenido a nadie en quien confiar como lo hacía en aquel momento en la semielfa. Le había sacado con vida de la encerrona de los Garras Rojas, pero además le había guiado hasta el único lugar donde podían estar a salvo. Aún así, no dice nada cuando se marcha a descansar aquella noche. Ni siquiera sabe como darle las gracias. Sólo quiere dormir y analizar la situación con calma tras unas horas de sueño, pero sabe que su destino parece estar unido al de su amiga.

Cuando despierta al día siguiente, su rostro es totalmente diferente. Estaba determinada a alejarse de su lado y emprender un camino totalmente diferente, y sólo había una persona capaz de haberla convencido de tal cosa. Aunque realmente, Heironeus no era una persona normal.

El combate se reanudó y los puñetazos, patadas, agarrones y derribos comenzaron de nuevo a sonar, haciéndose estremecer el silencio sepulcral del monasterio. Comisteis junto con los monjes cuando acabaron de entrenar, un plato de arroz desproporcionadamente grande con verduras, y luego se ofrecieron tres frutas a cada uno de los comensales. Mientras Ammaranza y Eralissa eligieron una de las tres, los monjes comieron las tres sin miramientos, con un apetito voraz.

Pasasteis tarde en el monasterio, con un viejo monje que no decía una sola palabra, mientras que Ríev y los monjes habían trasladado el entrenamiento a la ladera contraria de la montaña, donde tenían gruesos tablones de madera con los que entrenar la fuerza. Cuando hubieron vuelto, no os hubierais enterado de no ser porque Ríev os fue a buscar para una cena ligera compuesta por un caldo de verduras que parecía bastante apetecible.

A la mañana siguiente Ríev os despertó a una hora del amanecer, cuando en el monasterio llevaban dos horas entrenando y los monjes se habían retirado para meditar. Os condujo a la otra ladera de la montaña a través de una senda que conducía a un sendero entre las montañas. Salisteis de las montañas para llegar a un estrecho camino que conducía a una pequeña villa élfica, donde os despedisteis de Ríev, quien os dio las indicaciones para llegar a Alwin...

Y el resto es historia...