Nunca es plato de buen gusto dejar el hogar, seguro que para ti tampoco lo fue... cuando dejé cuatrocaminos, mis padres a penas tenían dinero para mantenerme, cuando encontré a mi maestro iba a ingresar en la escuela militar de los Capas Doradas. - Sonrió ante la ironía que en ese momento había recordado, que antes de explicarla, solo entendía él. - Los Capas Doradas nos siguieron durante muchos años por un altercado entre mi maestro y uno de sus capitanes, casi se pudiera decir que durante una época fui enemigo de quien pude haber sido.
Yo nunca he salido de Aan, prácticamente desconozco qué hay mas allá de nuestras fronteras - Guiaba el caballo rojo mientras la noche caía y comió un tentempié sobre le caballo. - Será mejor que paremos antes de llegar a Tonfalia, es posible que la situación ya se haya complicado... salgamos del camino y montemos un campamento para pasar la noche.
Yo me fui voluntariamente intercedió a veces supongo que es necesario marcharte para ver si realmente echas de menos o no el hogar cada uno tenía sus cosas, aunque esperaba que los capas blancas hubiera dejado de perseguirlo, que era lo que se desprendía de sus palabras.
Aceptó la idea de pasar la noche antes de llegar a la villa, mientras mejor visibilidad hubiera mejor, y además, la semielfa estaba bastante cansada después de todo el día de viaje intenso, a mucha más velocidad e intensidad que cuando recorrió ese mismo camino a la ida.
Nos turnaremos para hacer guardía propuso mientras descabalgaba del caballo con cierto alivio para algunas partes de su cuerpo realmente doloridas tras el viaje. Habían encontrado un lugar más o menos decente para pasar la noche, y la joven aprovechó para comer algo también, por lo menos era una gran ventaja no tener que preocuparse por la comida y la bebida, pero echaba de menos algo caliente y una copa de vino.
Dejó sus cosas en el suelo, junto a ella, no sabía si harían fuego o sería demasiado peligroso, así que optó por dejar que Leonardo, mucho más avezado, decidiera.
No es prudente hacer fuego tan cerca de la ciudad... yo haré la primera guardia - Dijo alternando mientras comía el resto de la ración de viaje que llevaba un tiempo en sus manos. - Descansa, mañana puede ser un día duro.
Desenvainó su espada ropera y caminó hasta encontrar una posición elevada desde la que ver y oír lo mejor posible.
Pasó la noche, hiciste la segunda guarda, en la que te hubieras dormido si no fuera por que en un árbol cercano graznó un cuervo y echó a volar, dándote un susto que te desveló, un tiempo al menos. No ocurrió nada durante la noche, y cuando los dos estabais descansados hacía un tiempo que había amanecido. Tu habías echo la última guardia y Leonardo seguía durmiendo, recostado contra un árbol.
Cuando llegó la hora de partir, Ammaranza llevaba ya mucho rato despierta, y supo que el día se le iba a hacer muy largo, estaba segura de que Cesphain le había enseñado un truco mágico para detectar si alguien se acercaba, pero no lo recordaba, tendría que esforzarse en hacerlo.
Otra vez la misma comida para desayunar y de nuevo al caballo, encima de postre, gnolls, el día no se presentaba demasiado halagüeño, así que Ammaranza trató de armarse de valor, maldiciendo al nuevo rey de Aan y al viejo por dejarse matar, con lo a gusto que estaría en el Dragón Oxidado, estaba segura de que podía haber llegado a un acuerdo con Tymora y pasar una buena temporada allí.
También echaba de menos la compañía de Eralissa, a pesar del poco tiempo que habían pasado juntos, le gustaba estar con ella, y es que a pesar de su rectitud, se lo pasaba bien.
Es hora de despertarse
Le dijo a Leonardo sin acercarse demasiado, no fuera a confundirla con un enemigo.
Ella se echó agua en la cara para espabilarse, estaba fría y aunque al principio le sentó bastante mal, lo agradecería, pues no descartaba dormirse en el caballo visto lo visto. Enseguida estaría lista para partir.
Lanzó un largo bostezo mientras se levantaba y lavaba la cara con un poco de agua de su odre y seguía con un buen trago de ese agua fresca - No es que me pilles con muchas ganas de llegar a Tonfalia -dijo sonriendo- venga, vamos, a partir de ahora seguiremos una pequeña senda que rodea la villa, utilizar el camino principal puede ser peligroso.
Se peinó con los dedos y caminó hacia su caballo, al cual comenzó a cargar con la silla y el equipaje. Si cuando lleguemos aún no hay riesgo de ataque me gustaría beber una buena jarra de cerveza negra.
Era evidente que conocía bien el terreno por el que se estaban moviendo, y la semielfa confiaba en que supiera lo que estaba haciendo, pues no le apetecía encontrarse de frente con una manada de gnolls deseosos de acabar con ella.
Pero era su mejor opción para llegar a la villa, así que lo siguió sin hablar demasiado.
Estaba nerviosa, aunque intentaba disimularlo, una cosa era encontrarte un peligros de frente, sin previo aviso, donde simplemente dejabas que el instinto te guiara, sin tiempo casi para pensar, y otra muy diferente la sensación de que dirigirse de cabeza al mismo.
Ammaranza sintió como sus manos comenzaban a sudar dentro los delgados guantes de piel que las protegían del frío roce del viento y de las posibles magulladuras superficiales. Deseaba fervientemente que el ataque no se hubiera producido, y que no se produjera claro, pero eso no estaba en su mano.
Por la senda que caminabais os alejabais un tanto de la villa para adentraros en las montañas, hasta llegar a una posición elevada desde la que ver la posición del campamento de los gnolls. El campamento estaba a un par de horas de la villa, escondida en la arboleda. - Siempre me gusta venir aquí cuando vengo a Tonfalia, tienen unas vistas de la Arboleda preciosas, pero cuando subí ayer y vi el campamento, me preocupó bastante el estado de las gentes de la aldea. Avisé a la guardia, pero parecían no estar preocupados, les pudo el orgullo. Parece que aún no han atacado, pero quizá lo hagan mientras estamos en la villa ¿Estás dispuesta a correr el riesgo?.
La verdad es que el lugar era francamente bonito, eso hacía que la presencia de los gnolls pareciera aún más fuera de lugar, y un sentimiento de indignación creció en el interior de la joven. No tenía ninguna duda de que era su sangre élfica quien se manifestaba en contra de lo que debía considerar una aberración. La parte que se había educado en Mytacias era bastante más tolerante.
Tras las palabras de Leonardo volvió a recordar al guardia que la había recibido, y sopesó seriamente la pregunta que le acababan de hacer.
Ella no tenía nada que ver con la ciudad, y tampoco le importaban demasiado sus habitantes, pero era evidente que los gnolls parecían tener ventaja debido a la indiferencia de los guardias. Y además, otro punto a favor de no intervenir es que dudaba de que su presencia fuera a cambiar mucho la batalla, quizás Ríev o el propio Leonardo fueran factores desequilibrantes, pero ella sin duda, no.
No he venido hasta aquí para simplemente mirar el lugar donde estaba el campamento de los gnolls
Contestó un poco de manera orgullosa, como si le hubiera ofendido el hecho de que pusiera en duda su valor, y es que hoy su parte elfa se había levantado revoltosa al parecer. Si había que pelear con los gnolls, pelearía, aunque no tuviera claro el motivo por el que lo hiciera.
Intentó hacerse una idea del número y se dispuso a bajar de nuevo hacia la villa.
Llegaste a la villa para encontrarte con unas calles vacías, algo normal en Tonfalia, sobre todo en las fiestas, ya que en éstas la gente tiende a adquirir una enfermedad que se transmite por las cantidades excesivas de cerveza y que cursa con dolor de cabeza y malestar abdominal.
Tras preguntar en la aldea, te enteras de que el jefe de la Villa es un tal Portos Atoidi, un hombre viejo, huraño y un tanto desquiciado que vive al lado de la capilla. Te diriges hacia allí, seguida por Leonardo, quien no paraba de mirar con suspicacia hacia cada rincón de la villa, recopilando información estratégica para un posible asalto a la ciudad.
¿A dónde quieres ir? ¿A la taberna, al burdel, a la capilla...?
¿Quién se atreve a molestarme ahora? Vete o te atizo con el garrote, aún soy capaz - Grita una anciana voz al otro lado de la puerta, cuando apenas habías llamado a la puerta. - Lo digo en serio, si abro la puerta y te atizo con el garrote te vas a enterar de lo que es molestar a Portos Atoidi.
La verdad es que a ella también le hubiera gustado perderse en la taberna, contar y escuchar unas cuantas buenas historias, y relajarse con un poco de vino y cerveza, pero la visión del campamento de los gnolls le impedía hacer tal cosa, esas criaturas no adentraban tanto y tan abiertamente si no tuviera intención de atacar.
Confiaba en que el tal Atoidi fuera razonable, pero para cuando llegó a su casa, sus esperanzas se esfumaron, no parecía nada más que un viejo gruñón, por lo menos esperaba que no estuviese borracho.
Señor Aitodi puso su tono de voz más amable me llamó Ammaranza Ir-ryn y me gustaría hablar con usted, es importante, venía a las fiestas de la ciudad, cuando casi por casualidad, me he topado con un campamento de gnolls a apenas un par de horas de la villa ahora se puso más solemne creo que podrían estar planeado atacar la ciudad, y no soy la única que lo cree, mi compañero de viaje opina lo mismo.
Esperaba que por lo menos mostrara el mínimo interés y que les abriría la puerta, si era quien tomaba las decisiones en la ciudad, debía tener un mínimo de inteligencia y preocupación por la gente. Sino hablaría directamente con el responsable de la “guardia”.
La puerta se abrió súbitamente y apareció un viejo, un tanto demacrado, barbudo y con cara de chiflado, pero con ropas caras y bien vestido. Salió amenazante, con el garrote en la mano, intentó atizarle a Ammaranza, pero Leonardo fue más rápido y no tardó en colocarle una daga a escaso medio centimentro del cuello, entonces el viejo soltó la vara e hizo un gesto, abriendo paso.
Pasad, pasad, quizá sea bueno escuchar de vez en cuando al pueblo. Repetidme a qué venía todo esto muchacha.
Ammaranza no tuvo casi tiempo de reaccionar, aunque dudaba de que el anciano hubiera podido alcanzarla, se alegró de la rápida intervención de su acompañante.
¿Es qué dejan que este chiflado tome las decisiones? Si es así no tardaré en salir antes de que sea demasiado tarde.
Dedicó una mirada agradecida a Leonardo y lanzó un suspiro armándose de paciencia. Pero la semielfa no era de las que tenía demasiada, sobre todo según que circunstancias. Pasó al interior de la casa, pero tampoco demasiado, el tiempo podía ser un factor importante.
Gnolls su tono ya no era amable ni conciliador en número suficiente para tomar la aldea sino se defiende lo raro era que parecían haber elegido el momento perfecto, y eso no era propio de esas alimañas a un par de horas, en el bosque, y seguramente aprovecharan las fiestas para atacar ella lo haría, muchos borrachos y mucho descuido.
Es necesario movilizar a las personas que puedan luchar, e intentar que los indefensos se resguarden conjuntamente bueno, ella no era una experta militar, pero era lo que le parecía más sensato y no estaría mal mandar un explorador o algo así para confirmar si avanzan o no le pidió ayuda con los ojos a Leonardo, sus conocimientos sobre batallas terminaban allí.
Aun siendo el doble de hombres armados que de gnolls, plantar cara a los gnolls en campo abierto es un suicidio para las gentes de esta aldea, la mayoría han vivido demasiados años despreocupados, y los pocos guardias que hay no saben manejar las armas que tienen. - Las palabras de Leonardo eran desalentadoras, pero hablaba desde la voz de la razón y el conocimiento previo en batalla. - No creo que haya más de treinta gnolls, con un grupo de diez buenos aventureros podríamos hacerles frente con bastante acierto... si sus gentes van a quedarse en la ciudad, lo mejor es que atrincheren en sus casas.
Si, es cierto, podríais mandar un explorador, pero si no es alguien avezado en éste trabajo, no tardará mucho en ser descubierto y morir, estos gnolls están pertrechados y organizados.
Tonterías, organizaremos una milicia, tenemos armas y reservas para que la ciudad resista a cualquier ataque, tenemos veinte guardias y podemos reunir a veinticinco hombres más, no necesito vuestra ayuda para plantar combate a un grupo de gnolls, amigo. - Dijo el viejo, volviendo a un tono irritado, se levantó haciendo un esfuerzo, para salir a la calle a avisar a las gentes.
Caminó hacia la muralla, habiéndose dejado la puerta de su casa abierta. - Guardias, dar la alarma, que la gente se reúna en la calle principal, en frente del burdel.
La explicación de Leonardo había sido mucho más concisa que la de ella, pero al parecer el viejo era un orgulloso engreído, bueno allá él, ellos habían avisado y con eso su conciencia quedaba más o menos tranquila, sino los querían allí, tampoco iba a pelearse con un viejo chiflado.
Por lo menos hemos conseguido que se movilicen le dijo la semielfa a Leonardo y si no necesitan nuestra ayuda pues eso que salimos ganando no era cobardía, pero no iba a luchar por alguien que no quería tenerla cerca, y además parecía confiados en derrotar a los gnolls.
¿Crees que de verdad podrán detenerlos?
Le preguntó a su compañero de viaje, mientras miraba suspicaz a los pocos guardias que había visto, muchachos imberbes con pinta de que toda su experiencia se reducía a impedir que los borrachos se mataran por accidente.
De momento lo mejor que podían hacer era evaluar las supuestas fuerzas de la ciudad de las que el viejo hacia alarde.
Sus oportunidades de vencer a éstas alturas son nulas, si tuviéramos un grupo más grande podríamos entrar con sigilo en el campamento y acabar con quienes les guían para darles una oportunidad, pero solo somos dos...
Sigamos al viejo, a ver qué es lo que propone.
Ammaranza asintió en lo de seguir al viejo.
No eran palabras muy halagueñas las que pronunciaba Leonardo, pero tal vez la idea de entrar con sigilo no fuera tan mala, a lo mejor podían evitar una batalla en campo abierto.
¿Crees que si se elimina a quien los dirije se dispersaran?
Preguntó mientras llegaban al burdel.
¿No es mejor menos gente si se desea ser sigiloso?
Tenía sentido, pero claro, otra cosa es que dos fueran insuficientes para acabar con los líderes.
Creo que con un grupo de seis o siete personas podríamos hacerlo mucho mejor, es lo suficientemente grande para defendernos si algo sale mal, y lo suficientemente pequeño como para poder escabullirnos hasta entrar en el campamento y tener mayor rango de éxito contra lo que sea que los domina.
Creo que es la magia la que controla a los Gnolls, y que si acabamos con el foco de ésta, acabaremos con su el control sobre los gnolls.