Dejaste atrás a tu familia y amigos, con la esperanza de volver a verlos en el fututo, cuando te hubieras constituido como una paladín de renombre. De pequeña habías oído hablar de los insignes caballeros Rantanos, un cuerpo de paladines de élite, en Aam, cuya sede se encontraba en Nightshade. Cuando pensaste en partir, involuntariamente quisiste ir a Aam, aunque quedara lejos, para ver y conocer a aquellos guerreros y paladines de renombre y quizá aprender algo de ellos, e incluso, trabajar para su orden.
El cuerpo de guerreros protege también la ciudad, los insignes Caballeros Rantanos, son pues un cuerpo de guerreros y paladines que se encargan de hacer los servicios de guardia del día a día, así como también cumple funciones como ejercito de la villa Se trata de una orden militar en contra de las artes arcanas. Su condición hace que recelen la magia y sea común que haya conflictos entre los dos grupos, aunque la introducción de los Magos de guerra de los Hijos del Hielo en el gremio de magos y la formación de una fuerza de élite de magos de guerra, ha hecho que las tensiones se relajen.
Los Caballeros Rantanos hacen cinco votos que son la única ley de la orden, voto de castidad, de obediencia, de pobreza, de asistencia a enfermos y heridos y de la no utilización de la magia. Los Rantanos son una de las órdenes militares que más poderosas se han hecho en Aam, hasta el punto que se han convertido en los guardias de caminos colindantes a Nightshade. Ciertas facciones del ejército de Aam recelan la expansión de la orden, pues su ética va en contra de la forma de vida militar, con ellos se han reducido los saqueos y botines de guerra. Algunos se quejan de su excesiva intervención en política, pues en Nightshade la máxima autoridad por debajo del rey de Aam es el Gran Maestre de la insigne orden de Caballeros Rantanos. Dentro de las filas de los Rantanos, es muy común ver humanos y mediohumanos, como semielfos y semiorcos, pero es muy raro que los Rantanos acepten a elfos puros y en ningún caso se aceptan en la orden a enanos, medianos y gnomos, por no tener la estatura suficiente.
El actual gran Maestre de la orden de los caballeros Rantanos es Garl Tum, un legendario guerrero de élite de los caballeros Rantanos, que en su juventud se había convertido en el guerrero más renombrado del reino. Accedió a la orden ya en una etapa más madura de su vida, en la cual sirvió a la orden con fuerza y valentía, hasta convertirse en guardia de corps del gran maestre, uno de los nueve selectos caballeros cuya función real era de tropa de élite, no de función de guardia del Gran Maestre, Tit Guru. Fue el único opositor dentro de los Nueve en la Conjura de la noche del rayo escarlata.
Las funciones del Gran Maestre son puramente marciales, es el más alto rango en el ejército, y es la máxima autoridad judicial en el consejo judicial de Nightshade, donde se delibera por mayoría, aunque el Gran Maestre tiene derecho a vetar la sentencia, tal es el poder del Gran Maestre de la orden de los Caballeros Rantanos.
En tu juventud habías conocido historias de grandes paladines que habían servido de forma solitaria a las gentes, pero la aparición de este cuerpo de guerreros de élite y paladines era algo que te parecía destacable y un objeto de estudio.
Llegaste a la frontera de Aam y tomaste el paso de las montañas, el único que llevaba a Nightshade, un paso nevado y relativamente peligroso al que no tenías miedo a enfrentarte para llegar a tu destino. Era mediodía y eras consciente de que las murallas de la ciudad estaban a unas horas de viaje todavía, te encontrabas en un camino solitario en el que se notaban las marcas de las ruedas de carruajes y cascos de caballo. Con suerte, llegarías a la ciudad al amanecer.
Es mediodía.
Durante unos segundos, observa el camino que se abre ante ella hasta que un escalofrío le hace estremecer. Se acurruca entre sus pieles sintiendo el reconfortante calor de las mismas, y reanuda la marcha con paso firme. El sol del mediodía hace que la nieve del camino esté un poco más blanda, por lo que es más sencillo caminar. Las huellas recientes de carromatos y caballos indican que su destino debe estar cerca, por lo que mejor llegar cuanto antes.
El intenso y penetrante frío le recordaba al periodo de instrucción con su padre. Sólo era una niña, pero aquel hombre le había acostumbrado a cosas que él consideraba banales, como el frío o el hambre. A pesar de ello, estaba cansada tras varios días de marcha, y tenía ganas de dormir en una cama con sábanas limpias y darse un buen baño caliente. Tenía mucho trabajo por hacer en Nightshade y sería más sencillo con el estómago lleno y el cuerpo descansado.
Había aprovechado las pausas del camino para leer sus anotaciones sobre los caballeros Rantanos. Había recopilado lo que algunos monjes errantes le habían contado, junto con la información más fiable de los libros que había encontrado en la biblioteca de la iglesia donde terminó su instrucción. Tenía verdadera curiosidad por averiguar si todo aquello era cierto, aunque sabía que antes debía ganarse su respeto.
Hago un último esfuerzo y acelero un poco el paso para pasar la noche lo más cerca posible de la ciudad.
A tus flancos aparecía una superficie frondosa de abetos y pinos, que se extendía a los lados del camino, el cual cruzaba la espesura como un río, dejando a sus lados dos ligeras depresiones en la tierra, en las que asomaban las raíces de los árboles. El bosque estaría en silencio, de no ser por los trinos del avefía, que había encontrado su habitat en los helados bosques de Nightshade.
Decidiste apretar el paso a pesar del cansancio de las piernas y la nieve que bajo tus pies se hundía, frágil, dificultando el paso ligeramente, sin disminuir la velocidad de tus pasos. De pronto, tus oídos se percataron de unos pasos agitados que provenían de la superficie boscosa de la izquierda del camino, que se iban haciendo más pesados y rápidos. De la espesura salió un Gnoll, despavorido, que paró en seco en el camino, te miró, y siguió corriendo, hacia la derecha del camino. Su rostro estaba cubierto de sangre y reflejaba una expresión de terror. Los pasos del Gnoll se perdieron entre los árboles.
Pasar tanto tiempo sola, sin hablar con nadie, era algo habitual para ella, e incluso se había acostumbrado hasta tal punto que se sentía cómoda rodeada por el más absoluto silencio. Había aprendido un pequeño truco para que las horas pasasen más deprisa, y aprovechaba su soledad para repasar mentalmente todas las plegarias que conocía, repitiéndolas una y otra vez sin descanso. Nightshade estaba muy cerca, y sabía que en unas horas aquel silencio desaparecería entre el habitual bullicio de las ciudades.
Acaba de terminar uno de sus rezos favoritos cuando algo rompe su concentración. Un sonido, a la izquierda del camino pero algo lejano, se filtra entre el soplido del gélido viento. Eralissa detiene la marcha de golpe, intentando averiguar de qué se trata. Son pasos, y cada vez suenan más cerca, pero en esa zona sólo hay bosque. Pocos segundos más tarde, una criatura aparece ante ella de entre los árboles. Nunca ha visto nada igual, pero ha oido hablar de ellos y sabe que no son de fiar. El gnoll frena al descubrir que hay alguien en el camino, y ambos se miran fijamente. Sus ojos, similares a los de un perro, muestran una evidente expresión de terror, y la sangre que cubre su rostro parece reciente. Instintivamente, Eralissa lleva la mano a la empuñadura de su espada, pero la criatura reemprende su carrera desapareciendo por el otro lado del camino.
- ¡Eh, espera...!
Es lo único que alcanza a decir antes de que el gnoll desaparezca de su vista. Tiene poco tiempo para pensar, y aunque en un primer instante da un par de pasos con la intención de perseguirle, frena de nuevo y mira hacia la izquierda.
¿Y si ha hecho daño a alguien?
Es lo último que pasa por su cabeza justo antes de encaminar sus pasos hacia los árboles por los que el gnoll había aparecido. Alguien podría necesitar su ayuda.
Voy hacia la izquierda, hacia el lugar del que ha venido el gnoll.
Los agitados pasos de el gnoll, se meten en el bosque, en lo más profundo de ese sombrío bosque, en el cual la presencia de nieve era menor, pues esta se hallaba almacenada en las frondosas copas de los altos pinos y abetos. No es difícil seguir el camino que siguió el gnoll, campo a través, pues sus huellas son claras y pesadas sobre la nieve. No tardas en cruzar el bosque transversalmente, para darte cuenta que has acortado varias horas por el mero hecho de salir del camino. Ante ti se encontraban las murallas, a varios cientos de pies, sin embargo las puertas no se veían desde ahí, luego decidiste seguir las murallas hasta encontrar una puerta.
No entendías por qué el camino discurría de esa forma por el bosque en vez de acortar de forma transversal por el bosque. Caíste en la cuenta que podía ser una estrategia para atacar con guerrillas a las tropas que trataran de acosar la ciudad, pues la ciudad era legendaria por su férrea resistencia a los asedios.
En la lejanía volviste a ver el camino que llevaba hacia las puertas, a tu derecha, la vuelta hacia el camino, y a tu derecha, a una distancia de quinientos pies, se encontraban las puertas abiertas de la muralla de Nightshade.
Seguiste caminando y te encontraste con un caballero, en la lejanía, caminaba hacia las puertas. Un tipo corpulento y acorazado, toda una máquina perfecta, preparada para la guerra. Se trata de un guerrero imponente, de una altura colosal, que supera los seis pies, acorazado y pertrechado para el combate con una armadura completa de gran calidad, cortesía de la orden de los insignes caballeros Rantanos. La armadura consta de una coraza de acero, tintada de dorado pálido y gravada con la cruz Rantana en el pecho, guanteletes de gran calidad, unas grebas del mejor acero enano y un yelmo que proporciona al guerrero, un aspecto terrible. Sobre la armadura, porta un chaleco de tela blanca, con la cruz negra Rantana sobre el pecho. A su espalda, un escudo de pesado acero, que le convierte en una verdadera fortaleza humana.
Si corres puedes alcanzarle antes de que llegue a las puertas.
Sin quererlo, ha descubierto un interesante atajo hasta Nightshade, y lo que es más importante, al que parece el causante del terror de los ojos del gnoll. El símbolo de su armadura no deja lugar a dudas, y su aspecto es mucho más imponente de lo que jamás hubiese imaginado. Sin duda tiene que ser un caballero Rantano, y su simple presencia provoca en Eralissa un sentimiento de admiración sincera. Animada por su descubrimiento, comienza a correr tras el caballero intentando alcanzarle antes de que se pierda de nuevo tras las murallas de la ciudad. Parece que al menos por fin podrá pasar la noche bajo techo.
- !Por favor, espere! - grita cuando cree estar lo suficientemente cerca para que le escuche
Cuando avanzabas, viste a lo lejos un terreno con más de media docena de muertos, que manchaban la nieve de rojo, apartados del camino para el deleite de los carroñeros, entre ellos había seis gnolls y un grandtrasgo. El caballero a penas tenía un rasguño en el hombro cuando lo viste aproximarse a las murallas. Al escuchar tu grito paró en seco, para girarse hacia la voz de mujer que le llamaba, y comenzar a caminar hacia ti.
Levantó el brazo que no estaba herido para saludar, sonando el acero deslizarse al juntarse las placas de metal para levantar el brazo. - Apresuraos.
Cuando te hubiste acercado, el hombre hizo una ligera reverencia y se dispuso a presentarse. - Saludos guerrera, soy Artas, Caballero Rantano y capitán de la guardia de Nightshade. Vamos adentro, aunque ya es primavera, el tiempo aquí en Nightshade tarda en enterarse de ello.
Mientras corría hacia aquel enorme hombre de imponente aspecto, no podía dejar de pensar en que él solo había acabado con siete criaturas, haciendo huir aterrorizada a una octava. Semejante muestra de fuerza estaba al alcance de pocos, y ahora estaba frente a ella, esperando a que llegase. No sabía bien que iba a decirle, pero tenía claro que ante todo debía mostrar su humildad y admiración hacia alguien tan respetable.
Cuando por fin reduce el paso hasta colocarse muy cerca, es él quien toma la iniciativa presentándose en primer lugar. Su voz es firme y hace una reverencia antes de comenzar a hablar, por lo que Eralissa asiente intentando mostrar una sonrisa no muy marcada. No quiere parecer demasiado frívola.
- Es un verdadero honor, capitán Artas - responde sorprendida al escuchar el rango del caballero, mientras devuelve la reverencia de una forma más adecuada para una mujer. Sin elevar demasiado la mirada y con la cabeza baja, continúa con su presentación - Mi nombre es Eralissa, y soy sierva de Heironeous y defensora de su fe y su palabra - coge un poco de aire antes de continuar, levemente fatigada tras la carrera - Vengo de muy lejos siguiendo sus instrucciones, con el único objetivo de conocer las bondades de los caballeros Rantanos, a los que admiro desde la primera vez que supe de su existencia - Aunque le cuesta por su enorme timidez, hace un esfuerzo para mirar a los ojos de Artas - He visto lo que ha hecho con aquellas despreciables criaturas de ahí atrás, y por eso seguí sus pasos. Estoy segura de que Él dispuso este encuentro para facilitar las cosas a esta humilde sierva. Le seguiré encantada.
Sin decir nada más, se dispone a seguir los pasos del capitán tras los muros de Nightshade
Una tarea honorable es la que se os ha encomendado, Eralisa, sierva de Heironeous, por mi parte, no encontré la llamada de los dioses y soy un simple guerrero. Esos muertos, lo cierto es que no son solo obra mía, en ella también colaboraron unos viejos amigos, los gemelos Dartos y Geralt, que dispararon desde las murallas, con una precisión mortal... un par de desarrapados, se hacen llamar los hermanos Tornarroca, y ni siguiera son hermanos... - El guerrero siguió caminando a paso brioso hacia las puertas, entreabiertas, e insertas en la roca. - Aún te queda un tramo hasta Nigthshade, y hoy hemos echo comida de más, si Heiróneous ha dispuesto este encuentro, no creo que quisiera que pasarais hambre y frío.
Llegasteis a las grandes puertas de la ciudad, y Artas se hizo un paso para dejarte pasar - Adelante. - A la izquierda , cruzando la primera puerta, había una puertecilla que conducía al interior de las murallas, puerta hacia la que se dirigió Artas según entrasteis, habiendo golpeado tres veces.
Espero a que contestes para abrir la puerta.
Aunque la confesión sobre los arqueros resta un poco de emoción a la escena que había imaginado en su cabeza, con Artas destrozando a sus enemigos sin soltar una gota de sudor, el exquisito trato que le está proporcionando sólo aumenta su admiración por él. Durante el pesado viaje había imaginado qué tipo de recibimiento le iban a dar, descartando por completo que fuese algo parecido a lo que le estaba pasando. Eralissa no estaba acostumbrada a tanta amabilidad, pues siempre se había movido en ambientes demasiado cerrados y marciales. Ni siquiera su padre había tenido jamás palabras tan amables para ella.
- Muchas gracias capitán - sigue las instrucciones de Artas y accede por donde le indica - Sin duda ha tenido que tratarse de una intervención divina. Algo así no puede haber sido una simple cuestión de suerte - Aunque evita sonreir, trata de ocultar su evidente alegría agravando un poco la voz - Según mis cálculos, siguiendo el camino principal todavía habría tenido que pasar una noche más a la intemperie, y lo cierto es que cada vez hace más frío por esta zona.