Su estancia en la universidad se puede decir que fue bastante llevadera, incluso durante su estancia allí encontró el amor aunque no se atrevió a dar el paso adelante o no encontró el momento adecuado para encontrar a Lindsay sin la compañía y las distracciones de sus amigas, quienes eran demasiado protectora con ella, era como si fueran sus madres, el peor enemigo de cualquier chico que intentara hacerse a ella.
Su habilidad para comprender a la gente y usar la psicología le hizo encontrar un trabajo como asesor de la policía en Chicago, Illinois, lejos de la cálida California, en donde su habilidad de la oratoria era necesario en aquellos casos en los que era necesario, aunque la curiosidad de Gabriel le hacían estar en casi todos ellos, ya fuera por intentar mejorar como asesor, aprender los métodos policiales que no tuvieran que ver con su campo de actuación o por el simple ello de ver si el caso estaba relacionado con Sombra.
Fue allí en Chicago donde conoció a Jessica Barnes, una inspectora de la policía de la sección de Desapariciones, cuando esta buscaba a su hija pequeña, Mila, lo único que tenía fuera del trabajo y una mujer bastante joven para ser madre soltera. Aunque a Jessica no le gustó la intrusión de Gabriel, en su "caso", porque realmente no estaba en el caso oficial ya que le tocaba de forma cercana y el Capitán de policía siguiendo las leyes no debía permitir que Jessica se inmiscuyera en este.
En estos últimos días los desaparecidos se estaban incrementando, habías escuchado por los pasillos de la comisaría entre los miembros de Sombra, algo sobre un grupo de hacktivistas que se llamaba la Marea Creciente, que intentaban contar al mundo y hacerles ver que las criaturas y los monstruos existían, decían que ellos tenían el derecho a saber con quién te podías encontrar en el bus o en el metro, pero aquello posiblemente no fuera nada bueno para la sociedad.
De nuevo otra llamada de la comisaría, otro trabajo en el que se requería la participación de Gabriel, de nuevo la lado de la inspectora Barnes.
Era hora de que, una vez más, un día nuevo comenzase para mí. Después de recibí la llamada, me levanté y me duché rápido, con el fin de vestirme y tomarme un desayuno rápido. Finalmente compré dos cafés en grandes vasos para llevar, uno para mí y otro para Barnes, y fui a reunirme con ella para saber de que iba el caso...
Esta vez el lugar de reunión no era una calle desconocida, era la propia comisaría en donde se debían de reunir. El transito desde su casa hasta la comisaría fue algo lenta marcada por las retenciones de tráfico, todo el mundo iba a su trabajo, las madres llevaban a sus hijos a la escuela y era la hora punta de tráfico, pero aquello era más ameno con el ímpetu y las ganas que le ponían los locutores de radio a sus oyentes para que se animaran en este nuevo día de trabajo.
Por su suerte la comisaría no estaba lejos del piso que había podido alquilar con el sueldo que le daban como asesor, no era un sueldo fijo, sino más bien estaba relacionado con la cantidad de horas que tuviera de casos, a veces incluso no trabajaba durante alguna semana completa porque no se requería de sus servicios. Aunque eso no ocurre desde hace tres meses, la inspectora Barnes decidió interferir en los periodos de inactividad de Kerrigan en dar la lata al capitán de la brigada, ¿si una persona estaba ahí para trabajar que mejor forma que hacerla trabajar? Y decir verdad aquél gesto fue algo que agradeció Gabriel, devolviendo así el favor que le debía por ayudarla a encontrar a Mila.
Gabriel subió por el ascensor hasta la tercera planta de la comisaría del distrito en donde se encontraba su lugar de trabajo, tres pasillos salían desde el ascensor, el de la izquierda se dirigía hacia las escaleras tanto de bajada como de la subida hacia los pisos inferiores y superiores respectivamente, entre el pasillo de la izquierda y el que iba hacia el frente, estaban las mesas de la inspectora Barnes y de los dos detectives que tenía bajo su cargo, separados del pasillo por un pequeño muro de ladridos y una cristalera hasta el techo, se podía bien entrar por la zona de las escaleras, o por el centro y final del pasillo central, en dos habitaciones separadas estaba la zona de reuniones y el despacho del capitán en el mismo lugar donde estaba las mesas de los agentes. Al final del pasillo central estaban las dos salas de interrogatorios, justo en la parte derecha del pasillo se encontraba divido por un pasillo central, la zona de descanso, que contaba con una maquina express para quién quisiera tomarse allí un café y un par de neveras, con alguna mesa y sofás. Mas cercano a la puerta y por el pasillo de la derecha se encontraba la habitación en donde se tenía las reuniones con aquellas personas que se llamaban a la comisaria para prestar declaración o para recoger información.
Delante de la pizarra de casos se encontraba la inspectora Barnes, con algún que otro informe sobre la mano, apoyada en su mesa leía los informes.
Mientras bebía mi café, me acerqué a mi compañera y le puse ofrecí es que le había traído, el que a ella le gustaba, mientras la saludaba, con mi habitual sonrisa de desparpajo:
- Buenos días, ¿que hay de nuevo bajo el sol?.
Confiaba en que fuera algo bueno, llevaba un tiempo con nada digno de interés y necesitaba un caso bueno que me sirviera para romper esta maldita monotonía.
Tomó el café de las manos de Gabriel con una sonrisa como cada mañana, su preferido, listo para tomar y templado como a ella le gustaba, la distancia que había desde la cafetería hasta la comisaría y el tiempo de espera del ascensor era ideal para que el café se templara a su gusto. - Gracias Kerrigan.- Dio un sorbo a este para terminar por dejar el café sobre la mesa.
Se incorporó para buscar a su par de detectives, Richard Knightley y Pierre Beaumont, aún debían de estar al llegar, no eran de los que se retrasaran. Finalmente ambos rubios llegaron en un intervalo de dos minutos, entre ellos, y no más de cinco desde que llegó Gabriel. Estos se dirigieron a la mesa de Barnes. - Señores, hoy tenemos un caso delicado y de urgencia, han llamado al Capitán desde Washigton para pedirle un favor de urgencia y efectivo. - Cogió dos imágenes de una de las carpetas que había estado leyendo con anterioridad, para colocarlas en el panel de investigación. - Ellos son la agente especial Novak y el agente especial Kozlov, no nos han querido decir que hacían aquí, ni cual podría ser su posible misión, pero lo que si saben es que ambos agentes están desaparecidos, no han dado señales de vida y lo último que se sabe de ellos es que iban a parar aquí a descansar. - Miró a los tres. - Knightley y Beaumont, tratad de buscar información sobre ellos, sea lo que sea, no tenemos mucho, Kerrigan te vienes conmigo, vamos a ver si encontramos pistas sobre su paradero en donde se supone que se quedaron a dormir. - Barnes recogió su chaqueta para ponérsela, para luego coger su café, le pasó las carpetas a Gabriel por si quería más información al respecto sobre ellos, aunque no había mucho en lo que indagar.
Cogí las dos carpetas y comencé a echarles un vistazo, mientras seguía a mi compañera, mientras le preguntaba:
- ¿No nos dijeron que hacían por aquí?. ¿Como esperan que los encontremos, si no nos dicen el caso en que estaban metidos?. No sabemos por donde buscar... Esperemos encontrar algo en sus cuartos o estaremos buenos... ¿Eran del FBI?.
En la carpeta había poca cosa de ambos, el peso, la altura, la edad, la nacionalidad, la mujer era eslovena y el hombre ucraniano. Sin embargo, no ponía el departamento en el que trabajaba, no sabían si era del FBI, de la CIA, de Seguridad Nacional o de cualquier otra cosa que hiciera que la información fuera altamente clasificada, por no poner no estaba relleno el apartado de familia, lo único que debían hacer era encontrarlos sin hacer muchas preguntas o ninguna.
La inspectora no pudo hacer nada más que negar. - Se lo mismo que tú, sólo tenemos una dirección por donde empezar, espero que encontremos algo de utilidad, o Knightley y Beaumont lo hagan. - Ambos se metieron en el ascensor para bajar al sótano por el coche policial, un Chevrolet Cruze plateado.
Salieron del parking rumbo hacia el lugar por donde tenían que empezar, el único lugar del cual soltaron prenda, porque buscar a alguien en una ciudad sin saber por donde empezar era como buscar una aguja no en un pajar, sino en un océano. El lugar en cuestión era un pequeño motel, rodeado por una valla mezclada con un seto que recorría todo el perímetro, en la entrada desde la calle había una garita donde el recepcionista trabajaba, una pequeña entrada de asfalto daba paso a un aparcamiento para una docena de coches, el aparcamiento estaba situado justo en el centro de la edificación de habitaciones en forma de U inversa, siendo el espacio libre la salida del aparcamiento hacia la calle.
La calle era un calle de doble sentido de una sola vía cada uno, con alguna que otro comercio de electrodomésticos, ropa o incluso un ultramarino, edificios de apartamentos de no más de tres pisos de alturas, y zona de aparcamientos a ambos lados de la calle, era un lugar en donde se podía pasar inadvertido con tranquilidad, siempre y cuando no se hicieran cosas sospechosas.
La inspectora aparcó en la calle a unos pocos metros de la garita del motel. - Se supone que aquí es donde iban a pasar la noche, y fue de lo último que informaron. - Jessica se bajó del coche mirando a ambos lados de la calle, para luego ir hacia la garita buscando al encargado del lugar. - ¿Como está tu madre? - Fuera de la comisaría el trato de Jessica era más cercano e informal, siempre y cuando no hubiera nadie cerca del trabajo.
- Bien, hable con ella ayer mismo. Me dijo que te mandase saludos... - Le respondí sonriente.
Luego miré ceñudo a los informe incompletos:
- Esto me huele mal, demasiadas lagunas, esto me huele operación encubierta... La cuestión es de que tipo y a quien estaban investigando estos tipos...
Le volví a pasar los informes para escuchar su opinión, mientras añadía:
- Lo que no entiendo es la razón por la cual nos han encargado esto a nosotros, en vez de a los Federales...
Sonrió ante la respuesta de Gabriel. - Me alegro. - Comentó las palabras del asesor mientras seguía caminando hacia la garita. - Esos siempre tienen misiones en cubierta, se sepan o no. Es lo que vamos a tratar de averiguar ¿no? - Tomó los informes que le entregaba para mantenerlos bajo su brazo. - Nosotros hacemos menos preguntas. - Suspiró, era la pura verdad, la policía era como el peón de la ley, el que menos preguntaba y al que la mierda le llegaba más al cuello si no había buenos resultados.
Una vez llegaron a la entrada del motel, golpeó ligeramente el cristal para llamar la atención de la mujer de edad considerable que estaba sentada mientras veía novelas en una televisión pequeña y antigua. - Inspectora Barnes, y el mi compañero Kerrigan. - Le habló mientra enseñaba la placa a la mujer mientras esta miraba con desconfianza a Jessica. - Señora, estamos buscando a estas dos personas. - Saca un par de fotos de tamaño mediano para pasarlas por el hueco del mostrador por donde es pagaba y se daban las llaves. - ¿Les reconoce?
La anciana miró por un momento a Gabriel. - Que jovencito más guapo me trae inspectora. - Ignorando por un instante la pregunta de la inspectora y si ni siquiera mirar las fotos que pasaba por el hueco. Diez segundos después volvía su atención a la inspectora para tomar la foto. - ¡Oh! Estos jovenzuelos, si, me acuerdo de ellos, se veían tan lindos juntos, claro que me acuerdo eran unos recién casados en luna de miel, aunque hace días que no los veo ni entrar ni salir. - Y eso que la mujer parecía la típica curiosa sin límites del lugar.
Comenzó a buscar con lentitud en el libro de cuentas, paseando el dedo por donde leía y ajustando sus gafas cada diez segundos, hasta que dio con lo que buscaba. - Están en la quince. - Comentó al mismo tiempo que levantaba la cabeza y miraba a Gabriel con una sonrisa en sus labios mostrando la dentadura postiza.
Le dediqué a la mujer una sonrisa encantadora:
- Gracias por lo de guapo, usted tampoco está nada mal, si me lo permite. Dígame... ¿Y durante durante el tiempo que estuvieron aquí preguntaron sobre algo o hicieron algo fuera de lo común?. ¿Alguien más preguntó por ellos o vio a alguien fuera de lo normal que los siguiera o que pareciese interesado en lo que hacían?.
Jessica no puede más que negar ligeramente con la cabeza ante el comentario de la anciana sobre su compañero, sonrojándose ligeramente terminando por apartar la mirada buscando la habitación mientras Gabriel seguía haciendo preguntas a la anciana. - Yo ya estoy vieja y pachucha. - Contesta la mujer al intento de ser agradecido por parte de Gabriel. - No, no preguntaron nada, sólo que no querían que les molestaran. - Bajó un momento la mirada hacia los papeles. - Oh, no, no, nadie preguntó por ellos. ¿Esta soltero agente? Tengo una nieta la mar de guapa que no tiene novio. - Jessica mira de reojo a Gabriel, en un intento de decir "huye o nos vamos a quedar aquí todo el día.
Le dediqué a la anciana una sonrisa amistosa, tratando de no sonrojarme:
- Me temo que ahora mismo estoy de servicio y no puedo aceptar citas, tal vez otro día... ¿Podría darnos la llave de la habitación, por favor?.
La anciana seguía con la sonrisa en su cara. - Estos jóvenes de hoy en día con sus prisas. - Comentó para sí misma pero en voz alta. La mujer se levantó con dificultad, torpeza y lentitud de la silla, para encarar el cuadro de llaves, donde estaban colocadas las llaves de cada habitación. - A ver por donde estás. - Volvía a decir hablando consigo misma, al cabo de casi un minuto la anciana da con la llave, no tenía bien la vista y se acercaba cada llave a la cara para ver con claridad el número. Por otro lado, Jessica observaba los alrededores, posiblemente buscando si el motel tenía alguna cámara o si los alrededores alrededores contaba con alguna cámara de seguridad o tráfico.
Finalmente la anciana se dio la vuelta para colocar la llave en la ranura de la ventana para pasarla al otro lado. - Tráela de vuelta cuando terminéis. - Ella no se iba a mover de allí.
Al ver que Gabriel tenía ya la llave, Jessica puso rumbo hacia el interior del aparcamiento para buscar la habitación quince, la encontró en el primer piso. - Hay que subir. - Comento a Gabriel, señalando la puerta con el dedo. El motel era como un piso de apartamentos de un barro bajo, de color azul celeste descolorido ya por el sol, con puertas blancas, ventanas con rejas, y un barandal del mismo color. Todo estaba silencioso en las habitaciones en las que pasaban por la planta baja para llegar al primer piso.
Una vez en la planta superior escucharon un televisor en la habitación doce, un par de puertas después de haber llegado arriba, la habitación quince se encontraba justo en el medio de la edificación, Jessica dejó pasar a Gabriel para que abriera la puerta.
Antes de abrir la puerta, miré si en ella había algún tipo de señal, como un hilo o cinta, que sus ocupantes pudieran haber puesto, al salir, para saber si alguien habría entrado en la habitación mientras estaban fuera. Eso también serviría para saber si habían abandonado la habitación voluntariamente la última vez que estuvieron aquí. Mientras la examinaba, pregunté a mi compañera:
- ¿Has visto abajo alguna cámara de seguridad, en el establecimiento o fuera, por los alrededores?.
En la puerta no había nada fuera de lo normal, estaba cerrada y no tenía indicios de que hubiera sido forzada o manipulada de alguna otra forma, tampoco nada que pudiera indicar que habían entrado en ella.
Jessica intentó echar un vistazo hacia el interior a través de la ventana pero las cortinas no dejaban ver nada del interior, volviendo su cara hacia Gabriel. - No, no he visto ninguna cámara, lo que no se si algún comercio del otro lado de la calle tendrá alguna apuntando hacia afuera y podamos ver el motel y no el suelo o la entrada del exterior del local. - El interior estaba totalmente en silencio. Gabriel abrió la puerta, para mirar al interior de la habitación, una habitación con una cama de matrimonio, un par de maletas de viaje a un lado de la cama aún sin abrir, no había signos de lucha, la cama estaba perfectamente hecha, todo estaba ordenado, si habían desaparecido algo raro pasaba, ya que sus cosas seguían allí.
Entré despacio, inspeccionando cada palmo, buscando cualquier cosa fuera de lo común:
- Creo que deberíamos de empezar por las maletas, parece que no las deshicieron. Luego podemos concentrarnos en el resto de la habitación...
Motivo: Avistar
Tirada: 1d20
Resultado: 15(+3)=18
Motivo: Buscar
Tirada: 1d20
Resultado: 18(+1)=19