Gracias al duro trabajo por parte de sus padres, y al esfuerzo de Myrtis en la biblioteca, la familia Cornel consiguió cambiar aquella chabola de chapa oxidada por algo más digno, pudieron alquilar uno de los pisos en el mismo barrio, algo que se podían permitir con el trabajo de los tres, aunque la situación no era muy diferente allí. El piso seguía teniendo las mismas carencias que la chabola y la misma mala compañía que rondaba en el antiguo lugar donde vivía, pero al menos podían dormir seguros y se resguardaban mejor del frío entre aquellas cuatro paredes de ladrillo.
Aquél día de trabajo pintaba como cualquier otro, la gente iba y venía, entregaban los libros que se habían llevado, los devolvían o simplemente ocupaban muchas de las sillas o mesas para leerlos allí mismo, trabajos, ocio, o cualquier otra cosa relacionada con el lugar. Conocía gente nueva, caras nuevas, cada uno con su historia, cada uno con su vida. Apenas quedaban quice minutos para cerrar, la atención de Myrtis se centró en una mujer madura, de cabello moreno y largo, bastante atractiva y elegantemente vestida con un traje de chaqueta, que iba y venía por los pasillos como si tratara de buscar algo que no llegaba a encontrar, tranquilamente pasaba de pasillo a pasillo, mirando detenidamente cada fila de libros.
Observó como aquella mujer no dejaba de ir de lado a lado, y aunque faltaban quince minutos aún había tiempo para coger un libro y llevárselo de préstamo. Se acercó a la mujer y le sonrió educadamente.
-Disculpe, ¿Necesita ayuda con algún libro en particular?-