El viaje a través de Sombra fue una experiencia bastante peculiar en la vida de Teresa, pasar del medievo hacia un futuro desconocido, perdiendo por el camino la mayoría de sus recuerdos, quedando solo con aquellos que su mente decidió que eran los más fuertes para mantenerse allí, el recuerdo de su familia, y lo último que estaba llevando a cabo para llegar a aquél lugar desconocido, lo más extraño de todo es que entendía a aquellas personas a la perfección, y aunque no fuera si idioma natal, ni nunca antes lo había conocido, era un idioma que era capaz de comprender tanto en lo hablado como en lo escrito.
No tardó apenas ni quince minutos en verse en problemas, los guardias de la ciudad, que allí se conocía como la policía metropolitana de Chicago le quitaron la Hurricane Fury, era un arma y era un peligro para los ciudadanos, que ademas había notado que se apartaban de su lado a su paso, y murmuraban algo así con una mujer con un gran hacha. Así que estos policías le quitaron el hacha, y la metieron en el calabozo de la fortaleza a la que ellos llamaban comisaría.
Aunque la vida después de su encontró fortuito con la policía fue a mejor, adaptándose poco a poco a la nueva y extraña vida que allí se producía, cosas que jamás habría podido imaginar en su anterior vida se podían ver por allí, incluso para los habitantes de aquél lugar ella seguía siendo una chica normal, parecía que no eran capaces de distinguir entre orcos, ogros, y trasgos para ellos todos eran humanos, o incluso las orejas de Tessa eran normales, y no ligeramente puntiaguadas, algo que debía ser efecto de aquél paso a través del "tiempo".
De nuevo otro día en la cafetería, su pequeño negocio que daba para mantenerlo abierto y vivir un poco cómodamente gracias a que se encontraba al lado de una comisaría de policías, ¿Quién iba a decir que los primeros en hacer algo contra ella iban a hacer los que le dieran para pagar la facturas? Allí estaban de nuevo esos dos caramelos que venían cada mañana, los detectives que solían venir a media mañana para tomar el café y hablar sobre la política, los deportes, o incluso a veces sobre temas del trabajo.
Ambos detectives estaban bien cuidados, eran bastante atléticos y de músculos definidos, con el pelo corto, y con un ligero toque rubio en su cabello, ambos con los ojos azules. El más grande y ancho de los dos siempre iba a buscar uno de los asientos pegados a la ventana, daba igual el tiempo que hacía fuera, siempre buscaba una vista de la calle, por el contrario el otro siempre iba pedir el café para los dos, aquella escena siempre se repetía mañana tras mañana desde que abrió la cafetería en aquél local. - Lo de siempre, cappuccino y macchiato. - Comentaba con su voz varonil y dulce mientras se apoyaba ligeramente en el mostrador.
Ventana y mostrador, respectivamente.
-Buenos días detective, no hay por que dejar de lado la cortesía.
Sonrió pícaramente y sus mejillas se pintaron de un ligero color rosado, se dio la vuelta, a su mente llegaba el recuerdo de sus primeros días en la cafetería, en los que no tenía ni idea de lo que era un cappuccino ni macchiato, rio un poco mientras preparaba las bebidas.
-Y bien detective, ¿cómo le pinta el día?
Era bueno tener una buena relación con todas las personas, especialmente con los guardianes del orden, y más aun si tienes unos cuantos asuntos un poquitín turbios.
El detective desvía la mirada hacia a un lado, dándose cuenta al instante de que ni siquiera saludó como era debido, se sonrojo también ante aquél desliz, por otra parte su compañero se llevaba la caro a la cara para negar y reírse ligeramente. - Vaya perdona, buenos días, si aún no es tarde. - Dijo un poco cortado por la situación, sin duda aquella situación estúpida le había puesto nervioso.
Giró la cabeza al escuchar a su compañero soltar aquella risa, sabía que tramaba algo, volviendo luego su atención a Teresa. - El día bien, siempre con trabajo, los criminales no descansan me temo ni cogen vacaciones. - Sonrió de manera un tanto casi forzada mientras esperaba el café, volvió a mirar hacia atrás a su compañero este haciéndole una gesto afirmativo con la cabeza. - ¿Mucho trabajo hoy?
A punto estuvo de soltar una tremenda carcajada al escuchar a su compañero, parecía un perro con el rabo entre las piernas, cagadito de miedo, nadie se pensaría que fuera un valiente detective si no era por que llevaba la placa colgada de una cadena del cuello, sino se pensaban que era un cualquiera que a la mínima correría para salvar su vida.
Se levantó lentamente de la silla mientras la dependienta todavía preparaba los café para los dos, golpeando el hombro de su compañero con la mano derecha, haciendo que el golpe sonara lo suficiente como para llamar la atención de Teresa. - Mi compañero aquí. - Habló con su natural voz grave. - Quiere saber si la dama le daría su número de teléfono y le interesaría tener una cita con él. - Comentó mientras apretaba con la mano el hombro de su compañero para que este no pudiera escapar. Vio como su compañero empezaba a ponerse rojo como un tomate. - Ni que te fuera a comer oye. - Soltó una tremenda carcajada, se la acababa de jugar. - Yo me vuelvo a mi sitio, no se te olvide también el café como los buenos días. - Continuó riéndose para sentarse de nuevo en la silla.
Sonrió nuevamente y entrecerró un poco los ojos cuando el detective se ponía colorado, de algún modo siempre lograba ponerlo en una situación similar a la actual, para ella era solo un juego, le dio la espalda y continúo preparando las bebidas, cuando le llego la pregunta sobre el trabajo:
-Pues vera... apenas voy abriendo, si lo sé soy algo floja... pero parece que será un buen día.
Miró sobre su hombro cuando una silueta se acerco al mostrador era el otro detective, estaba terminando las bebidas cuando este hablo y puso en una situación comprometedora a su compañero, se sonrojo un poco mientras tomaba las bebidas ya terminadas, se dio la vuelta.
-Listo, un cappuccino y un macchiato.
Miró a los ojos del detective, no era feo, pero no era del todo su tipo...
-Sobre el teléfono... no tengo uno, y sobre la cita... tendrás que esforzarte un poco mas. -sonrió pícaramente.
Con la llegada de su compañero no sabía donde meterse, venía a darle el empujón que siempre necesitaba, pero aquél no era ni el momento ni el lugar adecuado para pedir aquél tipo de cosas, bueno... no lo era para él. Quería replicar las palabras de su compañero pero apenas le salía nada entendible por la boca, los nervios se hacían con él en aquél tipo de situaciones, si le dieran a elegir entre un tiroteo y pedir una cita a una chica, sin lugar a dudas pediría lo primero.
Una vez que su compañero le dejó con todo el marrón sacó su cartera con bastantes problemas, para pagar los café. - Esto, no le eche cuenta, le gusta gastarme este tipo de bromas. - Decía como los nervios le dejaban, aunque si cogía los café con esos nervios posiblemente terminaran en el suelo en vez de en la mesa, miró a su compañero para que viniera con los café. - Cóbrate, y quédate el cambio. - Le dejó el dinero sobre el mostrador.