Partida Rol por web

Reinhardt levantó la vista de la placa de datos cuando oyó la voz de Orrin llamándole, y se inclinó lo suficiente para sacar la cabeza fuera del camastro y ver de qué se trataba. Al ver que era sangre fresca, se levantó un tanto extrañado y caminó hacia ellos, sacando su pipa de una bolsa que le colgaba en el cinturón y encendiéndosela justo cuando se paraba frente a ellos.

—Orrin—le dijo al mayor de los gemelos Falkenhorst, para pararle los pies, justo antes de dar la primera bocanada. El Tempestor era un hombre recio, e iba envuelto en un uniforme militar de aspecto tan sobrio como él mismo, abultado tanto por su propia envergadura como por lo que parecían placas de blindaje subcutáneo. Tenía el pelo de un color roblizo con vetas grises, una tupida barba y un implante ocular en la cuenca que hacía mucho tiempo había ocupado su ojo derecho, y a su mano izquierda, con la que sostenía la pipa, le faltaban alguna que otra falange—. Descansen, vástagos. ¿De dónde habéis salido? En la vida me había traído tantos hombres el Munitorum.

La última frase resonó con un retintín un tanto extraño, como si le indignara la diligencia de los responsables de la logística, pero no dijo nada más.

Arrin dejó las piezas asignadas para la limpieza por su hermano y se sentó a su lado, contemplando a los nuevos de arriba a abajo, sin ningún disimulo. El menor de los Falkenhorst era un tipo alto que tenía que sentarse inclinado hacia adelante para no golpearse la cabeza con la litera de arriba, con anchos hombros y la armadura de caparazón puesta, era uno de los dos "tanques" de aquel regimiento, el otro era su gemelo, sentado justo al lado, los dos apoyados en una cama que gemía por el peso combinado de los dos, sus armaduras y sus implantes. 

Sacó un cuchillo de muy bella manufactura, y lo comenzó a mover con destreza, haciéndolo bailar de una mano a la otra sólo para entretenerse un poco. - Mientras sean fieles a San Drusus, y lo den todo por él, a mí me valen, vengan de donde vengan. - comentó Arrin, sin dirigirse a nadie en particular. 

Con el pelo castaño largo, que tapaba una incipiente entrada, y una barba tupida, su rostro era de todo menos amable y su mirada, que desprendía una extraña luz interior, parecía calma en ese momento, pero por sus arrugas se adivinaba que tendía a fruncir el ceño con asiduidad. 

Si había algo más que destacara en él, aparte del típico aire de peligrosidad y amenaza inherente que rodeaba a los Doblesueldos, era una coquilla especialmente diseñada para él, larga y erecta, que estaba decorada con colores que conjuntaban con los de las plumas de su casco. 

Tras saltarse el día de reposo aconsejado por los medicae, decidió ayudar a Orrin de los Doblesueldos en sus tareas de mantenimiento y reconstrucción del puesto 42.

En una de estas aprovecho para hablar con su hermano Arrin sobre un tema que tenemos pendiente él y yo, para lo que necesito que se pase por el taller.

También pido audiencia para parlamentar largo y tendido o lo que se pueda con la Comisario Kriemhild.

Y no podía descuidar sus obligaciones para con su regimiento, el 112º de Drafeliv. El Chimera de Zhao había entrado en combate y lo menos que podía hacer por su compañero y por el regimiento, era ayudarle a revisarlo y ponerle a punto para la batalla que posiblemente se avecinaba.

-Comisaria Kriemhild -saludo cuando por fin consigo reunirme con ella- gracias por concederme su tiempo. Hay un tema del que me gustaría hablar.

No tenía claro como abordar el tema con la comisario, la había visto iracunda, castigadora, pero también había visto un lado justo en ella, y había demostrado una capacidad de liderazgo más que encomiable. Sería directa

-Quería hablarle del soldado Gabarri. Ella veía la guardia como una maquina bien engrasada, y ahora mismo, la pieza que era Gabarri, estaba segura que sería más productiva y útil para la guardia dentro de su regimiento y no con los penales.

-El soldado Gabarri tiene unas habilidades que, en mi opinión inexperta, se están desaprovechando entre los penales. Sus habilidades como medicae que el 112º de Drafeliv agradecería enormemente, pues bien sabe que hemos perdido a nuestra propia medicae en el reciente asalto.

-Estaría , con su permiso, bajo mi tutela, y me haría personalmente responsable del mismo. No he podido evitar darme cuenta de que lleva un collar explosivo, yo misma podría responsabilizarme de esa función en un momento dado si le preocupa que su valor decaiga en la batalla.

No quiero extenderme mucho ni aburrir a la Comisario. Tampoco quiero que se sienta presionada ni mucho menos. Sólo quería transmitir una idea a la estricta comisaria.

-El soldado Gabarri no abandonó su puesto a mi lado durante el ataque, a pesar del peligro que suponía el explosivo del enemigo, si hubiese estado más preparado, si ambos dos nos hubiesemos coordinado mejor, como un equipo, quizás hoy, el almacen de ministorum seguiría en pie.

-Gracias por su tiempo, Comisaria

Nereida escuchó a la sacerdotisa de Marte, la escuchó con total atención mientras su rostro se mantuvo imperturbable, sin reflejar emoción alguna de todo lo que le estaba diciendo; sin embargo, cuando hubo terminado, Nereida negó con la cabeza, no le gustaba la situación en la que la había metido - no me compete a mí, no tengo la potestad de liberar a un criminal convicto del Astra Militarum, ni puedo, ni debo, ni lo haré - comenzó mostrando una clara y lapidaria negativa a la propuesta que le daban - soy consciente de las habilidades del Recluso - hizo mucho hincapié en esa palabra - Gabarri, el cual perdió su derecho de ser soldado cuando decidió traicionar al Imperio con sus crímenes. Lo único que le puedo decir, es que utilice los cauces establecidos para que el Recluso Gabarri gane puntos para que cuando el tribunal marcial revise su caso, pueda tener argumentos para restituir su rango de Soldado Raso - la miró fijamente, tratando de ser lo más clara que podía.

Así que, siguiendo esa vía, le animo a que haga lo mismo que yo he hecho en el pasado, escribir un informe detallado y entregarlo a quien compete, para que archive y almacene todo lo relacionado con el Recluso Gabarri ¿Nos entendemos? - y esperó su respuesta con suma paciencia, pero tirante. 

Escuchó la negativa de la comisario. La verdad era que no le sorprendio la negativa a pesar de que le hubiese gustado otra respuesta más... Positiva.

Sí le sorprendió gratamente interpretar, por las palabras de la comisario, que ella misma había intentado un recurso para la conmutación de la pena de Gabarri.

Más le sorprendió que le instase a intervenir mandando un informe positivo sobre el penal.

A quién compete claro... - asintió timidamente con la cabeza ante la pregunta de la comisario. Pero tras un breve asentimiento, negó rapidamente. 

-No comisario Kriemhild, disculpeme. No se a qué se refiere. ¿Quién es el organismo competente en este caso. Antes hubiese pedido al Comandante Chang Pú. Pero ¿ahora?  ¿El alto comisario Holt? 

-Bienvenido, ungtblod- respondió el canoso psíquico a Einar, el recién llegado. -El viejo Emil comparte tienda con algunos suboficiales en el centro del campamento. Ya habrás oído hablar de él, le disgusta todo ese tema de los privilegios asociados al rango. Pero siempre tiene un momento para recibir a los recién llegados.

Aunque haces bien en presentarte, no te preocupes. Mientras te comportes como corresponde a un hijo de Varangia y ciñas tus peleas con el resto del regimiento al círculo ritual*, nadie te recriminará nada y enseguida te considerarán como un hermano de armas de pleno derecho.

Arrin asintió a Siu y le acompañó para terminar lo que habían acordado. Si todo iba bien, sería más efectivo en la venidera batalla, y eso siempre era bueno.