El Alto Confesor se acercó con un paso lento y ceremonial, casi calculado, a su tribuna, desde donde iba a hablarle a los fieles. Aquella no era una de las magníficas catedrales de Esperanza de San Tabris, pero no se podía pedir más. El Emperador, en su magnificencia, lo había elegido para acomapañar a sus mejores y más devotas tropas, y para purgar de aquél mundo cualquier posible mácula que el dominio del Caos hubiera dejado en él. Sería una ardua y costosa tarea, pero perseveraría, en Su nombre.
El lugar era demasiado pequeño, pero los relés de vid y los sistemas de grabación y amplificación de sonido llevarían su discurso a lo largo y ancho de todas las líneas imperiales, para que todo el mundo pudiera escuchar el sermón que impulsaría el asedio y redoblaría los esfuerzos del 9º Grupo de Batalla por acabar con el enemigo. Balduin Edesso observó a la multitud que desde abajo esperaba sus palabras, y empezó a hablar.
— ¡Soldados, regocijaos! ¡Regocijaos, pues habéis venido a este mundo a librar la más santa de todas las guerras! ¡Una guerra contra el hereje y el traidor, una guerra para recuperar la tierra bendecida por nuestro emperador! Demasiado tiempo la Brecha Jerichó a permanecido en la sombra, cuando antaño fue uno de los muchos orgullos del Imperio. Demasiado tiempo alejada de la luz que San Alabaster, bendito sea mil veces, trajo a estos sectores hace siglos. ¡Incluso en este, el primer mundo en el que puso sus pies, y que sigue llevando su nombre, el Credo Imperial ha retrocedido hasta desaparecer frente a la herejía, la blasfemia, la falsa idolatría!
El confesor paró a tomar aire apenas un par de segundos, en los que observó el efecto que causaban sus palabras — Este mundo, que fuera una vez el más santo, puro y devoto de todos cuantos santuarios tenía aquí la Eclesiarquía, ¡Debe volver a serlo! Con el fuego de la fe debe volver a ser purificado, con la sangre y lágrimas de héroes y santos limpiado. Escuchad mis palabras, soldados de la Guardia Imperial, ¡Pues es vuestra tarea el lograrlo! No temáis caer en la batalla, pues la muerte al servicio del Emperador es su propia recompensa, mientras que vivir habiéndole fallado es una condena en sí mismo. ¡Que no tenga miedo aquél que sea puro de corazón, que no se vea superado todo aquél que confíe ciegamente en Él, que no se quiebren las almas de los hombres en el crisol de la guerra!
A lo largo de las líneas, la multitud de soldados se fue enfervoreciendo a medida que escuchaba las palabras de Edesso — ¡Escuchad mis palabras! — repitió el confesor — No queda en este mundo nada que merezca vuestra piedad. El hereje y el traidor no pueden ofrecer ninguna excusa por sus crímenes. No pueden ser perdonados. No encontrarán descanso ni en esta vida ni en la otra. ¡No hay nada más abyecto ni odioso que ellos, y os aseguro, por el Emperador, y todos Sus angeles, que purgaremos este mundo de su existenciaaa!
Con aquél último grito, una exaltación sin igual se abrió paso entre los soldados, especialmente entre las filas de los tabrisianos, particulamente fanáticos, pues se habían criado con las historias y hazañas de San Tabris y San Alabaster, provenían del mundo de un santo y venían a liberar el de otro, y aquello los volvía más devotos si cabe, tal y como bien indicaba su nombre. Tan solo aquellos procedentes de Drafeliv, enseñados toda su vida en el camino del engranaje, parecieron menos influenciados por las palabras del Alto Confesor.
Pero estaba hecho. Aquellas palabras dejaron en los soldados la sensación de ardor en su pecho, de querer empuñar sus armas y realizar con ellas el triumfo de la Fe. Al ver lo que había provocado, Balduin Edesso sonrió, listo para cerrar su discurso y regresar al interior del búnker de mando. El resultado, se vería en los próximos días.
¡Temblad ante la majestuosidad del Emperador, pues todos caminamos bajo Su sombra inmortal!
En la siguiente escena, los personajes reciben un Bono a Voluntad de:
34ª de Hienas Tóxicas, 58º de Granaderos Tyvianos, 62º de Zapadores Varangianos y 11ª de Asalto "Doblesueldos": +10.
112º Mecanizado de Drafeliv: +5.
18º y 21º de Devotos de Tabris: +20.