Partida Rol por web

aca no se postean pensamientos

El despacho de abogados de Andrés estaba bien situado en el centro de la ciudad de Madrid. Era un despacho situado cerca de la Gran Vía, en un segundo piso, en un edificio con cierto sabor neoclásico, con hermosos ventanales en el que se presentaban distintos seres mitológicos. Era un lugar lleno de buenos recuerdos que, con el tiempo, se habían agriado entre la pareja. Recuerdos sobre proyectos e ilusiones que definitivamente se había llevado la marea. Andrés trabajaba allí con cuatro secretarias y tres compañeros letrados.

Detuvo el coche en el aparcadero y se quedó sentada frente al volante un par de minutos. Aprovechó de revisar el pequeño itinerario que se había hecho y cerciorarse que nada le faltaba por apuntar.

Volvió a llamar a Ivette, su ex-cuñada, ésta le había llamado avisándole que había sufrido un percance pero que iría sí o sí pasado mediodía para que Camila la pusiera al tanto de las novedades.

El teléfono dio el cuarto tono e Ivette contestó.

-¿Ivette?... Sí... No, aún no lo he visto, me estoy bajando del auto recién.

Camila bajó del carro y accionó la alarma, algo de lo que la mujer le dijo la hizo suspirar.

-Pues no se cómo se lo irá a tomar, ya sabes que con Andrés nunca se sabe... Vale, un beso, nos vemos después.

El despacho de Andrés estaba en el segundo piso así que enfiló directo a las escaleras, se topó con el guardia de seguridad y lo saludó, educada. Al llegar al segundo piso pudo darse cuenta que las cosas en el lugar no parecían haber cambiado mucho, la decoración, misma con la que ella había ayudado, seguía siendo prácticamente la misma.

-Buenos días ¿Qué necesita? -le dijo la secretaria. Una contratación nueva, así que ninguna de las dos se conocía.

-Buenos días. Necesito hablar con don Andrés, por favor.

-¿Quién lo busca? -preguntó la mujer.

-Su esp... -esbozó una sonrisa como de resignación, el subconsciente todavía la traicionaba- Apablaza, Camila Apablaza.

La mujer cogió el teléfono y llamó al anexo de Andrés, mientras tanto Camila saludaba a las caras conocidas.

La secretaria tarda unos instantes en recibir la respuesta de Andrés, pero en cuanto lo hace te mira con una sonrisa agradable. Es una chica guapa, y bastante joven, y por el expediente que tiene encima de la mesa crees que debe ser alguna abogada haciendo la pasantía.

- El señor Andrés le recibirá de inmediato, señora Apablaza - y tras estas palabras se levanta de su escritorio y te acompaña al despacho de Andrés.

Llama suavemente a la puerta y escuchas la conocida voz de quien fuera tu marido- Pasen

La secretaria abre la puerta y te deja pasar. Andrés está en su mesa de trabajo. Han desaparecido las fotos tuyas, y las de los niños. Ahora no hay nada en el despacho que no sea de trabajo, salvo una vieja reproducción del cuadro de la primavera, de Botichelli. Andrés no se levanta, y te mira fijamente. Luego de unos segundos mira a la secretaria

- Gracias Paula. Déjenos solos por favor - Andrés espera a que la puerta se cierre- Buenos días, Camila. Como ves tengo mucho trabajo, ya sabes que prefiero que me avises antes de venir. Pero estás aquí, así que... tú dirás

Camila lo mira y se encoge de hombros, le habla con total relajo.

-Sí, bueno, yo también tengo muchas cosas que hacer igual de importantes que las tuyas, así que no tenía tiempo para estar pegada una hora al teléfono esperando a que te dignaras a decir a una de tus secretarias que te pasara la llamada.

Camila se acerca, deja su bolso en una de las dos sillas que hay frente al escritorio y se sienta en la otra. Abre el bolso, toma la cigarrera para sacar un cigarrillo pero se arrepiente y opta mejor por un caramelo de menta. Se lo echa a la boca y saca luego del bolso el mismo sobre que recibiera esa mañana. Lo deja sobre el escritorio y mira a Andrés.

-Bueno, al grano -le dice mientras saca del interior del sobre los pasajes de avión y se los extiende-. Necesito que te quedes con Yin Yao unos días, tengo que hacer un viaje -lo mira e intuyendo su réplica continúa hablando antes de que él la interrumpa-. El vuelo sale mañana, será cuestión de una semana o dos, no creo que más... Sí, ya se que te lo estoy diciendo demasiado encima, pero me he desyunado esta mañana con la noticia, además que creo que a tí y a Yin les hará bien pasar unos días juntos -hace pausa y analiza la expresión de él-... Si no puedes, no importa, ya veré cómo me las arreglo.

Tras escuchar con el mismo gesto serio del principio a Camila, me levanto para observar los billetes de avión que me extiende. Los miro por algún tiempo, y finalmente niego con la cabeza

- Lo lamento, pero no. Por otro lado estoy seguro que a Yin Yao le encantará saber que se tiene que quedar conmigo, dado lo a gusto que ambos nos sentimos juntos... pero a pesar de ello en otra ocasión no habría tenido problema. Desgraciadamente mañana mismo salgo de viaje, también por un par de semanas. - una sonrisa fría, desganada, aparece en los labios de Andrés- Parece que después de todo sí soy capaz de tomarme unas vacaciones. Aunque lamento que como de costumbre mis actos no sean en un buen momento para ti.

-Hay cosas que no cambian -responde Camila y vuelve a encogerse de hombros-. Bueno, ya no te quito más de tu precioso tiempo y me alegra que al fin un poco de ese tiempo lo dediques para tí.

Hubiese agregado un "Lástima que no lo hiciste cuando aún éramos una familia, las cosas serían muy diferentes", pero no tenía sentido hacerlo, no era su intención escarbar en una herida que sabía no había cerrado para ninguno.

Camila toma el sobre de encima del escritorio y lo mete otra vez en su bolso, hace lo mismo con los boletos y se pone de pie.

-Ya que tú y yo viajaremos y nuestra hija -le da una especial entonación a esas dos palabras- debe quedarse con alguien de confianza, se lo voy a pedir a tu hermana y te agradecería si me ayudas a convencerla -arquea una ceja-... aunque no creo que me ponga peros, la llamé para comentarle del viaje apenas me enteré. Nos vamos a juntar a mediodía en mi casa, si puedes y quieres te espero a comer.

- Si valorases mi precioso tiempo me habrías avisado al menos que te pasabas - dije con un tono ciertamente seco. Aunque acto seguido lo suavicé, un poco- Vamos, Camila. Nunca he negado que Yin es nuestra hija. Que yo recuerde la pensión que acordamos la he pagado cada día, y siempre que cualquiera de las dos habeis necesitado algo, he estado ahí. Y si estais aquí por supuesto estaré encantado de comer con vosotras y mi hermana. Y de convencerla, por supuesto, si es que es menester. Aunque seguro que ya la tienes mas que convencida.

No responde al tono seco, aunque ella le suena más a ironía, con que él le espeta lo de su tiempo. Si lo hace más que seguro que terminan enfrascados en una de esas discusiones con ribetes épicos que tienen cada vez que lo hacen, así que actúa como si nada.

-Pues te equivocas, Andrés, tu hermana todavía cree que estoy intentando jugarle una broma con ésto del viaje -esboza una sonrisa-... Ya sabes, como a ella le encanta andar gastándoselas a todo el mundo, jura que el resto es igual -lo mira a los ojos un instante antes de seguir hablando-. Es mi socia, se hará cargo del criadero, pero no puedo decirle que también lo haga de Yin antes de consultárselo.

Se cuelga el bolso en el hombro y se aparta el cabello del rostro.

-Nos vemos en la comida entonces, de todos modos si no puedes ir me avisas para no estar esperándote -se da media vuelta y camina hacia la puerta-... Bueno, te cuidas y estamos hablando, supongo... Cuidate, adiós.

ESCENA TERMINADA