Salgo al jardín con mi almuerzo en la mano. Al entrar en la zona de cesped me quedo un momento asombrado mirando al inmenso jardín.
Tras unos segundos de respirar aire freco y sentir el oasis de tranquilidad en esta alborotada ciudad, doy unos pasos erráticos hasta encontrar un lugar con abundante y verde hierba en el que el sol incide a ratos gracias al movimiento de las ramas de uno de esos grandes árboles. Me siento con cuidado y continúo comiendo mi bocadillo concentrándome en la verde visión y el cantar de los pájaros.
Al terinar con el almuerzo me recuesto sobre la hierba y cierro los ojos rantando de descansar un poco mientras el sol calienta mi cuerpo.
Tras descansar un rato tumbado en el cesped mientras digería el bocadillo, me levanto dando un pequeño salto y me estiro.
Seguidamente comienzo a caminar tranquilamente hacia el interior del hotel con las manos en los bolsillos.