Partida Rol por web

Lo último que habría esperado Kenji es que un pokémon como Heliolisk pudiera realizar un ataque de tipo agua sobre un rival pero, por fortuna, Yotanwa aguantó el impacto y acto seguido debilitó a su rival, encarando por fin al último enemigo que debía superar para ganar esta prueba.

El mono aquel parecía estar en desventaja frente al fuego de su pokémon y, aunque suponía que era una trampa, no tenía muchas más opciones con su pokémon tan débil como estaba que intentar acabar con su ataque insignia.

- Yotanwa, sé que estás débil pero, quema a ese Oranguru con un Envite Ígneo. - Le ordenó aún consciente de que podría tener un nefasto resultado para su pokémon.

Kari decidió sacar a su último pokémon al campo de batalla, pero la habilidad impulso de Blaziken lo había hecho extremadamente rápido y apenas había rival para él. Si a eso le combinabas el gran ataque que tenía tras su megaevolución, se había convertido en una fuerza imparable.

Oranguru no fue capaz ni tan siquiera de ver a su rival, de haberlo hecho podría haberle paralizado con su mente y haber atacado su punto débil. Pero cuando Kari se quiso dar cuenta, el pokémon psíquico estaba fuera de combate y Kari había perdido.

¡Oh! ¡Impresionante! Gritó Kari a Kenji. Eres un entrenador increíble. Esto es para ti. Le dijo tendiéndole la medalla Piedad. ¡Enhorabuena! Después de aquellas palabras, se acercó hasta Oranguru y Blaziken y les dio a ambos un Max. Revivir para que recuperaran de nuevo sus fuerzas. Oranguru tendió la mano a Blaziken mostrando una profunda sonrisa en su rostro.

Kenji agradeció a Karin su amabilidad para con Yontawa, que sin duda había demostrado lo poderosa que era su forma megaevolucionada derribando a dos pokémon rivales, pese a haber caído debilitada.

- Creo que un mejor entrenador podría haber ganado sin sacrificar a su pokémon. - Dijo Kenji apesadumbrado mientras miraba la pokeball a la que había vuelto su pokémon. - Quizás en un futuro sea mejor.

Las palabras iban más para su propio equipo que para la líder y, pese a que estaba feliz por la victoria, tenía un saber agridulce al pensar que iba muy confiado con la estrategia que le había descrito su compañera Azura pero finalmente no había seguido la misma, lo que le descolocó.

Sin más palabras que una simple despedida y una promesa de revancha, Kenji se despidió de Karin y volvió al centro pokémon para recuperar a Serina, no sin antes pasarse por la tienda para conseguir unos objetos para potenciar a su equipo.

El gimnasio corazón se encontraba en el interior de un hermoso templo. La decoración estaba cuidada al mínimo detalle, ofreciendo miles de imágenes de dioses japoneses. Aquel templo era un lugar perfecto para ir a rezar, pero en su exterior era donde se disputaban los combates que se librarían por la medalla piedad.

Para acceder al edificio había que subir a lo alto de una columna y luego subir al menos una centena de escaleras. Después había que atravesar una gran cantidad de toriis de color rojo para finalmente alcanzar el objetivo del camino.

Kari se encontraba en el exterior del edificio contemplando las vistas y observando al aspirante llegar. Cuando le vio comprendió que aquél joven no venía precisamente a rezar, sino más bien a librar un combate para obtener la medalla Piedad.

Buenos días. Saludó muy educadamente. Mi nombre es Kari soy la suma sacerdotisa del templo Corazón y también la líder del gimnasio que lleva consigo el mismo nombre. Por lo que puedo ver, tienes dos medallas. Lo cuál significa que libraremos un combate usando tan solo tres pokémon, el que primero derrote a los otros, se hará con la victoria. ¿Entendido?

Tras esa última pregunta, Kari sacó a su pokémon. ¡Adelante, Drampa! Kari sonrió al verla y la acarició muy efusivamente. Después Drampa se tiró sobre ella para llenarla de lametazos como si se tratase de un perro. ¡Yo también me alegro de verte! Pero céntrate, hay que prepararse para el combate.

A continuación sacó sus siguientes pokéballs y de ella salió una hermosa Pyroar que hizo exactamente lo mismo que Drampa, se abalanzó sobre Kari, pues se alegraba un montón de volver a verla y de luchar a su lado.

El último en salir fue Oranguru un pokémon que se quedó totalmente impasible y sentado esperando ver qué pasaba en el combate.

El joven retador habría viajado el largo camino hasta estar relativamente cerca del gimnasio, aun así le faltaba lo mas difícil que eran los cientos de escalones que tenia en frente, mientras subía cada uno de ellos el retador se preguntaba cual era su problema para elegir siempre los gimnasios que lo dejaban hecho trizas, primero escogió subir una larga montaña hasta el prado donde la respiración era difícil de mantener, despues de esa travesía se dirigió a uno que lo dejo sudando hasta que su ropa quedo empapada totalmente, ahora a duras penas podía contener el aliento sus piernas temblaban por el esfuerzo que habían hecho, con sus ultimas fuerzas bebiendo una botella de agua cruzo los Toriis, el entrenador se recompuso a pesar del sudor perdido tratando de mantener el animo cuando se sentía un poco mas fresco mirando a la líder de gimnasio -Claro que lo entiendo ahora luchare y ganare la medalla.

Tirando sus pokeballs el joven entrenador libero a sus pokemon sin tardar en darles sus indicaciones -Muy bien chicos vamos a demostrar nuestro poder Kommo-o rápido usa puño drenaje contra Drampa, Gyarados ahora tu usa terremoto no te contengas, Dragonite usa garra dragón contra Drampa- Al oír las indicaciones de su entrenador los tres pokemon se prepararon para atacar, el puño del pokemon tipo lucha parecía haberse cubierto por una energía mientras las garras de Dragonite se iluminaban de un brillante verde ambos buscaban impactar contra Drampa, por su lado Gyarados se movió golpeando el suelo con fuerza buscando crear un a potente onda de choque que sacudía la tierra.