Al joven aspirante le resultó increíble lo ocurrido. Sin embargo, se trataba de Articuno, un pokémon legendario, por lo que era normal que no hubiera acabado resultando tan fácil como parecía que iba a serlo.
Tarako se acercó a su debilitado Szicor, se gachó junto a él y le acarició la cabeza. Lo has hecho genial, casi lo consigues. Le animó sonriente a la vez que lo tocaba con la pokéball para que descansara.
El muchacho pelirrojo se levantó y con una sonrisa de oreja a oreja observó más de cerca a un Articuno en todo su esplendor. Es impresionante. Dijo francamente asombrado. Enhorabuena. Que un pokémon así obedezca tus órdenes es digno de admirar. Dijo a Matt sin mirarlo, no podía despegar su vista del maravilloso ave azulado. Me has enseñado una gran lección para el futuro, te lo agradezco. Alzó la mano y se despidió. Se hubiera quedado todo el día mirando al pokémon pájaro, sin embargo, aún debía ganar una batalla y no podía perder el tiempo.