Partida Rol por web

Areth se acerca a la ventana y otro grito en el interior hace que esté a punto de desenvainar su espada. Acechando desde el alféizar mira al interior para ver cómo entre un pequeño hombrecillo y una muchacha acaban con la vida de un asaltante enmascarado. El hombre, de aspecto desagradable, clava su daga con maestría en la pierna del embozado, dejándole medio muerto en un charco de sangre.

Al fondo de la sala, otros dos hombres enmascarados luchan entre si. Sin embargo, hay algo que no termina de encajar en ese combate, pues uno de ellos se dedica a evitar las puñaladas que le lanza el otro sin hacer el más mínimo amago de defenderse, a pesar de la evidente superioridad que muestra en el control de sus movimientos.

Yi Fan, por su parte, espera en el exterior observando los alrededores de la casa. No tarda en levantar la vista hacia el tejado al otro lado del callejón y ve a una mujer que levanta la mano a la altura de su cabeza, en una muda orden de detener el ataque. Con el ceño fruncido, se inclina sobre una chimenea y os observa con atención.

- Dos lacayos de Asceltis... Esto explica muchas cosas - dice frunciendo el ceño. Súbitamente, a su lado aparecen otros dos asesinos embozados con varios cuchillos arrojadizos en sus manos.

¡A cubierto! Exclama Yi Fan cogiendo por el brazo al guerrero Uld y alejándolo del alféizar hasta que ambos quedan a salvo de ser alcanzados por los cuchillos arrojadizos de los dos asesinos que acompañan a Henders.

Les han descubierto, y ahora si no actúan con rapidez su objetivo podría tratar de escapar. Si quieren tener siquiera la oportunidad de enfrentarse a ella deben subir hasta allí arriba.

Ahora mismo.

¡Fawkes! Exhorta al felino compañero de Areth mientras llega hasta la entrada de la vivienda junto a la que están y derriba la endeble puerta de una patada. ¡Adelántate! ¡Búscanos una salida de la planta superior!

El gato salta al interior, desapareciendo en la oscuridad para ser seguido del Dindavara, que busca las escaleras que le lleven al piso superior. Es posible que el edificio no tenga salida a la azotea, por lo que en ese caso tendrán que abrirse paso, quizás a través del endeble tejado (las construcciones de la periferia suelen ser de muy mala calidad) o por una ventana, con el riesgo que ello supone.

Yi Fan detesta depender del azar, pero si tuviesen suerte… un poco de suerte…

-Bueno, era de esperar que siendo una espía dejara el trabajo sucio a unos lacayos, en lugar de mojarse ella misma las manos de sangre.- Eso en cierto modo disminuye mis escrúpulos a la hora de combatir con ella. Empiezo a sentirme muy cabreado con los conspiradores y los falsos, aquellos que mandan a la gente a morir en su lugar.

El tirón de Yi Fan me saca del ensimismamiento, y tomamos cobertura contra la pared. Su iniciativa es buena. Trepar por el exterior del edificio es un suicidio, con el enemigo alerta. Efectivamente, subir por el interior es lo más seguro, y me lanzo detrás del Dindavara para llegar arriba a toda velocidad.

-Fawkes, si ves a Henders, no la pierdas de vista. No debe escapar...

La puerta de la casa cede fácilmente y os adentráis en ella. Unas escaleras suben al primer piso y a la derecha hay un salón con una chimenea llena de pucheros que debe de hacer las veces de cocina. Agazapada en una esquina, una mujer agarra un cuchillo mirándoos con gesto de auténtico pavor.

Fawkes se adelanta y sube a toda velocidad por las escaleras de la casa. - ¡Hay una escalera de mano que sube al tejado! - os avisa desde arriba. La expresión de la pobre dueña de la casa, si ya era de miedo por la lucha que se está produciendo en el edificio adyacente y por el hecho de que unos extraños armados hasta los dientes entren en su casa se convierte en un gesto de completa histéria al escuchar la voz que sólo puede provenir del gato que ha visto pasar.

Ignoráis a la mujer y subís a una pequeña sala en la que hay un par de camastros y un baúl. Tal y como os ha dicho Fawkes, una pequeña escalera parece subir hacia la parte baja del techo abuhardillado.

- Yo no puedo subir por ahí - dice el gato. Bufa cuando Areth hace amago de ir a cogerle. - Necesitarás las dos manos si os están esperando. Saltaré por la ventana y subiré desde la calle - dice corriendo hacia un lateral.

El gato desaparece mientras comprobáis que la trampilla al final de la escalera se puede abrir y que, efectivamente, da a la parte superior del edificio.

-¡Disculpe señora, hay ratas en el tejado!- Le grito a la dueña de la casa mientras paso como una exhalación a su lado. -Pobre mujer, vivir el la ciudad a veces puede ser una auténtica mierda...- 

Tras escuchar a Fawkes le deseo buena suerte. Al menos, siendo un gato, atraerá menos golpes que yo. Miro fíjamente a la puertecita que da al tejado de la casa. Con todo este follón seguro que nos estarán esperando. -¡Detrás de mí, compañero!- Salgo por delante de Yi Fan, y atravieso la puertecita como un tifón, haciendo molinetes con la espada para defenderme de los hombres que haya detrás. Si consigo atraer sus golpes, Yi Fan tendrá una buena oportunidad de pasar indemne.

Las astillas saltan a mi alrededor cuando salgo al exterior. -¿Picaportes? ¡Eso es para débiles! ¡AARRRR venid aquí, marineros!-

Areth destroza la trampilla y sube directamente al tejado. Su grito llama enseguida la atención de todos los presentes, que no tardan en mirarle fijamente. Al otro lado de la calle, la mujer con sus dos guardaespaldas le señala, pero no son los dos hombres con cuchillos los que se dirigen hacia él: desde el tejado adyacente, otros dos asesinos, embozados con lo que parece el mismo uniforme que los guardias que acompañan a Henders, se acercan a vosotros, sin dejar de vigilar el acceso al tejado de la casa de al lado.

Yi Fan sube por los restos de la trampilla mucho más cuidadosamente que Areth, pero en seguida ve la disposición de sus cinco oponentes. Con la mano en la empuñadura de su espada, se dispone a encararse a los dos más próximos, sin perder de vista a la mujer y sus dos acompañantes que, pese a la distancia, parecen una amenaza mayor.

Mientras os movéis preparándoos para el combate, escucháis pasos en las escaleras de la casa de al lado, cerca de la trampilla que vigilaban los dos hombres. Dos personas parecen acercarse desde allí, probablemente los supervivientes del combate que visteis en el salón.

Yi Fan intenta evaluar la situación lo más rápidamente posible para tomar la mejor decisión. Sus vidas dependen de ello.

Cinco enemigos, en dos grupos, en tejados adyacentes. Henders es su objetivo principal, pero lanzarse directamente contra ella y sus acompañantes supone saltar a otro edificio mientras sufren el ataque de puñales arrojadizos, además de la posibilidad de verse rodeados por los otros dos asesinos. Por otro lado, lanzarse al ataque de los embozados que vigilaban la trampilla podría darle la oportunidad a la mujer de huir mientras entablan combate…

Manten la calma, guerrero. Susurra el Dindavara a su compañero mientras comienza a dar pasos hacia la posición de Henders, sin dejar de vigilar a sus adversarios. Recuerda por quién estamos aquí.

Los ruidos que escucha Yi Fan en las escaleras de la casa de al lado pueden significar que miembros de la facción enemiga a la de Henders están a punto de hacer su aparición. Y en estos momentos el enemigo de mi enemigo puede convertirse en mi amigo…

El Dindavara espera no equivocarse. En este juego no suele haber segundas oportunidades.

Observáis a vuestro alrededor, pero no parece haber muchos objetos que os puedan servir de cobertura. Tan sólo la propia trampilla por la que habéis salido y las chimeneas de las casas, bastante separadas del borde de los tejados, pueden ofrecer alguna cobertura.

La trampilla que vigilaban los dos hombres se abre bruscamente, y en ella aparece un hombre de mirada taimada que observa la situación rápidamente. Tras él, una joven muchacha, con un cuchillo en la mano y su vestido rasgado y manchado de sangre se coloca en posición defensiva. Por último, un hombre asciende siguiendo a la muchacha y se retira ligeramente, paseando su mirada por los tejados con la atención de un cazador con el rostro oculto tras una máscara.

La escena continúa en
Lucha en los tejados