Partida Rol por web

-Eso es verdad, los Stark han ganado muchos aliados y anexado territorios que anteriormente estaban enemistados con ellos.- Dijo a Millicent. -Además tienen buenas relaciones con los clanes de la montaña por lo que también cuentan como potenciales aliados.- Agregó mientras trataba de encontrar con la mirada alguna presa decente que llevar al castillo.

-Estoy más que seguro que la moneda que pagara esta alianza serán mis primas. Que los antiguos se apiaden de la que le toque casarse con los de Skagos, esos son poco más que animales.- Por lo que sabía su madre y el también serian puestos en la negociación y de seguro su destino estaba en esa maldita isla de caníbales.

-El Tio Syd llegara dentro de unos días, espero que el pueda hacer entrar en razón al rey de otra forma tendré un futuro muy negro.-

Millicent asintió ante las palabras de ser Ludwig. La verdad es que no se había planteado cuál sería su destino, el de él. Había supuesto que sería uno privilegiado, como el de sus propios hermanos, en el castillo.

Parecía que él lo veía más negro. 

Abrió la boca para contestar, pero entonces le pareció escuchar algo. A la izquierda, a unos cuantos metros. 

—Tsss, no hagas ruido... creo que he oído algo.

Millicent pudo notar que a pocos metros de donde ella estaba había alce muerto. Había un rastro de sangre y el animal parecía mover su caja torácica arriba y abajo. Si eso era algún tipo de respiración era absolutamente anormal.

 La respuesta a la incógnita de que era lo que le sucedía al animal fue resuelta al instante cuando  se levanto una bestia de pelaje entre blanco y grisáceo. El animal era de un tamaño descomunal y estaba manchado con sangre de su presa a la que estaba devorando cuando estos la vieron. Se trataba sin lugar a duda de un gatosombra de las nieves que aun no se había percatado de la presencia de los dos jóvenes lo que les podía significar una gran ventaja a la hora de huir o de matar al feroz animal

El corazón le dio un pequeño salto. 

Una bestia. Noble y peligrosa. Alargó la mano a su espalda, mientras agarraba firmemente las briznas del caballo, y sacó su arco. Echó una rápida mirada a Ludwing, esperando que él también lo hubiese visto, y le señaló hacia el gatosombra. Solo para asegurárselo. O quizá para indicarle que atacase. 

No pensaba dejar pasar una oportunidad así. 

—Dispárale —susurró casi sin mover los labios—. Vamos. 

Ella ya tenía una flecha preparada, por si él fallaba. 

Ludwing asintió a lo dicho por Millicent. No había visto a la bestia y agradecía a los antiguos que la chica la hubiese notado antes de que el animal lo hiciera con ellos.
 Soltó las riendas del caballo para tomar el arma con mayor precisión y apunto al lomo de la bestia.

El birote salio con disparado del arma y le dio a la bestia de lleno pero, por lo visto, sin causarle mucho daño

Millicent no esperó a que la flecha de su primo acertara. Levantó su arco mucho antes y tiró de la cuerda con fuerza. No tenía un arma poderosa y elegante como la ballesta de Ludwing, pero la sensación de sus músculos tensándose y de contener la respiración solo para asegurarse de que nada desviaría su flecha eran incomparables.

Era una sensación que hablaba de otros tiempos. Casi como palabras susurradas en sus oídos. Entrecerró los ojos, intentando eliminarle de su mente. A Nort. Había veces que costaba recordar si todo había sido malo, si no había habido un momento feliz.

Soltó la cuerda.

La flecha se elevó unos metros antes de caer en picado sobre su presa.

El Disparo de Ludwing había dado en el animal causando algo de daño en su lomo. El De Millicent directamente atravesó el cuello del animal dejándolo sin respuesta alguna

¡Bien! le dimos a la bestia. Dijo con alegría mientras bajaba del caballo. El muchacho se acerco al animal para inspeccionarlo y se sobresalto con lo que vio ¡Madre mía! que disparo. Dijo con sorpresa. Tu flecha le atravesó el cuello Millicent, has hecho un tiro formidable.

Millicent dejó el arco a un lado antes de bajarse del caballo. Lo colocó con cuidado y cogió la cuerda que había cogido en el castillo. Dejó que Ludwing se adelantara, incluso que examinara el cadáver, mientras se aseguraba de tener todo lo necesario. 

—¿Ah? —preguntó girándose e intentando mantener una expresión blanca—. ¿De verdad? Mierda... —La expresión blanca pasó a una de consternación—. ¿Por los dos lados? ¿Ha estropeado la piel?

El regalo de una capa de un animal tan peligroso y noble hubiese sido un gran regalo para cualquiera. Cuántos más agujeros tuviera... peor. 

Se acercó con la capa en la mano y observó a la criatura sin demasiada emoción. Ya había cazado antes. Muchas veces, en realidad. Antes todo era una buena escusa para salir al bosque, matar un par de aves y merendar alrededor de un fuego. 

—No creo que con este frío la carne se vaya a pudrir, pero sería buena idea irlo moviendo. ¿Verdad? 

-No parece que la piel se haya dañado mucho, creo que se podrá sacar algo bueno dijo.- el chico acercándose a la bestia. -Pásame la cuerda así lo puedo atar.- pidió mientras sacaba la flecha y el virote sin miedo a mancharse con un poco de sangre.
-La carne será buena y seguro pude aprovecharse para algo. No sé si se podrá comer, este animal está en constante actividad así que debe ser muy fibroso pero tal vez haya algo de carne buena que se pueda sacar.- El muchacho levanto la cabeza y miro a Millicent a los ojos. -Que te parece si lo llevamos a las cocinas y pedimos que nos lo preparen, Yo conseguiré una excelente botella de vino y podremos comernos este festín nosotros y que el resto se coma nuestras sobras.-

Millicent boqueó, casi sorprendida por la oferta. Aquello no entraba en sus planes. Ni siquiera en los más absurdos. 

Frunció el ceño y bajó la cabeza. Había mil razones para no hacerlo... y... 

—Por todos los dioses, sí. Sí, nunca... 

Nunca he comido antes que los demás dentro del castillo. 

—¿Lo atamos a la grupa de uno de los caballos o lo llevamos arrastrándolo? 

-Bueno entonces disfruta de esta cena y siéntete la señora del castillo por esta noche.- Dijo Ludwing mientras comenzaba a hace maniobras para subir el animal a uno de los caballos. -Sera mejor que lo llevemos así, de otro modo arruinaremos la piel.  

Millicent ayudó a Ludwing a subir el animal en silencio. No era la mujer más fuerte, pero una mano nunca venía mal. La peor parte de cazar grandes bestias era esa, sin lugar a dudas. A nadie le costaba levantar un par de aves. Un gatosombra era... bueno, era otra historia. 

—Por todos los dioses, pesa demasiado... —farfulló con la impresión de que apenas había conseguido elevarlo un par de centímetros. 

-Sí, vamos a tener que usar este caballo solo para la carga, debemos compartir el mío para poder regresar más rápido a casa.- Dijo Ludwing a Millicent. -Tu elijes si quieres ir al frente o en la grupa del caballo.- Agrego sin mirar a la chica, casi restándole importancia al hecho de volver en un solo caballo a menos de 3 centímetros de distancia el uno del otro.

-Salvo que se te ocurra otra idea, estoy abierto a las posibilidades.

Millicent asintió. 

—Esta pobre bestia ya está muy mayor —murmuró golpeando suavemente el hocico de su caballo—. Montaré en la grupa, mismamente. No estamos tan lejos. 

Sonrió, encogiéndose de hombros y mirando a su alrededor. 

Esperó a que Ludwing montara primero. 

Tanto ludwing como Millicent volvieron al castillo a trote de caballo y lograron hacer que le cocinen el animal luego de que lo despellejaran para poder utilizar su piel.