Partida Rol por web

Scythe

Escena 4: Vulkan Komite

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30/05/2021, 11:15
Azucena Ruiz

Y todo terminó… O no.

Aún tenía en una de mis manos los artefactos que había tratado de hacerle llegar al Señor Díaz cuando pulsé aquel botón azul. Los guardaba en uno de mis bolsillos, al mismo tiempo que cerraba mis ojos, cuando escuché una voz.

Volví a aquel lugar de inmediato, viendo al Señor Ballesteros a mi lado instándome a lanzar el otro misil, antes de volver a desaparecer para hacer no sabía qué; quizás lo mismo que trataba de hacer el Señor Trillo. Resultaba curioso cómo parecía haber cambiado el bibliotecario en el transcurso de aquella misión. Seguramente todos hubiéramos cambiado, o al menos la mayoría.

Finalmente, no resultó necesario que pulsara nuevamente aquel botón que prácticamente rozaba ya con mis dedos. El misil lanzado pareció impactar contra la ofensiva del Octubre Rojo, al igual que aquel otro elemento que voló en aquella dirección. Lo que también voló, o mejor dicho quién, fue el Capitán Azor; a quien pude ver con angustia retrocediendo en el aire, pero pronto pareció tomar el control.

Aquello que amenazaba nuestras vidas había sido abatido, provocando una imagen, y sobre todo un estruendo, estremecedores. Nunca había disfrutando tanto de un ruido. Todo había terminado, pero tan sólo de una superficial manera. Aún había mucho por hacer, y un futuro incierto que nos aguardaba al abandonar lo que prácticamente eran unas ruinas.

Pero aún no era el momento, y en seguida todos los recursos de los que disponíamos fueron movilizados, mientras la Señorita Blanco se ocupaba de cuidar del Señor Silva y del Señor Gastelu. Una vez se habilitó lo necesario para atender a los heridos, los ya localizados fueron puestos a disposición de los más expertos y el resto nos dispusimos a ayudar en cuanto pudiéramos; principalmente en la localización de supervivientes y moviendo los escombros necesarios para rescatarlos.

Cada uno lo hacía a su modo, sirviéndome en mi caso de mi capacidad auditiva superior para encontrar aquellos que era difícil hallar. Dentro de lo que cabía, resultaba agradable poder usar mis capacidades para ayudar de un modo no destructivo, si bien aquello no significara que resultara incluso escalofriante en ocasiones detectar los agónicos sonidos de las víctimas, o aquellos rezos y deseos que algunos murmuraban en los que creían eran sus últimos momentos.

Nos llevó un tiempo, pero terminamos por lograr rescatar a todos los supervivientes, dejando un campamento atestado de víctimas en el que afortunadamente no faltaban manos que quisieran ayudar. Sólo entonces me permití un respiro, volviendo mi mente al momento presente, y empeñándose en viajar al futuro; terminando por flaquearme las piernas.

Conseguí avanzar lo suficiente como para poder apoyarme en una de las paredes que aún permanecían en pie, tan sólo para que mi espalda terminara resbalando por esta, hasta sentarme en el suelo. Entonces, sólo entones, hundí mi rostro entre mis brazos, aquellos que se cruzaban sobre mis rodillas; y rompí a llorar. Era demasiada tensión la acumulada, demasiada la angustia contenida, las fuertes emociones por primera vez vividas, y terminé por arrojar todas en forma de lágrimas y llanto; oculta tras un montón de hormigón como si estuviera haciendo algo malo.

En cierto modo, lo era. No olvidaba el aleccionamiento recibido para poder ejercer como espía para el Gobierno, donde se hacía hincapié una y otra vez en la necesidad de enterrar bajo varias capas cualquier sentimiento que no resultara beneficioso mostrar. Había logrado dominar aquello, en una grandísima parte, pero no dejaba de ser una mujer de carne y hueso; y mi experiencia como agente era risible por su brevedad. Mucho de lo recientemente vivido era completamente nuevo para mí.

El llanto terminó cesando, pero no así la confusión y la inquietud al pensar en qué sucedería a continuación. De la Cierva nos había hecho promesas que no sabía si había tenido intención real de cumplir, pero no habíamos recuperado el virus, y a ello podrían agarrarse para no cumplirlas si realmente había habido intención de hacerlo. Por un instante, me sentí tentada a emplear aquel artefacto teleportador y huir de allí, lejos, todo lo lejos que pudiera; pero aquello no era viable, no si quería continuar manteniendo seguros a mis padres, y aquello nunca dejaría de ser así.

Todo aquello me llevó a pensar en un asunto que había pasado por alto hasta el momento…

De la Cierva… ¿Dónde esta?

Froté mis ojos al mismo tiempo que trataba de localizar las voces que ya conocía, no tardando demasiado en captar la conversación que parecía desarrollarse entre Díaz, Ballesteros y posteriormente Gastelu. De entre lo poco que pude captar, escuché unas palabras por parte del líder del equipo que hicieron que sintiera una opresión en mi pecho que tuve que ignorar, poniéndome en pie y abandonando aquel improvisado refugio para ir en busca de los demás.

Gracias a mi oído, no me costó encontrarles también con la vista, terminando incluso corriendo hacia ellos a pesar de los tacones.

- ¿Saben dónde está De la Cierva? ¿Alguno lo ha encontrado? – les pregunté a los tres hombres de inmediato al detenerme junto a ellos, alarmada y pudiendo apreciarse cierto enrojecimiento en mis ojos.

Proteger a De la Cierva no había sido uno de los objetivos definidos, pero tenía bastante claro que el que algo le pasara no sería de agrado del Gobierno, lo cual tan sólo nos traería problemas. Sobre todo a los que como yo, estábamos en aquel lugar por obligación.

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01/06/2021, 13:55
Trillo

Una gran explosion lejana indicó que alguien había dado al proyectil. Bueno, sobreviviría un día mas, pensó Trillo mientras la perceptible ola de calor de la explosión les alcanzaba al cabo de unos minutos. Se acercó al resto del grupo. Tenía una pinta extraña, el traje de gala hecho trizas por los repulsores sovieticos y una fea marca en el hombro, donde el plasma de la turbina había conseguido quemar su dura piel, pero no le dolía, así que lo ignoró, se curaría con el tiempo, como siempre hacía.

No dijo nada al Capitán Azor sobre haber gritado sus credenciales en mitad de una misión secreta. No era asunto suyo. Imaginaba que ahora que todo había acabado, le dejarían en paz de nuevo y podría volver a dedicarse a sus cosas. Buscar un lugar tranquilo y alejado del ruido y descansar.

Miró de nuevo a sus compañeros. Cansados y apaleados, pero victoriosos. No habían recuperado el virus, lo que le ahorraba la molestia de destruirlo él mismo, y eran más que capaces de salir de ahí por sus propios medios. Siempre taciturno, Trillo no acabó de recorrer los escasos diez pasos que le separaban del resto. En lugar de ello, se dio la vuelta y, de un gran salto, desapareció en dirección sur. Su trabajo había terminado.

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02/06/2021, 15:17
Juan Tomás De La Cierva

De la Cierva sale entre los escombros sin sufrir un rasguño, y con una botella de champán Dom Perignon además de que va acompañado de una dama de gran belleza. Observa la zona catastrófica y alcanza a decir:

- Veo que se han divertido de lo lindo. - ve el maletín destruido y al resto de agentes rusos en el suelo además del traidor - Y las cosas han salido bien, por lo que veo. Se ve que traigo buena suerte...

Dicho esto se acerca a hablar con vosotros mientras dialoga en alemán con la dama.

- ¿Están todos ustedes bien? - pregunta cuando se acerca a vosotros. - Les aseguro que serán bien recompensados por todo esto.