Partida Rol por web

Trillo continúa tirado en el suelo mientras nota como se acercan varios individuos, al menos cuenta tres ya que parece que el humo provocado por las granadas de gas está escapando de la cafetería. Escuchaste romper un cristal momentos antes por lo que entiendes que es a través de dicha rotura que el gas está saliendo.

Los individuos siguen avanzando y van tomando posiciones, Ballesteros está situado detrás de ellos y puede verlos con algo más de claridad. Cuanta tres pero es posible que haya alguno más que todavía no ves, o que simplemente sea un comando de tres hombres.

No era la primera ni, con suerte, sería la última ocasión en que abandonase una estancia a través de una ventana abierta. De hecho, aquel acto se había vuelto natural para mí, pues en incontables ocasiones había salido de la casa de campo familiar a través de una ventana para disfrutar de un relajante vuelo por los campos. En aquella ocasión, sin embargo, no se trataba de un vuelo de recreo, sino que la premura acompañaba a las precauciones al encontrarme en medio de una compleja misión. El desconocer cómo le iba al resto del equipo hacia que me ardieran las entrañas. Traté de que el vuelo fuera lo más suave y poco llamativo posible mientras estaba a la vista de las ventanas de las habitaciones del complejo, pero aceleré al sobrevolar éste por encima de los tejados. El radar me mostró una información preocupante, y es que nada menos que tres tecnoarmaduras mantenían vuelo perimetral sobre el complejo. Mal asunto. Tizona era un arma formidable, y con ella en la mano existía alguna posibilidad de lograr superar el blindaje de una tecnoarmadura, al menos si no era especialmente robusta. Con eso, y si era capaz de presentar una mayor movilidad que ella, existía la posibilidad de enfrentarme a un piloto tecnoblindado con alguna posibilidad. Desconociendo su movilidad, el grosor de su blindaje, y en una proporción de tres a uno, enfrentarlos era una locura. Activé la munición convencional de Tizona y descendí por el patio en un descenso vertical y suave, aprovechando el proceso para activar momentáneamente el visor infrarrojo de mi casco. Nunca se sabía cuándo eso te ofrecería alguna sorpresa. Pero volví pronto al visor convencional, comprobando que salía humo de la cocina a través de la ventana que había abierto Xabier por las bravas. Aterricé suavemente, flexionando las rodillas, con el arma en una mano y el control del propulsor en la otra. Y con la esperanza de poder reunir al equipo cuanto antes.

¡BOOOOOOOOOM!

En solo unos segundos todo se descontrola. Una gran explosión que afecta al ala del hotel contraria en la cuál estáis estalla en mil pedazos. Escucháis gritos de terror y dolor. 

Durante unos instantes todo se funde en negro...