El olor a humedad inundaba cada una de las estancias del complejo. Durante años había estado cerrado pero ahora por petición de un alto mando de la Agencia M la han vuelto a abrir para poder realizar estudios de tu condición. Eres el primer no-muerto que IDESS ha podido estudiar y a la rama militar le ha entusiasmado la idea de poder tener un comando de soldados que no necesiten dormir, comer o respirar.
- Bienvenido a tu nuevo hogar... - dice Fernández, tu guía y única cara conocida desde que te encontraron cerca de la central nuclear. - Esta base se usó sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial, según tengo entendido los científicos que estaban aquí destinados intentaron mejorar a los soldados por medio de la cirugía implantando agallas a rojos para poder crear un escuadrón anfibio que pudiera tomar Malta y Gibraltar y así ayudar al ejército alemán...pero al parecer las cosas no salieron como deseaban y la base fue cerrada en los sesenta ya que IDESS trasladó su tecnología a otras sedes con acceso a más recursos...
Fernández te muestra poco a poco las distintas salas que forman el complejo, las comodidades son escasas pero es un sitio donde puedes aprender sobre ti y sobre tu condición...además con ello ayudas al régimen a luchar contra los malditos rojos.
- Mañana vienen a evaluarte desde Madrid, creo que te pondrán a prueba para ver de qué eres capaz...seguramente luchando contra algo...debes demostrarles que eres útil, así todos saldremos ganando...
En la voz de tu "amigo" notas cierto temor a que fracases, parece ser que su destino está ligado al tuyo. No te cae mal aunque la verdad es que tampoco lo conoces a fondo. Te acompaña a tus aposentos, están mejor de lo que esperabas...al menos parece ser que las sábanas y mantas son nuevas y no de los años sesenta.
Fernández te señala la mesilla de noche y te comenta:
- Te he dejado un par de libros para leer y algunas partituras para que aprendas canciones nuevas para la armónica...que tu repertorio es limitado...te veo mañana. Descansa...o lo que tú hagas. - dice con una sonrisa mientras cierra la puerta y te deja encerrado en la habitación.
Si algo había aprendido Víctor en su viaje de soledad, fue paciencia. Así que cuando los investigadores se le acercarón y lo llevaron a ese lugar, les acompañó sin poner demasiadas pegas. Pacientemente escuchó a la gente que le interrogó y respondió con evasivas más o menos coherentes. Había tenido tiempo para prepararse.
España se había ido volviendo más y más ruidosa con el paso del tiempo. Dónde antes habían dos o tres coches ahora los había a miles. Más gente, menos espacio. Las zonas vírgenes, la alta montaña, los lagos, las simas profundas... todo había sido descubierto y catalogado, obligandole a retirarse cada vez más. En lo politico, todo había ido mal desde que la república perdió la guerra. Las masas oprimidas seguían oprimidas y la opresión no había hecho más que crecer. Al opio del pueblo se le habían sumado mil y una formas de control adicionales que iban desde el asco al terror. Entre los marxistas y los fascisatas habían aplastado casi en su totalidad el movimiento por la libertad.
O no.
No podía estar seguro, el régimen mantenía las comunicaciones bajo control ferreo. A lo mejor islándia era una utopía anarquísta y no lo sabría jamás. Aun así, su tierra parecía condenada. Eso no hacía que dejara de haber buena gente en el país. El tal Fernandez, a pesar de ser un traidor a su clase, parecía genuinamente preocupado por él. A lo mejor sólo porque su cargo (y a lo mejor su vida) dependían de ello.
Recorrió en silencio el complejo, sin perder nada de vista, y se sentó en su camastro. Al menos había luz electrica. Había aprendido a esperar las horas de la noche en silencio, solo con sus pensamientos. Hojeó los libros que le había dejado. Al menos tenía algo para leer.
Si tenía que luchar, bueno, pues lucharía mañana. Llevaba años sabiendo lo que era la verdadera libertad. Libertad de todo, incluso de las necesidades más básicas. Libertad auténtica y verdadera, aunque acompañada de la soledad que tanto odiaba Bakunin. Le habría considerado un egoista, pero su tiempo de lucha revolucionaria quedaba muy atrás. Reunció a luchar en la guerra, renunció a luchar contra el POUM, renunció a luchar jutno al maquis... no porque no tuviera fuerza, sino porque no tenía ganas.
Cerró los ojos y suspiró. Querrían que luchara con algo, querrían usar su fuerza para algo nada constructivo. El mundo seguía siendo igual que cuando lo dejó. Esencialmente estúpido.
La noche transcurrió con tranquilidad, y el día por fin llegó aunque metido en una lata gigante a varios metros bajo tierra o agua no se diferencia en absoluto la noche del día.
Fernández abrió la puerta y aunque sabe que no necesitas comer, ya que no es necesario para tu metabolismo, te ha traído una bandeja con café y galletas. Te lo deja sobre la mesa de noche mientras te comenta las novedades:
- Ha venido la plana mayor del estado. De Defensa creo que han venido todos, y también de Seguridad. He escuchado algunas de las pruebas a las que te someterán y parece que quieren probar a ver si resistes bien las llamas...la gente de la UME tiene interés en saber si eres capaz de resistir las llamas para poder apagar incendios...
No sabes que es la UME, pero si apagan incendios serán similares a la compañía de bomberos que vagamente recuerdas de tu Barcelona original.
Fernández se calla en el momento que otro hombre aparece. Trae una bolsa con ropa dentro, la deja sobre una silla al lado del camastro mientras comenta sin mirarte:
- Trillo, debes ponerte esta ropa...está hecha en parte de tejido de Aramid, un material resistente que aguanta bastante bien. Es un traje de operario como el que sueles llevar pero más moderno...si necesitas un casco te lo daremos. - mira el reloj y añade antes de irse - ...tienes una hora. Fernández te llevará a la sala de pruebas, verás que es mucho más amplia que estas...aquí la llamaban el Coliseo cuando aún estaba habitada la base.
Tras decir eso se marcha, en cuanto se aleja unos metros Fernández vuelve a hablar libremente:
- Si le llaman así es por algo...prepárate y luego te la muestro...los de IDESS han traído algún espécimen de los suyos para probarlos. No sabes lo que sus mentes enfermizas son capaces de crear...así que ve con cuidado...¿necesitas algo?
Fernandez estaba nervioso. Se notaba que el tipo ansiaba complacer a sus amos. Víctor era incapaz de entender aquella sensación. Nunca en su vida había sentido la necesidad de agradar a nadie. La sola idea le resultaba ridícula. Dejó su ropa y se puso el mono que le ofrecía sin mucha parafernalia. Guardó sus cosas en el bolsillo interior, protegidas por la cremallera, y la navaja en el bolsillo lateral.
- ¿Que es la UME?- preguntó. ¿Unidad Militar de Emergénicas? Sonaba algo menos heroico que sacar gente de entre las llamas, pero no comentó nada. No respirar desde luego era una ventaja para entrar en un edificio ardiendo. La lucha también entraba dentro de lo esperado. Tal vez debería haber cogido alguna arma más contundente. Una pata de cabra o un martillo...
- ¿Puedo ir armado?- inquirió, mirando al angustiado Fernández.
Fernández te contesta a las preguntas que le planteas:
- La UME, es una Unidad Militar de Emergencias. Son la élite de los equipos de rescate en esta nación. - comenta con voz lo más pausada y tranquila que pueda - ...si acabas en esta unidad estarás en buen sitio. Buscan gente que pueda soportar la temperatura de un incendio para crear cortafuegos o detonar cargas explosivas que agoten el oxígeno para que se apaguen las llamas... - te mira y añade - ...parece que tus habilidades podrían tener un buen uso al final de todo...
Un par de hombres armados entran antes de que Fernández pueda contestar sobre si podrás ir o no armado.
- Por favor, necesitamos que Trillo nos acompañe. El general quiere tener una charla con él antes de las pruebas.
Los hombres te guían a través de los pasillos de la base hasta un despacho en los niveles superiores que parece en mucho mejor estado que los habitáculos donde te encontraba. Permiten que Fernández te acompañe hasta allí pero no le permiten entrar en la sala. Al acceder puedes ver cuatro mullidos sillones, uno de ellos vacío que parece destinado a ti. Tres militares con muchas condecoraciones están sentados en los otros tres y parecen mirarte con interés.
- Por favor, siéntese. Queremos conversar con usted antes de las pruebas y conocer sus motivaciones e intereses... - una forma cortés de preguntarte si eres un maldito comunista.
Los soldados armados se mantienen detrás de tu sillón, preparados por si decidieras hacer alguna tontería. Mientras otro general te ofrece beber algo:
- ¿Desea comer o beber algo? Como le comentó mi compañero deseamos conocerle, ya que poco sabemos de su pasado...¿Qué recuerda de su infancia? - pregunta
Víctor respondió con silencio a las explicaciones de Fernandez. ¿Después de todo? ¿Después de todo qué, exactamente? Había abandonado la sociedad mucho antes de que Franco pensara siquiera en hacer un pronunciamiento. No le debía nada a aquel estado. Y no era por falta de oportunidades, desde luego.
Se permitió dirigir una mirada tranquilizadora al nervioso Fernández cuando le dejó atrás, el hombre necesitaba tomarse las cosas con más calma o no llegaría a viejo. Si algo había aprendido en su larga existencia, era que preocuparse era una de las actividades más dañinas e inutiles de las que practicaba el ser humano.
Entro en la sala y se fijó en los tres militares cargados de medallas. Nunca había aprendido la jararquía miliar, ¿serían generales? ¿mayores? ¿tenientes coroneles? Tras una pausa más larga de lo necesario, se sentó en el sillón y se recostó en el respaldo. Con un gesto cortés, rechazó la bebida y la comida que le ofrecían, puesto que para él no tenían sentido. Además tenía claro que no estaba allí para hacer contactos sociales. El estado no había mandado un psicologo o un experto a analizarle. Habían venido los jefes, gente de suficiente rango como para dejar claro que, para este tema, el núcleo duro del poder no se fiaba de intermediarios.
Le preguntaron por su infancia. Víctor decidió que el tema carecía de interés, puesto que su infáncia fue de lo más común. ¿Tal vez sentían curiosidad? Estaba claro que no solo le consideraban una aberración contranatura, sino que lo veían como una posible herramienta. Querían entender que le movía. Como en casi cualquier momento de la historia de España, el carnet de afiliación politica decidiría su destino.
- Mi infáncia no fue diferente de la de los demás- respondió, encogiendose de hombros.- Era un niño normal...- dudó,- ¿general?- preguntó, seguía sin tener claro el rango de aquellos hombres,- lo siento, sería más sencillo si se presentaran- aclaró.
El que parece mandar se presenta el primero:
- Soy el general Saavedra. Me acompañan los generales Herrera y Sobrino. Todos pertenecemos a la rama de ejército de tierra, el general Sobrino es el máximo responsable de la UME.
Luego de la presentación el general Saavedra decide preguntarte algo más, intentando sonsacar información que puedan aprovechar tarde o temprano.
- ¿Recuerda en qué año nació? Los científicos que lo encontraron en la central y lo examinaron en primer lugar dijeron que podría tener más de cien años. Su metabolismo al parecer está en un estado latente de manera perpetua. ¿Qué se siente en dicho estado?
Ves que actúa con cautela, es un hombre inteligente y astuto.
Había tensión en el ambiente, como si aquellos hombres temieran que pudiera estallar en cualquier momento convirtiendoles en pulpa contra la pared. Su lenguaje cauteloso y el recelo con el que lo miraban hizo sonreir a Víctor.
- La verdad es que no lo sé- respondió.- Fue hace más de cien años, eso seguro- añadió. Había sido una existencia larga, la mayor parte al margen de preguntas como aquellas. Le gustaba ir a zonas apartadas, dónde la gente se metía en sus própios asuntos. La montaña o el campo profundo, dónde no venían a interrogarte sobre tu vida o tus motivos y todo el mundo se ocupaba de sus cosas sin incordiar.
¿Que siente alguien vivo?- preguntó, como toda respuesta.- ¿Acaso ha estado en muchos otros estados para poder comparar? No tengo sueño, ni sed, ni hambre, ni cansancio- enumeró.- Soy como cualquiera que haya comido, bebido y dormido bien.
- Una respuesta interesante... - dice el que manda, aunque el resto no parece muy conforme con tus respuestas.
Hace un gesto al resto de generales para que abandonen la sala. Se le ve tranquilo y calmado. Incluso ordena a los soldados que te custodiaban que salgan de la habitación. Cuando está seguro de que nadie escucha nada enciende un habano y te ofrece uno mientras dice:
- Sé que seguramente no lo aprecies como yo, aunque la verdad...estos habanos comparados con los de mi juventud en Cuba...cuánto ha perdido España desde el desastre del 98...aún recuerdo las batallas que libré en esa guerra contra los americanos, han pasado más de cien años pero aún les guardo rencor por infundirnos aquella derrota... - se sirve un coñac y sonríe - ...sí has escuchado bien...tengo más edad que tú...pero en mi caso sigo vivo, y recuerdo de donde vengo y donde he estado. Por eso he solicitado dirigir esta operación...en el fondo veo que tú eres uno de los pocos iguales a mí... - te mira esperando a ver si nota algo de sorpresa en tus ojos - ...sí, hay algunos más como nosotros aunque todos somos diferentes en la forma que hemos llegado a vivir tanto tiempo...En mi caso es de nacimiento, mi familia era extrañamente longeva pero en mi caso lo extraño se convirtió en inaudito...a día de hoy tengo 223 años...nací en el año de nuestro señor de 1798...pero no soy inmortal, digamos que cumplo un año cada tres aproximadamente. Ahora por ejemplo mi edad física sería de 70 años...aunque bueno como ves me conservo bastante bien...aunque empiezo a estar cansado...por eso quiero saber más sobre ti, y sobre tu infancia...quiero saber qué es lo que te ha provocado conservarte así de bien...
Parece que la mascarada terminó, ante ti tienes a un "inmortal". A una persona que tiene similitudes contigo, aunque en su caso no se conserva tan bien pasados los años. Quiere saber cómo llegar a un estado como el tuyo.
Víctor esbozó una media sonrisa. Si algo le había enseñado su larga y antinatural vida, era a tener paciéncia. Mucha paciéncia. Tal vez el general esperaba que se abriera ante tal revelación de que no estaba solo en el mundo, pero por lo que él sabía, bien podría estar mintiendole a la cara. El hecho de que hubiera vivido todo el siglo XIX sólo le hacía miembro del antiguo mundo, el que todavía lloraba la pérdida de Cuba, Filipinas y la glória ancestral. Ese mundo había muerto con su renacimiento. El futuro era de la ciencia, del progreso, de la gente. Pero el viejo régimen se negaba a morir, coleteaba y agonizaba como una un gato viejo que se niega a abandonar.
Aun así, ¿Que clase de mundo sería en el que no puedes confiar en la palabra de un hombre mayor? Él no tenía la culpa de ser así.
- No es siempre una bendición- respondió.- Hay demasiada gente en el mundo. Y desde luego la música es mucho peor- sentenció. No le dio su opinión sobre la guerra de Cuba y lo pensaba de ello. De como había sido un modo de diezmar a los pobres mandandolos a morir por el orgullo de alguien que nunca entendió a su gente. También se abstuvo de preguntar en que bando había luchado en la guerra civil, estaba claro que los vencedores siempre caían de pie.
- Lo que me ocurre a mi no es la vida eterna- explicó.- De hecho, morí. Sólo que por alguna razón mi muerte no funcionó del modo habitual. Por lo demás, como si estuviera muerto. Me fui a vivir al monte, lejos de la gente, lejos de todo. Que el mundo se arregle solo- dijo.- El futuro llegará, queramos o no.
- El futuro ya está aquí... - te indica el general - ...tú eres el futuro. Y si es necesario morir para alcanzarlo...es algo que se tendrá que superar... - sonríe al verte y bebe otro trago de coñac. - De todas formas no estás contestando a mis preguntas de la manera que desearía, eres digamos...parco en palabras pero necesito conocer más...el proceso que seguiste para estar en tu estado...tengo muchas formas de obtener dicha información, algunas más amables que otras...así que dejaré que decidas tú qué camino seguir...
Nota que el habano se ha apagado y lo enciende de nuevo con una cerilla. Parece disfrutar del aroma aunque en una base como esta un ambiente cargado de humo no es el idóneo.
- ¿Cómo moriste y reviviste? Cuéntame como te sentiste en ese momento, tienes que recordarlo...ese nuevo aliento vital no debería olvidarse...
Parece que el general tiene paciencia, aunque en la conversación ya ha soltado alguna que otra velada amenaza.
Ah, amenazas. Al parecer la larga vida del general no le había otrogado el don de la paciéncia. Pero a Víctor si, si algo le sobraba era paciencia. Paciencia la capacidad de hacerle desviar la mirada a una cabra. Aguantó la mirada al general sin inmutarse.
- Morí, eso lo recuerdo- respondió.- Y luego seguí con mis cosas. Tal vez sea algo de familia, como lo suyo- indicó, dándo a entender que él tampoco había explicado nada en realidad.- Tal vez mi sangre funcione así, otra oportunidad después de morir, ¿Quien sabe?- preguntó.- Tal vez es una imposición de un poder superior- propuso.- No se si repetirlo sería seguro para nadie, pero mueren millones todos los días y aun no he conocido nadie como yo.
- Cuando morí recuerdo que dejé de respirar y que mi corazón dejó de latir. Recuerdo que dejé de sudar y que dejó de dolerme la espalda- rememoró,- estaba en un callejón, no recuerdo cual, pero estaba solo, tras unas cajas de fruta vacías. Frutería Paco, un dibujo de unas uvas color sepia, cajas de madera de pino. Recuerdo también que me fui secando, en los días siguientes. Antes de un mes, ya no tenía sangre, ni mocos, ni saliva ni lágrimas. Y hasta hoy.
El general no parece muy satisfecho con tu explicación pero parece relajarse y cambiar de estrategia, se ve que intenta sonsacarte directamente es imposible así que seguramente opte por una táctica a largo plazo. Al fin y al cabo ambos tenéis tiempo.
- Recuerda la muerte, eso es importante... - aunque no dice más, pero algo se guarda para sí mismo - ...y ahora cambiemos de tema, ¿cómo ve este mundo en el que habita ahora? ¿Qué cree que puede aportar a la nueva era?
Pulsa un botón debajo de la mesilla donde está su bebida y el cenicero donde acaban las cenizas del habano que se está fumando.
- En breve hará una demostración ante un selecto público, su vida no correrá peligro en ningún momento aunque no será una tarea fácil...queremos ver sus capacidades ya que estamos preparando un equipo para una misión que se realizará en los próximos días. Será una misión en el extranjero para evitar una venta de un arma que podría volverse en contra de la nación. Usted es uno de los que hemos seleccionado para ella.
Víctor se quedó mirando al general. No es que estuviera siendo muy sutil en sus amenazas. Se preguntaba hasta que punto podía ser consciente de su poder. Asumió que veía lo evidente. Él no podía conocer su superpoder más grande. Su paciéncia inhumana. Había vivido sin ver a un ser humano durante años, se había escondido en las cuevas de cantábria, en la inmensidad de la mancha y en los rincones perdidos del pirineo invernal. No temía a esperar, no temía a la soledad y no temía a la eternidad. ¿Que podía hacerle aquel hombrecillo, por viejo que fuera? ¿Qué más le importaba a él el régimen, la gente o la seguridad de su ridícula nación?
- ¿Aportar?- pregunta, distraido.- No lo sé, sólo soy un tipo que se murió y siguió con sus cosas- responde, con un encogimiento de hombros.- ¿Que debería aportar?
La pregunta era retórica, dado que estaba claro lo que querían que aportase. Querían que fuera a robar algo a otro país. Víctor lo vió como la oportunidad de ver si lo que se oía sobre el mundo exterior era cierto. No más fascismo, no más comunismo... de los tres enemigos que tenía cuando estaba vivo, sólo quedaba uno. El más insidioso y taimado. El dinero. Ya poco le imortaba
- Usted no sólo posee el don de la larga vida, posee otras características. Cuando nuestros médicos y científicos certificaban que poseía una buena salud comprobaron que poseía otra habilidad metahumana. Su piel y huesos son más duros de lo normal con tan solo desearlo, ¿verdad? - te comenta el general - ...Usted aportará músculo y alguna cosa más al grupo, es una misión delicada y de hacerlo bien tendrá lo que más desea...aunque podría equivocarme. Si la misión se completa con éxito podrá establecerse donde usted quiera dentro del territorio nacional y vivir la vida que quiera...lo dejaremos tranquilo...aunque es posible que de vez en cuando le ofrezcamos algunos trabajos...No poseemos demasiados metahumanos en nómina del estado, y los que hay tienen un poder y una posición...como habrá comprobado...usted puede ser alguien poderoso señor Trillo...sólo debe cooperar con nosotros en esta misión.
En ese momento las puertas se abren y entran varios soldados y el resto de mandos. Un cabo indica:
- La demostración está preparada. El robot está armado con armamento no letal. En cuanto usted ordene se llevará a cabo la prueba...
El general te mira y comenta antes de hacer un gesto para que vayas a prepararte:
- Tómese en serio la demostración, y cuídese del brazo izquierdo del robot. Posee un lanzaredes electrificado bastante efectivo...
Tras levantarte amablemente te llevan a que te prepares y puedas escoger algún arma si deseas. Hay una buena selección de armas blancas y de cuerpo a cuerpo. Incluso armas de fuego si deseas elegir un arma más moderna.
Víctor contempló con sus ojos muertos al general.
- No hago esto por ninguna recompensa, general- se limitó a responder.- No soy un soldado que pueda mandar a la guerra. No quiero ni necesito nada del estado. Nunca lo he hecho- se levantó, sacudiendo una inexistente mota de polvo de su regazo.- ¿Quiere que vaya a la misión? Me lo ha pedido, iré. Y allí haré lo que crea correcto- explicó,- pero quiero dejar claro que no tengo ninguna obligación de hacer nada, les ayudo porque quiero. Si necesitan ayuda, pidanmela- concluyó.
- En cuanto a su robot...- mencionó.- Si van tan cortos de metahumanos, sería una pena desperdiciar recursos en algo tan caro sólo para confirmar lo que ya sabemos- expuso.- No soy un mono de feria, no he venido aquí para representar un espectáculo carisimo para cuatro militares. Lleva doscientos años en el ejercito, tiene autoridad suficiente para mandarme a esa misión con o sin exhibiciones. ¿Que tiene que perder? Si me convierto en un cadaver apátrida en el extrangero en nada afecta al estado. Y si funciona, todo eso que gana- propuso.- A pesar de ser inmortal, soy consciente de que el tiempo de los demás no es infinito. Y perderlo es muy desagradable.
- Bien... - hace un gesto y entran dos soldados - ...indiquen a la plana mayor que se cancela la demostración, que el robot no está listo. - te mira y añade - ...mañana saldrá usted para Madrid. Hay una reunión a la que debe asistir, allí conocerá la misión y las personas que integrarán el equipo para salvaguardar el honor de este país. Tendrá que colaborar con otras personas que como usted son especiales a su manera...
Manda llamar a Fernández y cuando está presente le dice:
- Durante la estancia en Madrid de Trillo quiero que le consigan ropa elegante, la cena a la que debe asistir es de gala y habrá un Grande de España presente. Se alojarán en el Ritz de la capital, tendrán vigilancia las veinticuatro horas del día. Si Trillo quiere ir a la ópera o visitar cualquier sitio de la ciudad, acompáñenlo...¿entendido?
Parece que te mandan de turismo a la capital del reino. La misión qué debes realizar debe ser peligrosa e importante ya que hay un Grande de España involucrado.
Si quieres añadir algo hazlo ahora. Mañana abriré la nueva escena (inicio de la partida).