Partida Rol por web

Caminas por el pasillo en busca del resto del grupo, en especial del capitán Azor. Al no conocer demasiado el hotel tienes un pequeño despiste y acabas en un ala que no conoces; allí puedes ver al Doctor Fischer como entra en una suite. Posee la llave así que sin lugar a dudas es donde se hospeda. Debes estar en el piso donde están vuestras habitaciones.

Notas que durante un par de pasillo el hombre que te ha podido detectar te ha seguido, aunque ha desistido al ver que te alejabas. Pero aún es posible que esté en las inmediaciones, y ahora mismo el doctor es la mejor forma de conseguir transmitir la información al resto del equipo.

Entras en la suite, y respiras aliviado al ver que es de primerísima calidad. Casi te recuerda a la de los hoteles de Berlín de antes de la guerra; pero ahora en vez de una radio hay una televisión de plasma y un equipo musical de última generación aunque lamentablemente es oriental.

Puedes ver que dispones de minibar y muy buen surtido. La cama es inmensa, una doble "king size" y la suite posee un baño completo con bañera estilo jacuzzi y ducha aparte. Al menos el estado español se habrá gastado un dinero en vuestro alojamiento.

Leopoldo, tras entrar en la suite, se permitió tomarse su tiempo para apreciar la calidad de la estancia, sus acabados y los detalles. Por un momento, y obviando la tecnología que allí se encontraba como la televisión y el equipo de alta fidelidad, le recordó una parte de su vida durante el auge del imperio nazi, en la que gracias a su posición, pudo disfrutar una temporada de ese tipo de lujos. Sin embargo, y desde que llegó a España, prefería llevar una vida más austera aunque esa no era la palabra que definía la casa que el IDEES le había proporcionado.

El doctor rebuscó por sus pertenencias hasta sacar un estuche de madera que abrió inmediatamente después de depositarlo sobre la mesa de la suite.

El cálido olor del tabaco empezó a envolver poco a poco la habitación mientras Leopoldo rellenaba con cuidado la pipa de caoba y acto seguido, se tomó la licencia de abrir ligeramente la puerta del balcón para poder disfrutar tranquilamente de ese pequeño momento de placer y melancolía, sentado en un butacón aguardando a que el tiempo pasase hasta la hora de la cena.

Ballesteros estaba mosca. Aquel tipo que quien se había cruzado era realmente inquietante y perturbador. ¿Un alterado o simplemente mitad hombre mitad máquina? ¿O las dos? Esa era quizás la esencia misma del trabajo del espía. Realizar las preguntas. Las respuestas habrían de darlas otros. Los estrategas y los mandos. Para eso estaban. Él ya había jugado a ser más de lo que debía ser en el tren y le había salido rana. Así que tocaba encontrar al Capitán y darle toda la información.

Pero fue el doctor con quién se topó. Germán ya había abandonado su invisibilidad así que habló cara a cara:

- Herr doktor... un día frío. - se limitó a proponer.

- Lo normal en esta época - se limitó a contestar, tal y como se había acordado, el alemán no sin antes fruncir el ceño por lo extraño que le parecía tener allí al bibliotecario.

- A que debo el placer de su compañía - preguntó el doctor desde su sitio, sin duda sabía que no era a él al que debía informar Germán sobre los resultados de haber jugado ha hacer de espía a no ser... - ¿ha localizado ya el objetivo? - preguntó casi de inmediato y haciendo clara referencia al maletín que debía contener el virus, ya que de momento, ese era el único posible motivo de la inesperada visita del hombre invisible e intangible.

Ballesteros estaba inquieto. Realmente se había topado con el doctor accidentalmente pero la desconfianza había saltado como un resorte. El grupo empezaba a estar de los nervios y a sospechar de todos y de todo. Sin embargo el bibliotecario no sabía si esto era una buena o mala señal. 

- Buscaba al Capitán. Sí... lo tengo ubicado. Y tango más información que debo darle en persona. ¿Está en su habitación? Pensaba que os habíais reunido en el bar. Si me disculpa, voy a buscarlo.

- Por favor - respondió Leopoldo con un leve movimiento del brazo para indicar a Germán que podía proseguir con su camino - efectivamente, nos reunimos en el bar pero la conversación fue breve, acordamos vernos todos de nuevo a la hora de la cena - continuó informando al bibliotecario de los planes que se habían comentado con el grupo mientras miraba con aparente tranquilidad el reloj de su muñeca - y sí, el Capitán debería encontrarse en el bar, en una sala privada que podrá encontrar pasada la barra, junto con el señor Silva rememorando viejos tiempos seguramente - se atrevió a conjeturar el alemán.

El doctor observaba con curiosidad a su interlocutor - tómeselo con calma señor Ballesteros, las prisas nunca son buenas - le aconsejó tras ver como, igual que en el tren, el bibliotecario parecía más nervioso de lo sería recomendable para tomar ciertas decisiones. Finalmente desvió la mirada hacia la ventana mientras pipaba de nuevo, cavilando sobre la poca información que había revelado Germán - quizás sería oportuno actuar durante la cena si ha logrado ubicado el receptáculo...

Escucháis que suena una alarma de incendios, no es en vuestra misma planta. La ubicáis en la planta baja, en la zona donde está la cafetería del hotel donde el capitán Azor estaba seguía reunido con Silva y Trillo.

Los trabajadores del hotel están yendo habitación por habitación ordenando salir a todo el mundo, por precaución. Al parecer las carreteras están cortadas y no se podría recibir ayuda por carretera desde los pueblos cercanos. Y el tren cremallera que os ha subido tardará al menos una hora en traer ayuda por lo que los bomberos del hotel son los encargados de solucionar el problema.

Las alarmas siguen sonando por todo el hotel, se empieza a escuchar el sonido de los huéspedes abriendo las puertas y algunos gritos aislados presos del pánico. Parece que la alarma no es ficticia de todas formas.

- Adelántese usted – comentó el doctor a Ballesteros tras los primeros momentos de incertidumbre y haber identificado que la alarma procedía de la planta baja del hotel – averigüe que está pasando y si alguien del grupo está implicado, yo intentaré reunirme con el resto – añadió mientras se daba prisa en apagar la pipa y colocarse la chaqueta para salir.

Leopoldo no tenía claro que estaba pasando, pero una alarma como aquella en la situación tan delicada en la que se hallaban, seguramente implicaba algo más serio que un simple incendio, por muy grande que ese fuera. – Hay mucho en juego señor Ballesteros, no se precipite a la hora de actuar – dijo finalmente antes de quedarse plantado delante de la puerta, con la mano en el pomo esperando a ver si el bibliotecario decidía hacer gala de sus poderes antes de salir al posible caos que iban a ser los pasadizos de aquel edificio.

Germán se veía a sí mismo aturdido por el creciente caos que se formaba alrededor suyo. Se pronto, todo se disparaba y el jaleo inundaba todo el hotel. Tanto era así que el bibliotecario estuvo algunos segundos parado antes de poder reaccionar. ¿Qué hacer? Bien podría parapetarse tras alguna puerta o dentro de un armario de la limpieza y allí obrar el milagro de volverse invisible e intangible... quizá de ese modo, atravesando paredes y suelos, llegaría antes al epicentro en el que se originaba aquel guirigai. Pero allí, si quería echar una mano, tendría que "corporeizarse" y, entonces, vulneraría su coartada mostrando a todo el mundo su poder. No era lo más práctico.

Así pues echó a correr pasillo abajo... a la vieja usanza, gastando suelas de zapatos en dirección a dónde le había indicado herr doktor. Eso suponiendo que este con quien se acababa de cruzar fuese el mismo Doctor Fischer con el que había cenado en Madrid. No sabía por qué pero a Ballesteros le producía una sensación de intranquilidad estar en presencia de aquel hombre. 

El caos que ve Germán es bastante grande y en algunas ocasiones lamenta no haberse vuelto incorpóreo ya que se lleva unos cuantos empujones de la gente que va hacia las salidas de emergencia. 

Mientras baja al bar Germán se percata de que algo no cuadra, el pasillo donde se encuentra el bar está totalmente en silencio y puede ver como un humo de un color entre gris y verde lo invade. No parece un humo corriente, no de un fuego...parece que tiene algún componente químico. Entre las brumas nota que hay movimiento pero no de gente asustada, son personas que se mueven tranquilas a través del humo. Deben llevar máscaras de gas o algo similar para poder respirar entre aquella niebla fantasmagórica.

Tras unos largos segundo, el doctor salió al caos de los pasillos con la intención de ir en dirección al bar en la medida de lo posible, manteniéndose firme ante los empujones del resto de los huéspedes del hotel que desalojaban la planta.

Aunque Leopoldo ya pasaba la cincuentena de edad, su estatura y corpulencia le ayudaban a no perder el control entre la multitud y poco a poco, tras bajar por las escaleras, logró apartarse del río de gente para dirigirse al último lugar en el que había dejado al Capitán y compañia.

Aquella neblina causaba pavor. Pero Ballesteros no se amedrentaba fácilmente. Se trataba de un gas... eso estaba claro. Y, a todas luces era un gas liberado a propósito... nada de humo de un fuego. Al menos esa fue la conclusión a la que llegó el bibliotecario. Probablemente fuese un gas adormecedor o directamente venenoso por lo que en un suspiro, Ballesteros transmutó su fisonomía para resultar completamente invisible e intangible. Tenía que entrar en aquel lugar para intentar dar con el Capitán lo antes posible. Si entre la confusión el enemigo secuestraba al comandante de la misión, esta peligraría de inmediato.

- Habrá que investigar in situ. - pensó para sí a la vez que se adentraba en aquella macilenta humareda.

Ves como Germán va a entrar en el bar a pesar del humo. Te tapas la nariz y boca con un trapo húmedo, el humo que sale del bar huele a químico. No es el humo de un incendio, es el humo de un gas nervioso. Seguramente uno paralizante.

Por tu experiencia y conocimientos en química sabes que es un gas de origen ruso, de la familia del Novichok. Un derivado más suave.

¡BOOOOOOOOOM!

En solo unos segundos todo se descontrola. Una gran explosión que afecta al ala del hotel contraria en la cuál estáis estalla en mil pedazos. Escucháis gritos de terror y dolor. 

Durante unos instantes todo se funde en negro...