Partida Rol por web

Otro miembro de la funeraria porta un pequeño iPod con unos altavoces. 

El reverendo Nulch les mira extrañado

- Es como está programado el entierro, con esta música

Mientras Evolet y las ancianas lloran y Shell, Yen, Gabriel y Proctor, permanecen solemnes y cabizbajos, cada uno a su manera, el hombre enciende el Ipod. 

Después la vieja Gloria besa el retrato de Cedric que enmarcarán en la lápida y se despide dando un "aprobado raspado" al reverendo Nulch. La otra señora también se marcha sin despedirse más que del Reverendo Nulch. 

Como se preveía el hombre del maletín no está allí más que para asuntos legalistas y les pide reunirse a todos un momento. El sacerdote también les pide sus datos para terminar de cerrar aquello así que aprovechando la situación le piden que les deje la pequeña capilla al lado del cementerio para tener la reunión. 

El abogado no está seguro de quién debe estar presente cuando abra sus documentos pero Laura en seguida arremete con razones legales de poder asistir a la lectura de esos documentos, aunque no tengan luego cabida en el testamento. El hombre la mira extrañado pero asiente, no parece tener ninguna gana de complicarse la vida. 

En la pequeña capilla el sacerdote intercambia algunas palabras con los asistentes mientras rellena la ficha parroquial con sus datos.

Son palabras de cortesía y ánimo espiritual: "Insuficientes" piensa Evolet. "Mentiras" para Gabriel. "Hipócritas" para Shell. "Amables" piensa Yen. Después les deja a solas pero les pide que no se demoren demasiado. La capilla del cementerio no es un despacho de abogados. 

Sentados en los bancos del pequeño templo están Evolet, Yen y Shell. En el de atrás Próctor y Laura. En uno más alejado, al lado de las cristaleras, Gabriel. El abogado empieza a sacar papeles y a hablar de bancos. Cancelación de cuentas de crédito, un aval bancario que necesita ser reestructurado, dos pisos que pasarán a ser propiedad del banco, salvo el alquiler del último donde podrá quedarse Evolet, también hay que firmar varios contratos y...

Próctor es el primero en perder la paciencia

- Disculpe... ¿Dónde está el testamento de Cédric? ¿Cuál es su última voluntad? Es por ello por lo que nos hayamos reunidos aquí

- No tengo ni idea de lo que me dice, señor. Yo no soy el abogado del difunto, sino del banco. No tengo testamento alguno ni siquiera conocí a este señor. Al igual que casi todo el mundo en este entierro, si me permite la observación. He venido a finiquitar estos papeles y a hablar con la señorita Nicholson que era consorte de su última cuenta abierta, aunque no tenga saldo alguno. Y ahora si me disculpan y se firman todos estos papeles me iré. Como entenderán, este no es uno de los mejores trabajos que un empleado bancario pueda tener. 

Gabriel deja escapar un pequeño aplauso. No pretende ser descortés ni el alcohol le ha hecho tanta mella como para que le resulte divertido pero está seguro que Proctor estallará. ¿Ha sido la última broma de El Cuco?

Efectivamente Julius se levanta nada más irse el abogado. 

- No me lo creo. Cédric guardaba un as en la manga. No hubiera dejado su búsqueda inconclusa. No después de que le mataran por ello. Lantana- dice refiriéndose a Laura- registra todo: Los números de cuenta, las tarjetas... Investigaremos todo. Vámonos, aquí estamos perdiendo un tiempo precioso... 

Laura/ Lantana se pasea nerviosa por la sala, como un pequeño perrito que sigue a su dueño mientras el fornido hombre trata de contener su cabreo y Shell y Yen hacen un esfuerzo por tratar de detener y saber qué está pasando: 

- No hay necesidad de disimular, todos aquí somos Mythos, todos sabemos que hay algo más en juego en esta partida. Vosotros tres ( Evolet, Yen y Shell) sabéis que tenéis poderes y dones extraños. Nunca habéis formado parte de este juego pero tal vez no podáis permanecer más tiempo al margen. Pensábamos que teníamos una pista importante de un objeto que ha desaparecido y que podría marcar una diferencia en la lucha contra El Ejército de las Tinieblas. Ellos también lo estarán buscando, y tal vez nos lleven la delantera. 

Creo, sin embargo, que ha merecido la pena el saber de vuestra existencia. Espero que estemos en contacto en el futuro para ayudaros en lo que necesitéis... porque desde luego, ahora, El Consejo al cuál represento no os perderá la pista. 

Gabriel ¿vienes con nosotros?"

- No. Adios Proctor. Espero que no volvamos a vernos- dice sin girar su cabeza mientras contempla el radiante sol al otro lado de la cristalera. 

Proctor y Lantana salen quedando los cuatro en silencio en la capilla. 

 Después de dirigirme a Proctor, bebo un trago, y añado, esta vez dirigido a la familia:

 - Si sois listos, os mantendréis alejados de esto. Aceptar un consejo, no se puede confiar en ellos, por eso Cédric les dejo. Os usarán y luego os dejarán plantados cuando más les necesitéis... - Dije, con tono amargo.

Dirigiéndome a Gabriel

-¿Podrías, por favor, decirnos quién eres y que leches está pasando aquí? Y podrías dejar ya esa maldita petaca, esto es un funeral, por Dios- Queda claro que ese comportamiento empieza a no gustarme.

 Sonreí divertido, antes de soltar la bomba:

 - Soy tu cuñado...

Con un giro de cabeza automático miro a Yen, esperando una explicación a ese comentario.

Cuando pasamos dentro de aquel lugar me senté con lentitud, crucé las piernas con elegancia y me quedé callada, incluso cuando el abogado mencionó mi apellido, estaba tan abrumada que no me sentía con fuerzas de responder o decir nada. Pero algo llamó aún más mi atención, al igual que otras muchas cosas que no mencionaré por ahora, cuando el tal Gabriel habló lo miré con los ojos bastante abiertos ¿Su cuñado? ¿Podía pasar algo más? Aquel día se estaba volviendo una caja de sorpresas, sin duda. Me levanté con suavidad, apoyándome en la mesa para mantener mi cuerpo, estaba bastante débil por el agotamiento mental.- Dos hijos... Un algo... Y unos extraños buscando a saber que cosa.-Me dejé caer otra vez sobre la silla sujetándome la cabeza aturdida.- Dios mío... Yo solo quería enterrarlo y darle lo que él merecía, no pedía esto...-Susurré más para mí que para ellos. 

durante toda la escena permanezco estupefacto de sorpresa en sorpresa, que si somo mithos que si fuerzas malignas...

y mi cuñado??  y....

shell me mira..

- no no! shell no por el amor de dios yo no conocia a este hombre antes de hoy, como puedes pensar....

a ver sr. gabriel, podria ponernos un poco al dia?? desde el principio por favor, quien son estos hombres? que buscan? que paso con nuestro padre? que es eso donde no nos tenmos que meter....

si usted es nuestro cuñado habra una hermana supongo, quien es, donde esta

ellos nos dicen que les acompañes ud. que nos alejemos, pero de que? por que?

comprenda nuestra sorpresa ante la situacion esto es una locura

creo que lo mejor sera que nos tranquilicemos todos un poco y que nos ponga al dia, asi podremos tomar una decision, este tema parece mas que importante

por favor..

extiendo la mano hacia el como instandole a tomar la palabra mientras trato de colocar  en mi cabeza todas estas preguntas que he soltado de sopenton

-por favor repito tomemos asiento y hablemos con calma,  en esta ultima frase mi voz es mas baja y pausada me siento y con un gesto de la mano invito a los que estan de pie a hacer lo mismo

 Negué con la cabeza:

 - Ellos os dirán todo lo que necesitáis saber de este mundo. Yo llevo mucho tiempo queriendo estar fuera de él, así que perdonad si no estoy loco por meteros de cabeza a vosotros... Sobre ella, se llamaba Elisabeth... Y era la mejor persona que he conocido en toda mi vida...

 Con tristeza, les entregué una foto que tenía conmigo y que nos habíamos sacado juntos, poco antes de... Aquello.

Pese a mi estado de confusión y agotamiento seguía las conversaciones ajenas en silencio, sin inmiscuirme lo más mínimo, pero sí almacenando todos los datos que me eran necesarios o más bien interesantes. ¿Aquella familia jamás dejaría de darme sorpresas? Cerré los ojos unos instantes, intentando que ese dolor que había aparecido en la parte derecha de mi cabeza desapareciese, pero no fue así por lo que los abrí de nuevo para mirar a Yen, hasta el momento se había mantenido al margen, pero ahora hablaba. Fruncí el ceño sorprendida por sus palabras, cómo aquello podía ser más importante que el propio entierro de su padre, sacudí la cabeza a modo de negación y molestia. Es cierto que tenían que ponerse al día ¿Pero debía ser ahora? ¿En este lugar?

-...-Me había levantando, me había incluso aproximado a ellos para pedirles que dejasen esa conversación para otro momento, pero mis labios se sellaron de repente prohibiéndome de decir cualquier palabra. Lo que Gabriel acaba de decir me heló la sangre, miré la foto que mostraba por encima, ella era realmente hermosa y se les veía tan felices. Una pena me inundó de nuevo por dentro, al igual que él yo también había perdido a la persona que quería ¿Qué diferencia había entre él y yo? Ninguna, el destino se había vuelto caprichoso hasta el punto de arrebatarnos lo que más queríamos. No lo conocía de nada, jamás había hablado con él y hoy era la primera vez que escuchaba su nombre, pero aún así me atreví a acercarme a él.- Gabriel...-Miré a Shell y después a Yen, cómo pidiéndoles que no tocasen demasiado el tema, abrir viejas heridas podía ser demasiado doloroso para el hombre.- Lo siento tantísimo...-En realidad no encontraba las palabras adecuadas o más bien, no había palabra que pudiese mitigar un dolor cómo aquel.

Apoyó mi mano sobre su brazo en un gesto de apoyo o de calma que quería transmitirle.- Créeme, puedo entender tu dolor... -Un halo de tristeza se dejó ver en mis ojos, los cuales se acristalaron,  pero no desprendieron ninguna lágrima.- Ahora... Deberíamos dejar este tema de él y... Ella. Creo que demasiado dolor hemos vivido en el día de hoy, ni él ni nosotros nos merecemos seguir con esto.-Aparté la mano de su brazo, girándome con suavidad hacia donde estaban los hijos de Cedric, mientras los miraba recogí uno de mis largos mechones del color del fuego apartándolo de mi rostro.

 Asentí en silencio, agradecido por el apoyo y complexión de Evolet, antes de que, después de que todos terminasen de verla, recogí la foto y la guardé en su sitio. No me gustaba hablar de ella, pero dado que eran su familia, tenían derecho a saber como era la hermana que nunca conocerían. Notando de repente ahogado por la situación, me revolví inquieto:

 - Yo... Si me disculpáis, prefiero irme, no me siento cómodo aquí... Y ya que no hago falta...

 Apto seguido, moviéndome despacio, como si llevara una gran carga, me dispuse a irme de aquí...

Sra. le pido disculpas si mis palabras  le han sonado duras, le aseguro que no pretendian serlo,  tambien comparto su dolor, por desgracia lo he vivido demasiadas veces, puede que mi cultura, la distancia o la constumbre me haga parecer impasible ante la muerte de mi padre, le aseguro que lo siento pero yo esta perdida la vivi ya hace muchos años le creia perdido y ahora me encuentro que tengo una oportunidad para saber que fue de su vida y asi de alguna forma poder dar sentido a la mia

si no quiere hablar mas de el lo entiendo, puede que como dice no sea el momento, comparto su dolor y lo respeto, pero por favor no perdamos el contacto, cuando este mejor cuando el recuerdo no le sea tan doloroso, hableme de mi padre, de como era, de como vivia, 

y lo mismo le digo a usd, sr. gabriel,  puede que hoy no sea el dia ni este el momento, pero mas adelante quizas??

puede que podamos hacer algo los unos por lo otros, por su memoria, aunque sea recordarlo

digo con todo esto con voz baja y palabras pausadas, imagino que todos temenemos movil o alguna forma de ponernos en contacto

miro a shell cuando acabo de hablar a ver que cara pone, no se si le parecera bien todo lo que he dicho, es como si necesitara su aprovacion

Justo al escuchar las palabras de mi hermano y antes de que Gabriel se marche.

-Espera un segundo- dirigiéndome a Gabriel-Toma mi tarjeta, así nos será más fácil volver a vernos. Es cierto, no es el mejor momento para ponernos al día pero debemos tener repuestas y creo que tu tienes algunas.

- Evolet, toma otra. Debemos seguir en contacto- aproximo otra tarjeta de visita hacia ella.

Shell Khodan
Fotógrafa de moda
99 Madison Ave. Apart. 823
New York, 100016
Phone: 1 (212) 123-4567
Mail: kodhan.Shell@gmail.com

Tras el dolor, la sorpresa, luego las recriminaciones y finalmente cierta empatía que aplaca los ánimos y logra acercar levemente a esos cuatro desconocidos. El reverendo Nulch avisa de que es hora de marchar y tras intercambiar palabras de despedida, unas más sentidas que otras, los cuatro parten en direcciones opuestas. Shell y Yen en el todoterreno de ésta, Gabriel en un precioso pero gastado coche antiguo y Evolet en el que fue el coche de su pareja y que, de momento, ningún banco ha reclamado. 

La tarde transcurre incómoda.

Shell prefiere parar a comer aunque solo está a 28 minutos del Cementerio de su casa a esta hora y con este tráfico (ya que nos ponemos con Google Maps). Pero el hecho de compartir su casa con Yen tampoco es una perspectiva de futuro aceptable. ¿Cuánto indicará la cortesía que debe alojarle? ¿Debería tratar de conocerle más? ¿Se siente con fuerzas para no volver a ser una hija única?

Por su parte Yen se siente confundido, tanto por la cultura de esta gente como por la gran dimensión de la ciudad. Él sólo estuvo una vez en su vida en Tokyo. Y fue antes de la gran revolución tecnológica. Sus sentidos están aturdidos y siente cierta sensación de precariedad constante. 

Cuando llegan al apartamento por la tarde y la conversación sobre qué van a hacer ahora ya no puede ser más tiempo esquivada, una llamada a casa interrumpe todas sus previsiones. 

- Buenas tardes. Soy Mrs. Demise. Nos conocimos esta mañana en el cementerio- dice una voz de anciana

- ¿Quién? ¿Cómo?- dice Shell poniendo el manos libres para que Yen escuche la conversación

- Nos conocimos esta mañana en el cementerio. En el entierro de Cédric. Usted y su hermano llegaron juntos. Soy la señora que no venía al espectáculo. La otra. Fui yo quien preparó aquella música frente al féretro. Y quien trajo las flores. Así es cómo me pidió que hiciera. 

- Entiendo, pero... ¿cómo ha conseguido este número?

- Se lo pedí al Reverendo antes de irme. Y con alguna excusa usted se lo habrá dado a él. Tenía que ser precavida. Soy una mujer mayor pero no estoy exenta de recursos. Me gustaría hablar con usted y con su hermano. En mi casa. Esta noche. 

- ¿En su casa? ¿Ocurre algo?

- Claro. Su padre ha muerto. Eso es lo que ocurre. Y yo soy la encargada de leerles el testamento. Pero no delante de aquellos otros. Cedric me pidió que me asegurara primero de quién sentía su muerte y quién venía solo a husmear. Por favor, sería un placer que aceptaran mi invitación a cenar

Evolet regresa a casa cansada y triste. Una casa que ya no compartirá con él. Al menos esta semana no irá a trabajar al hospital, aunque tal vez le viniera bien tener la cabeza ocupada. Ahora mismo le duele mucho como si necesitara dormir. 

Así lo hace y se queda dormida mientras cae la tarde en el sillón. 

En la habitación roja Salomé está desesperada

"No logramos averiguar nada cuando vivía y ahora parece que tampoco nos da ninguna pista de qué ha hecho con la Aguja. Si Penitencia y el resto descubren que nuestra misión es un fracaso, no me ascenderán en el Círculo Interno. ¡Puede que incluso me dejen aquí compartiendo el cuerpo con esta mojigata! No. Algo hay que hacer. Tal vez pueda asesinar a Proctor o a Lantana. Ese sería un objetivo aún más ambicioso. Tal vez ese tal Gabriel me ayudara en la tarea o..."

Una llamada empieza a despertar a Evolet de la siesta. "Permanece alerta, sigue en contacto con esa gente, algo podremos sacar de todo esto" es la instrucción que se le queda a la mujer cuando se despierta, y desorientada camina hacia el teléfono. 

- Buenas tardes. Soy Mrs. Demise. Nos conocimos esta mañana en el cementerio- dice una voz de anciana

- ¿Quién? ¿Cómo?

- Nos conocimos esta mañana en el cementerio. En el entierro de Cédric. Usted lloraba mucho la pérdida de su novio. Yo soy la señora de enfrente, no la que le dio un pañuelo. Fui yo quien preparó aquella música frente al féretro. Y quien trajo las flores. Así es cómo me pidió que hiciera.

- Gracias, muy amable pero... ¿cómo ha conseguido este número?

- Se lo pedí al Reverendo antes de irme. Y con alguna excusa usted se lo habrá dado a él. Tenía que ser precavida. Soy una mujer mayor pero no estoy exenta de recursos. Me gustaría hablar con usted a solas. En mi casa. Esta noche.

- ¿En su casa? ¿Ocurre algo?

- Claro. El hombre que ambas amamos ha muerto. Eso es lo que ocurre. Y yo soy la encargada de leer el testamento. Pero no delante de aquellos otros. Cedric me pidió que me asegurara primero de quién sentía su muerte y quién venía solo a husmear. Por favor, sería un placer que aceptara mi invitación a cenar