Partida Rol por web

Al llegar a Murray Hill, lo primero que escuchas son gritos. Ya con un rumbo fijo, te diriges hacia el lugar donde decían que habían visto a la camarera: La iglesia. No te cuesta mucho encontrarla, pero sí te sorprende ver la escena. En la puerta está aparcada la furgoneta de las "monjas" que te habías encontrado antes, pero no parece que haya tantas dentro como las que habías visto al principio. De hecho, varias de ellas echan a correr con sus armas preparadas por uno de los laterales de la iglesia, desde donde se oyen gritos y un par de disparos.

La entrada de la iglesia está abierta, curiosamente. Hay una monja, esta vez de verdad, que parecía estar hablando con las de la furgoneta pero que se gira con gesto de horror cuando escucha los disparos.

-¿Eso es una monja de verdad? -Cuando llegue al lugar me quede a una distancia prudencial mientras observaba aquella rara escena sacada de alguna película de serie B, de esas que ves de madrugada después de volver de fiesta y no tienes sueño. Monjas asesinas VS monjas pacificas o alguna pollez parecida.

-Mierda... Esas putas monjas están aquí... Me parece que estoy jodido. -Intente hacer memoria si las reglas de la purga decían algo sobre iglesias y tal, mientras no dejaba de mirar la propia entrada de la iglesia. -Supongo que estarán yendo por la parte de atrás... -Tenia claro que si querían entrar dentro era porque la chavala se había encerrado allí. -Lo que me flipa es ver a todo un grupo para una sola chica. Si la recompensa no es tan grande... Supongo que estos lo hacen por la caza y el morbo, pues ya podrían a ver elegido otra persona, coño. -Hablaba en bajo, un mecanismo para evitar que los dientes me repiquetearan mientras decidía salir del coche o no. Una cosa era un par de adolescentes con armas o algún que otro borracho o loco, pero una banda organizada y con rifles de asalto... Vale que acababa de agenciarme uno pero no soy Rambo y mucho menos me considero un pistolero.

-Vale... ya han empezado sin mi.-Le susurre al arma en mis manos, mientras los disparos se producian.

Aunque todo apunta a que ir por la parte de atrás sería buena idea, o por lo menos, sería donde estaría la chica. Sin embargo justo por el lado contrario al que han ido las monjas, te parece ver una figura corriendo. Reconoces enseguida el pelo rizado y, aunque la máscara que lleva no es la misma con la que la habías visto antes, es exactamente la misma que llevaba el chico con el que se había escapado. Sin duda es Zaira y solo dos monjas la están persiguiendo más o menos de cerca. Estando las demás a pie, es posible que en coche te dé tiempo a llegar antes que ellas...

-¡Quien no arriesga no gana! -Es lo único que se me paso por la cabeza al ver a la chica salir corriendo por el lado contrario a donde los demás se habían marchado, vi que por el rabillo del ojo había dos persiguiéndolas, pero son suerte seria lo suficientemente rápido como para hacer el trabajo y salir de una pieza en poco mas de minuto, por lo que acelere aquel coche y no perdí un segundo mas en pensar en la seguridad de mi vida, para poder cazar a la chica y cobrar su recompensa.

Por suerte para ti y obviamente, un coche es más rápido que un par de tíos disfrazados de monjas corriendo. Con un acelerón, te plantas prácticamente en la calle a la que iba a desembocar la persecución. Justo llegas en el momento en el que la figura de Zaira va a cruzar la calle, a pocos centrímetros de haberla atropellado. Aprovechando que está tu coche en medio, la chica salta y se desliza por encima del capó, echando a correr de nuevo y dejando tu coche entre ella y las monjas que van detrás persiguiéndola. 

No parece que la chica se vaya a rendir, pero ahora por lo menos la tienes más cerca y tienes algo de ventaja respecto a las monjas...

La megafonía volvió a abrirse para dejar de nuevo aquel ruido de estática, una risa algo desquiciada que duró algunos segundos de más y luego un carraspeo

"Perdón, pero es que nos lo estamos pasando tan bien...(se escucha un suspiro exagerado) Solo queríamos avisar de que ya son las 2 de la madrugada. Así que ir dandoos prisita en hacer vuestra cosas, ya sabeis... destripar, violar, torturar...."

La chica era mas escurridiza que un pez fuera del agua, sin duda se merecía todos los elogios del mundo, era una superviviente nata y gran atleta por saltar con tanta facilidad por encima del coche, pero yo estaba decidido a conseguir su recompensa y sabiendo que otro grupo la estaban buscando ya no había marcha atrás.

Acelere y saque la cabeza por la ventana rota para gritar a la chica que parecía el corre-caminos delante del coyote. -¡Agarrate al capo! -La idea era: que ella se agarrara a la parte delantera mientras yo daba esquinazo a esas monjas y poder ocuparme de ella con tranquilidad, cosa que me parecía mas simple que abrir la puerta e intentarla meterla dentro. Yo no era un personaje de acción, eso solo funcionaba en las películas y de lo malo malo, la atropellaría y entonces si tendría que recogerla pero estaría blandida y quietecita, era un plan perfecto, sin fisuras.

La chica se gira al escucharte y aunque no puedes ver a través de su máscara, te queda claro que no parece hacerle mucha gracia. Eso sí, en cuanto empiezas a pisar el acelerador para ir tras ella, la chica se gira y frena en seco. De pronto echa a correr hacia ti y tu coche y cuando parece que de verdad la vas a atropellar, Zaira da un salto, provocando un sonoro golpe metálico del capó y cayendo sobre la luna que cruje un poco por el golpe pero no parece que se vaya a romper. Con una mano se agarra al borde de la ventana del copiloto, a la que le faltaba el cristal.

- ¡¿Gracias?! - pregunta, aún sorprendida por no haberse matado en el intento. 

Desde la distancia, las monjas empiezan a disparar contra vosotros. Una ni siquiera llega a rozar el coche, pero la otra parece tener algo más de puntería...

Ese par de disparos me ayudaron a no pensar en la palabra que había soltado la chica y evitar así que los remordimientos me obligaran a salvarla en vez de cobrar, a la vez que me hizo soltar un: -¡JODER! Sujetate. -Al escuchar los disparos y como uno rozo la puerta del conductor mientras aceleraba e intentaba salir de allí de una pieza.

Sin mucho mas en mente marque MIDTOWN EAST como mi lugar a llegar, una zona grande llena de calles y con suerte seria mas fácil perderlos o que ellos me pierdan a mi, mientras pienso en el siguiente paso.

Al llegar a esta zona, lo que más llama la atención es el ruido viniendo de una de las calles, donde se puede ver que se ha montado una gran batalla campal alrededor de una iglesia. No parecen purgadores habituales, ya que ninguno de ellos lleva máscara y la mayoría apenas tienen armas por lo que muchos luchan a puñetazo limpio. Varios cadáveres adornan ya el suelo y muchas otras personas se alejan de allí corriendo, entre los que se pueden ver bastantes niños para ser la noche que es. En la puerta de la iglesia se puede ver la figura de una monja de rodillas, que parece que está rezando. Lo único que se puede entender de entre todos los gritos es algo de un Padre.

Mientras Candy conducía hacia el lugar de la fiesta, John observaba lo que iba sucediendo por las calles, manteniéndose alerta. Ya le daba igual lo que ocurriera fuera de aquél coche, debían centrarse en su objetivo y comenzar a trazar un plan.

En realidad contaban con poca información del lugar al que se dirigían: Cuánta gente habría allí, si estarían armados, con cuánta seguridad contaban, la disposición del edificio, puntos de entrada, rutas de escape... Demasiadas variables.

Pero eso era lo que menos le preocupaba: Colombia, Irak, Indonesia, Senegal... Había aprendido a adaptarse e improvisar en multitud de situaciones, fiandose de su instinto y experiencia.

Pero siempre, lo más complicado, impredecible y voluble, era la gente.

Echó un vistazo hacia la iglesia cuando pasaron por allí. Esta vez no harían mayor caso, ya habían perdido demasiado tiempo y desperdiciado munición, así que ignoró los gritos, la sangre, las figuras inertes del suelo. "Todo aquél que esté durante esta noche en la calle, ya sabe lo que hay"

Se giró hacia Candy, y con un movimiento de la cabeza le indicó que siguiera adelante. Sabía que le estaría hirviendo la sangre ante aquella escena, podía ver cómo su rostro mostraba la rabia y las manos se aferraban con fuerza al volante.

No era un hombre demasiado empático, pero Candy había sido su compañera durante muchas veces, el lazo de sangre que los unía era fuerte, y para él, aunque nunca se lo hubiera dicho, era mucho más que otra Cazadora con quien compartir presas.

Puso su mano sobre la de ella, intentando tranquilizarla de alguna manera. - Ya nos ocuparemos de eso...-

No sabía cómo podía estar todo aquello afectando a Wendy, lo poco que había visto de ella era contradictorio, aunque sí estaba seguro de que algún tornillo tenia que faltarle, aunque bien pensado, ¿A quién de los tres que estaban en ese coche no le faltaba alguno?

Para centrarse en lo que les ocupaba y distraer la atención de aquella carnicería, se volvió hacia Wendy. -Cuéntanos más sobre Tony... Cómo es, a qué se dedica, tiene experiencia con armas, artes marciales, se entrena de alguna manera y sobre todo... - recargó la escopeta moviendo la corredera, para que ese sonido enfatizara la siguiente pregunta - ¿Qué piensas hacer exactamente con él? -

Teneis que llegar a Upper west Side

Creo que os quedan 3 movimientos. Quizás pase algo, quizás no, pero teneis que pasar por las escenas para ir acorde con las reglas del juego sobre el tiempo, pues estabais lejisimos. Sorry

Joder, no se que ha pasado, jajajajajja. Ya he editado. ahora deberiais poder leerlo :9

Me quedo morando por la ventana al grupo de gente peleandose, fijandome mas en la monja y en que parece estar rezando. No sabía que habia misas esta noche... Será para purificarse o algo asi? Pero por mucha curiosidad que tenga, está no es mi fiesta así que no voy a unirme a ella ni nada, esperando que Candy siga adelante. Doy un respingo al escuchar a John, algo distraida por la pelea y le miro sonriente.

- Mi Tony? Pues era el chico más fantástico que pudieras imaginarte. Iba al gimnasio todos los días, me traia flores cada vez que nos veíamos, ibamos a restaurantes muy caros los dos juntos y siempre se ofrecía a pagar él... ¡Todo un caballero! Y en casa también, salía a hacer footing a veces, se hizo vegano por mi... Aunque era yo la que se encargaba de abrir los tarros y matar los bichos, pero eso es cosa de la gente de pueblo, jiji... Ays, éramos tan felices...

Me llevo la mano a la barbilla, mirando por la ventanilla del coche hacia el cielo nocturno de la ciudad, lo único que no se llene de sangre esta noche. A menos que alguien traiga un helicóptero y monte una trituradora con él. Después de un momento me doy cuenta de que John me ha preguntado más cosas.

- Trabaja en la bolsa, sabe manejar un arma y creo que fue a clases de defensa personal un tiempo, pero tampoco es tan fuerte. - digo con una risilla. A la última pregunta sigo sonriendo, incluso me rio slgo más fuerte - Oh, no está claro? Quiero que cumpla lo que me prometio. Que diga sus votos, su "sí quiero", y que nos comprometamos oficialmente... Hasta que la muerte nos separe. - termino encogiendome de hombros - Que eso ya no se si será hoy o otro día, pero eso ya depende de cómo se tome volver a verme después de la orden de alejamiento...

Sin máscara se notaba perfectamente el esfuerzo de la joven por no mirar en aquella dirección y por mantener su rabia bajo control. Miró de reojo a John al sentir su mano y aunque no dijo nada, una sonrisa, algo triste, delineó sus labios. Pisó un poco más fuerte el acelerador mientras Wendy iba detallando y desgranando la petición de su amigo.

Al llegar a esta zona, lo que más llama la atención es el ruido viniendo de una de las calles, donde se puede ver que se ha montado una gran batalla campal alrededor de una iglesia. No parecen purgadores habituales, ya que ninguno de ellos lleva máscara y la mayoría apenas tienen armas por lo que muchos luchan a puñetazo limpio. Varios cadáveres adornan ya el suelo y muchas otras personas se alejan de allí corriendo, entre los que se pueden ver bastantes niños para ser la noche que es.

En la puerta de la iglesia se puede ver la figura de una monja de rodillas, que parece que está rezando. Lo único que se puede entender de entre todos los gritos es algo de un Padre.

Más caos, justamente en otra iglesia. Resultaba curioso a sus ojos que estos sitios normalmente asociados a terrenos neutrales y libres de mal fueran escenario de tanta muerte. Vio muchos muertos y algunos niños corriendo asustados. Le recordaron brevemente a su joven hija, quien estaba a salvo en su casa, lejos de toda esa locura.

-Debería seguir…- pero en vez de eso frenó su coche, bajando del mismo y avanzando hacia la muchedumbre, con su bisturí en una mano y la escopeta colgando del otro lado. Al pasar al lado de la monja orando con apasionada devoción, le apoyó una blanca mano en el hombro, susurrando-. He oído su llamaaaaaado hermana- una enorme sonrisa adornó su rostro, continuando su camino y esperando meterse en esa locura. Por alguna razón quería ver si podía realizar golpes precisos con su pequeña hoja, mientras se internaba cada vez más entre esas personas. Si algo salía mal, tenía la escopeta para defenderse.