Luego de las confusiones de los invitados, la mayoría declaró en democracia quién debería ser encerrado, siendo éste el mismo piloto de aquel Zeppelin: Helmut Bösengeist. A muchos le abrumaba la tristeza, otros la creciente duda y algunos un poco de indiferencia, pero el hecho que Uriel J. Bright haya muerto quería decir que no sería el último pues las circunstancias de su muerte la envuelve en un misterio.
Apenas cruzaban dos horas de vuelo en el Zeppelin y se habían quedado sin piloto o al menos temporalmente, este pasaría a una de las habitaciones vacías donde permanecerá encerrado a cargo del señor Callahan, quien amablemente lo esposó y escoltó hasta dicha habitación en aislamiento. El mecanismo del Zeppelin contaba con piloto automático ¿no? Se preguntarán muchos, eso queda en conocimiento de Bösengeist, quien le entregó la llave de la cabina de mando a Callahan, cerrando esta estancia al público inexperto.
Scrafy volvió con la fregona dentro de un cubo con ruedas que mas parecían engranajes llenos de grasa o tal vez otra sustancia parecida.
-Vaya... Espero que esta nave sepa pilotarse sola. -Comento al saber de quien era el primer encarcelado. -Bueno debo decir... que encontré el resto del cuerpo del Señor J. Tal y como dijo el Señor Callahan su cuerpo se encontraba en sus aposentos. -Dejo un segundo, para eso de la pausa dramática, lo vio antes en teatros y pensó que era justo usarlo ahora. -La habitación tenia su cuerpo sin cabeza, su cama recién hechas y el suelo encharcado en sangre. -En ese momento levanto el mocho. -Por suerte Scrafy estaba allí, para dejarlo todo como los chorros, aunque e dejado el cadáver del señor, cerca de la cama, donde deje también la cabeza. Tal y como se me dijo. -Asintió mirando a Samuel J. Callahan
-Y por cierto... encontré dos notas en su habitación, una con el "Monte Galahad" escrita en ella. No se tal vez sea nuestro destino, si es que esto puede seguir flotando. -Se encogió de hombros. -Y al segunda dos palabras realmente extrañas, creo yo que las escribió borracho o mientras perdía la cabeza, pone... -Saco la nota y se preocupo de leerla fonéticamente: Jota ark za tu ul ¿Alguna idea de lo que significan? -Preguntaba el hombre apoyado en la fregona, que por suerte tenia el freno echado y las ruedas detenidas.
Debra no podía creer lo que estaba escuchando -Scraffy, ¿me estas diciendo que limpiaste la escena del crimen? dijo mientras se llevaba la mano al rostro en señal de desesperación y desapruebo, todo pintaba mal, el capitan estaba encerrado, no entendía ni un poco lo que estaba pasando dentro del Zeppelin y le parecia que la reacción de los otros pasajeros era hilarante y nada lógica, encima no conseguía su entrevista con Windergall. No espero la respuesta de Scraffy, solo exhalo desesperada y comenzo a escribir de nuevo “Jota Ark Za Tu Uul” garabateó mientras pensaba cómo descifrar esto para volver a tierra lo más pronto posible
-El señor Bösengeist permanecerá en la celda hasta que esta crisis termine o decidamos qué hacer con él -expuso Callahan, dirigiéndose a todos los presentes al volver a entrar en la estancia, tras haber depositado al piloto en aquella celda improvisada-. Ahora sólo somos trece y, probablemente, para cuando llegue la siguiente hora ya seremos menos. Creo que si queremos llegar a los entes, lo primordial ahora es que nos preguntemos acerca del porqué de nuestros votos.
El jefe de seguridad puso las manos en jarras, apoyando la derecha sobre el revólver que portaba de manera habitual por si había problemas en el zeppelin. Problemas como los de ahora.
-Puedo intuir el motivo de algunos votos, como el de nuestro doctor de a bordo sobre la prácticamente silenciosa cantante -Callahan señaló a la señorita Silver, y le resulta irónico que siendo justo una cantante, hasta el momento no hubiera abierto la boca-. Así como el motivo de la señorita Roth por votar a quien consideró más extravange, el profesor del Instituto Adeleide. Pero hay votos que no comprendo y me escucharía escuchar las razones de cada uno. Si hacemos esto tras cada votación, es posible que a la larga terminemos obteniendo contradicciones por parte de los entes. En mi caso, voté al señor von Hindburg por considerar su comportamiento errático y que ha pasado prácticamente desapercibido.
Callahan dirigió una mirada a la señorita von Slandikha y a Konrad Eggstein, quienes eran los que más dudas le generaban en esos momentos, no necesariamente negativas.
-Señorita von Slandikha, ¿por qué a mí? -inquirió, extrañado-. ¿Azar? ¿Mal estilo vistiendo? ¿Un peinado que no le agrada? ¿Por qué me dirigió un voto? Me gustaría saber el motivo. Por otra parte, señor Eggstein -se volvió hacia el millonario-, y esto es interesante, ¿por qué sospecha usted del señor Di Palmare? Es algo que me interesaría saber porque yo también lo hago.
Y otro había sido encerrado. ¡Esto era tan emocionante!. O al menos lo sería si el Porfesor Ivo Von LifeSteal mostrara algún tipo de emoción en su rostro. Pues aunque hubiera un segundo asesinato, un segundo encerrado o alguien decidiera prender en llamas sus cejas, seguiría con la misma cara, ni sonrisa, ni mueca de desagrado, nada.
-Si vamos a jugar a encerrar al personal de abordo -Comentó con sobriedad- Estaría bien cercionarnos que hubiera algún tipo que sustituyera en estas labores. Por suerte esta nave tiene piloto automático... espero. Pero la pregunta es: ¿Tiene algún automatismo que permita limpiar el suelo?.
Tras decir eso, echó una mirada a Scrafy. Al parecer no era una indirecta demasiado velada, puesto que en sus pensamientos se podía leer, como si de un libro abierto se tratara, que su siguiente voto, a no ser que algo extraño pasara o no hubiera un Roomba-Steampunk de por medio, iban a ser contra Scrafy, el bedel.
- Señor Callahan, lamento decirle que no cuento con argumentos de peso, sólamente tengo mi talento natural para las decisiones importantes; en este caso, su comportamiento ha sido demasiado predecible. - me dirijo al jefe de seguridad admirando su determinación.
Por otra parte, reconozco que respiré hondo cuando vi que las votaciones estaban avanzadas y que mi decisión no sería letal.
-Bueno Señor Callahan, vote por usted por dos razones, una para llamar su atención y dos porque sabía que nadie más lo haría entonces realmente no corría peligro, sobre la primera, pues mire: subio al mando, no nos explica lo de las entidades, no quiso promover los equipos, sabía donde estaba el cuerpo de señor Bright, mando a limpiar la escena del crimen y decidió que laa votaciones fueran públicas para saber exactamente que movimientos hacia cada uno de nosotros, discúlpeme pero todo esto me causa desconfianza y tampoco se sienta muy beneficiado, realmente no confió mucho en nadie ya que siento que no nos estamos comunicando y a algunos les importa un cacahuete resolver lo del asesinato, pero le brindo esta oportunidad para que me explique un poco más sobre sus acciones y tal vez podamoa formar un bello equipo que trabaje duro para resolver el asunto... también podria cambiar su peinado haha- dijo esto último para aligerar un poco lo primero
-Señorita von Slandikha, creo que está usted claramente tergiversando todo lo que he dicho y hecho -expuso el jefe de seguridad, con una sonrisa en los labios-. Ha dicho usted cuatro mentiras y una única certeza, y voy a enumerárselas una por una.
Callahan consideraba claramente a Debra una mentirosa, pero, ¿cuántos de su gremio no lo eran? El jefe de seguridad había leído tantas mentiras en los periódicos que le costaba no desconfiar de la famosa reportera. Pero ante todo, era un caballero y debía actuar como tal.
-Aunque si lo desea, señorita Von Slandikha, podemos tratar este tema de un modo más íntimo... -El hombretón le tendió su brazo a la reportera para que le tomara de él si lo deseaba.
Debra tomo el grande y fornido brazo del Señor Callahan, le dio unas palmaditas cariñosas con la otra mano y lo soltó para después sacar su libreta -Estimado Señor Callahan, tal vez si estoy confundiendo las cosas, pero quiero que se ponga un momento en mi lugar, entiendo que no sea espíritista y quizá tampoco sepa a ciencia cierta lo que el señor Bright si sabía pero tal vez compartirnos sus últimas palabras con mayor detalle ayudaría a disipar nuestras dudas, no se si lo notó peero desde hace rato que estoy escribiendo todo lo que sucede, y si en parte llegue a esas conclusiones sobre su persona fue por el testimonio del caballero de acá- dijo mientras señalaba a Scraffy - y cito...-
Cita:
-hace un momento usted dijo que no habia comentado NADA respecto al cuerpo, asi que me brinca un poco el comentario del compañero, pero no me malentienda, justo si estoy teniendo esta conversación con usted es porque deseo de todo corazón aclarar las cosas, y obviamente no morir en el intento, es más de ser posible desearía que NADIE más lo hiciera. Sé que es estúpido enemistarse con la autoridad, pero también es estúpido no cuestionarla, asi como ninguno de nosotros quería estar en este predicamento, probablemente en contra del suyo ha tomado esta figura de líder, espero mucho de usted, especialmente honestidad y un poco más de decisión- Debra le tendió la mano a Callahan
-¿Escena del crimen? Eso sigue allí. -Señalo a sus espaldas. -En los aposentos del señor J. Yo simplemente fregué el suelo, procurando que la sangre no se esparza y alguien se resbale y culpen después al bedel por no hacer su trabajo. Pueden ir a ver si lo desean. No entiendo el drama con ello. -Scrafy no entendía eso de escena del crimen o mover las cosas, el hacia su trabajo, no era detective privado o policía.
-Espero que no Profesor. -Respondía a Ivo Von LifeSteal. -O sino me quedare sin trabajo. Las conversaciones se monopolizaron hacia un lado que no llegaba a entender y quiso descansar un rato, el día había sido largo y las ultimas horas extenuantes, necesitaba un refrigerio. -Si me necesitan estaré en el bar, con suerte aun tendrán ese refresco de Lima que Vi sabe que tanto me gusta.
-
Para Abby en esos momentos, todo estaba vuelto un caos y como no, el piloto de aquel Zeppelin encerrado despues de haber sido elegido en las votaciones que habían tenido lugar tan solo momentos antes, esperaba que el profesor Ivo no se estuviera equivocando al pensar que había piloto automático, mientras estuvieran en el aire le bastaba si tenía que ser sincera. Por otro lado, se quedó escuchando las palabras de todos los presentes, echando culpas, peleando por mala información, todo esto para Porter estaba causándole un pequeño dolor de cabeza nada agradable por lo que terminó dando una de sus típicas caladas a su pipa, antes de poder unirse a tan agitadas personalidades que estaban hablando en esos momentos.
—Independientemente del error que Scrafy pudiera haber cometido al fregar el piso de donde se encontraban los restos de Uriel... Creo que logramos uno de los objetivos que había en mente ¿No?— Volteó a mirar al medico Poxviridae por unos momentos, soltando el humo de sus fosas nasales mientras le miraba —Supongo que puedes echarle un vistazo al cuerpo ¿Verdad? Si encontramos como fue perpetrado el crimen sera mucho mas fácil comenzar a sacar conclusiones, de lo contrario solo seguiremos apuntándonos entre nosotros a ciegas y con pocas bases, no es lo mas conveniente si estamos en medio de un asesino... o varios— Terminó de decir, antes de volver a cruzar sus piernas de manera delicada, estaba pensando por ella misma en esos momentos, no había mucho mas que se pudiera hacer realmente, mientras no tuvieran mas pistas no se podría hacer mucho mas si tenía que ser sincera.
—Por otro lado... ¿Que hay de la nota que dejó el asesino?— Preguntó curiosa, mirando a la reportera que estaba discutiendo o al menos un poco con el jefe de seguridad —¿Tiene algún significado que se pueda descubrir?—
Vineccio había anteriormente apenas visto lo sucedido en la sala principal. Una intensa sensación de taquicardia le había invadido, y se había retirado del público, mientras, contra la pared, poco a poco se había ido deslizando hasta quedar sentado en el suelo, con la mano en el pecho. ¿El señor Bright había muerto? Miles de recuerdos sobre aquella muerte que tanta ruina había traido a su vida se arremolinaban caóticamente en su mente, mientras veía cómo su última oportunidad de vivir felizmente de lo que amaba era... despedazada y servida como si de un cerdo se tratase. Tragó saliva, inhaló profundo, y su mano apretó su pecho. El corazón le latía muy rápido. Luego de haberse dado un rato a sí mismo para calmarse, volvió a la sala en donde todos se encontraban.
Ahora sólo somos trece y, probablemente, para cuando llegue la siguiente hora ya seremos menos.
Un rostro severo, casi molesto, se dibujó en el rostro de Vineccio, mientras quien lo observara podría ver cómo sus ojo se entrecerraban.
—¿Probablmente para cuando llegue la siguiente hora ya seremos menos? ¿A que se refiere? —gruñó Vineccio.
Por otra parte, señor Eggstein -se volvió hacia el millonario-, y esto es interesante, ¿por qué sospecha usted del señor Di Palmare? Es algo que me interesaría saber porque yo también lo hago.
Vineccio miró a otros tripulantes con desconcierto, buscando miradas acusadoras o tranquilizadoras. ¿Que sospechaban de él? Su ceño se encontraba más fruncido de lo normal.
—De... ¿de mí? —Un escalofrío recorrió su cuerpo. Si la ansiedad que no había logrado en absoluto interiorizar de hacía unos momentos no era suficiente, ahora tenía que lidiar con que se le considerase abiertamente un principal sospechoso de asesinar... ¿al hombre que por tantos años había admirado? El miedo se transformó en rabia, pero no una rabia desenfrenada y desquiciada, una rabia reprimida llena de impotencia que conocía muy bien, una rabia causada por todas aquellas personas que con miradas indiferentes lo habían despreciado y dejado atrás durante tantos años— Yo JAMÁS —dijo mientras le levantaba el dedo a Calaha y su rostro se tornaba rojáceo—, jamás... —dijo luego exhalando una bocanada aire y llevando su mirada al suelo, probablemente rememorando aquel incidente que había ocurrido hacía y añares y perdiéndose un poco en él, para luego levantar su mirada hacia el Jefe de Seguridad con notablemente más calmado— asesinaría a una persona.
Vineccio recuperó la compostura, y al mirar a su alrededor notó a varias miradas escudriñándolo. Tragó saliva. La verdad era que desde hacía tiempo había dejado de ser un buen orador, y aunque parte de él quisiese de alguna forma proponer alguna solución para encontrar al culpable, la realidad era que no tenía idea de qué hacer en una situación así, con lo cual decidió remitirse a dejar dibujarse en su rostro aquella expresión seria que tan acostumbrado estaba de llevar.
Difícil era descifrar cualquier tipo de sentimiento de manos de Poxviridae. Seguía con la máscara puesta (es más, ¿alguna vez en su vida se la habría quitado) y las telas cubriendo su cuerpo, incluso sus extremidades mecánicas salientes estaban igual de quietas, como se momentáneamente se hubiera quedado sin batería y estuviera recargándola en el más absoluto silencio mientras el resto discutía.
Sin embargo no fue hasta que Scrafy habló cuando dio muestra de seguir vivo, girando el rostro hacia él y dejando que el bastón sirviera como apoyo, lentamente, sin ningún tipo de prisa.
No dijo nada, sólo se quedó con el pico clavado dirección a Scrafy esperando a que todos terminaran de hablar, sobre todo la señorita Porter quien se dirigió directamente a él aunque no volteara para mirarla. Sólo observaba al conserje.
Callahan, venga conmigo.- Y empezó a caminar para salir de ahí, siguiendo los carteles de las paredes hacia la que dirigía al camarote del difunto.- Va a asegurarse de que no destripe al inepto conserje por dificultarme el trabajo.- Y soltó una carcajada hueca, retorcida y sin saber si hablaba realmente en serio o no, pasando al lado del resto antes de desaparecer de la sala.
-Señorita von Slandikha, permita que insista, revise mis intervenciones si las ha anotado -indicó el jefe de seguridad, un tanto hastiado por la conversación-. Yo no le he dicho al señor Scrafy en ningún momento que el cadáver estaría en el despacho del señor Bright. A menos, claro, que el conserje y yo tengamos una localización secreta en la que nos hemos colado y hemos hablado a solas, lo cual es imposible, ya que he estado en la Cocina y en el Bar y no he intercambiado palabra alguna con Scrafy fuera de esta sala.
Aun así, Callahan era todo un caballero y sabía que, pese a que la reportera parecía haberla tomado con él, su madre siempre le había enseñado a respetar a las mujeres. Especialmente cuando eran damas adineradas.
-Doctor Poxviridae, en estos momentos tengo intención de emborracharme en el bar. Nunca tomo decisiones con la mente fría -indicó el hombretón, en tono un tanto brusco. Tomó la llave del camarote de Bright y se la tendió al médico de a bordo-. Pero tenga. Tiene mi permiso para entrar y examinar el cuerpo en profundidad. Usted también si quiere acompañarle, señorita von Slandikha.
El jefe de seguridad escuchó entonces al señor Di Palmare. No le creía, pero hasta el momento no tenía más motivos para desconfiar de él que su confianza en Eggstein.
-Si alguien tiene la capacidad de hacerlo, que le vigile -ordenó Callahan, señalando al maquinista. Luego dirigió a von Hindburg. A diferencia de con la reportera, el tono en que habló al enmascarado era un tanto agresivo-. En cuanto a usted, creo que es hora de cambiarle de localización. Estará en la celda con el piloto hasta que sepamos de qué palo va. No sé si votó a Helmut para salvar su propio pellejo, pero el piloto está diciendo cosas muy interesantes. No guarda rencor a quienes le votaron, pero está seguro de que entre sus votantes hay al menos un ente. Y tú eres el que más me encaja, Hindburg. -Le agarró con fuerza de uno de sus flacos brazos para abandonar la estancia, de camino a la celda-. ¡Andando!
Todos pueden observar como Callahan se lleva a Von Hindburg a la habitación cerrada, el prisionero sin decir palabra alguna se retira con la cabeza en alto sin expresión alguna.
Todos pueden percibir que, cuando Callahan regresa de llevar a von Hindburg a la celda, regresa un tanto alterado y confundido, muy nervioso.
-No debería haber dicho nada sobre espiritistas... -dijo, con el tono de voz entrecortado-. Acabo... esto... acabo de ver un fantasma... Ha sido sólo un momento, pero estoy seguro de que era real...
Por su parte, el Profesor no dijo nada por un instante, esta vez sí que alzó una ceja hacia el Señor Callahan, el jefe de seguridad. Carraspeando nuevamente y dando un paso hacia atrás, alejándose de este, decidió hacer lo que era más conveniente según su parecer, poner en medio a Scrafy.
-Requiero de sus servicios. -Dijo finalmente al hombre con el mejor bigote de la sala- Quédese ante mi y ante... el espiritista. No deseo tener que tratar con más fantasmas de los que ya tengo.
- ¡Señor Callahan, pero no nos dejé así! Díganos ¿qué es exactamente lo que ha visto? ¿Podría haber identificado a alguien con esa sombra o espíritu como usted dice? - dijo Konrad mientras se atusaba la perilla. - Esto se está poniendo verdaderamente peligroso, no podemos obviar ningún detalle
-No -Callahan hizo un gesto de negación a la segunda pregunta de Eggstein-. No creo que se tratara de ninguna sombra ni ente maligno. Era sólo un alma en pena recorriendo el Zeppelin, pero no identifiqué a nadie. No soy un entendido del mundo fantasmal, pero, ¿y si fuera el señor Bright? O tal vez una persona que falleció de forma trágica en este lugar...