Partida Rol por web

 Borgo y Norwyn permanecen en el segundo piso, incómodos porque les dejen atrás y al mismo tiempo contentos de no tener que sufrir las inclemencias que golpean la torre.

 Al momento de que comiencen a subir el resto de vuestros compañeros, el capitán Thartalion cojea arrastrando una de sus piernas -ayudándose con un bastón- hasta vuestra mesa, acompañado de uno de los soldados veteranos.

 Me parece un poco extraño que con lo que está cayendo todos esos chicos hayan decidido echar una ojeada al cielo, a estas horas de la noche. - comenta el oficial en un tono afable.

El soldado a su lado tan sólo os mira con el ceño fruncido, desconfiado aún por tener hobbits en la torre.

A la dama Isilwen le ha parecido oir algo y, sabiamente, los demas han decidido hacer caso a su fino oido.

El hobbit parece ansioso por hacer algo mas que esperar.

¿Podemos ayudar en algo, señor? Aunque pequeños los hobbits somos buenos exploradores

Borgo se irguio tan recio y valiente como pudo.

-Exacto, si podemos ser de ayuda, díganoslo. Ningún caballero rohirrim da la espalda cuando se nos necesita, ni aún cuando no se encuentra bien- digo, de nuevo fingiendo un tono claramente más grave que mi voz natural- Esperemos que la alerta que ha escuchado Dama Isilwen no sea nada, por el bien de todos los presentes.

Agudizo mis sentidos para estar alerta y atenta a todo sonido que nos llegue procedentes de lo alto de la torre. Esperemos que no haya sido más que una falsa alarma lo que ha escuchado la bonita elfa. Sus sentidos, por su condición racial, son profundamente más agudos que los nuestros, los humanos, y siempre era bueno contar con un ser de tamaña valía entre los presentes. Nos proporcionaba la seguridad de saber que era imposible que un lugar como éste fuese asaltado por sorpresa, sin que los presentes se hubiesen percatado de la llegada de cualquier enemigo que osase perturbar nuestro merecido descanso.

 Se mesa la barba un momento como si estuviera dándole vueltas a algo - Bien, supongo que no pasa nada por ser cautelosos. - hace un gesto al arquero que le acompaña y al soldado joven - Id abajo con Darîoth* y Rëmis, revisad el exterior de la torre y comprobad que la carretera es practicable.

Algunos de los jinetes rohirrim se despiertan y rebullen en sus lechos como si notasen que algo anda mal.

 Ambos, el jovenzuelo y el veterano bajan las escaleras sin prisa pero sin pausa y con mucho tiento, pues a pesar de los arreglos las escaleras aun son inestables y es fácil trastabillar y caerse, y no es una caída despreciable.

Les seguís a la planta de abajo.

 A un par de metros junto a los caballos se encuentra el guardia a cargo de la puerta esta noche, tallando una figura de madera. Responde al nombre de Tôhrio y tan sólo os mira esperando ordenes del capitán, una de las pocas cosas que se le ocurren que pueda pasar para recibir tales visitas en su guardia.

Borgo caminaba tras el extraño guerrero de Gondor. Sus pies no hacian ruido alguno comparado con el escándalo que suponía la armadura del luchador. Desde luego, se sentia mas tranquilo al salir acompañado de alguien grande que pudiera defenderle pero sabia que con él al lado no iba a poder ser tan sigiloso.

La fria noche se colaba por los rincones de la torre y rafagas de lluvia amenazaban con mojar los peludos pies del pobre Sr. Brandigamo pero las inclemencias del tiempo no parecian  echarlo para atras. Un brilllo en su mirada revelaba lo que cruzaba por su mente. La curiosidad que lo sacó de su hogar lo impulsaba a investigar.

-Cuando salgamos, dejad que me adelante un poco para epxlorar en silencio.

-Está bien, señor Borgo, pero no le quitaré ojo de encima. Si por un casual intuyese que se encuentra en peligro, acudiré presto a ayudarle- desenvaino mi querida espada- Aunque sigo teniendo esperanzas de que Dama Isilwen no haya percibido más que el sonido de la tormenta, y que todo sea una falsa alarma-  aclaro, sin mucho convencimiento.

 Se levanta al ver que os acercáis a la puerta desenvainando vuestras armas y preparándoos para salir - ¿No pensaréis salir con la que está cayendo? - deja la figura de madera que estaba tallando y se acerca. Recoge por si acaso las llaves de la recia puerta de roble reforzado con chapas de hierro.

 Ordenes del capitán - dice el arquero, colocándose al lado del soldado, le pone una mano en el hombro - por ahí arriba están un poco inquietos por la tormenta y para apaciguar los ánimos nos ha pedido que echemos un vistazo alrededor. 

El soldado asiente a las palabras del veterano y se dispone a quitar las maderas que bloquean la puerta, como otra medida defensiva. El arquero lo ayuda y luego el soldado abre la puerta con la llave. 

La lluvia cae con una fuerza tremenda, apenas podéis ver nada a más de media docena de metros.  No se escucha nada que no sea el repicar del agua contra el suelo embarrado y lleno de charcos disformes.

Hace frío y el fuerte viento ulula entre los árboles al pie del promontorio donde se erige la regia atalaya.

Echad un vistazo pero no os demoréis demasiado, sería malo que cogierais unas fiebres por culpa de este frío que cala los huesos, y más con esta lluvia. - comenta mientras os ponéis las capas por encima de vuestras ropas y armaduras - Tened cuidado y no os separéis mucho. 

 Estaremos esperándoos, pero si tardáis demasiado puede que encontréis la puerta cerrada y bien bloqueada. - Bromea el soldado. Prepararé algo de sopa caliente, para vuestro regreso. - agrega mientras cierra la puerta con llave tras vuestra partida.

 La lluvia cae sobre vosotros con una fuerza inusitada. Las tormentas en esta época son fuertes, pero este año han augurado los magos que serán especialmente fuertes. Los viejos dicen que tiene que ver con la Sombra del Enemigo que crece en el Este...

El viento es muy fuerte, os enreda la ropa o hace volar vuestras capas, además el hobbit necesita de toda su fuerza para poder moverse contra ella. A los pocos minutos estáis completamente empapados y lamentando en qué momento os ofrecisteis voluntarios en esta noche de perros.

Borgo se movia con problemas, luchando contra el viento. Las buenas noticias eran que, al tenerlo en contra, le llevaria los sonidos que tenga por delante y no al reves. El pequeño hobbit exploró el camino para ver si estaba despejado como le habian pedido. Para ello empleó su oido como pudo en medio de aquel aguacero.

"Maldita la hora que decidí seguir a mi hermano" pienso, lamentándome de mi situación. Aquel tiempo horrible iba a acabar provocando que cogiese el resfriado que me estaba esforzando por fingir. Miro a todos lados, tratando de ver algo entre la lluvia, ayudada por la luz de los relámpagos. Por lo pronto veo a nuestro amigo hobbit sufriendo porque no se lo lleve el viento. Me ha caído simpático el muchacho. Se ve extraordinariamente sociable, y parece un pedazo de pan. Quizás fuese esa afabilidad que nos había mostrado la que hubiese despertado en mí el instinto proteccionista, pero la verdad es que de suceder algo estaba dispuesta a defenderlo con uñas y dientes.

"Bueno, estás dando por hecho que no sabría defenderse solo". Este reproche interrumpió momentáneamente mi búsqueda de algo que llamase la atención en los alrededores de la torre. Era bien cierto que los humanos tenemos cierta tendencia a mirar por encima del hombro a los hobbits como si de seres indefensos se tratase. Pero algo me decía que eso no era más que un tópico estúpido, como el de que las mujeres no podíamos ser buenas guerreras rohirrim. A lo mejor este mediano y esta humana camuflada sabían, en el fondo, pelear mejor que el más bravo de los guerreros. Y quizás aquella noche pudiéramos demostrarlo... Aunque preferiría, ciertamente, que no se diera el caso...

 A través de la tormenta puedes escuchar ruidos, no vienen de demasiado lejos. Te alejas un poco más de la torre y agudizas tus sentidos todo lo posible y te parece ver algo.

docenas de figuras oscuras, cubriéndose con mantos, aguantando el terrible aguacero parecen estar cercando la torre. No sabes quienes o qué son, pero desde luego no parecen amigos. Deben encontrarse al menos a unos doscientos metros.

Miras alrededor fijándote en el camino que deben seguir los mensajeros, no puedes ver si más adelante habrá oposición pero si esperáis más tiempo nadie podrá dar aviso alguno. 

 La tormenta es demasiado fuerte, agua, viento y hasta la misma tierra convertida en barro parecen ir en tu contra, y no percibes nada más.

 Ambos os reunís de nuevo a las puertas de la Atalaya, bien calados hasta los huesos y con un frío terrible.