Al llegar a la sala ves que está vacía, solo quedan las gemelas hablando con otra mujer, con Lady Jadviga, pero no hay nadie más. Un criado se acerca a ti
-La cena está servida -te indica llevándote al comedor
-Demuéstrenlo -dijo Lady Jadviga, hace un gesto y un criado se acerca a Lady Jadviga y le da los látigos, a continuación, se arrodilla delante vuestra, Lady Jadviga os entrega los látigos-. Adelante
Enrico mira las heridas de Piero, algunas son superficiales, otras más profundas, estará unos días sin pintar, pero los cortes no le han dañado ningún tendón que le impida seguir ejerciendo su profesión.
Nathaniel y Amr-Bashir no tienen heridas físicas según puede observar Enrico
-Dense prisa, la cena está por comenzar -os apremia el criado
El árabe no puede evitar frotarse la barba con su mano diestra en señal de frustración, su gesto muestra cada vez más desagrado hacia la situación en la que se encontraban y si le quedaban dudas de que se habían metido en un problema que se le antojaba grande, ahora se habían disipado. –No, a mí no me han herido, por ahora –responde a Enrico. –Con vuestra excepción, maese Enrico, creo que no nos hemos llevado la peor parte –afirma, sin estar verdaderamente convencido de lo que dice. –A mí me han puesto a jugar un juego macabro, en el cual debía atrapar a uno de los anfitriones en quince minutos, de lo contrario, dicho anfitrión tendría cinco minutos para atraparme y asesinarme a mí –le dice, con franqueza, resumiendo la experiencia que tuvo. –Si es verdad que el señor Giovanni planea ejecutaros por su mobiliario, podríamos tratar de interceder por vos y convencerlo de que nos deje pagar vuestra deuda, si nos deja salir ya veremos y si no lo hace, ya veremos –se ofreció, con la esperanza de ofrecer una alternativa al predicamento de Enrico.
La situación es tan extraña, que no pudo evitar mirar a Piero el pintor y sonreírse. –Serían muchos cuadros y muchas yardas de tela que vender, pero no hay justicia en que deban pagar justos por pecadores –dice, refiriéndose a la pena de muerte a la que lo han condenado.
Escucha a Nathaniel, y se da cuenta que su pequeña alianza ha crecido en fuerzas y en simpatizantes, y cómo no, después de todo lo visto, era normal que quisieran salir de allí cuanto antes. –Salir ahora, como están las cosas, sólo nos asegura ser alcanzados por una flecha o por la espada de alguno de los guardias de Giovanni. Lo mismo que pensamos nosotros, ellos mismos lo están pensando, así que estarán más que advertidos. Lo que propongo es que, una vez en la cena, pidamos excusarnos del banquete, pues consideramos que nuestra estancia en el lugar ya no es segura. A la vista de todos, será más difícil para Giovanni negarse o para los anfitriones intentar algo en nuestra contra –afirmó, de nuevo sin medir por completo el tamaño de su ingenuidad. Entonces atendió a las palabras del criado, que los llamaba a incorporarse a la mesa de su señor. –Tened listo vuestro acero –agregó, posando su diestra en el pomo de su espada curva –, no sea que lo necesitéis muy pronto.
-Fue el Sire Wenceslas -respondí, mostrándole las manos heridas tanto a Enrico como a Nathaniel-. Nada demasiado grave. Quiso que pintara un cuadro con mi sangre, así que me cortó y colocó un cristal en mis manos. -Sentí un escalofrío al evocar el dolor que habia sentido mientras pintaba el lienzo, mientras la sangre se entremezclaba con la pintura-. Fue un buen cuadro, un gran cuadro... -Bajé la mirada, pensando en si Wenceslas no tendría cierta razón al decir que las auténticas obras de arte eran las que se realizaban mediante el dolor. Había sido un cuadro magnífico-. Pero realmente dudo mucho que esto sólo se trate de las simples extravagancias de un viejo mecenas. Cuando terminé de pintar, vi que Wenceslas estaba cortándole los labios a otro de los invitados.
Escucho a Nathaniel y realizo un gesto de negación ante la propuesta del joven.
-Si intenta escapar ahora, lo más probable es que sólo consiga que le maten -coincidió con las palabras de su compañero árabe-. Salir a hurtadillas de la mansión solo le dará a Claudius Giovanni una excusa para que sus hombres os ataquen, Nathaniel. Debemos aguardar a la cena e informar a Giovanni de que marchamos por nuestra seguridad. A la vista de todos, como ha sugerido Amr. -Al oír que el criado nos apremia, añado-: Tal vez debamos acudir a la cena cuanto antes.
Limpiando a sangre como puedo con el pañuelo y escuchando la historia que me cuenta mi amigo, no doy crédito.
-No es nada grave, en unos días estarás bien. Pero, ¿Cortarle los labios? ¿Pero que clase de degenerados perturbados hay en esta ...fiesta?-Añado bajando la voz.-Sí, creo que tendríamos que irnos. Seguir juntos me parece una buena idea. Gracias, Arm Bashir, pero eso implicaría reconocer una culpabilidad que es falsa. Mi honor no lo permitiría. Yo no he roto nada, ha sido el tal Marchetus. Que él repare el daño o que se le arranque a él el corazón. Porque lo que es a mí no lo harán sin lucha. Y huir en la obscuridad también sería vergonzoso. No. Esperemos a que la cena acabe e intentemos irnos con la cabeza bien alta y, a poder ser, sobre los hombros.-Digo con una amarga sonrisa en mi rostro.
Me dirijo hacia la puerta:-¿Vamos a la cena entonces?-Les pregunto-Cuanto antes empecemos antes acabará todo.
- Pero que le pasa Lady Amisa? Por qué se molestó tanto conmigo? Suelteme de inmediato! Auxiiiliiiooo!! Socorro!! - Primero pregunta la duquesa Borgia sorprendida, después trata de reaçcionar esquivando y corriendo de allí si le es posible y si no forcejeando y gritando para sacarse o pedir ayuda, con la inocente esperanza de poder evitar de alguna manera su destino
Aunque supongo esto debe ser parte del prólogo, puedo hacer tirada para que María pueda esquivar, correr o zafarse antes de ser .ética al ataúd
Gritas pero nadie acude a tu auxilio, intentas zafarte, pero la mujer se mueve rápidamente y con gran fuerza te introduce en el ataúd
La invitación de Enrico a pasar al salón de banquetes lo hace meditar por unos pocos instantes. Duda de que sea la mejor de las ideas, pero es la única que tienen por ahora. Teme que al pasar ese portal, quede sellada su suerte de una u otra manera. Ve con cierta admiración la gallardía de Enrico por enfrentarse a su cruel destino, sin saber si podrá zafarse de las garras de la muerte usando como escudo únicamente su honor. Asiente. –Pues bien, adelante, pasemos –dice, mientras un fuerte soplo le quema el suspiro. Con su diestra toca el hombro de Piero el pintor y le dedica un gesto de camaradería, en su mirada se puede entrever un "vamos a estar bien" que desafía la situación con cada momento que pasa. –Quedaos cerca unos de otros, tendremos más oportunidades si permanecemos juntos –afirma, al pasar al salón en grupo con los demás. Una alianza, tal vez fugaz, se había forjado.
El musulmán se retira junto con los demás hacia el salón de banquetes.
Al final del castigo, la criada yace muy quieta, como si estuviese muerta (1). Lady Jadviga te entrega un pedazo de pan
-Mójalo en la sangre y saboréalo. Un líder de hombres no debe temer el derramamiento de sangre
(1) haz tirada de percepción+medicina dif 7
Una cosa es el derramamiento de sangre y otra beberse la sangre de una pobre niña que yace tendida en el suelo, esto no parece liderazgo, parece sadismo. -Dijo refunfuñando, pero de todos modos lo hizo, ungió el pan en la sangre y dió un pequeño mordisco sin mas remedio que arrugar el ceño, sabia a metal.
No tengo medicina, fallo automaticamente la tirada.
Una vez has tomado el pan con la sangre de la criada las puertas se abren y aparece un nuevo criado
-La cena está servida -os dice
-Adelántate querido, ahora iré yo -te dice Lady Jadviga
Haz 3 tiradas de conciencia dif 6
Tomaron los látigos y miraron a Lady Jadviga, una cosa era manipular a la gente, pero eso no era ni manipulación, ni poder, era puro sadismo, de ninguna manera le interesaba el destino de aquel criado, les traía sin cuidado, era un simple criado por lo tanto inferior.
Sofia fue la que se decidió a hablar -No nos malinterprete Lady Jadviga, pero generalmente no somos las que impartimos castigos, generalmente lo hacen por nosotras- continuo Sonia -no nos manchamos las manos, no merecen nuestra atención- luego se encogieron de hombros -pero si quiere que lo castiguemos por que según su criterio lo merece.....- miraron al criado allí arrodillado.
Lady Jadviga os mira sin alterarse
-En esta vida existen dos tipos de personas, las que dan los latigazos o los que lo reciben, el criado está a vuestra disposición, ¿seréis las que azotan o las azotadas?
Te voy a meter en la otra escena para no retrasar, aunque con tres turnos aquí acabarías la escena
Motivo: conciencia 1
Dificultad: 6
Tirada (1 dados): 5
Éxitos: 0 Fallo
Motivo: conciencia 2
Dificultad: 6
Tirada (1 dados): 9
Éxitos: 1
Motivo: conciencia 3
Dificultad: 6
Tirada (1 dados): 5
Éxitos: 0 Fallo
Pierdes 2 puntos de humanidad
Desde luego no iban a salir perjudicadas por un simple criado, el solo hecho de imaginar sus perfectas pieles surcadas por latigazos las hizo estremecerse, no tanto por el dolor como por las marcas. Ambas cogieron los látigos acariciándolos, sintiendo el cuero en su manos, si tuviesen algo de conciencia habrían sentido pena y remordimientos de lo que iban a hacer. Se adelanto Sofia y recogiendo el látigo en su mano, lo lanzo y soltó, con el consiguiente chasquido en la espalda de aquel desdichado, dejando el turno a Sonia, que sin vacilar hizo exactamente igual que su hermana, y los latigazos se fueron sucediendo casi sin pausa entre una y otra, dejándose turnos.
-¡Más! ¡Más! -grita Lady Jadviga mientras el criado gime de dolor y la sangre se filtra a través de su gruesa camisa. Finalmente, el criado queda hecho un piltrafa sangrante, y Lady Jadviga mira el espectáculo, en sus ojos puedes ver un atisbo de excitación. Tras 20 minutos de latigazos, el criado cae al suelo inconsciente-. Propínadle siete latigazos más
Miraron al pobre desdichado que ya yacía en el suelo -Aguantan poco estos criados- dijo Sonia, continuando con otro latigazo y Sofia a siguió, realmente ya encontraban poco placer, pues ya no se quejaba, pero alguna razón habría para esos siete de más.
El último lo dieron poniendo espalda con espalda, estado de lado y soltando el látigo a la vez, una vez recogieron el látigo se lo pasaron por la lengua, saboreado la sangre que había quedado en él y miraron a Lady Jadviga terminado su cometido.
Un criado entra en la habitación
-La cena está servida -anuncia
-Volvamos queridas -dice Jadviga acompañándoos al comedor
Fin de la escena