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Crónicas Giovanni: La última cena

Prólogo Piero

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26/08/2019, 21:48
Director

Hace varias semanas recibiste la visita de un mensajero ricamente ataviado. Te llevaba una invitación perfumada para que asistieses a un suntuoso banquete en la mansión del señor Claudius Giovanni. Giovanni pertenece a una rica familia de comerciantes italianos, y es tan temido como respetado. Una invitación como esta es un gran honor, que no puede ser desdeñado a la ligera, ni siquiera aunque provenga de alguien tan misterioso y de tan siniestra reputación como Claudius Giovanni.

 

Un elegante carruaje llega para recogerte para emprender lo que probablemente sería el viaje más largo de tu vida... a los oscuros bosques de los Cárpatos.

Tras dos semanas de incómodo viaje por malas carreteras, a través del barro y la lluvia, llegas a últimas horas de la noche al Cordero Rojo, una acogedora posada donde hay ya otros invitados a la mansión Giovanni. La cena tendrá lugar a la noche siguiente, y hoy pernoctaréis en la posada

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27/08/2019, 12:59
Piero Mantegna

Había recibido la misiva cuando me encontraba en el interior de mi taller. Apenas podía creerlo. Mi fama se había extendido hasta los mismísimos Cárpatos, y Claudius Giovanni me había invitado para cenar en su mansión. ¿Sería para ofrecerme la posibilidad de convertirse en mi nuevo mecenas? ¿O sería simplemente para pintar un cuadro para él? Esperaba que fuera el segundo caso. Los Albizzi, mis mecenas, me lo habían dado todo, y convertirme en el pintor oficial de una nueva familia noble tal vez no fuera lo más leal por mi parte.

-Tommaso, Paolo, preparad material suficiente para un nuevo encargo -le ordené a mis dos leales sirvientes, mientras me disponía a preparar mis mejores galas para partir.

-El señor Claudius Giovanni me ha invitado para asistir a un banquete en su mansión de los Cárpatos -expliqué, mientras los criados preparaban todo el material de mi taller. Más me valía ser previsor al respecto y llevar material suficiente para pintar durante mi estancia en la mansión de Giovanni si se daba el caso.

El carruaje de Giovanni nos había recogido a mis dos sirvientes y a mí a las puertas de mi taller, dejándonos poco después frente a la posada del Cordero Rojo. Había decidido que Tommaso y Paolo me acompañasen. Por un lado porque eran mi única compañía y, por el otro, porque eran la mejor ayuda que podía tener a la hora de dotar de vida a mis lienzos. El viaje había resultado un tanto tedioso, aunque por suerte se había logrado amenizar con las historias sobre leyendas de los Cárpatos que contaba mi fiel sirviente Tommaso. "No asustes al muchacho" pedí un par de veces a mi anciano sirviente, para tranquilizar un poco a Paolo, si bien estaba seguro de que, al igual que yo mismo, mi joven criado solo quería conocer más historias sobre los Cárpatos.

Para cuando llegamos a la Posada del Carnero Rojo, me hallaba agotado por el largo viaje y deseoso de llenar de alimentos mi abultado vientre. De solo percibir el sabroso olor a comida que envolvía a la acogedora posada, sentí que mi apetito creía aún más. Con intención de no molestar a los otros invitados, decidí dirigirme junto a mis dos criados hasta una de las mesas más apartadas.