Hace varias semanas recibiste la visita de un mensajero ricamente ataviado. Te llevaba una invitación perfumada para que asistieses a un suntuoso banquete en la mansión del señor Claudius Giovanni. Giovanni pertenece a una rica familia de comerciantes italianos, y es tan temido como respetado. Una invitación como esta es un gran honor, que no puede ser desdeñado a la ligera, ni siquiera aunque provenga de alguien tan misterioso y de tan siniestra reputación como Claudius Giovanni.
Miro con extrañeza la carta y al tipo que la trae. ¿Y por qué alguien tan poderoso como Giovanni iba a invitar a una simple soldado?
Quizá busca un mercenario. Bueno, es cierto que los turcos parecen estar tranquilos últimamente y, para qué engañarnos, la pasta que podría sacar de un encargo de alguien como él es muy tentadora.
Finalmente me decido. Pido al mensajero que espere hasta que pueda hablar con mis superiores, pero si estos no ponen ninguna pega le confirmo mi asistencia.
Tus superiores no parecen poner reparos, aún menos cuando saben que Giovanni es el que escribe la carta.
Un elegante carruaje llega para recogerte para emprender lo que probablemente sería el viaje más largo de tu vida... a los oscuros bosques de los Cárpatos.
Tras dos semanas de incómodo viaje por malas carreteras, a través del barro y la lluvia, llegas a últimas horas de la noche al Cordero Rojo, una acogedora posada donde hay ya otros invitados a la mansión Giovanni. La cena tendrá lugar a la noche siguiente, y hoy pernoctaréis en la posada
Antes de irme preparo mis pertenencias. Decido dejar el uniforme de mi patria normal, ya que no voy de misión, y me llevo solo el de gala. También algo más de ropa, más normal digamos, y mis armas. No creo necesario llevar más.
El viaje se vuelve pesado, muy pesado. Observo pasar los árboles, los pueblos, la gente. Poco a poco, el ambiente cambia, se vuelve más frío y se empiezan a notar las montañas, con sus espectáculos de luces.
Entro en la posada, quitándome el frío con unos golpecitos en la cara y miro al resto con curiosidad. ¿Por qué me llamó a mí?