La piscina era un área amplia, siendo esta casi tan grande como la del gimnasio; en ella había bancadas a ambos lados de la misma y un total de seis pistas cuya longitud era la reglamentaria para una piscina olímpica. Sobre ella cruzándola de lado a lado había banderines blancos y azules.
Al parecer esta área tenía originalmente ventanas, pero todas ellas habían sido tapiadas con placas de metal y unos grandes remaches, tuercas, tornillos y habían sido soldados; por lo que parecía ser imposible de salir del lugar por ahí.
¿Os imagináis usar el agua de la piscina para cometer un asesinato?. Noquear/drogar a alguien, dejarlo flotando en unos flotadores improvisados, y hacer un pequeño agujero en ellos, dejando que el aire poco a poco se fuera de aquella "balsa" y así retrasar durante minutos o incluso horas el asesinato mientras se conseguía una coartada.
Los que se habían acercado al lugar para investigarlo o quizás para charlar entre ellas no habían sido otras que Kiryu Akame y Kasumi Kato, sea lo que sea que estas dos tuvieran en mente, al menos estaban seguras de que nadie más podía molestarles mientras estuvieran ahí.
Me acerco a Katsumi, observándola poco a poco, con curiosidad, como si fuese un gatito curioso, ya cambiada y en bañador
- Ey ey, katsumi, ¿cómo estás? Ayer estuviste rara, te acusaste a ti misma y... es que no es verdad. A mi me lo puedes contar, sé que el que mató a Akane no eras tú, porque es un chico. Ya quien es no lo sé.
Kasumi observaba el lugar cubierta por el albornoz, por supuesto también blanco.
- Fui yo - insistió - te lo puedo garantizar, ¿Cómo asumes que fue un chico? - muy interesada en saber que le daba esa supuesta seguridad - ¿sabes acaso como murió exactamente? Quizá si lo supieras, ese dato te convenza.
- Secuestrada y torturada, en realidad, una auténtica tortura china. Si quieres más pruebas, imagino que lo mejor sería mostrártelo... cosa que ahora mismo no puedo, pero en las condiciones adecuadas si. Aunque si fueses otra asesina me pintaría un diana en la cabeza.
Otra posibilidad... es que sea tu pulsera la que te obligue a atribuirte el mérito. Si alguien pudiese manipularlas... eso podría explicarlo. Pero claro, si me lo dices igual te mata. Tu verás si quieres revelármela, estamos solas.
- No fue exactamente una tortura... no fue la intención, solo la falta de práctica. Un hilo de pesca a su cuello y presión... quizá un chico, con más fuerza que yo, habría sido menos desagradable. Lo demás no tiene misterio, un poco de cloroformo y planificación. No podría haber dejado nada documentado... así que debes poder saber.. como muere la gente ¿es eso?
- ¿Quién sabe? Si que sé algunas cosas en relación a su muerte. Dime.. ¿cuál era el Ultimate de Akame?
- Dije que la maté, no que fuéramos íntimas. No tendría porque saber su Ultimate - aunque tampoco lo negó - ni se para que usarás esa información. Pero si tu lo dices, confirmaré o desmentiré. Te servirá para descartar, y yo no habré revelado información de más... aunque empezaré diciendo que no se dedicaba a teñir su cabello por las noches como dijo en público.
¿Y qué más? Porque algo más podrás decirme.
- Podría decir lo mismo - exigiendo más información antes de continuar
Eres tu la que dices matarla, yo soy quien hago las preguntas. Mi pregunta tiene más sentido del que parece. Si eres capaz de responderla, te daré una pista.
Suspiró. A estas alturas...
- Policia - zanjó - ese era su Ultimate, ¿contenta?
Quiero un bocadillo de cacahuetes con calcetines. Esa es la pista.
Se cruzó de brazos indignadisima y de nuevo culpable por lo ocurrido
- Es imposible que... no pudo ver a nadie después del interrogatorio, así que... ¿realmente hablas con los muertos? No hay manera de que puedas saber algo así sino... o... ¿quizá ves los momentos previos a su muerte? - intrigada
- ¿Por qué revelar mis cartas? No sería divertido, para nada, ahora la pregunta es: ¿qué hago contigo? Porque desde luego culpable eres de su muerte, como dices.
- Ese era su "código" para reconocerme si, nunca os he mentido. Confesé. Nadie me obligó a confesar, lo hice voluntariamente. Fui una arrogante... y maté a una inocente por accidente... y si pudiera cambiarme por ella lo haría gustosa - aseguró - así que puedes hacer conmigo lo que quieras, pero ten por seguro que no soy a quien se debería estar buscando en este juego macabro.
- Vaya, entiendo, por eso no has vuelto a matar, ¿no? Supongamos que te dejo con vida y que me ayudas, que te alías conmigo y detenemos a los asesinos. ¿Cómo sé que luego no me matarás?