Pero... no había nadie.
Aunque sí que había algo que era guiado por aquella pintura luminiscente y cualquiera que estuviera ahí se podía percatar de que este "algo extraño" que sobresalía del suelo, gracias a que ahora la cama ya no estaba en el medio, y esto era:
¡UNA TRAMPILLA SECRETA!
Y al parecer la pintura seguía hacia ahí abajo.
Siguiendo el camino marcado: Al otro lado de la trampilla estaba la sala de interrogatorios, perfecta para que alguien pudiera hacer dotes de sus habilidades y lograra sonsacar la verdad de los malechores.
En la estancia había un distorsionador de voz, focos para apuntar a la cara, alicates, tornillos, martillos, clavos, pinchos... e incluso una gran botella de cloroformo y pañuelos de todos los colores y formas. Además de una bonita máscara con el rostro de Monokuma con el que poder ponérselo para evitar que sus víctimas la reconocieran.
Y claro... con una sala perfectamente dispuesta como esta, sería una auténtica pena no usarla... ¿Verdad?.
Ah, y también estaba el cadáver...
Seguimos en la escena principal...