¡Deja de malinterpretar mis palabras! - comentó enfadada esta vez. - Me refiero que si tú eres Ozuru Matsuo, entonces tenía razón al pensar que era una persona peligrosa, porque tú eres peligroso.

Y me parece muy fuerte que la persona que ha atado, secuestrado, amenazado e interrogado a una pobre e indefensa chica, le diga que es una psicópata. - con la cabeza, miró hacia la izquierda, indignada, cerrando los ojos y alzando la cabeza. - Que esté tranquila no significa que no tenga sentimientos. ¿Se te haría más fácil si me pusiera a gritar y a llorar? ¿A rogarte por mi vida? ¿Y de qué me serviría?

Suspiró. - Da igual lo que diga, podría estar mintiendo en todo. Da igual lo que exprese, también podría estar fingiendo mis emociones. Así que como todo escapa a mi control, la decisión de acabar con mi vida o soltarme y colaborar conmigo, recae en ti y solo en ti. - miró entonces hacia el techo. - Y eso en cierta medida me aporta tranquilidad, no puedo hacer nada para cambiar mi situación, porque como digo, independientemente de lo que haga o diga, todo puede ser mentira y depende de ti creer o no, no de mí.

- No se si soy peligroso, pero probablemente yo no sea Matsuo. O quizá si... ni tú ni yo podemos saber quien miente mientras sigamos con vida. 

Recuperó el hilo de pesca de su bolsillo.

- Puede que me equivoque, o puede que no, pronto lo sabremos. Pero sospecho seriamente de tu conducta cambiante y vas a morir por ello - se sinceró - Sabes que no soy un asesino ¿Hay algo más que quieras decir? 

Se colocó a la espalda de Tsuji, le apartó el pelo con cuidado y colocó el hilo justo por debajo de su collar, sin tensarlo todavía.

- ¿Algo que creas que puede ayudar a los demás a... salvarse? ¿Algún mensaje que quieras que entregue a un amigo? Es el momento, si eres inocente...

Interesantes palabras decir que no eres peligroso mientras enredas un hilo en el cuello de una chica con intenciones de matarla. - bromeó. - No tengo nada que decirle a nadie, pero bueno ¡te deseo suerte a ti, después de todo somos del mismo equipo!

Entonces cerró los ojos y aceptó su destino, no podía decir nada más y ya había dicho todo lo que sabía, con ello se daba por satisfecha, aunque no iba a negar que por dentro le molestaba no haber montado un plan junto con el carcelero, aunque eso le llevó a pensar en algo que quería decir antes de morir. - ¿Sabes? Había pensado en hacerte decir algo muy tonto en caso de que tuviera que confirmar tu inocencia si te acusaran durante algún juicio. Algo así como "Quiero un bocadillo de cacahuetes con calcetines". - rio. - ¡Por malo! ¡Te tocaría decir esa cosa tan rara!

Cerró los ojos y simplemente aceptó su destino, a manos de su interrogador.

- Quizá todavía tengas oportunidad de oirmelo decir. Después del lio en que nos han metido no me sorprendería nada volver a verte caminar por el gimnasio. Si me equivoco, recuerda que lo hacía por protegernos. Y si he tenido algo de tino, bueno... no hay que decir palabras feas.

Tiró del hilo, aunque no de forma muy profesional... no fue una muerte ni rápida, ni agradable. No es tan fácil como parece en las películas.

Aquél tipo la empezó a intentar ahorcar con aquél hilo, pero se notaba mucho su falta de experiencia, pues más que matarla, solo estaba haciéndole mucho daño. - Maldito... Novato... - decía entre suspiros, pues aunque no le llegaba a cortar la respiración del todo, si que se la redujo en gran medida.

Tú no eres... No eres como esos criminales que me torturaban... - tosió. - ¿Vas a poder vivir... - intentó coger aire - ...con la culpa de matar a alguien inocente? - preguntó con el poco aliento que tenía. - Si vas a tardar tanto, me va a dar tiempo a darte la chapa un poco más.

Viendo que su interrogador no contestaba y que aquella incesante y dolorosa tortura continuaba, decidió decir lo que le quedaba por decir. - Yo... No soy la Ultimate Tintora de cabello. Soy la Ultimate Policía Secreta.  - admitió, cogiendo bocanadas de aire como malamente podía. - Por eso estoy acostumbrada a este tipo de situaciones, por eso reconozco tu inexperiencia, quería ver hasta donde eras capaz de llegar.

Aunque no mentí con mi habilidad, puedo saber si alguien visita mi habitación o la de otra persona que decida observar. Incluso puedo saber si abandona esa persona su propia habitación. Obviamente no uso tintes, eso era parte de mi tapadera, uso una cámara. - tosió violentamente. - Puedo ser de utilidad, puedo ver quien visita a alguien. Incluso estoy dispuesta a vigiliar a quien me digas.

Te entrego también mi vida, te digo mi acción prohibida, si alguien ve mi acción prohibida u otras siete personas muestran su acción prohibida, moriré. Por eso insistía tanto en que nadie mostrara su acción prohibida. - forcejeó, intentando librarse del dolor. - Y si aún con todo esto sigues dudando de mí y no quieres que pase de esta noche, te lo ruego, mira mi pulsera y mátame de una forma indolora, porque esto es horrible. - era evidente que Akane prefería vivir y que no mirara su pulsera, pero estando atada de pies y manos, recaía en su Interrogador si matarla de forma indolora o seguir con aquella horrible y asquerosa tortura.

Mientras el Interrogador estaba asfixiando a Tsuji Akane (de forma leeeeeeenta), la pulsera de esta soltó un leve pitido, mostrando unas letras que, probablemente fueran algún tipo de información. Aunque ni la propia Tsuji Akane ni el Interrogador se habían acercado a tocar la pulsera de la futura víctima para activarla.

ACCIÓN PROHIBIDA (1)

Tener menos de 1 voto (incluído) en las votaciones.

En otro orden de cosas, en la habitación había armas y herramientas que se podían usar para matar de forma más rápida y menos agónica para la víctima que aquel intento de estrangulamiento que el Interrogador estaba tomando contra Tsuji Akane, pero cada uno tenía sus filias y el hecho de asfixiar y ser asfixiado era una bastante común, por lo que el narrador no dijo absolutamente nada al respecto.

Nnnghh... - se quejó la chica, mientras agonizaba, cuando escuchó el pitido de su pulsera y confusa, la miró. - Esta... No es la mía. - fue entonces cuando pensó. - Es... ¿La tuya? Podría votarte, votarte siempre, mantenerte a salvo de tu acción prohibida. - no sabía quien había hecho pitar la pulsera, ni porque le había llegado aquella notificación, pero si solo tenía que recibir un voto y no salir elegido durante las votaciones, Akane le podía ayudar. - Les diré que no te voten aunque yo te vote ¡incluso puedo decir que me obligan a votarte o si no me matan, de ahí mi tortura de hoy! ¡Aún estás a tiempo de hacer lo correcto o al menos, lo menos cruel!

- Eso no es cosa mía, alguien te la habrá jugado esta noche... 

Era una putada morir tan lentamente, pero al menos el Interrogador procuraba ser amable.

- La única forma que tengo de salir de dudas es terminar el trabajo. No es nada personal.

Y como cada uno tenía sus filias, el Interrogador no iba a cambiar su método.

Mira mi acción prohibida maldito psicópata, claro que es personal si usas un método tan asqueroso en vez de la vía rápida e indolora. - dijo en su último estertor. - Y me sorprende que haya por ahí gente jugándomela, tengas cero pruebas en mi contra y sigas pensando que es buena idea matarme. - se quedaba sin fuerzas y sin aire, ya no podía hablar más, solo le quedaba aceptar el frío abrazo de la muerte.

- Nunca hay pruebas - terminó por decir

Después de mucho apretar y mantener apretado, Tsuji Akane dejó de moverse, pues al fin había logrado dejar de respirar; quizás luego de tanto luchar por su supervivencia sus pulmones finalmente se dieron por vencidos, agotándose su aire; por lo que el Interrogador siguió apretándose para asegurarse de que no habría más problemas y de que la muchacha muriera sí o sí ante sus manos.

Mientras la muchacha seguía apretando hasta que el cuerpo de Tsuji Akane se volviera azul y morado, esta no se percató que en aquella misma sala había alguien más, alguien que la había estado observando los últimos dos minutos de los cinco que llevaba ella encima asfixiando a un cadáver.

-Me temo que estoy realmente decepcionado, -comentó la voz de Monokuma detrás de ella- había confiado en que la "Ultimate Interrogadora" hubiera visto a través de las mentiras y las verdades y hubiera sabido discernir unas de otras. Pero al parecer no eres más que un vulgar verdugo...

Cuando el Interrogador se giró pudo ver que allí no había nadie.

¡TSUJI AKANE ERA INOCENTE!

Probablemente hubiera hecho alguna cosa mala en la vida, eso como todos, pero sin contar con aquello, la muchacha que tenía ante sí no era una de las culpables a las que tenía que asesinar, sino que era una joven inocente de ese tipo de crímenes que el Interrogador le acusaba...

La dura verdad fue un mazazo para el Interrogador, el cual se comprometió no volver a asesinar, ni aunque tuviera la confirmación de ser culpable; sus manos ya estaban manchadas, pero no iba a mancharse más.

Habiendo terminado aquello, el Interrogador no tuvo fuerzas como para llevar a Tsuji Akane a su cuarto, había gastado todas sus energías en el asesinato, por lo que este Interrogador simplemente se desenmascaró, quitó a Tsuji Akane de la silla y subió ella sola hacia su cuarto.

Al otro lado de la trampilla estaba la sala de interrogatorios, perfecta para que ella pudiera hacer dotes de sus habilidades y lograra sonsacar la verdad de los malechores.

En la estancia había un distorsionador de voz, focos para apuntar a la cara, alicates, tornillos, martillos, clavos, pinchos... e incluso una gran botella de cloroformo y pañuelos de todos los colores y formas. Además de una bonita máscara con el rostro de Monokuma con el que poder ponérselo para evitar que sus víctimas la reconocieran.

Y claro... con una sala perfectamente dispuesta como esta, sería una auténtica pena no usarla... ¿Verdad?.

Ah, y también estaba el cadáver de Tsuji Akane, pero bueno... eso no tenia importancia.

Tomando las cosas necesarias, esta volvió a la superficie.

Iba a conseguir información y hacerlo bien esta vez. Probablemente...