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La vista del caballero se mostraba firme en lo alto del castillo mientras respondía  a los comentarios de cazador nocturno –No, jamás he escuchado ese nombre, y me encantaría conocerlos siempre que no se eso una impertinencia, quizá  lo mejor sea esperar a que estemos allí arriba- Alastor señalaba con su brazo izquierdo la cima de la ciudadela, el castillo blanco mismo. –Discúlpeme Lord Gwynn, pero la opinión de un hombre no hace un reino, no dudo de lo que me dice, pero no puedo concebirlo hasta no verlo y aun así tendría dudas… siempre tendré dudas- Sus ultimas palabras notas son mas para el que para ti.

Gwynnhorn guardó silencio ante las últimas palabras del extraño. Sus facciones, ocultas por la sombra de su capucha, no dejaban traslucir emoción alguna, pero observaba al particular personaje con gesto intrigado.

Parecía haber venido desde muy lejos, y debía de haber hecho un gran esfuerzo para llegar hasta allí. No era algo propio de un “lejano reino menor sin importancia”. Debía de tener sus buenas razones para tanto sacrificio. El joven Cazador imaginaba que pronto las iba a averiguar.

- Como deseéis. – dijo finalmente, acompañando sus palabras con una sencilla reverencia. - Más tarde podremos volver a vernos y os introduciré formalmente al resto de mi comitiva. Será un honor compartir una mesa con vuestros hombres.

El hombre de Imari ya empezaba a girar su montura para volver con su compañía cuando se detuvo de improviso, como si acabara de recordar algo.

- Por cierto… Veo que vuestra comitiva está compuesta por bravos y duros caballeros. Nosotros contamos con algunas mujeres, y el largo viaje las ha agotado. Sería prudente que ingresaran cuanto antes.

- Si no es molestia para vuestros rudos hombres aguardar todavía un poco más, por supuesto.
 

Alastor parecía mirar fijamente a cazador nocturno tras su elegante casco –No logro entender lo que me solicita Lord Gwyn, desea que su comitiva entre antes que nosotros?, o desea que las mujeres vayan adelante?-

- La que os cause menos inconvenientes, lord Halknan. - respondió de inmediato el siniestro hombre de Imari. – Cualquier decisión será bienvenida por mis compañeros. Después de todo, de donde vengo la cortesía no ha sido olvidada.

- Aunque, ciertamente… no sería apropiado dejar que una dama ingrese sin compañía en la casa de un extraño. - el misterioso caballero creyó percibir un leve destello en medio de la oscuridad que cubría el rostro del Gwynnhorn.

Tal parecía que los hombres de Imari se decantaban por la primera opción. Aunque parecían igualmente dispuestos a aceptar cualquier otra decisión que tomara el extraño caballero venido de lejanas tierras.

Valeska ve como Cazador Nocturno habla con el noble.

Luego han dejado de mirarla, y Valeska ha mirado hacia otro lado para que el extranjero no pensaba que estaba escuchando.

En un momento dado ve que Cazador se vuelve en su direccion, pero al momento vuelve a hablar con el extranjero, no les presta atencion, sigue sentada en el carruaje a la espera de poder entrar en el castillo.

Se siente muy cansada de estar sentada, pero debe tener paciencia ya que seria descortes, ya que ella es una invitada en ese lugar hasta que el rey de la noticia de que a partir de ahora ella sera la protegida.

Odia la palabra protegida pero bueno no le queda de otra si quiere llegar hasta donde ella desea.

Se reclina en el asiento, e intenta descansar de nuevo.

Sir Alastor se mostraba callado, refugiado tras su armadura Gwinn no podía saber nada sobre las posibles reacciones de este. –Que así sea entonces- respondió Alastor secamente mientras permanecía allí firme montado en su corcel para después mantener un absoluto silencio; y así permaneció por algunos instantes hasta que desde la gran puerta de la ciudadela el embajador del rey de Juma les hizo la indicación de que podían avanzar ya. –Aquí se separan nuestros caminos Lord Gwinn- dijo Alastor sin mirarlo mientras con su brazo le indicaba que le cedía el paso para que entrara primero.

- De momento, así parece. Aunque será un honor volver a coincidir con vos en una ocasión más propicia. Hasta entonces. – dijo con un tono respetuoso pero firme, mientras se llevaba la mano hacia su sien a modo de saludo. El hombre de Imari completó la ceremonia con una ligera inclinación, y acto seguido giró la grupa de su montura para encaminarse al encuentro de su propia comitiva.

- Adelante !!! – vociferó al llegar junto al resto de sus compatriotas - El camino está libre. Presentemos nuestros respetos al anfitrión y terminemos de una buena vez con todo esto.