Partida Rol por web

- Maestro, no puedo imaginar mayor regalo que la inmortalidad que poseen mis enemigos, y compartir parte de vuestro poder.- Respondo con una reverencia. Nunca he visto esos cojines. El lujo nunca ha aparecido en mi vida. El metal de los dioses nunca ha sido tocado por mis manos, y nunca lo he necesitado. El poder autentico reside en la eternidad. En escapar del ciclo de la vida y alcanzar un estado vital semejante al de los dioses. No puede haber un regalo mayor en este mundo.

- La divinidad que desprendéis, estoy casi seguro, maestro; es consecuencia del regalo que me prometéis. Que la oscuridad de la negra noche, caiga sobre mí.

- Desnúdate -dice fríamente. Su orden no puede quedar sin cumplir. Te desnudas sin saber muy bien lo que estás haciendo.

- Acércate -dice a continuación con su grave voz desprovista de vida. Y te acercas como si la mayor fuerza que hubieras podido imaginar te estirara hacia allí.

- Esta noche sabrás por fin lo que se oculta tras las tinieblas de la muerte -añade por fin y posa un solo dedo en tu piel desnuda. Su índice, frío como el de un muerto, recorre tu pecho haciéndote estremecer. En su cara apenas si asoma una sombra de sonrisa. Las sombras parecen comenzar a danzar alrededor vuestra. La cámara se torna repentínamente un lugar más oscuro. Posa sus palmas sobre tus hombros y sientes su frío inhumano, así como su presa brutal. Nadie ni nada había podido agarrarte jamás con tal intensidad. Sus ojos blancos enmarcados en el negro más oscuro se clavan en ti, parecen oradar tus propios ojos penetrando en lo más profundo de tu alma. Entonces ves aparecer el destello blanco de sus dientes afilados justo antes de que estos desciendan sobre tu cuello. El miedo se apodera de ti, irracional, el temor antiguo de quien era cazado antes de ser cazador.

La vida, succionada a través de tu cuello, te abandona a grandes tragos. La visión se te nubla, tus pensamientos se vuelven espesos, tus músculos dejan de obedecer a tu cerebro mientras te sumes en una sensación mitad desesperación mitad éxtasis que jamás hubieras podido pensar que existiera. Los oídos te pitan, la visión se te oscurece, incluso el tacto parece dejar de servirte, aunque el frío comienza a invadir tu ser. Frío. Tanto frío...

Vaciado de toda vida, yaces en un suelo de plumas, sintiéndote flotar, pero suspendido en un mar de oscuridad fría y a la vez tan viva que se diría que serpentea a tu lado, se mueve, casi incluso respira. Las sombras comienzan el juego de susurros y movimiento que a partir de ahora siempre te acompañará. Las sombras tratan de apoderarse de ti, pero algo las hace retroceder. Una voluntad más fuerte, una sangre más potente, un deseo más inequívoco. La sangre de Nigus moja tus labios y penetra a través de tu garganta. Allí por donde pasa tus órganos la reciben en éxtasis, reviviendo, haciendo que respires, latas y vuelvas a poder moverte. Has nacido de nuevo, pero esta vez a una vida que no es tal. Una vida en la que tus pulmones sólo funcionan si así lo deseas, donde tus músculos responden a tu sangre más que a tu cerebro, donde tu corazón sólo late porque deseas vivir, porque Nigus desea que desees vivir.

Cuando despiertas topas con una muchacha llorando y temblando, desnuda como tú, ofreciéndote en esta ocasión, en vez de viandas o bebidas, el fluido vital que gotea de sus muñecas. El olor más delicioso, adictivo e invocador hace su trabajo atrayéndote sin esfuerzo a sus muñecas, que saboreas con deleite. Succionas la sangre extrayendo su vida como hacía poco había hecho Nigus contigo, pero a diferencia de él, cuando acabas, la simpática muchacha que el cruel destino había puesto en tu camino yace muerta, inmóvil y fría. Sientes como su vida muere en tu interior, te alimenta y te enfortece a la vez que mata un pedazo de tu ahora fría y sombría alma.

Cerca de ti, luciendo su gran y blanca sonrisa, Nigus disfruta del espectáculo sin decir nada.

-Dioses, ¿Qué he hecho a esta muchacha? ¿Porqué la he matado?- digo gritando.

Miro la inquietas sombras que me acompañan. No me inquietan. Es extraño.

-¿Me has convertido en un asesino, Nigus?- digo mirandole con ira...

No se que está pasando, la muerte parecia real. Sin embargo no estoy muerto. No entiendo nada. Ahora la sangre es lo unico que me importa...

-Dime que me ha pasado, por favor.- Digo ahora más calmado...

-Ahora eres un ser de la noche, que se alimenta de las vidas de los mortales, que nunca podrán disfrutar de una existencia como la tuya. Ellos son débiles, pusilánimes, prescindibles. Tú eres fuerte y poderoso y con el tiempo nadie podrá ordenarte nada, salvo aquellos más arriba que tú, como yo y mi señor Lasombra. Tu voz será temida, tu voluntad realizada, hasta las sombras se arrodillarán ante ti. Sólo algunos impertinentes creerán estar a tu altura y deberás dejarlas a la que se merecen cuando la oportunidad sea apropiada. La libertad y prosperidad de mi pueblo, el que lidero y cuido, está en peligro a causa de auto-nombrados dioses egipcios. Por ello, la necesidad me obliga a crear nuevos vástagos, como tú, que se encarguen de defendernos mientras yo dirijo la prosperidad de nuestro pueblo. Para ello es preciso tomar vidas, pero su sacrificio servirá a un propósito mayor, no te preocupes.

- Maestro, no me siento bien matando a gente inocente. Dadme presas justas, gente que pueda defenderse. Pero no me siento bien matando inocentes. ¿Es realmente necesario? ¿Y como podré alcanzar ese poder que ahora decis que tengo?

-Gente hay mucha, Aen-ka-Beles, inmortales sólo un puñado. Ellos se reproducen como animales y tu impuesto de vida sobre ellos no es apenas carga alguna. El bien que causarás cuando ya sepas manejar tus nuevos poderes, será inconmensurablemente mayor del que jamás podrían hacer ellos por sí mismos. Elije tu mismo tus presas desde ahora, si te place. Pero por mal que hicieras en esta sociedad, no sería nada comparado con el bien que te enviaré a hacer -dice con su profunda voz venida de lo más hondo de un abismo- Yo, yo mismo te adiestraré en los poderes de las sombras. Nadie más será tu maestro. Mi voz será tu guía. Mi voluntad será la tuya. Tu poder crecerá como jamás hubieras pensado posible... -añade.

- Maestro, comencemos. Verás que como alumno no tengo rival. Digo agachando la cabeza. Por fin lo he conseguido. Ahora soy inmortal. Una sensación de gran orgullo recorre mi cuerpo. Una sonrisa algo malvada asoma en mi boca. No puedo creerlo. Hace un año no podia mirar a los ojos a la gente sin que me llamaran extranjero. Y ahora soy el autentico principe de Kerma, tutelado por el autentico Rey de Kerma.

La situación es realmente provechosa. Aprenderé los secretos de la Sangre junto a Nigus. El sueño de ser el guerrero más poderoso de la tierra comienza a gritar desde alguna de mis neuronas muertas. Sin embargo y antes de todo, quiero aprender de él los secretos de la Estirpe, quien es Lasombra, y que es lo que debo y lo que no debo hacer cuando me encuentre con otro inmortal.

Tu adiestramiento ha corrido a cargo principalmente de los ghoules personales de Nigus, Misrak, a quien ya conoces y que habría pulido más que nada tus habilidades y Etenesh, un frío y deshumanizado nubio que jamás te falta al respeto pero que nunca se muestra servil. A pesar de que raya con los límites aceptables de lo que se espera de un ghoul, cumple muy eficazmente con sus cometidos, lo que le libra de la ira de Nigus.

Etenesh te muestra los misterios de las sombras, provinientes todas de un oscuro plano en el que pocos pueden sentirse a gusto. Las sombras de este mundo sólo son pobres reflejos de las que allí habitan. Los primeros conocimientos al respecto son interesantes, aunque tenebrosos. Después el conocimiento se recrudece. Poco a poco comienzas a entender la naturaleza sombría de los de tu sangre.

Durante el entrenamiento en Kerma, la capital, conoces de la existencia de dos vástagos más, de la línea de Nigus, como tú: Asnakech, una especie de gobernador destinado al Sur y Wagaye, una cortesana de piel de ébano a la que sí puedes llegar a ver y que te embelesa por su belleza y habilidades cortesanas. Es la mimada de Nigus y por tanto intocable, aunque la tentación pesa. No obstante, pesa más la fidelidad y el miedo. En todo caso no podéis hacer mucho más que intercambiar miradas.

Los años pasan y tu entrenamiento muestra sus frutos. Cuando Etenesh está seguro de haberte adiestrado bien en los secretos de la obtenebración, se lo comenta a tu padre sombrío, que, después de medio siglo, por fin te llama a su presencia. Misrak te acompaña hacia la puerta de su cámara y sin miramientos te susurra:

-Nigus os pedirá qué es lo que queréis hacer a partir de ahora. Siempre lo hace. Mejor que tengáis una buena propuesta para él. Siento no haberos podido decir nada antes.

- Misrak, ¿qué podría ofrecerle a Nigus? No podría infiltrarme en el templo, y en palacio sería descubierto en seguida. Quizá podría eliminar a alguien.

Las sombras de mi cuerpo palpitan.

- De todas maneras puedo ser el agente de Nigus en Menfis, como en mis ultimos dias. -Rio intranquilo.

Despues me giro hacia la puerta. Esta vez ninguna misión acabará en fracaso. Ante todo, sigo siendo el hijo de mi padre.

Al girarte hacia la puerta, ésta se abre sola, sin realizar ningún ruido. Los efluvios de los que le gusta envolverse Nigus invaden la habitación y buscan huir en forma de tentáculos de humo en estos momentos. Debes pasar al interior y así lo haces. La puerta se vuelve a cerrar y desaparece en las sombras, como si nunca hubiera existido.

La habitación no ha cambiado nada durante este último medio siglo y es probable que no lo haga nunca mientras él siga aquí.

-Tu entrenamiento ha llegado a su fin. Debes hacer algo con tu no-vida. ¿Qué propones? -dice con su profunda voz el oscuro e imponente Nigus. Esta es otra prueba, posiblemente mucho más mortífera que cualquiera a la que te hayan sometido en enfrentamiento físico alguno.

Sonrío ante Nigus. No quiero mostrarle ningún miedo. Sólo quiero que vea en mí respeto y eficiencia. Esta puede ser la ultima noche que pase en Kerma.

- Maestro. He aprendido mucho en estos años. Ha llegado la hora de que os devuelva con creces el favor. Estaré encantado de ser vuestro hombre en Menfis. Todavía puedo recordar como Misrak se comunicaba contigo en la distancia. Creo que con su ayuda y vuestras ordenes... -sonrío levemente. -...podríamos controlar todas las sombras de la ciudad. Incluidas las del Templo de los Setitas.

La reverencia que hago con la cabeza al terminar indica que necesito una respuesta.

- Nigus, en cualquier caso estoy dispuesto a seguir ordenes en cualquier otro sitio. Pero no podemos ignorar que el poder de los Seguidores de Set en Menfis puede ser ya casi obsceno. Debemos pararlo. Por nuestra sangre y por Kerma.

-Sea -dice secamente Nigus- Informa a Misrak al respecto y ve allí para hundir tantos planes setitas como te sea posible. Mis sombras se pondrán en contacto contigo -añade a la vez que fija su vista en las brasas, dejando de prestarte atención. Las sombras se mueven a tu alrededor y la puerta vuelve a abrirse revelando un mundo en el exterior no envuelto en el terciopelo de sombras que impregna la estancia.

- Sin embargo, maestro, hay una cosa que deseo pedir. Es necesario para la mision y para nuestra victoria en Menfis. Necesitaré la ayuda de dos de vuestros ghouls. Además, y de forma temporal, requeriré la ayuda de 7 mortales kushitas. He pensado en camuflar mi viaje por el desierto como caravana comercial. Los dos ghouls serán los guardianes de mi sarcófago durante el día, los 7 mortales serán la caravana en sí. Estos ultimos no sabrán nada de la autentica misión y no supondran un peligro para la misma, debido a que volverán a Kerma en el plazo de una semana. Yo no permaneceré con ellos, ni con los ghouls, en ningún momento desde que lleguemos a orillas del Nilo en Menfis. Llegaremos a esa orilla una vez haya anochecido. - explico a Nigus.

Necesito el poder del autentico señor de Kerma para realizar el viaje sin contratiempos. Así llegare cuanto antes a Menfis. Una vez allí con la ayuda de los dos ghouls estableceré mi primer refugio en la antigua casa de mis padres.

- Padre. En realidad, hay otra petición. No me atrevería nunca a hacertela llegar si no fuera importante. La probabilidad de éxito se incrementaría muy sustancialmente si uno de los ghouls fuera Misrak. No es un precío muy grande, por la oportunidad de ejercer control sobre la capital de Egipto.

- Maestro, ¿cuento con vuestra bendición?- pregunto nervioso.