Partida Rol por web

Las noches se suceden sin más contratiempos para el templo. La advertencia del faraón se ha convertido sólo en una amenaza hueca, de la que recelar, cuando un par de días después tus peores pesadillas parecen hacerse realidad: un grupo de una docena de soldados con los distintivos dorados de la guardia del faraón (es decir, de soldados de palacio) se dirigen hacia vuestro templo. Pero no sucede lo que esperábais, no hay ninguna necesidad de violencia. Un oficial se adelanta hacia las puertas con las manos levantadas y anuncia lo siguiente:

-¡Por orden del príncipe Dyer el templo de Osiris queda bajo nuestra custodia y protección!

Si el grupo de soldados se presenta durante la noche, yo mismo saldré a recibirles.

- Agradecemos la protección de nuestro Príncipe. No obstante, nos gustaría gozar de nuestra intimidad dentro del Templo. Queremos orar sin presencia bélica dentro de sus puertas -

Si ocurre deurante el día, al llegar la noche les haré el mismo comentario. Tener protección extra no viene mal. No obstante, parece una custodia mas que una protección. Tengo la sensación de estar siendo vigilado. QUizá me equivoque, pero daré la orden de que n ingún soldado viole la sagrada estancia del Templo armado si no fuera necesario.

Acercándome de nuevo al soldado le digo: - Me gustaría agradecer a Dyer la protección que nos ofrece y me gustaría poder hacerlo en persona. Comunicádselo. Decidle que durante el día el Templo me tiene ocupado en los "quehaceres" pero que gustoso ofreceré un presente al caer la tarde -

Ésta será una buena oportunidad para conocer la naturaleza del Príncipe.

La noche transcurre sin incidentes en el templo, aunque las noticias sobre los sucesos durante la noche en la ciudad son más bien espeluznantes. Media docena de lugares han sido registrados y/o calcinados por completo, incluyendo el templo de Set, que ha sido reducido a cenizas.

Por otro lado, tus deseos son satisfechos y a la noche siguiente un wab te informa diligentemente que el *faraón* Dyer te ha concedido audiencia esta misma noche. Sin duda una gran oportunidad... ¿verdad?

La majestuosidad de las dependencias de Dyer me fascinan. En un viaje anterior en forma de Ibis no pude alcanzar a percibir todo el lujo de detalles. Ni el Templo, que se consolida cada vez más ha acanzado tal desmesura.

Me inclino ante la presencia y entrego un jarrón especialmente labrado para él.

- Mi señor, os traigo este humilde presente para agradecer vuestra preocupación por el Templo de Osiris. La verdadera riqueza en él no está basada en su buena manufactura sino en la gratitud de quién lo ha obrado -

Es buen momento para observar a mi anfitrión con mis sentidos (Auspex). Su naturaleza, la verdad que muestran sus ojos, así como la confirmación de sus palabras de respuesta a las preguntas sobre el futuro. La perpetuación del Templo, su opinión de la caida del Templo de Set y las relaciones entre nuestro Templo y la cohorte.

La pequeña ofrenda es aceptada sin demasiado interés, Dyer no es un hombre a quien se pueda comprar. Como su padre y antes que él el padre de su padre, es un hombre que ha aprendido la responsabilidad con su pueblo en el campo de batalla. Su convicción le mueve. Ha tomado la ciudad y el imperio por ser lo adecuado y respetará tu templo por la misma razón. De la misma manera, la injusticia y la iniquidad no pueden ser consentidas. Esa es la razón de la caída del templo de Set y la erradicación de los conspiradores y malvados moradores de la oscuridad. Aunque habla de forma metafórica, es fácil reconocer, para alguien tan directamente relacionado con ello, que se está refiriendo a los vampiros. El caso de tu templo, por supuesto, es diferente: será respetado y protegido, como el resto de templos, excepto aquellos que promuevan el sacrificio de humano y otros rituales aberrantes.

Dicho esto, el faraón no tiene más que exponer y se te conduce de nuevo al exterior de la sala. Aunque no parece un hombre a quien poder hacer sugerencias o proposiciones sobre algo que no se haya planteado con anterioridad, sí es alguien educado y civilizado. Respetará su palabra. O al menos eso te ha transmitido
 

Tiempos aciagos se abaten sobre el templo, nuevamente la oscuridad puebla de sombras las calles de Menfis. Con la ascensión a tutor de uno de los setitas estaba claro que si no era ahora, en unos pocos años el culto se vería atacado de una u otra forma. Los mortales se convertirían en las herramientas de los setitas para hacer prevalecer el mal y la corrupción.

Sumo sacerdote, Kemet y Aen-ka-Beles son los reunidos en privado para discutir qué hacer. Aen-ka-Beles, recientemente sire de una mujer kushita tiene en estos momentos una mala relación con el templo, pero su intención para con el templo y la Orden de Isis parece todavía irrefutable. Su opinión y experiencia guerrera merece ser tenida en cuenta.

En esas que uno wab(1) se acerca a vosotros y os interrumpe. Un mendigo, dice, quiere hablar con Kemet. Se llama Nosfer y dice conocer a Aen-ka-Beles. Le espera justo fuera del templo.

Kemet, guardián del templo, hace largo tiempo que superó su condición de simple adorador de Osiris y simple pastor, obligándose a sí mismo a adoptar una actitud diferente, más de corte marcial. Mirándote, ni siquiera pide explicaciones:

-Si te conoce y quiere hablar conmigo, debo suponer que es amigo de la Orden de Isis. *Hablaremos* con él -dice, incluyéndote a ti en el lote.

Dicho esto, se levanta del suelo de la cámara interior (donde estábais celebrando la reunión) y se dirige hacia la puerta. Te espera durante un instante y luego atraviesa contigo los patios hasta llegar a las protegidas puertas del templo(1).

El templo, a dia de hoy, sigue siendo un lugar majestuoso, pero libre de opulencia. La piedra lo hace solemne, pero sus dimensiones son todavía relativamente humildes. Las puertas del mismo, adornados con símbolos arcanos relacionados con Osiris y el otro mundo, no parecen capaces de hacer nada más que impresionar a las mentes simples de los campesinos, pero el poder que en ellos reside resulta casi palpable para los sensibles y perceptivos ojos de los observadores atentos.

Allí, en las puertas mismas, un mendigo aguarda a Kemet, acompañado por el mismo Aen-ka-Beles. El mendigo hace una reverencia respetuosa ante ellos y les señala hacia unas calles cercanas en las que, algo oculto por la noche, un criado de aspecto familiar observa la escena.

Cita:

Pero no te fíes, Kemet. Nosfer puede ser perfectamente un traidor. La última vez que nos vimos no tardaron ni una hora en llegar los guardias. Cuando salgamos estate preparado para cualquier cosa. - Responde Aen-ka-Beles.

La última vez que nos vimos, Nosfer, perdí casi todo lo que tenía. ¿Qué tienes que decirme esta vez, que no me haga odiarte todavía más? - Dice Aen-ka-Beles sonriendo mientras camina hacia el "extraño". No está desprevenido, pero está sereno. Es consciente de que el peligro de que Nosfer sea un traidor, y los Setitas estén nuevamente tratando de cazarle es real.

Espero que ésta vez traigas algo más agradable a mis oidos.

La última vez sólo aparecieron soldados...

Miro por un momento hacia Kemet, ya que era a el a quien habia hecho llamar. Tras ello miro hacia Aen-Ka-Beles.

- La ultima vez que nos vimos, Ibero, la oscuridad se cernia sobre la ciudad. Ahora, de nuevo, nos encontramos en una circunstancia similar. Asi que no te extrañe si algunas cosas se tuercen.

-Tampoco creo que vayan a ser demasiado agradables las cosas que os diga, dada la situacion.

-Pero no me culpes a mi de tus desgracias. Esa noche ardieron muchas cosas bajo las llamas que mando el faraon para purificar la noche.

-Y no es a mi a quien deberias preguntar sobre ello.

Por un momento miro de nuevo hacia el guardian del templo. Hablo hacia el Ibero, pero mirando a Kemet.

-Asi que os habeis refujiado bajo el manto protector del templo de Osiris.

-Curioso, curisoso....

Girandome para encarar a ambos, o sea, a ninguno en particular. Hago un ademan como pasano el tema.

-No creo que haga falta entrar en detalles sobre lo que acontece en la ciudad. Verdad?

-Asi que al igual que me presente ante el Ibero en esa noche me presento ahora ante los dos.

Haciendo cierto ademan de disgusto, prosigo.

-Nunca me han gustado las formalidades, pero tampoco estan de mas. Ya sabeis quien soy, me podeis llamar Nosfer. Uno de los que habitan la noche de esta ciudad.

-De nuevo la ciudad y el reino se encuentran ante las puertas de una nueva era, con todos los problemas que ello supone.

-Las fichas avanzan.....

Lanzo una mirada hacia Kemet. Luego a los alrededores.

-Quizas seria mejor apartarnos un poco de los ojos indiscretos que tienen las sombras.

Y sonrio hacia Aen-Ka-Beles. Una vez apartados de al menos las mas obvias miradas indiscretas. Continuo.

-Dada la situacion, yo he de tomar decisiones, la igual que vos. Como ya exprese en su momento al Ibero, no guardo simpatia alguna hacia los Setitas. Y se que tenemos ciertos puntos en comun sobre ese aspecto.

-Asi que quizas podams llegar a algun tipo de acuerdo sobre como afrontar este momento, al menos sin estorbarnos demasiado entre nosotros.

El "joven sacerdote", Kemet, es con diferencia el vástago más tranquilo de entre vosotros. Su pecho no se mueve con la natural respiración de los humanos, su rostro es sólo ligeramente más pálido que el de un vivo (probablemente por ser especialmente moreno antes del abrazo) produce un efecto apaciguador bastante difícil de explicar. Su sonrisa beatífica casi disculpa sus palabras:

-Fueron noches oscuras, sí, pero esa noche el templo resurgió y las cosas volvieron a estar en su lugar -lanza una corta mirada apaciguadora hacia Aen-ka-beles- Pero entonces tú desapareciste y no ha sido hasta ahora que has vuelto. No puedo sino pensar que estás enemistado con los setitas, pero eso no os convierte automáticamente en nuestro aliado. No sé qué haces en la noche y aunque quiero ver esta reunión como un acto de buena voluntad, el templo tiene problemas acuciantes que resolver...

Tras las palabras de Kemet se esconde una curiosidad por el "sirviente" difícil de ocultar.

Miro fijamente al guardian del templo.

-No he dicho que seamos aliados, ni mucho menos.

-Es mas, me inquietan los aliados que pareceis tener. Y a los que llegais a cobijar bajo el manto protector de vuestro templo.

-En cuanto al renacer de vuestro culto, se remonta algo mas atras que a la noche en la que ardieron tanto la casa de Aen-Ka-Beles como el templo de Seth y el lupanar de Joseth.....

Hago un gesto con la mano, como para indicar algo, pero me detengo y me como las ultimas palabras de la frase anterior, dejando un, quizas molesto, silencio.

Miro de nuevo a ambos.

-En cuanto a mis quehaceres...son eso, mis quehaceres. No veo por que tendriais vos que saber nada. Esa noche desapareci...como volvere a hacerlo. Ahora bien, fui a buscar a Aen-Ka-Beles con un ofrecimiento...pero se enfrasco de nuevo en un lucha singular con las tropas del faraon...no pensaba quedarme a hacerle compañia en tan extraña confrontacion, condenada al fracaso de antemano.

Miro hacia el Ibero.

-Lo siento si sospechasteis de mi, pero la verdad es que no dudo en que vuestra presencia no paso desapercivida para muchos....y esa noche todos los vastagos que tuvieran cierta vida publica....o mas bien casi todos...sufrieron el fuego y la ira del faraon.

Girandome de nuevo hacia ambos.

-Pero ahora la situacion vuelve a ser....tensa....de cambio...y como he dicho ya, las fichas se mueven...podemos moverlas en concordancia y ponernos de acuerdo en algunos terminos...o no.

-Aqui estan involucrados mas intereses vuestros que no mios, asi que es a vos quien mas os interesa que lo que yo pueda hacer no os perjudique. Ese es mi ofrecimiento, una ofrenda de buena voluntad, un aviso si quereis...si quereis aceptarlo, bien....si no, seguire con lo mio y vos seguireis con lo vuestro. Pero seria absurdo que nos pisaramos mutuamente intentando ahogar a la serpiente.

- Se claro o no hables, charlatán. -Su tono ya no es tan amenazador como al principio, es más un tono de cansancio y rechazo. Se lleva una mano a la frente como diciendose a sí mismo que ya va siendo hora de abandonar Menfis...- ¿Qué ofreces al templo o a nosotros en particular, y qué exiges? No hables más si no es para responder a esas preguntas. Eres tu el que se ha acercado a nosotros, y obviamente no era solo para saludarnos y mantener un contacto cordial. Necesitas algo de nosotros y piensas que puedes darnos algo a cambio que nos interesará. Habla, ¿qué es?

No me importan tus quehaceres, sólo el templo, mi chiquilla y mi venganza jodido charlatán... Espero que tenga algo que ver con esto...

Miro al Ibero, con el ceño frucido.

-Vaya! Crei haber sido suficientemente franco.

-Ni pienso daros nada, ni vengo a perdiros nada....no al menos en los teminos que pareceis entender.

-Se trata de coordinar, de colaborar...nada mas.

Mirando a ambos algo mas relajado.

-De afrontar el problema de forma que nuestros esfuerzos se unan, en vez de anularse unos con otros, o perderse irremediablemente por falta de comunicacion....de coordinacion. Por decirlo de alguna manera.

Miro hacia Kemet, algo severo.

-No se si vuestro templo tendra problemas a parte de los problemas acuciantes de la ciudad, pero me parece que hay bastante coincidencia en esos terminos.

-Claro que si no pensais mover ficha...entonces no me importa lo que hagais ni a vosotros os molestara lo que yo haga.

-Me temo que en este templo no atenderemos a esa actitud, visitante. Sólo accedí a escuchar tus palabras por la mediación de Aen-ka-beles, y estás demostrando lo que ya sabíamos: los vástagos son una raza que atiende sólo a sus propios intereses. Este templo representa lo que criaturas como tú nunca entenderán: el orden, la paz, el bienestar de la raza humana al completo (1). No nos mueve la codicia, ni el beneficio propio. Sigue, pues, con tus planes, hasta que tu alma sea reclamada por el otro mundo y en la balanza que mide tus actos encuentres el valor de las acciones desinteresadas antes de dejar de existir. No participaremos en ellos. Ahora vete en paz y juzga detenidamente sobre lo que deberías hacer.

Tras su exposición calmada, el "joven" sacerdote regresa al templo, implícitamente esperando que Aen-ka-beles haga lo mismo.

- Cuando tengamos algo para tí, te haremos llamar. Cuando necesitemos de tus servicios. Cuando necesites de los míos puedes hacer lo mismo. Pero no lo hagas gratuitamente. No somos aliados. Sólo tenemos un objetivo común. Y no se hasta que punto.

Dicho esto Aen-ka-Beles entra en el templo detrás del sacerdote. Se siente extraño por todo. Un poco culpable por haber atraido la atención de un ser tan despreciable sobre el templo. Pero tambien, poco a poco, va creciendo en su interior el odio hacia los Setitas. Una vez prometió que se vengaría de todos ellos. Y el Nosferatu tiene razón. Pronto serán demasiados para mí solo.