Partida Rol por web

Cuando vuelves al corazón del templo te encuentras a Anum esperándote, con cara claramente contrariada.

-He escuchado la conversación con interés. Aunque has salvado la vida de Arquiro, pues le hubieran degollado y tendría que haber dejado la ciudad, al menos durante un tiempo debido a su muerte pública, lo que me tiene intrigado es la muerte de la que hablaban los guardias. ¿Me puedes aclarar qué pasó anoche y por qué no me comentaste nada? -su voz ha sido fría y cortante como el metal.

Joseth inclinó su cabeza en señal de respeto para contestarle. En verdad que esas acusaciones son falsas hermano, anoche estuve moviéndome en las sombras, para encontrar a la persona adecuada que nos informe del avance de nuestro proyecto. Mantuvo una pausa para expresar seguidamente lo que sería su opinión al respecto. Aun desconozco los motivos por los que querrian arrojarme una acusación de ese tipo, pero algo que si han dejado claro era su objetivo... arrebatarnos a Arquiro de una forma u otra, por suerte, tuve tiempo de elaborar cuanto era necesario y todo parece seguir el curso de mis conspiraciones. De otra pausa sacó de nuevo los agríos sentimientos que movían turbulenta su sangre. Me cuesta soportar no sentenciarlos con nuestra venganza, ¿es que el culto no va a hacer nada? Casi necesitaba escuchar su afirmación como adormidera que negativa a tal petición.

Arquiro hace caso a la orden de Joseth y, dignamente, abandona el templo, procurando que todos los presentes sean conscientes de su desaire, y de su expulsión del templo. Después se dirije a su casa, donde planea comenzar sus tratos con los servidores de Ptah.

-Tú mientes o alguien ha logrado engañar a la guardia... -el sumo sacerdote clava su mirada de serpiente en la tuya unos instantes, de manera tan fija que llegas a dudar que tenga párpados. Luego continúa su monólogo- No mientes, me lo dice tu espíritu. Alguien está jugando con nuestro culto. Con hundir nuestro culto, nada más y nada menos. Te aseguro que lo pagarán. Me aseguraré que sufran lo indecible en nombre de Set, nuestro agraviado Dios. Oh, sí, te aseguro que nos vengaremos. Tal vez no hoy ni mañana. Pero pronto. Y nuestra venganza será terrible y se recordará por largo tiempo... Sigue con tus quehaceres, infórmate sobre el templo de Ptah y refuerza los lazos con nuestros fieles. Ahora necesitamos mucho más que simples fieles. Ahora necesitamos herramientas con fe ciega -sentencia Anum.

El sacerdote aliviado tras reafirmar la confianza con su sire levanta su cabeza para escuchar con firmeza sus mandatos. Se hará como dispongas amado hermano. Sus palabras habían conseguido motivar a Joseth en su proyectos, miles de ideas que su cabeza debía de seleccionar y descartar, pero para complacer a su Dios, su sangre debía de llegar hasta el interior del mismísimo palacio. Es hora de abrir el telón... Con un asentimiento abandonó al sumo sacerdote dirigiéndose en busca de algún wab refugiado en su cuarto. Se preocupó que no llevara demasiado tiempo en el culto, siendo más difícil de reconocer para alguien ajeno. Hermano... deseo que mañana al medio día visites a un campesino, se encuentra... comenzó a darle ciertras instrucciones para encontrarle. Su nombre es Odji, debes de trasnmitirle mis palabras. Quiero que le encargues algo de valor al artesano que observa, algo que cueste suficiente tiempo para que no se sospeche de su presencia por esos lares, mañana por la noche, temprano, deberá de pedirle tal encargo y despedirse con estas palabras, "No temas por el sire, hasta mañana". Sacó una bolsita de tela que poseía en su interior objetos con el valor necesario para tal encargo. Dásela y quedad mañana para el medio día en algún otro lugar que vosotros dispongais, tambien al medio día. Que Set bendiga tu alma. Tras una sonrisa se alejó del cuarto y decidió pasear tranquilo por las calles de Menfis. Sabía que esa noche habría muchos ojos puesto en el vástago, por lo que sus movimientos fueron sobreactuados, queriendo mostrar miedo, mostrar que se sentía presionado, buscando el refugio en la casa de cerveza más agitada de Menfis, dónde se entierran los problemas y se recogen los frutos del árbol crecido por ellos, para germinar más problemas.

Por supuesto, el joven wab asiente y cumple su cometido a rajatabla. Minutos más tarde, paseando por la ciudad que, en cierta forma, habías convertido en tuya, realmente sientes esa opresión. El culto está asediado, los sacerdotes del templo, vigilados, vuestros movimientos restringidos y la guardia de palacio presta a cumplir el edicto del faraón. Muchas cosas tienen que cambiar para que vuelvas a sentirte libre y feliz en esta ciudad.

Fe ciega estuvo buscando el fánatico sacerdote. La casa de las cervezas fue siendo con los días un lugar que le mostraba de forma irónica la oscuridad de Set reflejada en cada uno de aquellos descarriados. No tardó demasiado en conseguir ciertos lazos con los dueños de aquella casa, sus corazones poco a poco se fueron encariñando de un sacerdote sin causa ni pasión. Así debía ser, punto de partida del fluir de su sangre. Esa casa mostraba gente capaz y variopinta, personas que ocultaban grandes secretos revelados a medida que la noche avanzaba y su lucidez mermaba. Joseth iba encontrando aquello que necesitaba, su sangre se encargaba de tomar prestados sus corazones, para esclavizar sus servicios, lejos de tener ápice si quiera de devoción a su dios. Pero eso no importaba. La casa pasó a ser el segundo templo del sacerdote, donde nuevos y distintos fieles alimentaban sus ganas de controlar el mundo. Nuevos fieles que acudían buscando satisfacer sus tentaciones, lejos de la pasada fe o temor ante la figura de un Dios, en este templo no exisitía una figura, pero la esencia de corrupción era aun mayor, una esencia que desaparecía al salir el Sol, y con ella, las preguntas y consecuencias a las verdades y mentiras contadas.

Fe ciega buscaste y fe ciega encontraste. La casa de las cervezas era un nido de descarriados y ellos eran, paradójicamente, los que más fuertemente creían en los oscuros preceptos de la religión, tu religión. Pronto tomas el control de la cervecería, sus propietarios y parte de sus habituales. Todo a través de sus grandes secretos, de sus grandes temores, de sus pasiones y sus pecados inconfesables. Tomaste el poder de los que habitaban la noche y los hiciste tuyos.

Anum te felicitaba cuando hablábais, te instaba a seguir, a continuar con tus movimientos en la noche, que no causaban mal alguno... todavía. Pronto llegará el momento de actuar -decía siempre, pero éste no llegaba. Joven como eras, la impaciencia te consumía. Tanto trabajo, tanto, pero tan pocas recompensas. Las semanas se tornaron meses, los meses años. Familias enteras a lo largo de más de una generación pasaron por la cervecería. Sus propietarios, fieles ávidos de tu sangre, manejaban con acierto clientes e información, convirtiendo la casa en un centro neurálgico de las malas gentes de la ciudad.

Todo iba lento, pero parecía ir bien. En apariencia. Un incesante goteo de muertos salpicaba a tu puerta por las noches. Algo estaba acabando con los habituales de la cervecería, poco a poco, sistemáticamente. Simplemente un noche no volvían. Nadie sabía nunca nada. Poco a poco intuíste la razón. Algo pasaba en la ciudad, tal vez algo relacionado con el templo de Osiris o con el de Ptah. Algo muy extraño. No eran verdaderos ataques, pero la desaparición cada pocas semanas de alguno de los habituales acabó siendo sospechoso.

Mientras tanto, contra todo pronóstico, la cervecería medraba y poco a poco fue convirtiéndose en un antro de todavía más vicio y perversión. La muerte era algo natural a aquellos que trataban con la noche y nadie se alarmaba demasiado. Una mujer, dedicada al más viejo de los oficios, superviviente y dura, llamó tu atención y la apartaste para tu servicio. Con ella eran ya 3 los ghouls que manejabas.

El palacio apenas se abrió a la casa del pecado que habías planeado y cuidado como a un hijo. Pero siempre, en todo lugar, por pulcro y ordenado que sea, hay alguien que flaquea en sus virtudes. Paulatinamente la cerveza atrae a guardias, ansiosos de una cerveza como sólo existe en tu establecimiento. Después le sigue un oficial, luego, dos y hasta uno o dos funcionarios de palacio caen en las redes de tus corruptelas.

El paso del tiempo refuerza, principalmente, tus habilidades de manipulación, humanas y no humanas. Tus capacidades en las Heku(1) crecen enormemente, para regocijo de tu sire. Él mismo escogió la misma corruptora senda de las Heku que tú. Pero no sólo magia hace falta para adentrarse en los entresijos de la política y Anum se mueve con soltura inhumana, aunque trabajando lentamente. Se regocijaba en sus pequeños triunfos, pero no los compartía con nadie, ni siquiera contigo -las paredes tienen oídos- dijo en una ocasión. En cualquier caso, los años fueron pasando, cada uno de vosotros dedicados a quehaceres absorbentes. Los años no estuvieron exentos de altercados, pequeñas derrotas y grandes obstáculos. Incluso algún fiel del culto desapareció misteriosamente sin dejar rastro alguno, pero las superásteis, construyendo, poco a poco, una nueva infraestructura para el culto.

Una noche, sin más, Anum acudió a ti eufórico.

-Hijo querido, hoy es un gran día. El faraón ha caído en mis redes por fin. 32 años ha costado, pero ha merecido la pena. Hoy, Aha "el halcón luchador" ha realizado para mi un sacrificio de sangre a plena luz del día. Que pena no haber podido estar allí, Set estará satisfecho... -tiene los ojos enrojecidos, pero no por la falta de sueño, sino por la emoción, que empaña de lágrimas de sangre sus ojos no-muertos. Pero percibes, a la vez que el júbilo, un atisbo de locura realmente espeluznante.

Los sangrientas lágrimas se contagiaron en los ojos del sacerdote, quien compartía muchos de los sentmientos que le transmitía su sire. Esto es grandioso hermano, el gran día ha llegado, siento a Set en mi sangre, poco nos separa de nuestra ansiada venganza... ¿A quién asignaran ahora los dioses como señor de nuestro imperio? Una demoniaca sonrisa podía dibujarse en el sacerdote quien sufrió en su piel durante una larga noche la derrota de un dios débil que se prolongó durante años. Por suerte, pudo invertir ese tiempo para forjarse el poder necesario para enfrentarse a cualquiera de ellas, para conseguir una victoria que ansiaba. Su voz no conseguiría que Menfis fuese consiciente del poder del señor de la Noche, se debían suceder hechos como el de Aha para que Egipto tomara consciencia de ello.

-Mi labor será recompensada por fin. Haré que el sacrificio de sangre se instaure en nombre del faraón y que su uso se extienda a todo Egipto. El temor invadirá los corazones de nuestros enemigos y Set será glorificado y asistirá al faraón.

Anum sigue emocionado, su parloteo sigue un ritmo frenético, vibrante, visceral.

-Pero no adelantemos acontecimientos. Los osiríacos moverán pieza sin duda. Debes hacer que los vigilen discretamente. Debo ser informado de todo por el bien del culto. Ve -esto último lo añade con un asentimiento de confianza, de cierto orgullo sabedor del trabajo que tú mismo has realizado durante estos años y ahora dará fruto .

Casi hipnotizado asentía el sacerdote incitando a su sire continuara con su regocijo de tal éxito. Por supuesto hermano, debemos aferrarnos con fuerza a esta oportunidad. Al voltearse para marcharse la curiosidad se apoderó de su cuerpo y le devolvió frente a su sire, amado sire, desearía conocer esa brillante jugada... ¿en qué consiste tal sacrificio de sangre?

-Es sencillo en realidad: Aha es viejo ya, sólo alimenté sus instintos, sembrando la duda en su corazón. Ésta condujo al recelo, el recelo a la preocupación, la preocupación a la bebida, ésta a los problemas y los problemas a más bebida, que le produjo una insaciable sed, sed que mágicamente trunqué en sed de sangre por la gloria de Set. Pronto todo Egipto le imitará y cuando señalemos al enemigo el pueblo se alzará contra los osiríacos y obtendremos por fin nuestra venganza -dice atropelladamente el sumo-sacerdote, embriagado por su éxito.

Majestuoso... entonces me ocuparé de que no quede osiriaco capaz de escapar o enfrentarse a ese dedo acusador. Tras la confirmación de su tarea se dirigió al nuevo templo, para ocupar sus atenciones mientras ideaba su plan. Primero debía de conocer quienes eran seguidores de Osiris, luego mantenerlos vigilados y por último facilitar al pueblo su encuentro... pero dónde encontrarles. Sin duda debe de haber algún templo o lugar en dónde conformen esos movimientos. Buscó a su asesina, su incondicional sierva, deseaba que le trajese a alguien del culto a la casa, vivo o muerto, aunque prefería que fuese vivo en todo caso, y disfrutar juntos cuando la vida le expirase, no necesetiaría decirle cuanta sutileza requería este encargo.

Te reunes con la asesina y le explicas lo que debe hacer. Ella sólo asiente y se retira a realizar su cometido. Como bien sabes, su ansia de sangre sólo puede compararse por la necesidad que tiene de ganarse tu favor. Aunque es asesina y no secuestradora, no dudas que conseguirá su objetivo. Así es, la noche siguiente un sacerdote amordazado te espera en el amplio y un tanto caótico almacén de la cervecería de la que tanto has cuidado.

El setita agradeció su servicio y antes de entrar en el almacén le comentó a su asesina que fuese lo suficientemente agresiva para que la víctima acabase confiando en él. Nada más entrar parecía algo arrepentido. Tampoco hacía falta dejarlo así, comentó mientras se agachaba para observarle, ¿estás bien? La sangre del setita comenzaba a recorrer su cuerpo hasta sus palabras para conseguir mayor atención del sacerdote. Acércame algo para que beba, le imploró a su asesina mientras esperaba su reacción, al rato con una voz suave le sugería toma, bebe un poco, le acercó la bebida a su boca, facilitandole el acceso a traves de la morzada y de nuevo su sangre quiso ser partícipe en las reacciones del pobre sacerdote. Así comenzó un duro interrogatorio, en el que la falsa amabilidad del setita, mezclada con la efectividad de una jarra de cerveza, intentarían conseguir los nombres de algunos de estos seguidores de Osiris.

Como preveías, el interrogatorio se hizo largo y duro, bastante más duro de lo que suponías. Tienes que emplearte a fondo, pues las bondades de tu vitae no parecen tener efecto en él y sólo tus dotes de liderazgo, tu capacidad para imponerte sobre la voluntad de otros tiene suficiente poder para extraer las respuestas que buscabas. Tras interminables horas de intimidación, golpes y gestos caritativos cuidadosamente dosificados el hombre finalmente se doblega a tu voluntad. Resulta ser un wab del templo de Osiris y conoce TODOS los nombres y costumbres visibles de los sacerdotes del templo, incluyendo a los tres más extraños: Fenuku, un sacerdote venido de fuera de Menfis que es la mano derecha del sumo-sacerdote; Kemet, el auto-denominado defensor del templo, un hombre calmado que no esconde su pasado como pastor y Tch'moar, un hombre de piel de ébano que se convertido en aprendiz de Fenuku y que parece al servicio del templo. Ninguno de ellos duerme de noche.