Partida Rol por web

El sacerdote asintió e imperió con su brazo la soledad que desaba. Sus manos comenzaron a palpar en la oscuridad la piel que no ocultaba su túnica, quizás aun no estaba preparado para ser entervistado, pero esa descripción el resultaba algo familiar. Todos sus esfuerzos se centraban en conseguir que su sangre consiguiera ocultar tales cicatrices.

 Por lo que has podido saber, el templo de Set, aunque "minoritario", dista mucho de estar inactivo. Potencialmente es, junto con el templo de Ptah y osiris, uno de los templos llamados a dirigir la sociedad menfita. De hecho, ya lo hizo en el pasado, compartiendo dicha responsabilidad con el templo de Ptah, mientras el culto osiriaco era degradado. Ahora las tornas se han vuelto y es el templo de Set el que padece. No obstante, según parece, sus integrantes no han perdido el tiempo y lo que no puedan hacer como culto oficialmente, está bastante claro que lo hacen de otras formas...

 El sacerdote por fin acude ante el hombre de ébano, dispuesto a tener una más que interesante entrevista. Un mutuo reconocimiento se hizo obvio, midiéndose cada cual en el otro, disipando al poco tiempo la duda básica, la de la no-vida a la que pertenecéis los dos. Luego comienza la difícil tarea de conversar, el hombre de ébano en su egipcio de acento extranjero y grave, el sacerdote en susurros débiles y difíciles de escuchar. Medir las palabras, analizar lo que se dice, tratar de revelar lo menos posible averiguando lo máximo posible. Los primeros minutos son un complejo ritual que se ve interrumpido por la aparición de un nuevo sacerdote, esta vez alguien reconocible: Joseth.

Ashai y Joseth, sacerdotes del templo, se contemplan unos segundos. El primero tiene un aire más sumiso, a la vez más sibilino, el segundo puede olerse débil,de movimientos más torpes de los que correspondería a alguien de vuestra condición.

El sacerdote ya estaba advertido, pero no imaginaba encontrarse con esa conversación en la sala. Con elegantes y adecuadas palabras argumentó al invitado de ónix su postura ante tales ofertas. Se mostraba interesante, tras lo ocurrido las anteriores noches, la idea de venganza hacia el culto le hacía mostrarse muy receptivo a las palabras de Tch´moar, pero no conseguía por otro lado que sus gestos expresaran la desconfianza ante unas posiibles represalias. Con sutileza le daba a entender su postura, quizás no estuviera en sus manos tales decisiones, pero no dudaría en dar todas las recomendaciones necesarias que dieran fruto a la realización de sus deseos.  Por otro lado, se mostró tambien interesado en conocer qué espereba su invitado de los setitas para esto. Quería saber qué ganaba él transgiversando dichas traiciones y conspiraciones. Las esperanzas del sacerdote para su dios se bveron bendecidas esta noche tras esta agradable sorpresa.

Tch'moar, por supuesto, desea un puesto discreto en la organización setita, protección y acceso a sus conocimientos. No tiene más ambiciones, salvo quizá ver suprimido el débil liderazgo del templo de Osiris y verlo reemplazado por un culto vampírico que no se avergüence de su superior condición depredadora.

Muestra interés en saber cómo y quién le había advertido acerca de sus intenciones, y decepción ante las reservas del sacerdote por unas más que seguras represalias. Al fin y al cabo, somos partícipes de una guerra en la sombra. Advierte que Aen-ka-Beles es un enemigo directo del propio Joseth y su sire, y le resulta preocupante que no estuviese al corriente de ese hecho.

Finalmente da la opción al sacerdote de consultarlo con sus superiores, pero exige una pronta respuesta.

Al sacerdote le complacieron las respuestas que obtenía de sus argumentos, mostraba al menos el mínimo interés que deseaba encontrar. Se preocupó en aclararle que por el momento su cometido no se había dedicado al enfrentamiento directo contra los osiriacos, pero estaba decidido a comenzar a ser partícipe en esa guerra de la que había sufrido los primeros daños colaterales. Daños que no pasarían impunes y de los que seguro se vengaría. Le mostró su plena confianza sugiriéndole una posible actuación inmediata, bajo su responsabilidad de forma personal. Asegurándole que la respuesta de sus superiores seria del todo satisfactoria sin lugar a dudas mostrando a la vez los primeros resultados de tal empresa. Se mostró con mucha más seguridad en esta ocasión,  firme por un ardiente  y rencoroso sentmiento. Una despedida amable le descubrió su gratitud, ofreciendole la oportunidad de disponer de  los serivicios que pudieran satisfacer al hombre de ónix.

 Una conversación que bien podría haber sido susurrada por serpientes. Ese sería un buen resumen. En ella se habían sugerido más que dicho cosas. Se había conspirado más que decidido quién y cómo debían morir los enemigos. Y se habían dispuesto las cosas para alianzas condicionadas a ciertos sucesos. ¿Algo definitivo? No ¿Grandes potencialidades? Ciertamente, ciertamente...

Tch'moar asiente y concreta un lugar y una hora para verse con el sacerdote en reunión secreta, revelándole la situación de uno de sus refugios como señal de cortesía, un lugar no demasiado alejado del mismo templo. Ya se ha arriesgado mucho con la visita directa a los seguidores de set. Tranquiliza a Joseth asegurando que es un refugio pequeño sin posibilidades de trampas de ningún tipo, algo que puede comprobar en cualquier momento, y se despide pensando ya en el destino de ka-Beles, para el que tiene planes desde hace muchas noches.

Asintió confirmando su asistencia a tal cita. Le mostró su enomre fe y confianza sugiriendole que le consideraba tan inteligente como para descartar tan sólo la idea de traicionarle. Nuevamente utilizó su cortesía para finalizar la conversación con sus más sinceros respetos.

El sacerdote meditó su nueva postura. Ante todo debía de preparar la llegada de los hijos de Set, no más que ofreciéndole la comodidad que se merecían. Su llegada debía de ser cuanto menso discreta, por lo que la idea de embarcarse en esta conspiración seria la mejor maniobra de distracción. Utilizaría al traidor osiriaco tanto como pudiera, pero sin confiar realmente en él, todo lo que se pudiera tras la obivedad de ser ya un conocido traidor. Sin duda se vengaría de los osiriacos quienes provocaron la pérdida de su templo personal.

Te regocijas en tu propia maldad y crueldad, pues un encuentro entre esos dos puede resultar de lo más instructivo (y destructivo) y tú serás, probablemente, una pieza clave en todo el asunto. Todo podría salir muy mal, claro, pero de momento promete ser más divertido que verdaderamente peligroso para tu persona. Será, también, una manera de medir las fuerzas de los setitas y de los osiríacos, o al menos de tener una idea práctica de lo que pueden llegar a hacer.

El tiempo pasa despacio, esperando el momento de reunir a los dos vástagos. Deben pasar un par de días, según lo acordado con uno y con otro, de manera que eres libre para vagar a tus anchas por la ciudad, aunque puedas recelar de la situación inestable de la misma. De hecho, sería prudente el asegurarse de no ser visto estos días, visto lo que le ha pasado a la cervecería...

Una conspiración. Una que puede ayudarte a colocar de nuevo el culto a Set donde corresponde. Una que tal vez mejore la precaria (si no desesperada) situación de tu sire. La reunión ha sido concertada para un par de días después, lo que te deja tiempo para una breve convalecencia que te deja próximo a tu estado habitual, aunque todavía magullado por el fuego.

Mientras tanto el tiempo pasa despacio y ocupas tu mente en el desasosiego de desconocer lo que haya pasado con Anum, que no vuelve por el templo. Nadie puede decirte dónde se encuentra ahora. Y lo que es peor, tus dotes, aquellas visiones que siempre tuviste y que mantuviste en el momento de debatirte entre la vida y la muerte y convertirte en lo que eres ahora, vuelven a asaltarte. Esta vez vuelven con fuerza y repentinamente, sin aviso alguno: una presencia como jamás hubieras sentido se acerca a la ciudad, sus ojos vigilando la noche, tapando la luna, oscureciendo el cielo nocturno. ÉL viene a Menfis, con el desierto a su espalda, anunciando con sus poderes el nuevo orden que está por llegar. El desierto rojo avanza hacia Menfis y no parará hasta que se haga su voluntad. La noche más oscura se cierne sobre la capital del imperio y la familia real se acomodará a sus deseos. Tiempos oscuros se acercan para los no setitas. No puedes evitar el sentirte protegido, arropado por esa oscuridad que se acerca. Ha sido un buen seguidor, tus enemigos serán destruidos.

El brujo, que ya sabe muy bien qué decir al vencedor de su retorcido encuentro, sea quien sea y si éste llega a producirse, dedica su espera a vigilar los pasos de ambos mediante el viaje del ánima y su red de espías, preparado para asistir de la misma manera. Llega a sentir, incluso, algo remotamente parecido a la excitación, la impaciencia y la curiosidad, y se encierra en su más profundo refugio con una apropiada reserva de alimento y vigilancia.

La desconfianza y el rencor se apoderaban de su cuerpo deformado por las erupciones del fuego. Debía recuperarse con rapidez, estar preparado con fuerza y presencia para la llegada de aquel ser. Buscó esa noche una presa que le fuera de algún modo útil. Se escurrió entre las esquinas buscando un refugio que estuviese a la misma altura que el acordado, no más lejos, ni más cerca del templo, pero relativamente más cerca en su trayectoria. Con un poco de suerte encontraría en su interior mortales capaces, o simples bolsas que vaciar esperando recuperarse con fuerza. Pero agradecía poder controlar de alguna forma el refugio acordado.

La necesidad de la sangre te lleva a salir del templo para buscar quien sacie tus apetitos y poder reponerte sin perder por ello una parte importante de tus reservas. Eso te salva. Justo antes de volver ves un grupo de soldados de la guardia del faraón dirigirse hacia el templo de Set con intenciones bastante claras: portan antorchas, lanzas y venablos. Sin duda van a repetir la hazaña de la cervecería. Tus capacidades de ofuscación y tu posición apartada te salvan de las miradas inoportunas. Al menos de momento.

Lo que ves esta noche te sorpendre poderosamente. No lo esperabas. Los humanos se organizan, aunque tal vez alguien los maneje. Tu vigilancia sobre los dos vástagos se muestra fructuosa, pues asistes a la aparición en escena de dos grupos diferentes de soldados del faraón, uno con intenciones de quemar el templo de Set y otro con intenciones de quemar la casa de Aen-ka-beles... Parece que esta noche no habrá un enfrentamiento entre vástagos.

Contrariado por no poder asistir al enfrentamiento que esperaba, continúa vigilando, pues el destino del templo de Set puede afectar directamente a sus planes. Si el ataque tiene éxito puede que deba seguir soportando a Osiris mucho tiempo. A pesar de todo, no intenta evitarlo ni ayudar. Por otra parte, si un incendio es suficiente para dañar seriamente el culto de Set significará que es una facción demasiado débil como para unirme a ella.

Los soldados del faraón, sin ningún miramiento, incendian el templo de Set, aunque después de haber encontrado algo de resistencia, no mucha. Los sacerdotes de Set que se oponen son ejecutados ahí mismo y unos pocos sirvientes y wabs son arrastrados, maniatados, hacia palacio. Joseth no aparece por ninguna parte.

El espectáculo del gran(1) templo ardiendo en la noche resulta inspirador de emociones enfrentadas. Tu bestia interior se remueve en tu consciencia, indicándote lo poco conveniente de permanecer cerca del fuego, aunque la distancia hace que sea más una sugerencia que una orden.