- Lea el informe, por favor. - Le pidió el Dr. Aaric Ellidor. - Avísenos cuando haya acabado y si no entiende algo, puedo... - Hizo una pausa. - Podemos tratar de explicárselo.
- No se quede solo con esa parte del mensaje, agente Jones. A fin de cuentas nos pagan para algo más que volver a casa de una pieza. - Le sonreí bastante relajado. La notaba cuando menos nerviosa o insegura. Pero si llevaba tanto tiempo como parecía alejada de la OFI era normal. Además, quienes nos esperaban al otro lado de la puerta no eran precisamente parte del escalafón más bajo de la empresa.
- Ya sabe como es esta sociedad, agente Jones. Cuando alguien cree en algo y la multitud no... esa persona está loca. Da igual que el resto de comportamientos sean normales o no. Le ponen a uno la etiqueta bien visible y... - Me encogí de hombros. Estaba claro que tenía más que asumido lo que era para los demás. - Lo verdaderamente importante es que soy yo quien sabe la verdad. - Guiñé un ojo cómplice a la mujer.
- Por supuesto.- Le dije cuando se disculpó de golpe y creí que iría al tocador, pero para mi sorpresa, nerviosa y con temblores, sacó unas pastillas de su bolso y se las tomó.
La miré entre soprendido y preocupado, preguntándome si realmente estaba preparada para trabajar en las calles.
Sus palabras me hicieron ver varias cosas, la primera que necesitaba ayuda y apoyo. No sabía nada de su vida personal, pero estaba claro que necesitaba a alguien a su lado. La segunda, que como bien decía, su sitio debería ser en la oficina... aunque si buscaba un cambio eso era lo mismo que estar metida en casa, solo que con montones de papeles de por medio y algo me decía que necesitaba que la diese el aire. Y lo más importante, ¿qué tipo de confianza da una persona que se pone nerviosa con una sencilla y calmada conversación, la dan temblores y tiene que tomar pastillas y esperar un tiempo para serenarse?
De golpe me vi a mí mismo hacía siete años. Sin las pastillas, claro. Torpe, nervioso. No sabía callarme ni mantener la cabeza agachada. No era tan distinto a ella... más bien viejo para se agente de campo e inexperto y Fortnigar cargó conmigo. Ella necestiba un cambio y ayuda. Quizás con una buena organización por parte de ambos...
- No me gusta prejuzgar, agente Jones. Es algo que... - En ese momento se abrió la puerta y me invitaron a pasar. A mí solo.
Miré a Jones. - Un placer agente. Supongo que nos veremos luego.- La indiqué antes de entrar en la sala, ahora sí, sin saber de que iba todo aquello.
Incliné la cabeza en señal de respeto y saludo al entrar en aquella sala y miré detenidamente a mis superiores, esperando sus indicaciones. Estos no tardaron en hacerme sentar y eso hice, manteniendo el mismo silencio que ellos compartían conmigo. No sabía bien de que iba todo aquello y prefería pecar de prudente a volverme tan capullo como Jaglas. Con uno en la OFI ya teníamos suficiente.
Deslizaron aquel dossier ante mis ojos y vi el nombre de quien supuestamente sería mi compañera.
- Creí que la protección de datos... - Les dije a todos antes de leer lo que aquel documento dictaba, entendiendo en sus miradas que aquello era confidencial y que incluso, yo jamás lo había leído, aún habiénodlo memorizado si hacía falta.
Leí el informe con detenimiento, viendo que lo que empezaba a sospechar sobre ella era bastante más gordo de lo que imaginaba.
- Seamos claro. Ahí fuera tengo a mi futura compañera con claras tendencias suicidas, cuya esperanza para recuperarse es volver al trabajo y quien lo mismo, recae al darse cuenta de que esto no es lo que necesita y puede volver a hacerse daño... - Miré a mis superiores en silencio.
- Se que los cursos sobre psicología criminal que imparten, así como los de conductas psicópatas o es que nos dieron una vez de "como actuar frente a un suicida" están enfocados y se pueden aplicar en el día a día, como el análisis de la conducta. Pero de ahí a servirle de ayuda a alquien que está caminando por el filo de un abismo y que en cualquier momento puede saltar sin avisar... Dudo que ningún agente esté preparada para esto. - Dije poniendo mi dedo índice sobre el informe que acababa de leer.
Guardé unos segundos de silencio. La responsabilidad de ir con alguien así a mi lado era enorme. No solo debía velar por mí, sino que debía velar por ella también. - Nada nuevo que no hiciese con Fortnigar. - Pero quedaba la parte de no poder confiar en ella, no mientras sufriese esos ataques... ¿Y si ocurría en medio de una escaramuza y nos ponía en peligro a los dos?
- Tómala como un agente herido. - Me dijo una voz que me recordó a la de mi compañero.
- ¿Saldrá a la calle conmigo? - Fue la única pregunta que necesitaba saber la respuesta. - Entiendo que tiene que estar supervisada por un compañero durante todo el tiempo, pero en oficinas la pueden supervisar... quiero decir, no quiero dejar las calles.
» De ser así, de salir conmigo al exterior... - Lo pensé unos segundos más, puesto que no había marcha atrás en cuanto me decidiese. - Si lo que quieren es que sea su nuevo compañero, sí. Lo seré. Si están haciendo todo esto por ella, es porque consideran que merece la pena como agente, puesto que por lo que leo aquí y sin ser psicólogo, sería esto o ingresarla directamente en un lugar especializado, pues este es su último recurso.
Miré hacia la puerta unos segundos y luego hacia el dossier, pensando en aquel momento si a Fortnigar se lo pusieron así de fácil conmigo o si, simplemente, le colocaron al "espeluznate Daeric" de compañero, sin dejarle elegir o no.
Cerré el dossier y lo deslicé por la mesa, devolviéndoselo a mis superiores. Si querían que ella supiera que lo había leído, que se lo dijeran ellos. Ya tendría ocasión, cuando tuviese confianza suficiente con ella, para contárselo yo a mi manera, si es que procedía hacerlo.
- No se si querrán aclararme o indicarme algo más antes de que pase. - Les dije cruzando mis dedos sobre la mesa mientras que les miraba con curiosidad más que con preocupación por el charco en el que me estaba metiendo.
Pero es que era incapaz de negarle ayuda a nadie y más aún viendo el futuro que la esperaba si nadie hacia nada por ella.
Herbert se aclaró la garganta antes de tomar la palabra, porque nadie más iba a hacerlo, por lo visto.
--Asi es --respondió al agente-. En este momento, creemos que lo más beneficioso para la salud de la agente Jones es que vuelva al trabajo, a las calles, que no quede encerrada en una oficina donde no pueda sentirse de utilidad. Soy consciente de que le estamos pidiendo mucho, pero confiamos es que pueda... Mantener bajo su protección a la agente Jones y nos informe sobre todos los avances que vaya teniendo. A su criterio quedará si la agente puede continuar desempeñando su labor o no. ¿Más preguntas?
- Ya... una oficina sería lo mismo que estar en casa, solo que en lugar de hacer la colada estaría revolviendo archivos y lo que necesita es que la de el aire. - Mucha gente se compraba un perro precisamente para eso, para salir a que le diese el aire. Pero por el aspecto de aquella mujer, algo me decía que en caso de tener un chucho, le enseñaría a usar el váter y a tirar de la cadena.
- Espero que sea realmente buena en su trabajo, porque si tengo que hacerlo por los dos y supervisarla cobrando lo mismo, en mal negocio me estoy metiendo. - Respondí sin dilación alguna, dibujando una pequeña sonrisa al final. - Si están ustedes aquí, es que ella merece la pena. - Añadí después.
- Cuenten conmigo para esto. - Dije al final. ¿Para qué iba a darle más vueltas si estaba casi convencido del sí? ¿Para sacar un no?
Lo cierto era que no estaba totalmente seguro de aquella elección y sabía perfectamente que cuanto más lo pensase, más pegas le sacaría a ella y a todo y diría que no. De hecho sabía que esa misma noche, cuando me metiese en la cama, me arrepentiría de mi decisión.
- Es una buena noticia. - Intervino la Jefa de la División de Homicidios. - Deje que se lo agradezca personalmente agente Daeric. Ella, la agente Jones, como ya hemos dicho, es una gran agente. Profesional, minuciosa y tiene intuición. Es... - Esbozó una leve sonrisa. - Sería una verdadera pena desperdiciar su talento. - Recuperó una expresión seria. - Le agradezco personalmente y en nombre de la Agencia, que asuma ésta responsabilidad. Cualquiera cosa, estoy a su disposición.
- Lo mismo digo Daeric. - Intervino el psicólogo. - Sin usted esa mujer tendría una opción menos de recuperarse y la agencia perdería a la agente Jones. - Asintió cona cabeza. - Cualquier cosa que necesite, estoy a su entera disposición. - Le pasó una tarjeta con su número de teléfono. - Llámeme si necesita algo. A cualquier hora. ¿De acuerdo?
- Veo que están todos de acuerdo en hacer esta locura. - El Director General des OFI sonrió levemente. - Espero no tener que arrepentirme. Un escándalo podría acabar con mi carrera y con la de algunos de los que estamos aquí. - Tomó aire y lo exhaló lentamente. - Si está decidido, háganla pasar...
Katja Herbert se puso de nuevo en pie y abrió la puerta del despacho. Allí estaba Jones, esperando como un cordero en el matadero. El gesto de Herbert fue amable y eso la tranquilizó. Acto seguido la invitó a pasar al interior del despacho.
Había una silla libre junto a Daeric ye invitaron a ocuparla. Frente a ellos se encontraba todo el alto mando de la OFI. Presidía el Director General, el señor Casa, junto a él la Directora Adjunta Herbert, la Jefa de la División de Homícidios, la señora Thaallasvashj y finalmente el psicólogo de la Agencia, el señor Ellidor. Todos la miraban expectantes y entonces el Director General le entregó un dossier.
Tenía que abrirlo y leerlo. Una vez leído llegarían más explicaciones. Se trataba de un informe médico. El realizado por aquel elfo, el psicólogo Aaric Ellidor e iba sobre ella. Su informe psicológico. Pronto sabría que opinaba de ella el doctor.
EVALUACIÓN PSICOTÉCNICA
Sra. Chandrelle Jones
Puesto: Agente Especial (Brigada de Homicidios)
Fecha: día 2 DE Anwinan de 250
Apto | Apto con observaciones | Apto con reservas | X | No apto |
Siendo día 21 de Mutuan de 250 soy nombrado por al OFI para llevar el seguimiento de una de las agentes especiales adscritas al departamento de Sarnis. La OFI me encarga un informe detallado sobre la idoneidad de que dicha agente, la sra. Chandrelle Jones, asignada a la Brigada de Homicidios, recupere su puesto como investigadora en dicha brigada o por el contrario, siga causando baja.
Siendo día 1 de Anwinan de 250, se realiza entrevista personal con la agente especial Chandrelle Jones, tras una baja de más de seis meses por motivos psicológicos.
Durante la entrevista, la agente especial muestra cierta tendencia autodestructiva, se culpabiliza por unos hechos del pasado que afectan negativamente a su vida diaria. Manifiesta una conducta depresiva en la que desea el aislamiento social por no haber podido superar el periodo de duelo.
Manifiesta además, que el único refugio que podría obtener por todo lo anteriormente descrito, es en el propio trabajo. Lo cual podría llegar a ser contraproducente de sufrir un episodio de desengaño.
Consultado su historial, la agente Chandrelle presentó dos episodios de autólisis uno por ingestión de somníferos y otra al intentar seccionarse las venas a la altura de las muñecas.
No obstante, viendo el cuadro que presenta, su baja del servicio de forma prolongada o definitiva podría ser para ella un desencadenante de un nuevo episodio de autólisis o bien de que su cuadro depresivo se agravara.
De no haber inconveniente por parte de la Jefa de la División de Homicidios, la Directora Adjunta y el propio Director General de la OFI, se recomienda permitir a la agente especial Jones, su ejercicio laboral en las funciones que se le atribuyan, con las siguientes reservas:
- Visita semanal con el psicólogo que se le asigne.
- Supervisión constante en su horario laboral por parte de un compañero.
- Retirada del arma reglamentaria.
- De producirse cualquier hecho que pudiera considerarse relevante y pudiera ser susceptible de modificar las condiciones del apto con reservas de la sra. Jones, debería darse de baja del servicio a la agente Jones, hasta que dicho hecho fuera de nuevo valorado por su psicólogo, quien debería tomar una determinación definitiva.
Sanris, 2 DE Anwinan de 250.
Aún no me había recuperado de mi ataque de ansiedad cuando se abrió la puerta del despacho y apareció la directora Herbert para indicar que entrase Daeric. Me sentía igual que cuando llamaban a los niños en los colegios para ver al director, después de haber hecho alguna travesura y tener que esperar allí, sola, más tiempo, no me hacía ningún bien.
A pesar de todo, hablar con Daeric había sido muy agradable. Parecía una buena persona.
-Sí, claro -le respondí a su despedida, para quedarme a continuación en completo silencio.
Era... incómodo, pero sobre todo, peligroso. Intenté no pensar en nada, no dejar que mi mente analizara la situación y se adelantara, porque cuando lo hacía, cuando se lo permitía, solía irse a la parte más oscura del espectro mi vida y eso era precisamente lo que menos necesitaba.
Así que intenté dejar la mente en blanco. Cerré los ojos y me concentré en los pequeños sonidos que siempre nos rodeaban, daba igual donde estuviéramos. No oía lo que estaban hablando al otro lado de la pared, pero sí que notaba las vibraciones en el muro y eso me sirvió para tranquilizarme hasta que tiempo después, la puerta volvió a abrirse para que fuese yo quien entrase.
En el interior estaban Daeric y delante, la plana mayor de la OFI, lo que era más que suficiente para hacer que me sintiese como si fuesen a lincharme. Me repetí a mí misma que no se trataba de eso y que en realidad, estaba allí para volver a trabajar. Miré a Daeric y le sonreí. Vi al doctor Ellidor, y asentí con la cabeza.
Entonces me senté y al hacerlo, el Director Casa puso una carpeta en mis manos.
Era mi informe médico.
Lo leí con detenimiento, sintiéndome profundamente avergonzada de que mis miserias fuesen del conocimiento de todos. Sabía que debía ser así, que al final, todo el mundo lo sabría, pero una cosa era saberlo y otra, aceptarlo como una realidad. Aún así, me obligué a leerlo hasta el final, cada palabra, aceptando la profesionalidad del doctor pero también, sintiendo como una tortura sus dudas, aunque no tanto como volver a leer sobre mis dos intentos de suicidio. Eso era... lo peor de todo.
Cuando acabé de leerlo, cerré la carpeta.
-E-el informe es... correcto, d-desde luego. S-si el señor Kharis v-va a ser mi compañero, quiero decir, suponiendo que den ustedes el visto bueno, debería leerlo también. Mi vida es mía... pero no voy a trabajar con alguien que no sepa a qué atenerse.
Tenía ganas de llorar, de permitir que mis emociones saltasen la mesa y saliesen de aquella habitación corriendo, y de escapar, sobre todo de escapar, no solo del despacho o el edificio, sino de aquella ciudad, del escrutinio de la gente. No sentía la tentación de volver a intentar quitarme la vida, pero aún me costaba no quedarme en cama todo el día, sin moverme ni tener que hacer otra cosa que no fuese encender y apagar el televisor e ir al aseo de vez en cuando.
Pero lo estaba intentando; me esforzaba cuanto podía. Y si no me daban el visto bueno... sencillamente, no sabía que sería de mí... o prefería no saberlo.
Actuando como si aún me quedase algo de dignidad, mantuve la mirada fija en todos ellos, esperando sus comentarios y decisiones.
- Por sus palabras y a pesar de haberla conocido ahora mismo, creo que se merece esta oportunidad. - Respondí a todos preguntándome si cuando me pusieron de compañero a Fortnigar le hicieron algo parecido. - Y la atención extra hacia ella me vendrá bien para no pensar en la jubilación de mi compañero. - La cual me había afectado bastante más de lo que me temía.
- Espero que podamos contar con su talento nuevamente. - Le respondí a Thaallasvashj. - Y que tenga una pronta recuperación bajo el cuidado de la OFI. - Aunque tenía claro que esa tarea sería mía.
Miré al psicólogo mientras me hablaba y cogí su tarjeta. - No se preocupe. Si noto algo raro, si dudo... le consultaré. - No iba a permitir que aquella mujer hiciese una tontería ni yo cometería una negligencia. La responsabilidad era demasiado alta, pero estaba seguro de que no estaría en mejores manos, hablando de compañeros de trabajo, que las mías.
- No habrá escándalo alguno, señor. - Le aseguré con rotundidad a Director General. - Es más fácil que sea yo quien lo protagonice a que ella salga en un titular. - Me permití bromear, tratando de quitarle hierro al asunto y guardé silencio cuando la hicieron pasar.
Al final la lógica de la agente Jones había dado de lleno con el motivo de estar ambos allí. Tener unos minutos previos para conocerla mínimamente y verla desenvolverse, me ayudaron mucho en mi decisión final, así como el interés que parecían tener todos en ella en general y el saber, no... Estar completamente seguro, de que no habría mejor compañero para ella que yo, fue lo que me dio el empujón final.
Y es que cada vez que pensaba que podría haber terminado con Jaglas de compañero me enfermaba.
Cuando entró la agente Jones, la dediqué una cálida sonrisa. Sabía que se había puesto nerviosa y lo que impactaba tener allí delante a todos nuestros superiores. Necesitaba un aliado y traté de serlo.
No en vano sería su compañero a partir de aquel momento.
Y nuevamente aquel dossier se movió por la mesa, esta vez en dirección a Jones y la observé en silencio. Debía ser duro leer lo que otros opinaban de ella y más aún con algo tan explícito como aquello. Al ver su mirada, quise animarla poniendo mi mano sobre la suya o quizás sobre su hombro, haciéndola notar que tenía un apoyo. Pero no la conocía tanto como para tomarme aquellas confianzas y menos aún delante de los demás.
Aún así era humano y si algo tenía de bueno era que mi corazón era más grande que mi propio cuerpo y agarré su mano con la mía, para darla apoyo cuando dijo aquellas palabras.- Ya está hecho y decidido. - Le dije con sinceridad. Si debíamos empezar de cero, que no fuese con mentiras de por medio. - No se preocupe. Nadie sabrá nada por mí, eso se lo puedo asegurar. Es todo clasificado.
Dicho esto, solté su mano pues no quería generar un momento más incómodo de lo que ya era. - Me lo mostraron antes de tomar la decisión, precisamente para que supiese con quien iba a trabajar y que necesitaba de mí, agente Jones. Quizás se debió hacer al contrario, pero mi decisión estaba casi tomada antes de leerlo y, aunque suene presuntuoso, creo que soy su mejor opción. - Añadí con una extrema seguridad en mí mismo al igual que con toda la sinceridad que pude.
Leal, sincero y discreto. Eso no lo encontraría en ningún otro agente de la OFI. No al menos en los de campo.
- Pero ya me irá conociendo.- Le dije con una escueta sonrisa. - Y sí, antes de que diga nada, tiene todo el derecho del mundo a enfadarse conmigo por leer su informe sin su permiso. De haber pensado que no sería su compañero, le aseguro que no lo hubiera leído. Créame.
Y con esas palabras, guardé silencio de nuevo. Si teníamos que decirnos algo más, sería a solas. Y aquello era todo lo que podía ofrecerla en aquel momento: sinceridad, seguridad si la requería, una pequeña dosis de confianza y más que nada, discreción.
Mis intereses personales estaban por encima de andar buscado los trapos sucios de los demás.
Había tomado una decisión y pensé que era valiente, pero también... bueno, que podía estar confiando demasiado en un instinto que sin duda, había perdido. Si durante todo aquel tiempo, no había logrado descubrir nada sobre mi pequeño, ¿cuál era mi valor como investigadora?
No, no debía hacerme eso a mí misma. Tenía que dejar eso atrás... o al menos, aprender a centrarme en las pequeñas cosas que podían sacarme de aquel hoyo... como el agente Daeric.
Me costó alzar vista, mirar a los ojos a todas aquellas personas y mientras tanto, sostener entre mis manos un trozo de papel que resumía los dos últimos años de mi vida. Pero era mi vida, desde luego, y no podía esconderme durante más tiempo. Por eso terminé ofreciéndosela al que debía trabajar a mi lado.
Para mi sorpresa, él me miró, dubitativo al principio, más decidido al final, y acabó por coger mi mano y sostenerla, mientras que aseguraba que ya había tomado la decisión de compartir conmigo el trabajo. Pero lo que de verdad me llegó al corazón fue que selló con tres palabras todo lo que había en la carpeta.
Es todo clasificado.
Lo había leído, para mi sorpresa, pero también se mostró sincero al reconocerlo, y confiado en que como me había dicho, él podía ser mi mejor opción. No me molestó que conociese aquella parte de mi vida, oscura y ciertamente autodestructiva, a pesar de haberlo hecho antes de que yo se lo ofreciese, pero sí que no hubiese sido mi decisión, sino de los que tenía delante. Con ellos sí que me había molestado.
Pero Daeric no se merecía una respuesta así a sus palabras o actitud, así que a pesar de apretar la mandíbula y lanzarles una mirada de reproche hacia aquellos que estaban al otro lado de la mesa, procuré quedarme con lo mejor.
-Gracias, agente Daeric. No estoy... enfadada... con usted. Yo misma se lo ofrecí, por lo que no hay ningún problema.
Tras aquel momento de agradecimiento, contenido, eso sí, volvimos a sentarnos derechos y a mirar hacia delante. Sabía que tenía el visto por parte del doctor y que contaría con la ayuda de mi nuevo compañero, al que esperaba corresponder de igual manera, ayudándole y cubriendo sus espaldas, no tanto en la calle como delante de los demás. Mientras yo estuviese a su lado, nadie más se atrevería a hablar mal de él, y durante todo el tiempo que aguantara mis recaídas, el malhumor que a veces me invadía por el mundo que me había tocado vivir, la decepción por el fracaso o el abatimiento debido a que todo lo que quería se había esfumado en mi vida, él podría contar conmigo, en todo momento.
-Estoy convencida de que trabajaremos bien juntos, director -le dije a Casa, puesto que él era el de mayor rango allí, para a continuación esperar su respuesta definitiva.
- ¡No se hable más entonces! - Exclamó la Jefa de la División de Homícidios.
Phiachel parecía satisfecha con lo que habían hablado allí dentro. Sonreía, por lo que era evidente que estaba contenta con el resultado. Daeric, uno de los agentes más polémicos de la Agencia tenía de nuevo un compañero que encaminarse sus investigaciones hacia el lado más racional y útil para la OFI y Jones tenía a alguien que supervisara su estado continuamente. Sólo esperaba que aquello saliera bien.
- Si nadie más tiene nada que decir, creo que podemos dar por concluida la reunión... - Miró a sus compañeros. - ¿Señor Cas, Herbert, Doctor?
- Nada más por mi parte. - Intervino el psicólogo. - Solo recordarle, agente Jones, que tiene una cita semanal conmigo. Es imprescindible para que podamos continuar con ésto. ¿Lo entiende verdad? - Le preguntó. - Y desearle toda la suerte del mundo. A los dos. - Se puso en pie y les ofreció la mano tanto a Chandrelle como a Kharis.
- Nada más tampoco por mi parte... - Añadió el Director General. - Suerte a todos. - Resopló. - La van a necesitar...
Era evidente que el Director General seguía sin estar para nada convencido de aquello. De haber sido por él, la agente especial Jones no hubiera regresado al servicio activo. De hecho, lo más probable era que la hubiera retirado de forma definitiva. Una perdida como la que había sufrido y dos intentos de suicidio eran sin duda motivos suficientes.
Si había aceptado su reingreso, era sin ningún ápice de dudas, gracias a la recomendación de Ellidor, pues si había un informe médico favorable, la responsabilidad recaería no sólo sobre su cabeza, sino principales sobre la que aquel elfo de tez morena. Además, Herbert y Thaallasvashj podían ser muy convincentes cuando se lo proponían.
- Si no me necesitan más... - Se puso en pie y se dispuso a abandonar la sala. - Otros asuntos me reclaman.
Observé a mi futura compañera satisfecho con la respuesta que me dio frente a mi disculpa, antes de volver a centrarme en los demás. Una parte de mí se sentía culpable por haber actuado de aquella manera. Pero por otro, era lo que debía hacer, saber a que atenerme antes de decir el sí final, dado que querían la respuesta de manera inminente.
Pero aquel sentimiento de culpabilidad permanecía en mí y sabía que me costaría sacarlo.
Ver a la Jefa de la División de Homicídios sonreír de aquella manera se me hizo raro. Lo cierto era que siempre la veía seria, como si estuviese preocupada por algo y dudaba que fuese por todos y cada uno de los agentes bajo su cargo. De hecho, llegué a pensar que esta reunión era para retirarme de la calle y devolverme a mi antiguo puesto. Uno donde ni excenticidades y teorias pasasen desapercibidas para los demás.
No me esperaba salir con una nueva compañera.
Negué con la cabeza en cuanto a añadir algo más. Por mi parte estaba todo dicho. Sabía que me costaría adaptarme a Jones, pero sin duda saber que me necesitaba, que necesitaba todo aquello, me motivaría lo suficiente como para no perderme en mí mismo y mantenerme centrado en lo demás.
- Gracias señor Ellidor. - Le dije al elfo de piel oscura estrechando su mano cuando me la tendió. - Estoy deseando comenzar a trabajar con la agente Jones. - Me giré hacia ella y la sonreí levemente.
Luego clavé mi mirada en Cas. - Gracias señor. No se arrepentirá de esto. - Le dije bastante animado. Era un cambio y por lo que decían de Jones, sería a mejor y eso siempre era bueno. Añoraría a Fortnigar, pero la vida no se detenía ahí y no había mejor sensación en este mundo que sentirme útil para alguien.
Y me quedé allí esperando a que se cerrase la reunión de manera oficial y poder comenzar el primer caso junto con mi nueva compañera.
Existía el riesgo de que todo terminase antes de empezar, pero afortunadamente, no fue así. Uno tras otro fueron dando el visto bueno, no sabía si porque confiasen en mí, en el agente Daeric o simplemente, porque no tenían nada qué perder. Asentí al doctor Ellidor cuando me recordó lo de su cita. No era algo que pudiese olvidar o esquivar; iba con el puesto y debía aceptarlo, al igual que tenía que hacerlo con otras cosas.
Le estreché la mano, sintiéndome emocionada por aquel nuevo comienzo, aunque fuese únicamente porque había conseguido traspasar aquella rocosa frontera de la indiferencia que me rodeaba por todas partes. No sabía durante cuánto tiempo logrará mantener aquella sensación, pero era agradable... e ilusionante.
Tenía que intentar retenerla.
Sabía que el Director General sería más duro. Yo también actuaría de aquella manera, de ser él; no confiaría en ningún caso de una mujer con dos intentos de suicidio a sus espaldas y un loco que creía en mundos de fantasía. Pero afortunadamente, era un político y como tal, siempre dejaba sitio a la ambigüedad y que otros pudieran equivocarse.
Pero eso no importaba. Ahora lo que debía hacer era intentar sobreponerme y ganarme la confianza del agente Daeric, puesto que al final, era él quien iba a dar la cara por mí. Él habló por los dos, agradeció la oportunidad a todos, permitiéndome quedarme en un segundo plano, incómoda, nerviosa, expectante, y sobre todo, muy insegura.
¿Sería capaz se hacerlo como se esperaba de mí?
Nunca había sido una mujer de muchos gestos, de demostrar lo que sentía o compartir mis pensamientos, y no iba a empezar a cambiar a aquellas alturas, pero desde luego, el agente Daeric se merecía un esfuerzo por mi parte, más allá de la situación de confort en la que me solía ocultar. Por eso, al final, logré separar mis labios para decir dos palabras, que si bien no significaban demasiado para nadie, eran mucho para mí, porque solo pude decirlas después de un gran esfuerzo por mi parte.
-Muchas gracias.
Y allí me quedé, de pie, a la espera de seguir a mi nuevo compañero, más experimentado que yo, más seguro y confiado, y a que nuestra jefa nos diera un caso en el que trabajar.