Partida Rol por web

La cara de aquel anzano se transformó en cuanto Daeric le dio más detalles acerca del caso. Dio un paso atrás, como mareado y a punto de caer al suelo. Tuvo que intervenir el agente Khaeris para evitar que acabara en el suelo y con su ayuda, pudo sentarse en una silla.

- Ghûanxuheï... - Dijo entonces el anzano con la mirada fija en el infinito. - Un poco de agua... - Y señaló hacia una botella de plástico que tenía sobre el mostrador.

Chandrelle se apresuró a acercársela y el hombre bebió. Estaba blanco y sediento. Casi se bebió meda botella de una sentada. Tardó unos momentos en recomponerse y recuperar el color. Durante esos minutos llegó un mensaje de correo electrónico al teléfono móvil. Era un correo con las fotografías que había pedido.

Finalmente, cuando Xui aceptó verlas, el agente se las mostró. Se pasó la mano por la cara para limpiarse el sudor. Se le veía afectado, pero en ésta ocasión al menos no estuvo al borde del desmayo. Fue pasando las fotos con su dedo, el cual poseía una uña larga y amarillenta en forma de garra, hasta que las vio todas y entonces alzó la mirada.

- Son símbolos de plotección agentes. Quien fuela que los talló, quelía que nada saliela de la casa. Un ghûanxuheï es un peligloso demonio. Una invocación que posee el cuelpo de un... - Dudó unos momentos para decir aquella palabra. - ¿Lecipiente? ¿Anfitlión?

Un conjuro de protección. No era un ritual para convocar, como habíamos supuesto que podía ser, en el peor y más fantástico de los casos, sino justamente todo lo contrario. 

Daeric fue bastante rápido y llamó para conseguir una fotografía del escenario del crimen, y al enseñárselo...

A duras pones llegamos hasta él a tiempo para que no se cayese al suelo de la impresión. Era evidente que no estaba acostumbrado a ver cosas así, pero lo conocía, sabía lo que era, y eso desde luego, represntaba una oportunidad para nosotros. El tarbajo de campo estaba dando sus frutos, por fin.

Antes de estar a punto de desvanecerse, el anciano tuvo tiempo de pronunciar un nombre que apenas pude comprender. Algo más tarde, cuando ya estaba más tranquilo, volvió a hacerlo, explicando lo que era.

Un demonio.

-Está bien. Está diciéndome que en esa casa tenía que haber un demonio o algo así, un... "guanxi" o como sea que se llame, dentro de alguna persona, y que evidentemente, algo debió fallar, por lo que el cuerpo que lo contenía, explotó. ¿Es eso?

Cuando lo hube vocalizado, me pareció que todo sonaba demasiado ridículo para ser cierto. Demonios y contenedores humanos; rituales de protección y maldiciones. ¿Me había equivocado de siglo? ¿Es que estaba dormida y aquello era en realidad una elaborada pesadilla que mi subconsciente disfrazaba con algo de lógica y mucha fantasía?

En realidad, la prueba de que mi mente estaba verdaderamente activa era todo aquel pensamiento de posibilidades. La idea de que pudiera tratarse de algo como aquello, justo de lo que sonaba, resultaba increíble, pero fascinante y aterrador a la vez.

-De acuerdo. Entonces, supongamos que... a pesar de no estar acostumbrada a escuchar cosas así, creemos todo lo que nos está diciendo. Ene se caso, tendríamos un demonio suelto por ahí. ¿Cómo lo encontramos? Y una vez lo hiciéramos, ¿cómo seríamos capaces de... de... destruirlo, eliminarlo o lo que sea? -le pregunté, intentando dejar a un lado mi escepticismo y centrarme en la parte más práctica.

- Tendlia que milalo... - Dijo entonces el anciano. - No se mucho soble ghûanxuheïs... - Se mesó la barba pensativo. - No tendlía polqué explotal. Cleo... - Se encogió de hombros. - No soy un expelto... - Miró entonces la foto. - ¿Qué más había en...? - Golpeó varias veces con el dedo en la foto. - ¿Eh? ¿Algún matelial? ¿Algo más?

Al viejo casi le da un colapso y a punto estuve de cargármelo con toda aquella información. ¿Tan gordo era lo que estaba pasando? Por sus explicaciones parecía que sí. - Ghûanxuheï. - Había leído algo sobre ellos, pero nuevamente no eran las criaturas que yo buscaba. Mis investigaciones siempre se basaron en algo más tangible, como orcos, trasgos, dragones... Criaturas cuya existencia sí se pudiese demostrar y la magia era más compleja para eso.

Pero el anciano siguió con sus explicaciones y Jones las repitió en voz alta, buscando sencillamente aclararse. La observé en silencio, puesto que me daba la impresión de que ella creía en todo aquello más de lo que estaba dispuesta a reconocer. Por supuesto que para mí las palabras de aquel hombre encajaban con todo a la perfección y era la mejor explicación que teníamos de lo ocurrido.

El problema era demostrarlo y que los demás lo creyesen también.

Iba a corregir a Jones cuando escuché aquellas palabras de "supongamos que le creemos", cuando el viejo reaccionó de aquella manera con la foto. - Sí, unos polvos en el suelo... en esta foto se ven mejor... - Pasé unas cuantas y se los mostré. - ¿Ve? El análisis dijo... - Busqué el correo. Recordaba perfectamente que posblemente contenían pedacitos de humano en forma de polvo, pero lo demás era relevante también para ese hombre. Sin duda, la composición de los polvos nos daría más datos sobre aquello.

- Leo la descripción sobre el polvo: Se trata de una sustancia parecida a un talco de color plateado, compuesta de sal fina, hiedra en polvo, talco de amaranth y polvo de origen orgánico, posiblemente humano. - Miré al anciano. - Y el papel que le enseñó mi compañera estaba allí también.

El anzano miró de nuevo a Khaeris con temor. Tragó saliva y se llevó las manos a la cara frotándosela por unos momentos. Entonces se puso en pie y raudo cuán sus raquíticas y geriátricas patas le dejaron, acudió a una estantería y buscó un libro en concreto. 

- Ajá... - Dijo al encontrarlo.

Lo sacó de la estantería y regresó corriendo al ritmo de una tortura coja hasta el mostrador. Allí depositó el tomo sobre el mismo, lo abrió y empezó a pasar páginas mientras mojaba su dedo tiznado del amarillento color del tabaco de su pipa hasta que dio con la página que buscaba. 

- Ajá... - Dijo señalando una entrada del libro. - Polvo de Ibn-Ghazi... - Y le pasó el tomo a los agentes.

Polvo de Ibn-Ghazi

Es una especie de talco plateado que se pega a la piel y puede ser removido lavandolo. El polvo tiene la capacidad de volver visible por un momento a criaturas invisibles e inmateriales cuando este se dispersa soplandolo hacia ellos. Para crear esta substancia se necesita polvo de una tumba que contenga un cuerpo con más de doscientos años, una hoja de hiedra, sal fina y una substancia llamada Talco de Amaranth. Los ingredientes deben ser mezclados durante la hora de Saturno haciendo el Simbolo de Voorish, el Signo de Koth, usando la daga de la Magia de Bolyne y conteniendo todo con el Simbolo Arcano.

El anciano parecía saber lo que se hacía, eso desde luego. No era solo cuestión de disponer del libro adecuado, sino de entender de lo que estábamos hablando allí.

Ese polvo de Ibn-Ghazi, además de un galimatías impronunciable, era mucho más. Daeric y yo nos inclinamos para mirar el libro y leer lo que ponía sobre él. Lo primero que me interesó era su utilidad: visibilizar a criaturas invisibles. ¿Demonios? Y lo segundo, que requería una preparación muy concreta, para nada improvisada. 

-Vale. Entonces, si yo tuviese este polvo como-sé-llame, y lo soplara, podría ver a cualquier criatura demoníaca que hubiese a mi alrededor, por ejemplo. ¿Es eso? Y... esto se vende, o cualquiera puede hacerlo. Esta información... lo sabe todo el mundo, o es solo algo que unos pocos... -estuve a punto de decir chiflados, pero me contuve. Debía mantener la mente abierta si quería obtener información y hasta el momento, lo estaba haciendo bien, así que tenía que seguir igual -... eruditos sabrían?

Miré a Daeric y pensé que todo aquello era confuso. Por un lado, el símbolo era de protección, pero a la vista estaba que no había funcionado bien. Por otro, teníamos un polvo para ver demonios. Y por si eso no fuese suficiente, dos cuerpos muertos de una manera completamente normal, para nada mágica.

Sacudí la cabeza y volví a centrarme.

-Si necesitara este polvo, ¿dónde podría obtenerlo? -le pregunté, insistiendo sobre el tema.

- Ese polvo no se puede vendel... - Respondió el anzano. - Es totalmente ilegal vendelo. Contiene lestos humanos. - Explicó. - Puede que encuentlen en alguna tienda de magia, pero no cleo que sea polvo de Ibn-Ghazi de veldad. - Hizo una breve pausa. - Hay mucho embustelo por ahí. Pelo no es muy difícil de fablical. Sólo tienes que leunil los ingledientes. Y no cleo que haya mucha gente que sepa de lo que habla en esta ciudad...

Miré con curiosidad el libro que nos mostró el hombre. Estaba claro que en temas de magia yo andaba demasiado verde aún, puesto que no sabía ni que existiesen polvos que pudiesen hacer esas cosas.

- Al menos ya sabemos una cosa. No tenemos que buscar un cuerpo más con el que se hiciesen esos polvos, porque se profanó una tumba de más de doscientos años. - Y eso era un dato interesante aunque complicado de seguir. Aún así, quizás deberíamos mirar si se habían profanado tumbas de más de esos años últimamente en los cementerios locales. Algunos si tenían cámaras, para evitar el bandalismo de los jóvenes... aunque dudaba que tuviésemos tanta suerte. - Bueno, dos... que se confirma que lo orgánico de los polvos es humano.

Miré entonces al anciano. - ¿Podría sacar una fotografía del libro? Ya sabe, los datos y para el informe... y nos vendrían muy bien para la investigación.

Luego miré a Jones. - Yo tampoco creo que sean muchos los que sepan de estas cosas. Míreme... toda mi vida estudiando las historias de... - Miré al anciano de nuevo y guardé silencio. - No importa. El caso es que no tenía ni idea de nada de esto. Si sabía que las historias hablaban de poderosos magos, capaces de conjugar distintos tipos de criaturas las cuales les servían sin contemplaciones y difícilmente se rebelaban contra su conjurador. Pero de eso a esto... - Me parecía verdaderamente fantástico y tenía que ocultar mi entusiasmo bajo la fachada de un serio agente especial.

- Entonces tenemos un ritual de invocación, donde alguien fue colocado en el interior del símbolo arcano de la estrella de seis puntas, para ser el anfitrión de un ghûanxuheï. - Hablé despacio, imaginándome la escena. - Los símbolos grabados en las puertas, en las ventanas y en la trampilla del techo, eran para que esa criatura no pudiese salir de la casa... La pregunta es... ¿Para que se invoca a una criatura así si no es para dejarla salir? - Miré al viejo de nuevo. - ¿Dónde podría sacar información sobre los ghûanxuheï?

- ¡Si claro, saque fotografía! - Exclamó el viejo. - ¡Mucho más balato que complal libro! - Miró con una extraña expresión a Khaeris. Una expresión que no podía identificar, irá estaba entres broma y la reprimenda.

No obstante, el agente tomó una fotografía de la entrada del libro donde se explicaba lo que habían leído acerca de los polvos. Fue entonces cuando llegó una nueva preguntá de Daeric.

- Son espílitus malignos. - Le comentó. - Espílitus que se alimentan de suflimiento. Muy difíciles de destluil. Suelen quedal vinculados de alguna folma al lugar donde son invocados y tienen podel sobre la vida y la muelte. Muy peliglosos... - Comentó. - Pueden emcontal información en libros alcanos o intelnet, pelo no cleo que les silva de mucho...

- Vaya... yo... lo siento. - Me disculpé. - No sabía que estaba a la venta. Creí que era de su colección particular. - Le respondí tras sacar la fotografía. - En ese caso si se lo compro. Me interesa y mucho. - Y ya no solo por el caso, sino de manera particular. Por supuesto que lo pagaría con mi tarjeta, puesto que el libro era para mí no para la OFI.

- Y si tiene alguno que hable de demonios, de esos ghûanxuheï, espíritus malignos y los rituales como el que le he mostrado, también me lo llevo. - Y si pudiese me llevaría medio establecimiento, pero debía ir con cuidado con esos libros y centrarme por ahora en los que me remitían al caso.

Estaba claro que por un lado estaba el tema del ritual y por otro los asesinatos de los dos sin identificar, pero estaba seguro de que habían sido perpretados todos por la misma... no, las mismas personas. Y mientras pensaba en eso me di cuenta de una cosa: las huellas de la mujer.

Habían pisadas de mujer en la granja, las cuales no bajaban al sótano, pero no me fijé en un detalle muy tonto: ¿salían de la casa? Estaba claro que debía revisar de nuevo las pruebas, comprobar cuantas huellas distintas habían y determinar quien fue el recipiente que explotó.

Pero que aquellos polvos permitiesen ver a las criaturas invisibles era lo que más me desconcertaba.

- Hay algo que no entiendo. - Le dije al hombre. Quizás el tuviese la respuesta o puede que me tocase leerme los libros que iba a adquirir para dar con ello. - Si para ¿invocar? al ghûanxuheï hace falta un humano como recipiente, entiendo que el ghûanxuheï habita dentro del anfitrión, lo posee... ¿Para qué entonces usar esos polvos plateados? Estando dentro de un ser vivo... tiene que ser visible...

El anzano sonrió al ver que aquel hombre accedía a pagar una cantidad abusiva por los dos libros que le ofrecía. Al fin y al cabo eran tomos antiguos y difíciles de encontrar. No obstante, tras la transacción realizada llegó una nueva pregunta del agente Khaeris Daeric. Una pregunta lógica si ssi había escuchado lo que le había estado contando hasta el momento.

- El ghûanxuheï puede soblevivil fuela de su lecipinte. - Explicó. - Puede que eso fuela lo que sucedió en esa casa... - Se llevó la mano al mentón pensativo. - Puede que esos símbolos de plotección estuvielan pensados pala letenel al ghûanxuheï en la casa. Puede que estuvielan tlatando de expulsalo... - Se encogió de hombros. - Tendlán que aveligualo ustedes...

La pregunta de Daeric estaba totalmente justificada. ¿Para qué los polvos?

-Quizás lo convocaran desde el más allá y en lugar de quedarse en el cuerpo que habían escogido, decidió irse de paseo por ahí. Por eso los restos… y por eso el desastre de la casa?

Por otro lado, si ese demonio podía sobrevivir fuera, significa que estaba libre… pero, ¿podría ocupar un cuerpo a su antojo?

-Disculpe. Dice que un ghuanxuhei puede estar fuera de su recipiente. De ser ese el caso… ¿podría ocupar otro cuerpo a su antojo? Por ejemplo, si estuviese ahora mismo aquí, ¿podría poseer a cualquiera de nosotros… sin que pudiésemos hacer nada para evitarlo? Porque de ser así, ¿cómo lo sabríamos? ¿Cómo se identifica a un cuerpo poseído por un ghuanxuhei?

Estaba claro que si habían intentado hacer una extracción, algo había salido mal. Si habían intentado retenerlo, también.

Por tanto, ese demonio estaba libre, ya fuese dentro de alguien… o en algún lugar. Dudaba que como energía tuviese fuerza suficiente para hacer algo, a no ser que invadiese el cuerpo de alguien y actuase a través suyo. Eso me hacía pensar que seguramente, estaría dentro de alguna otra persona de la localidad y esperaba que el anciano me confirmase aquella posibilidad.

Mientras lo hacía, busqué en mi bolso dinero para comprar los libros. Material para la investigación. Necesitaríamos una factura de todo eso, aunque esperaba que no mirasen demasiado de qué tipo de material se trataba.

Daeric sabía lo que se hacía en aquel caso. Tenía iniciativa y se movía con habilidad en aquel submundo de intrigas paranormales y misterios de demonios. Yo me limitaba a seguirle pero notaba como cada vez me iba adentrando más en aquel caso, en la fascinación que me generaba y la curiosidad que despertaba en mí.

Daba igual la forma y el modo, solo importaba el por qué y el quién, porque a eso se reducía solucionar un misterio.

- Podlía si... - Respondió el dependiente. - Podlía intentalo al menos. - Se froto la barbilla y se alisó la barba con los dedos. - No siemple pueden. No con todo el mundo. - Se enncogió de hombros. - No soy un expelto en ghûanxuheï. Pelo se que si no encuentlan lecipiente, pueden quedal ligados a un lugal. 

Aquel hombre empezaba a poner cara de cansado. Era evidente que deseaba cerrar la tienda y que ya había tenido suficiente de aquel interrogatorio. Miraba el reloj constantemente, así como en dirección a la puerta.

- Si no les impolta... - Dijo al final. - Tengo que celal ya... - Tragó saliva. - Es hola de il a casa, ¿saben?

Miré a Jones cuando esta habló. Juraría que empezaba a creer en todo aquello por no decír que lo estaba haciendo. La pregunta que le hizo al hombre fue interesante, muy interesante realmente. - Así que el demonio, está dentro de la habitación donde se hizo el ritual.

De ser así, nos tocaría hacer una buena cantidad de polvos "de muerto" y rociar el lugar con ellos. Era la mejor manera de comprobarlo in situ y de sacar al menos una fotografía de aquello. - Una prueba.

Miré al anciano cuando dijo lo de cerrar. La verdad es que era tarde, yo estaba cansado después de tantos paseos, había adquirido dos libros que me moría por ojear tranquilamente en casa, buscando en ellos más pistas, tenía hambre y suponía que Jones también querría irse a casa a descansar.

Metí mi mano en el bolsillo y saqué una tarjeta. - Si se acuerda de algo más, llámeme. Ahí tiene mi número personal y el de la OFI. Da igual la hora. Muchas gracias por su ayuda y descanse. - Le indiqué al viejo despidiéndome de él agradecido por toda su ayuda y la recomendación de aquellos libros. Luego los cogí y miré a Jones. - ¿Nos vamos?

Ya en el coche, con los libros en el maletero y ambos sentados arranqué el motor y me dispuse para irnos. - La dejaré en su casa si quiere, agente. Mañana puedo recogerla y llevarla de nuevo a la OFI, así se ahorrará al menos unos minutos más de trayecto hoy. - Sonreí con amabilidad a la mujer. No habían dobles intenciones, solo que pudiese descansar unos minutos más si quería. - Yo creo que pediré algo de comida rápida y me acostaré tarde. Me da que tengo mucho que leer esta noche...

Miré a Daeric cuando dijo lo del lugar. Debíamos volver a aquel sitio. Pero por otro lado, hacerlo significaba creer en todas las explicaciones sobrenaturales que nos había contado aquel hombrecillo.

Una parte de mí se negaba a terminar de recorrer aquel camino.

De todas maneras, ya no había nada más que hacer allí, así que asentí con la cabeza, mientras Daeric le daba una tarjeta y salíamos de la tienda.

Una vez fuera, le seguí en silencio al coche, entré y solo después de un rato logré recomponerme un poco para decir algo.

-¿Eh? Sí, yo… se lo agradezco, agente Daeric.  Si le parece, puede prestarme uno de los libros para que yo también le eche un vistazo. Mañana… deberíamos volver al lugar de los hechos y… iba a decir que conseguir polvo Ibn-Ghazi para comprobar si hay un demonio ligado allí, pero no estoy seguro de cómo suena esto –comenté, echándome a reír nerviosamente -. Por una parte, todo lo que nos ha contado ese anciano casa perfectamente con lo que encontramos, pero es tan… fantástico, que me niego a creérmelo del todo. No sé. Quizás es que no estoy tan preparada como pensé para volver a trabajar y mucho menos en algo como esto.

No tardé en volver a quedarme “letárgica”, rememorando, sufriendo por la ausencia y sintiendo un dolor en el pecho que parecía fuese a detener mi corazón.

Había sido un día difícil, pero ¿cómo sería el siguiente?

-¿Cree que podremos hacer nuestra propia cosecha de ese polvo? –le pregunté a mi compañero, volviéndome a poner de nuevo todo lo seria que fui capaz. Es evidente que alguien lo hizo, así que si quien quiera pudo, nosotros también, desde luego -. Tendremos que comprar todo lo que podamos y reunir lo demás por nuestra cuenta… e ir pidiendo sitio en un manicomio.

Lo dije todo con tanta seriedad, que casi sonó como un plan a seguir, lo cual hizo que volviese a estallar en una risa incontenible.

Cuando llegamos a mi casa, abrí la puerta para salir, pero antes de hacerlo, miré a Daeric.

-Gracias por traerme a casa, agente Daeric, y por su paciencia. He disfrutado mucho con su trabajo. Es usted un agente excepcional, si me permite que se lo diga. Hasta mañana.

Le saludé con una inclinación de cabeza, salí, cerré la puerta y me dirigí a casa.