Partida Rol por web

El corazón del Centinela

11. Los dos extremos del rombo

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03/01/2013, 22:36
Narrador

Jueves, 14 de Julio de 1977. 01:25 AM
Fox Harbour

La mirada de ambas mujeres se entrecruzó. Una segura, la otra temerosa. Los cuerpos inertes de sus enemigos descansaban en el frío suelo. El aire que se colaba por las ventanas rotas de aquella nave industrial provocando que los cristales rotos y las barras de metal silbaran en la noche. El arco de Iris se tensó y su mirada, oculta en el antifaz color azul eléctrico, estaba clavada en los ojos de Felina, que no parecía entender nada.

- Sin rencores, cariño. - dijo ella, mientras sus dedos soltaban la cuerda y liberaban la flecha, que salió disparada cortando el aire a una velocidad vertiginosa en dirección a la ladrona.


Horas antes...

La noche había caido en Betlam y los crímenes en Fox Harbour empezaban a moverse como los girasoles al comenzar el día. Romy se encontraba entre unos cajones industriales, agazapada y observando la entrada de una gran nave industrial que se alzaba varios metros más allá, en apariencia abandonada.

Sin embargo, la ladrona sabía que allí se encontraban varios miembros de una mafia que empezaba a coger peso en la ciudad y que había tenido la cara de asaltarla y robarle una estatuilla dorada que ella había robado media hora antes. Por suerte había podido escapar casi ilesa, sólo con algún que otro moratón, pero con su orgullo más herido que nunca. Por suerte, volviendo a casa se encontró con Iris, la vigilante tan querida por los betlamitas. Entre ellas se había forjado algún tipo de vínculo especial desde que se habían unido para salvar al Centinela hacía un año aproximadamente. Desde entonces apenas se habían encontrado un par de veces, habían hablado durante un par de minutos para luego seguir cada una su propio camino.

Pero aquella noche había sido diferente. Ella parecía tener algo con aquellos mafiosos, aunque un gesto torcido y la petición de que no preguntara sus motivos hicieron que Romy no conociera muy bien por qué la muchacha quería darles caza. Sin embargo, una aliada con la que ya había trabajado nunca venía mal y se unieron para dirigirse a Fox Harbour, a la nave en la que Iris decía que les podrían encontrar.

Y efectivamente, así había sido. Se habían encargado ya de un par de guardias que vigilaban la parte más exterior de la zona, y ahora estaban planteando como entrar: la nave tenía dos plantas, una inferior, indudablemente más protegida pero de mejor acceso, y la superior, a la que se accedía mediante unas escaleras al lateral.

- Contamos con el factor sorpresa, cariño, pero mucho me temo que nos veremos solas ante un montón de tipos armados. - resopló Iris, que estaba agazapada junto a ella

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04/01/2013, 02:37
Felina

-Me daría más miedo si fueran tipas armadas -comentó, pasándose los dedos por la barbilla.

Los ojos de Felina escudriñaban en la oscuridad tratando de advertir algo anómalo en todo aquello. La venganza, como se solía decir, era un plato que se servía en frío, y ella había resultado ser una mujer de armas tomar cuando sus planes se torcían. Todavía estaba a la espera de devolvérsela al Rey Dragón tras aquella fatídica noche en la que su vida casi acaba en una cuba de ácidos. Los modales no le iban a salvar, aunque había ayudado a que los Vigilantes de Betlam le tuviesen cierto respeto, empezando por su espontánea participación y terminando por su reaparición cuando todos la creían cadáver. Había sido gratificante hacerle ver a Horus su divina inmortalidad, y toda una lástima no ver el rostro de Sentencia. Aunque, por alguna razón creía que este último era el menos sorprendido de todos.

Romy no estaba tan interesada en recuperar su pieza como en obrar correctamente por una vez. Había descubierto que la doble moralidad le venía como anillo al dedo, y que echar una mano de tanto en cuando le hacía subir estatus frente a los Villanos y Vigilantes de la ciudad. Le gustaba quedarse en el limbo, ser el jin y el jan, desconcertar a los demás sin que supieran por dónde iba a salir aquella noche; ¿la Felina ladrona? ¿La Felina protectora? Y luego, en otro plano bien diferente, estaba el Centinela. Pero eso era otra historia.

-Bueno, ¿vamos?

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04/01/2013, 02:54
Iris

Iris asintió, levantándose y descolgándose el arco de la espalda. Se subió a uno de los cajones, ocultándose en la medida de lo posible. Cogió la primera flecha de su carcaj, pero aún sin tensar la cuerda.

- Intenta alcanzar la entrada inferior. Yo te cubriré desde aquí: cuando esté despejado, yo me acercaré para ir al lateral y subir al piso de arriba. Si nos lo montamos bien, tú les distraerás y darás guerra desde abajo mientras yo les hostigo desde arriba. Puede que ni se enteren de qué está pasando cuando hayan muerto todos. - le dijo la vigilante mientras observaba la entrada. Por ella patrullaba un único hombre, recorriendo la mitad del edificio, de lado a lado. Con una carrerilla Romy podría esperarle tras una esquina y noquearle cuando se acercara

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04/01/2013, 03:03
Felina

Felina no estaba para nada de acuerdo en hacer de gancho para sacar a las comadrejas de sus escondites mientras Iris se quedaba en las alturas apuntando con el arco. Sin embargo, debía reconocer que con aquel traje plateado el sigilo no era lo suyo. Lo que se les daba bien a los vigilantes como ella y Horus era fardar enseñando y haciendo poses, quizá por eso se llevaban tan bien. Felina también, claro, pero lo hacía de forma mucho más elegante y discreta, en el momento oportuno para dejar al de turno con la boca abierta.

-Apunta bien.

Y dicho aquello esperó a que el que patrullaba se diese la vuelta para descolgarse y colocarse en un punto ciego desde el cual atizarle hasta que perdiese el conocimiento.

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04/01/2013, 03:15
Iris

Mientras el hombre cruzaba la esquina, Romy cayó sobre él atizándole con fuerza en el cuello para que perdiera el conocimiento y se viniera abajo. No tardó en conseguirlo y gracias a haberle tapado previamente la boca con el otro brazo consiguió que no diera la alarma.

Mientras Romy se aseguraba de que no hubiera alguno más por allí, otro hombre salió de la parte de arriba. Se asomó al apoyarse en la barandilla y vió el cuerpo de su compañero. Sorprendido, abrió la boca para gritar, pero en aquel momento una flecha atravesó de lado a lado su garganta y perdió la vida al instante, cayendo barandilla a abajo y precipitándose contra el suelo.

Al mirar de nuevo a donde estaba Iris, ésta le enseñó el dedo pulgar con una sonrisa. Mientras apartaba los cuerpos de ahí, pudo comprobar que ningun otro guardia salía y le hizo un gesto a la vigilante, que bajó del cajón para ir hasta su posición.

- Voy a la parte de arriba. Si las cosas se ponen feas, intentaré retrasarles de alguna manera para que puedas salir corriendo. Si se ponen feas para mi... rezaré. - dijo Iris con una sonrisa divertida, dándole un toque en el hombro con la palma de la mano mientras salía corriendo hasta las escaleras que llevaban a la parte superior.

Felina por su parte entró a la nave por la entrada principal y descubrió que aquel sitio estaba lleno de más cajones de obra, todos apilados en su interior. Normalmente sólo había uno en cada sitio, pero en ocasiones se apilaban dos o hasta tres cajones en una misma posición. Estaba claro que aunque ella pudiera ver bien poco, Iris debía tener buen ángulo de tiro desde ahí. Ella, aún en el peor de los casos, podría subirse a uno y salir por arriba saltando.

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04/01/2013, 03:24
Felina

Con rapidez y precisión, la ladrona se movió en las sombras hasta su objetivo, implacable. La puntual colaboración de Iris ayudó a que la vigilancia externa quedase anulada sin altercados de mayor preocupación. Arrastró los cuerpos hasta un lugar donde no quedasen visibles y esperó a la Vigilante, acatando sus directrices alargando la sonrisa.

-Irá bien, preciosa -ronroneó, devolviéndole el toque en la cadera.

Felina esperó a que se hubiese alejado lo suficiente para adentrarse en el lugar, descubriendo la extraña formación que había en su interior. Arrugó el ceño, disgustada. Allí podían sorprenderla fácilmente y exponerse a las armas de fuego no era un riesgo que quisiera aceptar. Sin embargo, continuó adentrándose afinando los sentidos.

- Tiradas (2)
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04/01/2013, 23:54
Narrador

Felina avanzó unos cuantos metros con cuidado, pero el rodeo que significaba aquel laberinto de cajones le significaba un avance mínimo. Tras el segundo giro, escuchó unos pasos que se acercaban en dirección contraria. Su cuerpo se tensó y cuando vio la figura de otro hombre armado, lanzó una poderosa patada que alcanzó su cuello y le dejó inconsciente.

Una línea más y se encontró en el centro de la nave: una zona mucho más amplia sin apenas cajones por el medio. Media docena de hombres hablaban entre ellos, bastante corpulentos, y dos de ellos portaban dos pistolas semi-automáticas. De un vistazo arriba, pudo observar el brillo del traje de Iris, escondida y al acecho.

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05/01/2013, 02:15
Felina

La ladrona observó a los tipos desde las sombras, vigilando sus movimientos. Tenía que distraerles antes de lanzarse en medio de todos ellos. Se dio la vuelta y buscó algo que lanzar, colándose entre las cajas para arrojarlo en el lado opuesto a su posición. Cuando estuvieron distraídos, Felina salió a escena yendo en primer lugar a por los que llevaban armas de fuego.

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05/01/2013, 17:53
Narrador

La muchacha lanzó una llave inglesa que había tirada por el suelo y los hombres se giraron extrañados al oir el ruido en aquel lado. Romy salió a toda velocidad contra el grupo, cayendo sobre sus enemigos como una sombra justiciera que iba a cobrarse lo que era suyo.

Los de la pistola estaban separados el uno del otro, así que Romy fue a por el primero y agachándose ligeramente descargó dos poderosos puñetazos, uno contra el mentón de un hombre y el segundo contra la mejilla del que tenía al lado. Iris salió de su escondite y disparó contra el segundo que tenía la pistola. El disparo le atravesó la vena carótida y empezó a chorrear sangre de una manera muy desagradable, cayendo de rodillas y moriendo en el acto. No contenta con eso, a toda velocidad disparó otra saeta que se clavó en el pecho de otro, también quitándole la vida.

Los otros dos se asustaron, pero no parecieron amedrentarse del todo. Mientras uno se tiraba rodando a por la pistola de su compañero para luego disparar, el otro se lanzó contra Romy para golpear a la ladrona de guante blanco. El tiro le alcanzó el costado y le dolió como mil horrores. Iris, sin pensarlo, saltó por encima de la barandilla para caer al suelo con una voltereta, buscando auxiliar a su compañera.

- ¡Felina! - exclamó mientras caía

- Tiradas (3)

Notas de juego

Tiro yo el primer turno ^^ Como has doblado la defensa de los secuaces, golpeas a 2. 5 de daño (el dado menor) +3 por tu bono. Además como has superado su aguante, 6, les incapacitas. Te comes 12 puntos de daño del tiro. El otro no tira ataque porque está 'ayudando' al del tiro.

M1: 10/18 (KO)
M2: 10/18 (KO)
M3: 6/18 (Muerto)
M4: 6/18 (Muerto)
M5: 18/18
M6: 18/18

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06/01/2013, 00:04
Felina

La gata se movió veloz, asestando golpes certeros que dejaron KO a los hombres armados en apenas unos segundos. Su rapidez y experiencia quedaban patentes con cada movimiento. El silbido de las flechas, por otro lado, le dio la señal de que Iris cumplía su función, aunque ninguna de las dos fue lo suficientemente rápida como para advertir lo que ocurriría después.

Romy escuchó un disparo que en su cabeza se perdió en la lejanía. Iris gritó y saltó, cayendo como un rayo mortal sobre él. Su mente no procesó la repentina preocupación de la Vigilante. La siguiente patada que la ladrona asestó, sin embargo, fue con mucha menos potencia de lo esperado, aunque bastó para derribar al tipo. Iris hizo lo propio con el que quedaba en pie. Entonces fue cuando tuvo un segundo para respirar y notar el aguijonazo que se hundía en su piel. Apenas dolía al principio, pero cuando sus dedos fueron a la abertura que la bala había hecho en el corsé y reparó en dónde había ido a parar el disparo perdido, sintió como si el mundo se desvaneciera.

-¿Iris? -llamó con voz trémula, incapaz de apartar la vista de su estómago-. No me encuentro bien...

- Tiradas (2)
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06/01/2013, 00:29
Iris

El disparo de Iris se clavó en el hombro que portaba el arma, pero la flecha le atravesó y el hombre no pudo soportar el shock y cayó redondo al suelo, difícil de discernir si vivo o muerto. Sin enemigos a la vista, Iris soltó el arco a un lado y se arrodilló junto a la ladrona, rodeando la herida con las manos sin tocarla.

- Joder... Escucha, tienes que tumbarte en el suelo. Si no te saco esa bala, será mucho peor. - dijo mientras la cogía por los hombros para ayudarla. Una vez en suelo, la vigilante sacó una flecha del carcaj, rompiéndola por la mitad. Se inclinó para observar mejor la herida, que comenzaba a sangrar.

Lo primero que hizo fue coger el corsé y cortar algo de éste con el filo de la flecha. Entonces Iris sacó otra flecha y se la dió a Romy. - Muerde... ésto te va a doler. -

Entonces comenzó a hurgar en la herida con la punta de la flecha, buscando la bala para sacarla del cuerpo.

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06/01/2013, 09:50
Felina

El mundo no dejó de dar vueltas incluso estando tumbada, aunque encontró cierto alivio en ello. Pero lo peor de todo llegó cuando la tela del corsé se rompió y la sangre comenzó a salir a borbotones. La visión de tanta sangre saliendo de su propio cuerpo le dio nauseas. El dolor se expandió como la pólvora, mucho más intenso que al principio, y Felina tuvo que morder la nada con fuerza para comerse los aullidos de dolor. Se preguntó si Iris sabía lo que hacía porque, lo que era ella misma, no tenía ni siquiera un simple cursillo de primeros auxilios. Los fallos le habían ido enseñando cómo tratarse las heridas, pero las balas eran algo mucho más complicado.

-¿Sabes lo que haces? -balbuceó, aunque no estuvo segura de si se llegó a entender. Resollaba y gemía de forma sorda, tratando de hacer el menor ruido posible.

Entonces la Vigilante le puso algo en la mano y a sus ojos llegó el destello de la punta de flecha. Un pensamiento tan fugaz como una chispa saltó a su mente, y al segundo siguiente su mano se asía al brazo de Iris con fuerza y la flecha de su mano reposaba intranquila junto al cuello de la muchacha. Felina apretaba los dientes con fuerza, pálida como un fantasma. La miró, delirante.

-Ni se te ocurra... meter eso ahí, bonita -masculló, temblando. Y aunque las palabras no querían salir de su boca se percibía esa nota sincera y cargada de miedo en ellas-. Hazme... un apaño, y sácame de... aquí. Ya. Por Dios.

Su cuerpo se tensó y arqueó ante un repentino latigazo de dolor. Había oído que los disparos en el estómago dolían, pero no imaginaba que tanto.

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06/01/2013, 12:20
Iris

Iris asintió con un suspiro y apartó la flecha mientras asentía. Se guardó una en el carcaj mientras se acercaba a uno de los cadáveres y cortaba un trozo de tela grande. La usó para hacerle un torniquete a la muchacha y la ayudó a levantarse.

- Vamos... hay que irse de aquí. Saldremos por arriba para asegurarnos de que el disparo no ha atraído a más tipos de estos. - dijo caminando junto a ella. A Romy le dolía aquello como jamás nada le había dolido, pero creía poder andar incluso sin la ayuda de Iris, aunque ésta le aliviaba mucho el dolor que le provocaba desplazarse. Subieron unas escaleras metálicas con cuidado hacia el piso de arriba, comenzando a andar por la parte superior y vigilando que no apareciera nadie por abajo. - Espera un momento aquí, miraré que no venga nadie de  fuera. -

La apoyó en una barandilla y avanzó agachada hasta la puerta superior. Salió fuera y tras unos cuantos segundos, volvió a entrar. Ésta vez de pie. Sus pasos, ahora calmados, la llevaron hasta la mitad del camino, donde miró a Romy.

- Escucha, Felina... - dijo Iris mientras volvía a coger su arco - Me temo que jodiste a la gente equivocada cuando robaste aquella estatuilla... -

Cuando quiso asimilar las palabras de la vigilante, una flecha ya apuntaba directamente a la ladrona, que apenas tenía fuerzas. - Ese idiota de abajo ha estado a punto de joder todo el plan, pero ahora el teatro se ha acabado y es hora de que salgas a saludar al público. -

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06/01/2013, 12:38
Felina

Algo dentro de ella descansó una milésima de segundo cuando Iris accedió a no rajarle el costado. Suspiró y se apoyó en ella, haciendo verdaderos esfuerzos por no derrumbarse. Empezaba a tener frío y continuos escalofríos recorrían su cuerpo. Sus dedos se clavaron en el hombro de la Vigilante quien, para su agonía, decidió que había que subir escaleras. Al menos, si es que a eso se podía llamar consuelo, ya no sangraba como un cerdo en el matadero. Cuando llegaron al final le pareció que habían subido el Everest y se sintió un poco como una heroína alcanzando una gran meta.

-Date prisa -suplicó cuando ella se alejó, dejándola junto a una barandilla.

Sus manos temblaban, así que se dobló hacia adelante encontrando algo de alivio al hacerlo. Menudo estropicio, pensó contemplando la sangre reseca de su guante. No sabía cómo iba a hacer para curar aquello sin dejar rastro en el registro del hospital, sin contar con los meses que tendría que quedarse fuera de las calles para recuperarse. Eso si todo salía bien y la bala no había dañado nada importante. De repente la posibilidad de morir se hizo más patente que nunca y recordó aquella sensación de caer al vacío. No quería morir.

Los pasos de Iris le hicieron levantar la cabeza. En cualquier otro momento habría identificado de inmediato su cambio de actitud, pero el dolor le nublaba el juicio y apenas fue consciente de lo que pasaba hasta que la flecha se alzó en el aire. Felina arrugó el ceño, confusa.

-¿De qué demonios hablas? -logró decir en un tono que trató de ser amenazador pero que apenas logró serlo. Sus manos se aferraron a la barandilla sin creer lo que estaba diciendo. ¿La iba a vender? Pero, era una Vigilante. Felina no entendía nada-. No me jodas, niñata -escupió, haciendo acopio de todas sus fuerzas para hablar-. Al menos... déjame morir tranquila, ¿eh?

Ya había visto lo mortales que eran las flechas de Iris y no quería sentirlo en su propio cuerpo. Suficiente con una bala.

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06/01/2013, 13:57
Iris

- Me temo que esto es algo que debo hacer... si no, no demostraré lo que valgo a la gente que sí que importa. -

La mirada de ambas mujeres se entrecruzó. Una segura, la otra temerosa. Los cuerpos inertes de sus enemigos descansaban en el frío suelo. El aire que se colaba por las ventanas rotas de aquella nave industrial provocando que los cristales rotos y las barras de metal silbaran en la noche. El arco de Iris se tensó y su mirada, oculta en el antifaz color azul eléctrico, estaba clavada en los ojos de Felina, que no parecía entender nada.

- Sin rencores, cariño. - dijo ella, mientras sus dedos soltaban la cuerda y liberaban la flecha, que salió disparada cortando el aire a una velocidad vertiginosa en dirección a la ladrona.

Romy no pudo evitar encogerse y cerrar los ojos cuando los dedos de Iris liberaron la carga tensada. Por un momento, lamentó no haber podido conocer quién había bajo la máscara del Centinela. Aunque no se arrepentía de nada de lo que había hecho, en aquel tiempo una pequeña llama de esperanza se había avivado en su interior. Creía que podría llegar a conocerle, saber más sobre él y quién sabe, quizás intentar algo con él. Pero todo aquello ya no sería posible.

Entonces fue cuando escuchó un gruñido. Se dió la vuelta y vió que había un hombre, anciano tras ella que no sabía cómo había llegado allí. Tenía el pelo largo y blanco, marcadas arrugas plagaban su cara y llevaba unas ropas orientales. Romy se quedó de piedra cuando observó que sus pies no eran humanos y que se asemejaban a garras, así como sus uñas. El dibujo de un tigre adornaba su ropa, y sus ojos, blancos, parecían mirar con sorpresa en la dirección a su pierna, donde ahora estaba clavada la flecha de Romy.

El anciano rugió de forma ensordecedora y saltó hacia abajo mientras otra flecha de Iris era disparada, ésta vez para fallar. La vigilante corrió hacia Romy con la expresión cambiada.

- Necesito que lo des todo de tu parte o ese hijo de puta nos dará caza. ¡Rápido, rápido! - dijo, mirándola con súplica mientras le ofrecía ayuda para seguir adelante - Te lo explicaré en cuanto hayamos escapado de este infierno. -

- Tiradas (1)
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06/01/2013, 14:18
Felina

"A la gente que sí que importa" Aquellas fueron las palabras que resonaron en su mente mientras pensaba que iba a morir, acompañadas por imágenes sueltas que incluían los ojos del Centinela, a Peter, y también el desastroso funeral de su madre. Se dijo que dejaba muchas cosas a medias o directamente sin hacer pero, ¿qué podía hacer si no rezar para que un milagro ocurriese, tal y como había ocurrido hacía un año?

Pero la flecha pasó de largo, despertando gruñidos de dolor en otras carnes que no eran la suya. Abrió los ojos justo para ver la sombra blanquecina que era el pelo de aquel hombre precipitándose hacia abajo, seguido por otra flecha que pasó de largo. Seguidamente los ojos de Iris estaban frente a ella, hablando precipitadamente antes de que pudiera tomar aire. No entendió más que palabras sueltas, pero asintió al reconocer sus intenciones en su rostro juvenil. Sus manos se movieron hacia el torniquete improvisado y, tomando todo el aire que le cupo en los pulmones, apretó con fuerza echando a correr después rechazando la ayuda de Iris, quizá por orgullo, desconfianza, o vergüenza de verse a sí misma en aquel estado.

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06/01/2013, 15:11
Iris

A duras penas, Romy pudo salir de allí junto a Iris, que se dedicó a disparar varias flechas hacia atrás con intención de mantener alejado a aquel monstruo que pretendía seguirlas. En cierto momento éste desapareció y ambas pudieron descansar, ya seguras.

- Tienes que ir al hospital... debes cambiarte de ropa e ir. Dí que te han intentado robar a punta de pistola, o cualquier cosa, pero será mucho peor si no lo haces. -

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06/01/2013, 16:20
Felina

-Si tengo que ir... a mi casa... me muero -resolló, agarrándose a Iris.

La cabeza le iba y venía a placer, y Romy había comenzado a contar los segundos entre los momentos de lucidez y la oscuridad. Aquello no pintaba nada bien. Con manos temblorosas se deshizo de los guantes y el antifaz, dándoselos a la Vigilante. Después tanteó en su espalda hasta desabrochar el corsé, y lo mismo hizo con el cinturón en el que iba enrollado el gancho, los ajustes de la pierna y algún que otro artilugio oculto entre la ropa. Cuando se deshizo de todo aquello parecía una persona bastante normal con unas pintas un tanto peculiares.

-¿Sabes... ese edificio rojo... de la calle Greenwall? -preguntó entre espasmos, evitando mirarla-. Déjalo por ahí. Ya... te buscaré. Otro día.

Quiso murmurar un "gracias", pero no le quedaba aliento después de la carrera. Le dio un apretón en el brazo, aunque probablemente le fuese difícil distinguir si era un gesto amable o una respuesta al dolor, y echó a caminar como pudo en busca de una cabina o alguien que pudiera llamar al hospital.

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06/01/2013, 20:06
Iris

Iris acabó por asentir y tras asegurarse de que la ambulancia estaba en camino, Iris desapareció. Romy consiguió llegar al hospital, donde fue ingresada y donde se pasó aproximadamente una semana hasta que le dejaron ir a casa, obligándola a estar en reposo durante prácticamente un mes.

A los días de volver a vestir el traje de Felina la muchacha se encontró con Iris, que le sonrió contenta de ver que estaba bien.

- ¿Cómo estás? Pensé que después de lo ocurrido te irías corriendo cada vez que me vieras. -
 le dijo la vigilante, que estaba sentada en una azotea

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06/01/2013, 20:25
Felina

Romy estuvo agonizando el resto de la noche, pero tras una larga y costosa operación le informaron de que todo estaba en orden. No había habido daños en órganos internos y, por suerte, tampoco había profundizado demasiado. Sin embargo, la pérdida de sangre y los bruscos movimientos habían dificultado la tarea, alargándola más de lo esperado. Ahora lucía una hermosa cicatriz en recuerdo de aquel día en el que casi había muerto. Otra vez.

La semana siguiente la pasó en el hospital recuperándose, y no fue hasta entonces cuando recayó en lo sola que estaba. Las enfermeras le preguntaron por la ausencia de visitas, y Romy, por vergüenza, se vio obligada a decir que su familia era europea y no podían costearse el viaje. Se sintió, de repente, muy sola en el mundo. Su madre estaba ya enterrada, su padre jamás había tenido un rostro, y su mentor seguía encarcelado. El resto de la Banda de la Piruleta se había dispersado como el humo. Tenía amigas, las mismas que se puede tener en el instituto. Gente para salir, cotorrear y gastar infinidad de dinero en compras absurdas como unos zapatos de firma. Pero no tenía una amiga de verdad, una amiga como Iris que, después de todo le había salvado la vida (después de llevarla a una trampa). Aquellos días de nuevo la abordó aquella efímera sensación de que, en realidad, no era tan diferente de los Vigilantes y que ellos, con sus luces y sombras, eran de algún modo extraño lo más parecido a una familia. Era un pensamiento triste y solitario, pero era la verdad.

Tras recibir el alta, la ladrona guardó reposo en su ático particular, rodeada de las obras de arte que tanto trabajo le había costado recaudar. La soledad le iba bien cuando podía estar en activo, pero la imposición de guardar reposo la obligaba a estar quieta y eso hizo que empezara a echar cosas de menos, como al Centinela. Por la mañana buscaba en los periódicos sus correrías nocturnas y se preguntaba, conforme los días pasaban, si la echaría de menos o si él también se intrigaba pensando dónde podía estar. Aunque no llegaran a hablarse, de vez en cuando se veían en la distancia y con eso era suficiente. El problema, al menos para ella, es que cada vez le buscaba con más ahínco por las noches, y ya le había hecho quitarse el casco un par de veces más. Era un juego de tira y afloja sumamente divertido.

Finalmente, tras asegurarse de que todo estaba en orden y recibir la aprobación del médico, Romy se lanzó a los tejados. Encontró sus pertenencias en el lugar indicado, y al día siguiente ya estaba haciendo de las suyas en una joyería sin relevancia alguna (al menos para los más inexpertos). No tan insignificantes eran los diamantes que habían recibido de tapadillo: diamantes en bruto. Se regocijó con su tesoro antes de venderlo en el mercado negro; una simple práctica para asegurarse de que estaba en condiciones. Después salió en busca de respuestas, porque aquella cicatriz las merecía.

-La curiosidad mató al gato, dicen los proverbios –respondió con una sonrisa afilada. Se cruzó de brazos, sentándose en la cornisa-. Creo que merezco una explicación después de todo. Y no le tengo mucho miedo a la muerte.