LA HISTORIA DEL CENTINELA
Aunque la leyenda del Centinela se remonta en Betlam hasta principios del siglo XX, el primer hombre en utilizar realmente ese nombre para luchar contra el crimen en la ciudad fue el millonario Brian Wayland en 1945. Los padres de Wayland fueron asesinados siendo él un niño, lo que le obsesionó con la idea de la justicia y el castigo de los culpables. Wayland fue un vigilante solitario y formidable, pero finalmente tuvo que pasar el testigo a otro hombre más joven, el que había sido ayudante del Centinela en su adolescencia: Andrew Dixon.
Pronto fue obvio que ningún otro hombre podía llevar él solo la carga de ser el Centinela, por lo que Wayland organizó un equipo que apoyara a su sustituto dándole apoyo táctico, médico, etc. Incluso así, el trabajo continuaba siendo demasiado duro y se introdujo entonces una segunda persona para turnarse con Dixon en vestir el traje. Era obvio ya que el Centinela había dejado de ser una persona disfrazada y se había convertido en un concepto impulsado por un equipo. Incluso en una época, otros héroes anónimos se unieron a la cruzada por la justicia en Betlam City, hasta que la ciudad y sus habitantes les dieron la espalda, les rechazaron y despreciaron su sacrificio, haciéndoles abandonar, dejando de nuevo solo al Centinela.
Aún así, el Centinela nunca está realmente solo... Bajo la máscara hay un hombre, pero el Centinela es mucho más que ese hombre: es un equipo. Durante los años, distintas personas han formado parte de ese grupo y han luchado por el ideal del Centinela. Algunas han muerto, otras, finalmente, abandonaron. Pero otras llegaron para tomar el relevo y mantener al Centinela con vida, para siempre.
HOY
Hace unas semanas, Thomas Mann, el hombre más joven en vestir el traje del Centinela fue asesinado por un nuevo y demente villano que se hace llamar Mayhem. Mayhem puso explosivos en diveros puentes de la ciudad sembrando el caos y la destrucción y cobrándose numerosas víctimas. El Centinela se enfrentó con él heróicamente, en el puente Lindsay, pero el hombre bajo la máscara no estaba preparado para Mayhem. Mortalmente herido, Thomas se precipitó al río desde lo alto del puente mientras el nuevo villano simplemente desapareció triunfante.
Hoy, Brian Wayland ha muerto. El hombre que lo empezó todo ha llegado al final de su vida. En una cama de hospital, la lucha contra la vejez ha sido finalmente la única que no ha podido vencer y, a los 86 años, le ha llegado finalmente su hora. El Centinela original y el Centinela más joven han muerto con siete días de diferencia, pero la leyenda del Centinela sigue viva en los integrantes actuales del equipo, a los que no va a faltarles trabajo.
EL CÓDIGO DEL CENTINELA
El Centinela se rige por un código que todos los miembros del equipo deben seguir escrupulosamente. Seguir el código es lo que significa ser el Centinela y desviarse del mismo, deformarlo, retorcerlo o saltárselo es estar fuera.
El primer y fundamental artículo del código es que el Centinela no mata. Ni por acción ni por omisión. Nadie espera que el Centinela evite todas las muertes accidentales de sus enemigos, pero sí se espera que las intente evitar y que, bajo ningún concepto, las provoque deliberadamente.
El segundo artículo del código se refiere al secreto del Centinela. Nadie, absolutamente nadie ajeno al equipo debe conocer el secreto del Centinela. Ni familiares, ni seres queridos. Nadie. Excepcionalmente algún centinela ha desvelado su identidad secreta a alguna persona concreta (como hizo James Goldfield con Felina), pero incluso en ese caso bajo ningún concepto se puede revelar que el Centinela es una organización y no una única persona.
El tercer artículo es el del sacrificio. Para los miembros del equipo del Centinela, el proyecto es toda su vida. No debe haber nada más, ni ambiciones, ni intereses personales, ni privacidad, si eso interfiere en el proyecto. Todo miembro del equipo tiene que estar completamente dispuesto a darlo todo por el Centinela, incluida la vida.
El cuarto artículo es el de la honestidad. Los miembros del equipo no pueden tener secretos entre sí. No debe haber intereses ocultos, ni segundas intenciones ni nada parecido. La sinceridad entre los miembros del equipo debe ser total.
En realidad, como ocurre con todas las leyes, el código del Centinela está sujeto a interpretaciones. Quizás el primer y el segundo artículos son los más claros y tajantes, pero es cierto que a lo largo de su historia, diversos miembros del equipo han interpretado con mucha flexibilidad el tercer y cuarto artículos y no por ello han sido expulsados. En definitiva, aunque rara vez se explicite de esa forma, el equipo del Centinela es más una extraña (y obsesionada) familia algo artificial que una organización de otro tipo. Y eso significa exigir a los tuyos un comportamiento digno, pero también estar dispuesto a perdonar o hacer la vista gorda ante desviaciones insignificantes.
BAJO LA MÁSCARA: Llevar el traje, salir a las calles y combatir el crimen cara a cara es lo que de puertas a fuera representa el Centinela. Desde Brian Wayland, el Centinela original, hasta el difunto Thomas Mann, diez hombres han llevado el manto del Centinela y han cargado con el peso de ser quienes dan cuerpo al justiciero de Betlam. Dentro del equipo se les refiere siempre con el número que ocupan en esa lista: así Brian Wayland es Número 1 y el resto le siguen en el orden en que se pusieron el traje por primera vez. Aunque el espíritu del equipo es que todos los miembros son el Centinela, aquellos que llevan el traje son referidos con frecuencia como “centinelas”. Pero es importante que el hombre bajo la máscara tenga muy claro que aunque él representa al Centinela y se muestra como tal en el exterior, el Centinela es un concepto emergente que le supera como individuo y que engloba a todo el equipo.
En palabras de Szilard: “el que viste el traje es el cuerpo del Centinela, Control es su cerebro y Operaciones su corazón”. A pesar de lo dicho, es difícil olvidar quién se juega la vida y está realmente en el ojo del huracán, dándolo todo y viviendo la situación en directo mientras los restantes miembros hacen sin duda un trabajo excelente... lejos de la acción. De hecho, que vestir el traje sea tan peligroso ha tenido dos consecuencias a lo largo de todos estos años de historia del Centinela.
La primera es que desde que Wayland dio el relevo, se ha considerado que hacen falta dos hombres rotándose para cubrir este puesto, de modo que uno pueda descansar o recuperarse de las heridas cuando el otro sale a patrullar. La segunda es que ha habido más hombres ocupando esta posición que ninguna otra del grupo. En total, ya han sido diez los que han llevado el traje del Centinela: la ya mencionada necesidad de dos hombres dispuestos a cumplir el papel del justiciero se junta con la mortalidad del puesto y, sobre todo, con el hecho de que hace falta ser joven y estar en plena forma para aguantar el ritmo impuesto al Centinela.
CONTROL: Con la llegada de los ordenadores, Internet y la Era de la Información, se hizo indispensable un experto en estos temas en el equipo del Centinela. No sólo los sistemas de comunicaciones se hicieron más complejos, sino que el desarrollo de la informática y su extensión a todas las facetas de la vida, convirtió en un elemento clave a alguien que pudiera violar sistemas de seguridad, acceder a bases de datos gubernamentales, etc. En definitiva, un hacker experimentado y capaz que ponga su talento al servicio de la misión del Centinela. Este puesto recibe el nombre de “Control”.
Ha habido tres personas que han cumplido este papel en la historia del Centinela. El primero fue Mathew Williams, en 1971. Era un joven y prometedor beneficiario de la Beca Wayland para Huérfanos de Crímenes Violentos: muy inteligente, entregado, noble y leal. Su físico enfermizo, sin embargo, le eliminaba completamente como candidato a vestir el traje. Viendo las posibilidades que los ordenadores ofrecían y pronosticando el impacto que iban a tener, Leo Szilard propuso a Wayland ficharlo como miembro del equipo para Instrumentación. Una vez que Mathew empezó a trabajar en la misión del Centinela, quedó claro que su función era distinta, y ya que fundamentalmente ocupaba el puesto de control, se bautizó así su posición. Williams padeció una enfermedad degenerativa que le llevó a la tumba en el año 1995. Hasta entonces se mantuvo en su puesto a pesar de su creciente minusvalía.
A su muerte es sustituido por Cable, un joven hacker que llevaba ya unos años colaborando con el Centinela impartiendo su particular visión de la justicia digital. En los años siguientes Cable se encarga de actualizar todo el software del Centinela, aprovechando las posibilidades que el crecimiento de la red global ofrece en acceso y gestión de la información. En colaboración con Szilard, se rediseñan los sistemas de control del traje añadiendo nuevas funcionalidades que permiten procesar las imágenes y filtrar el audio que el Centinela desplegado recibe y devolver información mucho más depurada y útil sobre el terreno.
En 2006, el sistema del Centinela creado por Cable sufrió una intrusión informática. La responsable resultó ser una joven e inquieta hacker, Fedora, y fue apresada por el Número 10 y llevada al Centro de Operaciones. Se pretendía mantenerla cautiva hasta que se averiguara cómo había entrado y qué había averiguado. Durante su confinamiento, una alarma electrónica e informática (que luego resultó ser un gusano que Cable había instalado para robar dinero a la Fundación Wayland y que se encontraba fuera de control) puso en peligro una situación con rehenes en cuya resolución el Centinela estaba interviniendo. Szilard, que estaba solo con la prisionera en ese momento, decidió recurrir a ella para solucionar el problema. Tras ayudarle, Fedora se escapó de las instalaciones. Meses después, Wayland se encargó de que Cable fuera encarcelado por el robo a la Fundación y Szilard propuso a Fedora como sustituta para el puesto de Control.
INSTRUMENTACIÓN: El Centinela necesita dispositivos de índole muy diversa, la mayoría de los cuales son prototipos desarrollados específicamente para él. Con el apoyo de la división tecnológica de Industrias Wayland y todos los recursos que el dinero puede comprar, Leo Szilard ha sido el responsable de Instrumentación del Centinela desde que Wayland le pidiera que trabajara en los diseños de la armadura personal en 1951.
Desde entonces ha desarrollado innumerables inventos y dispositivos para la misión, algunos para solucionar problemas concretos y otros que han pasado a formar parte del arsenal permanente del Centinela. Hasta la fecha, Leo Szilard es la única persona que ha ocupado el puesto de Instrumentación: su increíble genio difícilmente puede ser reemplazado por otra persona, y nadie conoce mejor que él (excepto el propio Wayland) la historia y devenires del Centinela a través de las décadas.
Pero Szilard es consciente de su propia mortalidad y a su avanzada edad ha comenzado secretamente a preparar a su sobrina, una brillante estudiante de ciencias, para que algún día pueda sustituirle.
OPERACIONES: La experiencia es un grado y, en el caso del Centinela, conocer a todos sus enemigos y saber manejar las diferentes situaciones que se presentan puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte. Cuando Wayland pasó el testigo a Dixon, pronto resultó obvio que el nuevo Centinela necesitaba del apoyo y ayuda del más experimentado. Por radio, Dixon relataba lo que se iba encontrando y Wayland le aconsejaba con su particular estilo directivo. Este puesto pronto se ganó el nombre de Operaciones, convirtiéndose en algo más que un apoyo: una dirección táctica que desde la experiencia y la visión global de la situación que da la distancia dirigía las actuaciones del Centinela.
Desde entonces, un Centinela veterano ha sido siempre el que ha ocupado este puesto, primero Wayland y desde 1992, Goldfield (Número 4). La persona que ocupa el puesto de Operaciones es considerada el jefe táctico y proporciona instrucciones y órdenes al Centinela desplegado sobre el terreno. Con la inclusión de cámaras en el casco, las posibilidades de ver desde el Centro de Operaciones lo mismo que el Centinela, han hecho incluso más útil esta figura.
MÓVIL: Balancearse entre los rascacielos y correr por las azoteas no siempre es la forma más rápida de llegar a tu destino… El Centinela necesita un vehículo. Al principio, Wayland utilizaba un coche futurista diseñado por Szilard, capaz de activarse remotamente, alcanzar velocidades punta e incluso levitar de manera limitada. Sin embargo, en seguida fue evidente que un vehículo de esas características atraía demasiado la atención sobre las operaciones del Centinela, justamente lo contrario a lo que sería deseable. Era preferible un vehículo de aspecto discreto que permaneciera inadvertido mientras el Centinela operaba.
Y algo más, un equipo que se desplegara con el Centinela y permaneciera en el vehículo, para disminuir el tiempo de reacción en las extracciones y para auxiliarlo cuando las cosas se torcieran más de la cuenta. Este equipo móvil, formado tradicionalmente por dos personas que reciben los lacónicos nombres código de Móvil 1 y Móvil 2, hizo su primera aparición acompañando al Centinela en 1967. En una furgoneta negra cuya matrícula cambia aleatoriamente para dificultar su rastreo, dos personas entrenadas en conducción peligrosa y técnicas paramédicas han cuidado de que el Centinela tenga un medio rápido para llegar a su destino… y una forma segura de ponerse a salvo cuando es necesario.
Allan Paul (Móvil 1) y Brenda Farrell (Móvil 2) son actualmente estas dos personas. Brenda es una incorporación reciente al equipo, mientras que Allan conduce la unidad móvil del Centinela desde 1985.