Partida Rol por web

Jonathan era un hombre de mediana edad como ella, quizás unos pocos años más joven, de pelo a caballo entre pelirrojo y castaño, con unos ojos aguamarina bastante bonitos. Debía haber sido un hombre apuesto en su tiempo, aunque los años también parecían haberle pasado factura. Había perdido forma física y estaba algo relleno, pero a diferencia de Goldfield parecía que él llevaba mucho mejor su nueva vida. Nadie diría a simple vista todo lo que había pasado aquel hombre en el pasado.

Cuando Lana apareció y se sentó frente a él, Spencer frunció el ceño con curiosidad, ladeando la cabeza. - Cuando recibí su llamada, me esperaba algo diferente, no me cabe duda... No sé que puede buscar una mujer tan atractiva como usted de una uva pasa como yo. - dijo bromeando, de brazos cruzados y con un copazo de whisky frente a él

Lana Rowen había seguido con su vida después de un par de días curando una mala gripe. Mientras, Felina había estado trazando un meticuloso plan nacido de la paranoia. Lo primero que había hecho era registrar la pajarera para encontrar con sorpresa una nota reciente que logró hacer que toda ella temblase de terror. James había contactado con ella y eso era terriblemente malo.

Sinceramente, no sé si quiero que leas esto o no. Pero no sé en qué va a desembocar todo lo que está por venir. Brian necesita mi ayuda, pero nadie debería enterarse de esto. Necesitaba decírselo a alguien y... bueno. Sólo podía decírtelo a ti.

Espero que estés bien. J.G.

Lo siguiente fue comenzar a mover las cosas. No quería arriesgarse a encontrar un piso franco y malgastar días, así que eligió el lugar donde más feliz había sido rezando para que no lo hubiesen localizado. Más tarde, cuando Lana Rowen se marchase a unas merecidas vacaciones a París, Romy se trasladaría allí. Pero antes de eso había quedado con Jonathan Spencer, temerosa en parte y contenta por estar cerca de alguien que también había conocido a Goldfield de un modo bastante cercano. Tomó asiento con una sonrisa modesta y el corazón en el puño.

-Bueno, eso es algo que de seguro nos va a complicar la vida a ambos -aseguró intentando darle un toque de humor a la noticia. Le resultaba simpático aquel hombre, y siempre había creído que tenía buena voluntad-. No sé si habrá deducido ya quién soy, o quién fui, mejor dicho -bajó la voz lo justo para que se escuchasen entre ellos-. Usted me conoció como Felina y creo que intentó detenerme unas pocas veces de forma bastante poco eficiente. Como James.

Spencer alzó una ceja, aunque no pareció chocarle mucho la noticia, mas si sorprenderle bastante. El antiguo Centinela tragó saliva, inclinándose hacia adelante. Le dió un trago a su copa y miró a los ojos a Lana durante varios segundos.

- Así que... jé. Ya veo. La gata salvaje. - Jonathan sonrió, recordando aquellos días. - Cuántas veces tuve que cubrir a James para que pudiera tener sus escapadas... -

El hombre negó con la cabeza, aún con aquella sonrisa en los labios. La miró, estaba claro para la mujer que no tenía ni idea de la desaparición. - ¿Qué ocurre? ¿Y cómo has llegado hasta mi? -

Lana se movió inquieta sobre el asiento al darse cuenta del desconocimiento de Jonathan. Aprovechó el paseo de una camarera para pedir un refrigerio antes de volver a la conversación, tomándose así unos segundos para encarar la situación.

-Verá, eeeh, Jon. ¿Puedo llamarle Jon? -carraspeó a la vez que se erguía sobre el asiento. Entrelazó las manos colocándolas sobre la mesa, encontrando la forma de mantenerlas quietas-. Al romper James conmigo procuré mantener cierto conocimiento sobre lo que hacía, aunque lo cierto es que a ojos de los demás parecía solamente un viejo aburrido. Sé que él no lo es. Nunca fue así -aclaró-. Dejé de interesarme hasta hace una semana, más o menos. La Fundación Wayland ha denunciado su desaparición.

- Tutéame. - dijo él al principio, despreocupado. Pero cuando Lana le reveló la noticia, frunció mucho el ceño y se reacomodó en la silla, estupefacto - ¿Qué? ¿Que han denunciado su desaparición? No puedes estar hablando en serio. -

- Será algún tipo de... maniobra de distracción... estará con el eq... - carraspeó, poniéndose más recto

-Con el equipo, ya. No. No está con ellos. Y, tranquilo, James no fue tan traidor como para contarme todo eso, ni siquiera me habló de ti. Son cosas que he averiguado recientemente a raíz de su desaparicón: y he aquí el quid de la cuestión -Lana le hizo un gesto para que guardase silencio. Lo mejor sería intentar explicarle la situación de seguido y así ahorrarse muchas preguntas entrometidas-. Verás, yo no soy muy ducha en temas de información, así que contraté a alguien para que investigase por mí hace años. Algo rutinario, anodino... Sólo quería tener constancia de lo que James hacía. Aunque al final le dije que dejara de hacerlo, fue esta misma persona quien me hizo llegar la noticia de su desaparición y quien, a raíz de ello, también averiguó muchas cosas que ponen en compromiso el trabajo del Centinela. -hizo una sentida pausa mirando el refresco que acababan de traerle. Bebió y prosiguió encarando sus ojos-. Yo siempre supe que había más de uno: el día que te capturó aquel hombre asiático y los Vigilantes fueron a rescatarte yo también fui, y James me salvó de caer en ese tanque de ácido mientras tú seguías colgado. Desconocía todo lo que había detrás. Pero mi chico me dio un informe bastante detallado donde aparecía tu nombre, el de James, y descripciones detalladas de las funciones del Equipo. No me costó mucho enlazarlo todo con la fundación Wayne y... bueno, saber que algo está ocurriendo. Le sonsaqué de dónde había sacado todo aquella documentación y me dijo que de Cable. ¿Te suena? Trabajó para el equipo como Control hasta que, no sé por qué, acabó en prisión.

Esto lo sé desde hace dos días, y tengo la imperiosa sensación de que alguien me está haciendo llegar toda la información por algo. No me fío del chico que tengo en nómina ni sé por qué está haciendo lo que hace. Además... -Lana echó la mano al bolso nuevo que acababa de adquirir y sacó la nota de James-, encontré esto antes de ayer en el lugar donde James y yo, bueno, nos dejábamos mensajes. Es reciente

Dejó que lo leyese mientras la información reposaba, evaluando la gravedad del asunto. En los ojos de Lana se reflejaba la clara preocupación, aunque mantenía la calma con la entereza que se esperaba de ella.

-Creo que esto es grave, Jonathan. Mucho... Así que he comenzado a borrar el rastro de mi verdadera persona para dedicarme a esto. Espero que entiendas por qué no te digo quién soy. Nunca fui una vigilante, es cierto, pero sé lo grave que puede ser que todo lo que yo sé acabe en las manos equivocadas. Quiero ayudar. Y quiero encontrar a James.

Cuando Lana empezó a hablar los dedos de Spencer se crisparon por la tensión. Su mirada se volvió desconfiada, no por la propia mujer si no por toda la informacion que conocía.

- No debiste haberlo hecho... mira, entiendo lo que se te pasaba por la cabeza, pero... no sólo has puesto en peligro a todo el equipo, si no también a ti misma. Pero ahora ya no sirve de nada reprochar aquello. - bufó el hombre, torciendo el gesto. Carraspeó un poco y mirando a los ojos a Lana. - Recuerdo aquel día. James me contó lo ocurrido. Ese bastardo del Rey Dragón... -

Al nombrar Lana al hacker Jonathan dió un golpe a la mesa, súbitamente enfadado. - ¡Sucio traidor! - exclamó, para luego bajar la voz. - Sí, no conocí al chico pero James me habló de él cuando ejerció de Control. Parece ser que robaba fondos de las nóminas de la empresa y cuando lo cazaron, sacaron cargos contra él y lo metieron entre rejas. Sabe el secreto y seguro que guarda rencor a James y al resto... quizás él esté detrás de todo esto o le haya largado a alguien lo que sabe. -

El ex Centinela se llevó la mano al mentón mirando ahora a la mesa, pensativo y concentrado. - Debes cuidarte las espaldas, yo tengo manera de desaparecer si las cosas se ponen feas. Yo... no sé muy bien cómo puedo ayudarte, era James el que siempre me enviaba cartas sin remitente para que nos viéramos. En cada reunión creábamos una frase de seguridad que me escribiría en la siguiente carta para saber que venía de su parte. - suspiró él, negando despacio con la cabeza

Lana se guardó sus propias opiniones porque necesitaba a aquel tipo de su lado y el apoyo, tanto emocional como táctico, que podía ofrecerle. No podía encarar todo aquello sola.

-Ya... Yo también sé desaparecer y... Sé que debería no haber hecho muchas cosas que hice -comentó poco animosa. Suspiró y se llevó pulgar al centro de la frente, dejando caer el peso de su cabeza sobre el brazo apoyado. Lo siguiente que dijo lo hizo con franqueza, tratando de sonar lo más sincera posible-. Mira, me he presentado ante ti porque después de saber todo esto me temo que mi impresión en el Equipo ha tenido que ser nefasta. No voy a acercarme a ellos... a no ser que sea necesario. Pero quiero colaborar -Dejó caer el brazo muerto sobre la mesa para mirarle. Repentinamente parecía muy angustiada-. He pensado que Horus podría echarnos una mano con ese ejército de abogados que tiene. Nada excesivo, sólo llevar la cuenta de con quién ha tenido contacto Cable desde que ingresó. No debería ser muy complicado y estaría bien ir descartando posibilidades. No quiero desvelar mi auténtica identidad, y probablemente para concertar una cita con él tendría que hacerlo. Me gustaría que intercedieras por mí. También quiero pedirle algún favor personal para cubrirme las espaldas. Y, bueno, cuando tenga una coartada lista para mi identidad volveré a salir a escena.

Jonathan Spencer cerró los ojos en un profundo y resignado suspiro. De repente, pareció envejecer varios años.

- El problema... es que Marcus no sabe quién fui en el pasado. - reconoció el hombre, respirando lentamente. Se terminó la copa de whisky y movió los hielos por el vaso, que danzaron en círculos.

- Podría interceder por ti y quizás acepte, pero no sé si aceptará ayudarte o hacerte favores si no le cuentas quién eres... pero ahí ya no me meto, es algo que tenéis que hablar vosotros dos. -

Se llevó los dedos a los labios, pensativa.

-Hum... Claro. Tienes razón -dijo, tras meditarlo unos segundos. Sonrió con franqueza-. Tranquilo, buscaré la manera de llegar a él, en ese caso, sin comprometer nada de lo que sé. No te preocupes.

- Le diré que quieres hablar con él, sin decir nada sobre ti. Si accede, supongo que no le tendrás que decir nada hasta que os encontréis. - asintió Spencer, ahora ya más tranquilo y sereno.

- Creo que ya sabes cómo contactarme así que... - el hombre se encogió de  hombros mientras la miraba, preguntándose si quería añadir algo más - Será mejor que vuelva al trabajo

No había mucho más que hablar, era cierto. La reunión había cumplido su cometido con creces, pero en la mente de Romy revoloteaba una duda que pujaba por salir y a la vez esconderse.

-Yo, eh... -comenzó, frotándose las manos de forma intranquila e incapaz de levantar el rostro-. Hay algo que me gustaría saber. Algo... personal. Nunca tuve la ocasión de despedirme de James o algo parecido. Hasta hace cinco días no sabía nada de él. Tú era, creo averiguar, un buen amigo para él -Tragó saliva-. Em, él me... ¿Mencionó algo alguna vez durante todos estos años?

Spencer se quedó mirando a Lana durante un largo rato que a la mujer le pareció totalmente interminable. Entonces, lentamente, Jonathan Spencer sonrió.

- Todas y cada una de las veces que nos hemos reunido desde 1990... -

Los ojos de Romy temblaron al escuchar la respuesta, embargada por la emoción de aquellas palabras. Y antes de que pudiera darse cuenta las lágrimas resbalaban por sus mejillas sin orden ni control, aunque esta vez no fue debido al desamparo si no a una repentina alegría que invadió su pecho. Una de sus manos se cerró con fuerza mientras la otra ocultaba su rostro compungido.

-Idiota... -masculló entre los sollozos que le ganaban a su garganta. Tardó un momento en reponerse de la sobrecogedora noticia, serenando su ánimo y robando una servilleta para enjuagarse las lágrimas-. Lo siento. Perdona, me pondré en contacto en cuanto sepa algo. Gracias.

Jonathan no varió su sonrisa en ningún momento, pero sus ojos estaban cargados de comprensión. Lentamente, llevó una mano a las de ella mientras lloraba y la colocó sobre la suya, presionando levemente para infundirle ánimos. En cuanto ella fue a secarse, la apartó, dejándole espacio.

- No hay nada por lo que debas disculparte hacia mi. Ambos deberíais disculparos el uno con el otro... Pero yo no soy nadie para meterme en ello. No imagines cosas que no son, querida. James te quiere, tanto o más de lo que tú lo quieres a él. Simplemente... las circunstancias nos han traído a cómo están las cosas ahora. - dijo él, levantándose y dejando un billete de 10 dólares para pagar ambas cosas - Sabiendo lo que sabes, puedo contártelo... otro día. Cuídate mucho. -

Y con una última conciliadora sonrisa, Spencer abandonó el lugar.