Partida Rol por web

El corazón del Centinela

14. Reflexión piramidal

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18/01/2013, 13:32
Horus

A la mañana siguiente, Romy se despertó entre las sábanas de Horus, recostada del lado bueno y con su brazo apoyado en el pecho del Vigilante, que dormía a su lado. El cerebro de la ladrona comenzó a recomponer los acontecimientos de la noche anterior, los cuales recordaba a la perfección pese a la ligera bruma que el vino había lanzado sobre sus recuerdos.

La charla, la música y el baile les había llevado a entregarse el uno al otro, a entrar en una comunión que, lejos de estar anclada a un sentimiento, buscaba sencillamente desconectar de aquella vida que tantos problemas le estaba provocando, volver a sentirse viva como hacía diez años. Horus había sido la roca en la que se había sostenido esa noche para no encallar en la locura que se había convertido su día a día, aun más desde su última pelea con Reed.

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18/01/2013, 13:54
Felina

Lejos de sentirse mal, Romy recibió la mañana con una sonrisa y una extraña sensación de paz y consonancia. Miró brevemente a Horus y giró sobre sí misma hacia el borde de la cama, sentándose con cuidado. Reparó en que la habitación era un lugar totalmente nuevo y desconocido hasta entonces, iluminado por la claridad de la mañana. Se pasó una mano por el pelo, echándolo hacia atrás, y con una repentina sensación de vergüenza alargó la mano para coger la sábana y pasársela por encima de los hombros. El Vigilante se movió a su espalda, todavía sumido en sueños.

Contra todo pronóstico, Horus había resultado un amante delicado y atento, nada parecido a lo que había conocido con anterioridad. Fogoso, gentil en su justa medida, y entregado a los placeres del amor; avanzaron sin prisas, como quien desenvuelve un preciado regalo, y enseguida había quedado patente la experiencia del Vigilante. Gracias a ello se entendieron bastante bien casi en todo momento, dejándole un excelente recuerdo a la ladrona. No fue hasta el despertar cuando se dio cuenta de que, a pesar de todo, echaba de menos el arranque furioso y animal de Reed, la pasión incandescente de sus ojos. Había estado bien, era lo que buscaba y necesitaba, pero no era lo mismo.

Con el sigilo de un gato, Romy empezó a vestirse de nuevo. Hizo memoria tratando de recordar dónde había ido a parar el resto de su ropa, pero cuando miró hacia la puerta vio que en una silla cercana estaba todo colocado. Sonrió. Horus era un detallista. La mujer que al final se convirtiese en la reina de aquel dios podía sentirse realmente afortunada. Cuando abrochó el último botón del vestido observó unos instantes a Horus, eternamente agradecida. Después salió de allí todavía sin ponerse los zapatos, dejándole una nota sobre la barra.

No sé cómo agradecerte todo esto. Ha sido maravilloso. Cualquier cosa que necesites no dudes en buscarme.

Espero verte de nuevo;

Besos, Felina.

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19/01/2013, 18:13
Centinela

Habían pasado 12 días del encuentro de Felina con Horus y Romy había comenzado la que la propia ladrona y la prensa denominaron la 'Red Week'. Mientras que los medios consideraron la serie de robos un ajuste de cuentas contra alguien poderoso en la ciudad, sólo un par de personas entendieron en realidad a qué se refería.

El quinto día James Goldfield se encontraba agazapado sobre una cornisa de la ciudad con los ojos en el edificio que sabía que Felina robaría esa misma noche. Había entendido ya su modus operandi y planeaba darle caza. La Red Week se iba a terminar.

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19/01/2013, 19:15
Felina

Romy había comprendido algo después de estar con Horus, y era que de alguna manera estaba enamorada de aquel hombre. Reconocerlo le había llevado demasiado tiempo, pero no acababa ahí. Si quería recuperarle iba a tener que salir de ella hacerle entender todo lo que estaba pasando en su cabeza, porque Reed había desaparecido a sus ojos. Por ello había ideado un meticuloso plan lleno de detalles que ni la mente más imaginativa podría lograr entender si no estaba dentro de sus cabezas. No sabía cómo acabaría, ni qué le iba a decir cuando finalizase aquella pantomima. Pero no se le ocurrió nada mejor.

Todo había empezado la madrugada del 19 de Junio, cuando al despuntar el alba los museos de Betlam y otros edificios singulares amanecieron con una inscripción en sus puertas: Red Week. Semana roja. La prensa enloqueció al instante y el departamento de policía se volvió en un hervidero. Nadie entendía nada, ¿hablaban aquellas letras color bermellón de asesinatos? ¿Tal vez robos? ¿Un ajuste de cuentas? ¿Una broma muy pesada? La respuesta, o al menos una breve explicación, se encontraba en una carta cerrada en Finger Park.

‘Dame una semana para mostrarte quién soy. Confía en mí.’

No sabía cómo iba a tomárselo. ¿Una amenaza? ¿Una sugerencia? ¿Le daría esa oportunidad que pedía? En el fondo temía encontrar la respuesta.

Y bajo aquella firma de carmín oscuro, esa misma noche Felina se lanzó a los tejados. Su primer objetivo fue fácil, una corona que perteneció a la realeza francesa antes de que fuese destituida. Era una pieza que siempre había deseado y que el Centinela le había arrebatado la primera vez que se cruzaron. Al menos, la primera vez que se cruzó con Reed. El robo fue limpio e impoluto, pero dio la alarma para hacer saber que había estado allí. Después se movió entre las sombras con rapidez repitiendo el recorrido en que se había sucedido la persecución hasta aquel callejón sin salida en el que había logrado acorralarla. Cuidadosamente envuelta la dejó allí acompañada de una nota: Primer cara a cara.

Por supuesto, no iba a dejarla allí desprotegida, así que se escondió para asegurarse de que la persona adecuada acudía a recogerla. Horas después volvió a vislumbrar el reflejo naranja del casco. Algo sacudió su interior al reconocerle, y estuvo tentada de salir para llamarle. Pero no lo hizo. Todavía no.

La idea era robar en un sitio ya conocido y finalizar la actuación en un lugar simbólico, dejándole el tesoro allí acompañado de una nota. El segundo día hizo alusión a la primera vez que intercambiaron palabras y un inocente tonteo –por parte de la ladrona. Esta vez, Reed fue más rápido en encontrar el sitio. El tercero acabó en el mismo tejado donde se habían besado la primera vez, junto a Grant Park, varios años después. Esa noche la ladrona decidió desaparecer antes de tiempo; demasiados recuerdos. Para el cuarto tuvo que estar bastante avispada. El atraco fue sin problemas, aunque la seguridad se había incrementado. Pero al llegar junto al edificio donde el Centinela la había dejado tras salvarla del Rey Dragón, se dio cuenta de que la estaba esperando. Había comprendido su modus operandi y pretendía cazarla. Felina dudó. No supo muy bien qué significaba aquello. Tuvo que ser más rápida que nunca y más lista que él, y logró escaparse por los pelos. Al menos sacó algo en claro de aquella persecución: no parecía enfadado.

Aquella noche estaba encaramada a uno de los tejados contiguos al Museo de la Música y las Artes Escénicas de Betlam. El viento soplaba con fuerza agitándole el pelo y la gabardina. Era el mismo edificio donde habían bailado por primera vez, la misma noche en que se habían descubierto totalmente el uno al otro para entregarse después. Romy estaba nerviosa. Casi podía asegurar que el Centinela estaba acechando, porque no había muchos más sitios donde pudiese operar si seguía la línea cronológica de su historia. Y aquel había sido de los momentos más emotivos juntos, si no el que más.

Romy tomó aire, lo soltó lentamente y movió los dedos escuchando cómo el cuero se estiraba al cerrar el puño. Notaba el pulso acelerado y los sentidos más despiertos que nunca, como si se hallase en un estado repentino de lucidez. Se incorporó caminando hacia atrás y lista para hacer uno de los saltos más arriesgado hasta el momento.

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19/01/2013, 20:31
Centinela

Aquel movimiento había sido estudiado por el Centinela, que había observado a la ladrona llegar y prepararse para saltar. La ladrona cayó rodando para evitar el duro golpe y James quedó fascinado por lo que era capaz de conseguir sin los recursos que él poseía.

Al levantarse, triunfante, salió disparado de la mano del Centinela un gancho con cuerda que abrazó el tobillo de Romy. La ladrona hizo una cabriola para desengancharse aquello y lo consiguió, pero a cambio de encontrarse a Reed abalanzándose sobre ella.

Justo después llegó un intercambio de golpes entre ambos. Romy se encontró esquivando infinidad de puñetazos y patadas que vió muy amplios y circulares como para que pretendieran hacerle daño de verdad o incapacitarla. Su hombre estaba jugando a algo, aunque no sabía muy bien a qué. Tampoco le estaba costando un exceso el sobrepasarle en rapidez aunque varias veces notó el frío metal muy cerca de su cuerpo.

En cierto momento, James se lanzó contra ella quedándose al descubierto. Romy sonrió, preparada para golpear de una patada el costado del Centinela y salir corriendo para volver a escabullirse. Dirigió su extremidad hasta el punto concreto pero se quedó estupefacta cuando se encontró que el brazo del justiciero agarraba su pierna. Así, totalmente expuesta, Reed la cogió de la cintura y la proyectó contra el suelo, inmovilizándola sin soltar su pierna derecha.

Pudo notar una mirada atravesando aquella superficie anaranjada, pero no hubo ni una sola palabra por parte de aquel hombre.

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19/01/2013, 20:55
Felina

El salto le devolvió la vida, notando cómo la gravedad intentaba interponerse entre ella y su destino sin lograrlo. Al tocar suelo, la sensación de ir a caer se desvaneció y apenas un segundo después escuchó un ligero silbido acallado por el viento. Notó la atadura del gancho, del cual se libró con rapidez para tratar de salir de allí. Tenía que haber usado algún señuelo para despistarle, pero ya era tarde para retractarse de su error. Quizá en el fondo ella también se había cansado de jugar y quería saber la verdad.

El intercambio rápido de golpes que se sucedió la dejó ligeramente magullada. Pelear contra aquella armadura era como darse cabezazos contra un muro, por lo que no buscaba dañarle tanto como asestarle un golpe con el que hacer que retrocediese. Lo intentó errando completamente, y al momento siguiente su espalda dio contra el suelo con un golpe seco que le cortó la respiración. Una mueca de dolor quedó impresa en su rostro durante unos segundos. Se llevó la mano al costado, al lugar donde el navajazo todavía estaba por terminar de sanar, y dejó de forcejear. El juego había acabado y ahora sólo quedaba la gran pregunta final.

Desde el suelo, Romy le devolvió una intensa mirada cargada de incertidumbre. Tragó saliva y se mordió los labios recobrando así el aliento. No sabía qué decirle, y era extraño ver que se le habían acabado las palabras. Llevó el brazo libre a la frente, limpiándose el sudor, y lo dejó reposado por encima de su cabeza. El viento le erizó la piel del cuello.

-Supongo que ya se acabó -dijo, ahogada. Su pecho subía y bajaba a un ritmo acelerado.

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19/01/2013, 21:14
James

El Centinela la miró durante varios segundos más sin mediar palabra, tampoco haciendo nada por soltar su pierna, pero dejándola hacer. Entonces, al formular sus palabras, Reed llevó su brazo al casco y se desprendió de él: bajo éste no había pasamontañas esta vez, sólo el rostro de su hombre. Su expresión era seria y sus ojos un muro que las miradas de Romy no pudieron traspasar.

Entonces él cogió la muñeca del brazo que Romy había puesto por encima de su cabeza e inclinándose sobre ella la besó en los labios, despacio, tomándose todo el tiempo del mundo en hacerlo. Poco a poco fue soltando su pierna y continuó besándola así como la tenía, tumbada en el suelo. La mano que antes sostenía la extremidad inferior de la ladrona ahora sujetaba su mejilla. Un beso tan extraño como dulce que perturbó todos los sentidos de la mujer.

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19/01/2013, 21:36
Felina

No se dio cuenta de en qué momento había empezado a temblar, pero de repente no podía dejar de hacerlo como si el frío la estuviese abrazando bajo la ropa. ¿Fue cuando se quitó el casco o cuando se echó sobre ella que dejó de medir el tiempo? Tal vez con aquel suave contacto que no supo cómo interpretar. Reed la estaba besando, pero era un gesto que jamás había conocido en él. No sabía a disculpa o añoranza; era cálido, pausado y contenido, como si no quisiese dar más de un cierto límite. Igual que el mensaje que apenas podía descifrar en su rostro. No entendía qué estaba pasando. Empezó a asustarse de verdad.

Fue el contacto frío del metal sobre su mejilla el que encendió la chispa. De repente, Romy giró la cabeza huyendo de sus labios. Su mano enguantada fue a la mandíbula de él, alejando su rostro del de ella. 

-¿Qué está pasando? -preguntó, buscando sus ojos de nuevo con la esperanza de ver algo más que una pantalla indiferente.

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19/01/2013, 22:31
James

Los ojos de Reed mostraban resignación, como cansados de un juego estúpido que les había llevado a estar separados durante meses. Entre esos sentimientos se podía notar también arrepentimiento, angustia y lástima.

- Quiero que las cosas vuelvan a ser como antes... - susurró él. Prestando más atención a sus gestos era fácil ver que estaba nervioso, su mirada inquieta y su respiracion irregular lo delataban - No quiero pelear por más cosas estúpidas. No quiero poner más barreras entre nosotros de las que ya tenemos por nuestra forma de vivir. -

Apartándose un poco, Reed suspiró profundamente, como si todo aquello fuese un peso que llevaba cargando mucho tiempo. - Te quiero a ti, Romy... -

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19/01/2013, 23:11
Felina

Su mano peinó hacia atrás los mechones irregulares de su pelo, dejando una trémula caricia sobre su mejilla y oreja. Sus ojos temblaron. Esa última frase tenía mucho peso, y antes de aceptarla Romy quería estar segura de que no lo decía porque resultaba bonita y apropiada. Esta vez no iba a caminar sobre la cuerda floja.

Soltó el aire de sus pulmones y se alzó unos segundos para besar sus labios.

-No puedes evitar que sea una ladrona, y yo no puedo impedirte que salgas a cazar el crimen. Pero merezco saber lo que está pasando, Reed. -Romy se incorporó apoyándose sobre los codos. En el lenguaje corporal le estaba ganando terreno. Cerró los ojos y al abrirlos había recobrado la seguridad, aunque sus piernas, apostadas a ambos lados del Centinela, seguían temblando-. No puedes desaparecer dos meses sin decir nada y... esperar que no me pregunte qué está ocurriendo. Te estabas alejando de mí, y no sé por qué -murmuró, dolida. Y no lo dijo como una conjetura, sino como una firme sentencia. Apoyó una mano en su pecho empujándole suavemente hacia atrás, haciendo que se sentara para poder hacerlo ella-. No quiero jugar por los tejados más, quiero saber que sentimos lo mismo y que no vas a desaparecer mañana otra vez.

No tenía muy claro que esperaba de él. Era algo que jamás iba a saber a ciencia cierta, pero quería que se lo dijese aunque fuese una mentira. No necesitaba mucho para conformarse, ella podía vivir a base de notas esporádicas meses, pero la perspectiva de que la ignorase como si no existiese, como si todos aquellos años no hubiesen sido nada le daba pavor. Necesitaba una prueba que le diese esa seguridad, un gesto, un detalle. Algo más que un 'Te quiero'.

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21/01/2013, 18:42
James

James fue poco a poco cediendo terreno hasta que acabó sentado, como si toda su iniciativa se hubiera perdido en aquel contraataque de la ladrona. El justiciero desenmascarado miró al suelo y luego a Romy antes de poder responder.

- Yo no... no quería que las cosas se alargaran de esta manera, pero pensé que seguías enfadada conmigo. Temía que si nos encontrábamos volviéramos a discutir y... - James resopló ya que sus palabras se atropellaban las unas a las otras. Era fascinante como cambiaban las cosas cuando llevaba puesto aquel casco de pantalla naranja y cuando no lo hacía. Algunos, como Horus y ella misma, eran exactamente iguales con disfraz o sin él. Otros, como James, se transformaban. Como Centinela, se volvía lanzado, agresivo y directo. Como James, se humanizaba totalmente, mostrándose calmado, aunque a veces inseguro.

Pero un pensamiento pasó a la vez por la cabeza de Romy: ¿era realmente el James desenmascarado así... o era así con ella?

- Llevo dos meses horribles. Estoy machacado física y mentalmente, he tenido que seguir trabajando incluso con el tobillo esguinzado y nisiquiera te he visto en todo este tiempo... - murmuró, apartando la mirada que rápidamente volvió a los ojos de Romy, con más seguridad, la mirada del verdadero James - No te quiero dar pena, sólo quiero que sepas que no he estado tomando una piña colada en South Beach con otra mujer mientras tú lo pasabas mal por nuestra discusión. -

Su hombre extendió una mano, ofreciéndosela a la mujer. - Entiendo que te molestara lo que pasó en casa, pero tampoco me gustó a mi tu reacción. Una bofetada habría estado mejor. - dijo él con un amago de sonrisa

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21/01/2013, 19:33
Felina

-Una bofetada no te habría dolido tanto como me dolió a mí que me ignorases. Las heridas se curan, los sentimientos duelen incluso con los años -Le miró fijamente-. No vuelvas a hacerlo porque no habrá una tercera.

Aquello era un claro recordatorio, una advertencia firme de que no iba a pasar otra así. Todo eso de que las mujeres recordaban y no perdonaban era algo que Romy llevaba a rajatabla. No toleraba que la traicionasen ni que le tomasen el pelo, razón por la que poca gente había llegado a ser realmente relevante en su vida. James lo era, no quería perderle. Esa era la única razón por la que estaba allí sentada, sujetando la mano que él le ofrecía.

No hubo 'te quiero' ni 'estás perdonado', ni tampoco una excusa por su parte. Estrechó su mano y besó el dorso de esta. Después se puso de rodillas para echarle los brazos al cuello, pegando su mejilla contra la de él. Casi se había olvidado a qué olía su pelo, y la suave fragancia le devolvió una tímida sonrisa.

-Te echaba de menos.

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21/01/2013, 21:59
James

Estrechando el lazo que los unía, James respiró hondo llenando su nariz del olor de Romy que tanto había añorado aquel tiempo. El miedo, las dudas y los problemas habían sido un muro que les había separado durante dos meses y que por poco había estado a punto de ser infranqueable.

El traje que protegía la seguridad de la noche betlamita era tanto lo que les había unido como lo que les iba a separar. Sin embargo aquella noche solucionaron el último problema que les había rondado... y tocaba volver a disfrutar.

¿Por cuánto tiempo?

- Y yo a ti... -