Caroline la miró con ojos asustados al otro lado de la habitación en la que Lana acababa de entrar, una especie de precioso salón decorado con alfombras de colores rojizos, muebles antiguos y una pequeña lámpara de araña. Su hija se encontraba sentada en una silla pero no parecía atada ni amordazada. Directamente, cuando Lana Rowen entró se levantó y exclamó "¡Mamá!", pero no se atrevió a acercarse.
A los lados de la habitación había dos hombres asiáticos armados con ametralladoras, pero ni la apuntaban a ella ni a su hija.
- No te preocupes por ellos. - dijo el Rey mirando a sus dos hombres - Puedes ir con tu hija, sólo están aquí para asegurarse de que no intentas hacer ninguna tontería... puedes tomar asiento y hablaremos, necesitaba que ella estuviera aquí en esta conversación. -
Cuando Romy decidió ser madre nadie había tenido la decencia de explicarle lo complicado que era eso de compaginar una doble vida con criar a un niño. Supuso que porque no muchos alcanzaban a ese estado. Sin embargo, no se sintió especialmente amenazada. Siempre que ella no hiciera una amenaza o proposición descabellada, contaba con que Caroline se viese totalmente fuera de eso.
-No pasa nada, cielo. Es mamá haciendo estupideces otra vez -dijo extendiendo los brazos para lucir su espléndido atuendo. Resopló y caminó hasta su hija bastante tranquila, tomando asiento a su lado-. Yo no tengo más que decir, Rey Dragón. No pido condiciones, ni siquiera una ubicación. Sólo un punto del que seguir tirando.
El hombre asintió, conforme, tomando asiento por su cuenta. - Te seré claro como tú has sido conmigo. Puedo decirte dónde se encuentra James, pero hay algo que quiero a cambio. Si James no vuelve pronto elegirán a un Operaciones mejor y aunque se volverán más débiles, recuperarán poco a poco sus capacidades. No necesito que vuelva, pero... -
El Rey Dragón miró a Caroline Rowen, que se tensó bajo la mirada del anciano. - Hace tiempo supe de las aventuras de tu hija con 'Justicia Ciega' y no pude evitar pensar que la vida era muy irónica por todo lo que te estaba tocando vivir. - Caroline torció el gesto, sin entender nada en absoluto - Aun así, vi en ella un potencial que me llamó mucho la atención. -
- Tienes unos padres sorprendentes, niña, y sólo hay que conocerlos y seguirte la pista para saber lo que has adquirido de ellos. - se dirigió a la hija de Lana por primera vez, con su tono calmado de siempre - Quiero asegurarme de que recibes un entrenamiento digno de alguien con tus capacidades. Si tu madre acepta, recibirás la mejor educación y entrenamiento durante seis meses. Después de eso, podrás decidir si quieres continuar durante otros seis. -
Volviendo a mirar a Lana, el Rey Dragón miró con intensidad a la ex-ladrona. - Espero no ofenderte, pero son mis condiciones si quieres que te diga dónde está James. Podrás llamar a tu hija siempre que quieras y visitarla una vez a la semana en el templo donde residirá ese tiempo. Si no quieres aceptar la propuesta no pasa nada, os iréis sin la ubicación de James y te prometo que no volveré a forzar una situación como ésta con tu hija nunca más. -
Como dando por finalizada su proposición, el anciano se cruzó de hombros. - Podemos dejaros intimidad para que habléis, si es necesario. -
Romy no se paró a mirar a su hija. Se obcecó en mantener sus fríos ojos en el Rey Dragón.
-No hay nada que discutir al respecto. Yo no cambiaría a mi hija por James, y no dejaría que lo hiciera. Así que la decisión última recae en si ella quiere ser entrenada por ti o no -Se volvió hacia Caroline, muy seria-. Esto ya no tiene que ver ni conmigo ni con el Centinela, Caroline. No necesito a ese hombre en mi vida, y tú tampoco. Así que... tómate el tiempo que necesites -y diciendo esto miró al Rey Dragón, dándole a entender que una decisión tan complicada podía llevar más de un día o de dos-. Pero si lo haces, hazlo por ti. No por los demás.
Caroline miró a ambos temerosa de que aquello fuese a peor, pero la respuesta de su madre le dejó una incómoda sensación. No se esperaba que Lana dejara que ella decidiera, pero tampoco tenía clara su respuesta. Por un lado, la idea de ser entrenada le atraía mucho a la muchacha: aunque el entrenamiento con el resto del equipo de Justicia Ciega había sido siempre aprovechado por la chica sentía que estaban muy por debajo del Centinela y de todo muchos de los Vigilantes que habían vivido en Betlam en la época de su madre. Ser entrenada sería poder demostrar lo que realmente valía y llegado el momento poder defender sus ideales. Ser realmente útil para la sociedad con la que siempre había soñado.
Sin embargo, no quería alejarse de su madre, de Peter, de sus amigos y de la vida que tenía en Chicago. Se sentiría sola en aquel lugar y era un sentimiento que la agobiaba. Además, se iría para ser entrenada por alguien a quien no conocía. Alguien peligroso y que según su madre no dudaría en quitarla de en medio si se metiera en su camino. Pero por algún motivo, el Rey Dragón la quería en dicho camino.
Iba a abrir la boca para hablar cuando algo vino a su mente. Su madre se encontraba perdida en su búsqueda y había recurrido a alguien así para encontrar a su padre. Si no aceptaba, quizás no le conocería jamás. Quizás perdería la vida por su culpa... y ella no estaba dispuesta a pasar por aquello. Su madre, pensó, decía que ninguna de las dos necesitaban a James pero ella había dado vuelta y media a su cómoda vida para juntarse a quien sabe quién y encontrarle.
Caroline suspiró, cerrando los ojos y frotándoselos con la mano. Levantó la cabeza, seria y más resuelta.
- Iré. Pero si no veo a mi padre con mis propios ojos o mi madre me dice que tu ayuda no ha servido en absoluto no colaboraré contigo en absoluto, ¿ha quedado claro? - dijo ella con un tono que recordó al de Lana en la actualidad
El Rey Dragón asintió, claramente satisfecho. - Así sea, pues. Será duro, pero acabarás satisfecha. No eres la primera que pasará por ese entrenamiento ni serás la última. - dijo él, volviendo a mirar a Lana - Sobre James, como habrás imaginado ya se encuentra retenido por Mayhem. -
- Se encuentra en un almacén de Fox Harbour, preso. Sin embargo, está varios metros bajo tierra, por eso el equipo no ha sido capaz de rastrear su localización. El camino para alcanzarle está lleno de trampas, pero no sé cómo funcionan. Te daré la localización exacta cuando salgamos de aquí. ¿Hay algo más que quieras saber? -
-Sí. Quizá sepas a qué vino lo del intento de secuestro en el aeropuerto -comentó, centrando la atención en otro tema. No sabía muy bien cómo sentirse respecto a todo aquello, pero no podía dejarse vencer en aquel momento. Ahora tocaba caminar hacia adelante.
- No tengo nada que ver con eso, pero me parece que alguien ha pagado a la Tríada de la Casa Carmesí para que te den problemas. Sin embargo, no estoy realmente seguro de quién ha sido. ¿Tu 'jefa'? ¿Mayhem quizás? Algo me dice que no tardarás en descubrirlo. -
El Rey Dragón se levantó, dirigiéndose hacia Caroline. Le ofreció su mano y aunque la muchacha dudó, no tardó en estrechársela. - Os dejaré solas, avisad a uno de mis hombres cuando queráis volver al hotel. Aprovechad lo que os queda de fin de semana para estar juntas, Caroline, el lunes irás al templo que te será asignado. Recibiréis mañana mismo una carta con toda la información. -
El anciano se dirigió a una de las puertas custodiadas por los guardias con intención de desaparecer por ella.
Romy se levantó. A ella no le había estrechado la mano ni tenía intención de hacerlo.
-Gracias por todo -musitó, haciendo una leve reverencia-. Pero puede llamar ya para que nos devuelvan. Sus comodidades me siguen causando pesadillas.
Con un gesto, uno de los hombres armados les acompañó a ambas hasta la furgoneta. De nuevo en aquella parte de atrás, ya solas, Caroline bajó la cabeza como si hubiese hecho algo malo.
- Yo... lo siento mucho... pero quiero que encuentres a papá. Además, puede ser una gran oportunidad para mi. - murmuró atropelladamente, visiblemente nerviosa - Sólo... sólo quiero ayudar. -
De vuelta a la furgoneta, Lana no dijo nada. Permaneció ausente, como abatida, de un modo que no solía reflejar delante de Caroline. O delante de nadie, en general. Negó con la cabeza y le dio una torpes palmadas en la pierna.
-Está bien, cielo. Será una gran oportunidad para ti. Todo irá bien -dijo con la mayor convicción posible, que fue bastante dado que su vida consistía en mentira tras mentira. Eso se le daba bien; mentir-. Pronto conocerás a James, no te preocupes.
Tras 10 minutos de viaje llegaron al hotel, donde la furgoneta las dejó. Ya en la habitación, Caroline se lanzó sobre la cama, derrotada. Era ya tarde y ambas habían sufrido aquel día tan loco.
Lana, por su parte, decidió llamar al Equipo para darles las nuevas noticias.